No creo en los herejes pero haberlos, haylos

No creo en los herejes pero haberlos, haylos

Por Nònimo Lustre. LQSomos.

Detesto la religión en cualquiera de sus cofradías, jerarquías y santuarios. Elegiría que ninguna fuera hegemónica sino que se entremataran en la competición interna hasta que no quedara ninguna. Observo su expansión planetaria desde una óptica estrictamente utilitaria: preferiría que las religiones segundonas (en orden cuantitativo de feligreses) alcanzaran a la primera, ese catolicismo que es la más numerosa –según las estadísticas. Y me da igual que la segunda sea el protestantismo, el Islam, el budismo o el jainismo. Sea cual sea, repito, todas las opciones son tan detestables como la vaticana pero hay una que he padecido en vivo y en directo: el protestantismo.

Por mor de mi ocupación laboral, desde Amazonas hasta los Mares del Sur, he tenido que sobrellevar a los herejes evangélicos, pentecostales, bautistas, carismáticos, etc. Por fortuna, he sufrido poco su proselitismo por la simple razón de que sus pastores han detectado a primera vista mi alma escéptica –en su jerga, atea y/o revolucionaria. Aun así, especialmente en tierras exóticas he sufrido su puritanismo, su sectarismo y, sobre todo, su poder político-económico, vinculado directamente con su dependencia de la religiosidad gringa -que, precisamente, es dónde surge esa etiqueta de revolucionaria. Es decir, mi antipatía hunde su raíz en lo político y no en lo teológico puesto que, como dije, todas las religiones me son ajenas.

Como mi experiencia personal es mayoritariamente de índole indigenista, he sufrido tener que ver cómo los pueblos originarios se convierten en cuerpos sanos pero con almas zombies. Me alegra que hayan abjurado del alcoholismo e incluso de las luchas contra los invasores e inter-étnicas pero, a cambio, han caído en una humillación abrumadora ante las jerarquías sacerdotales –pastorales, dicen ellos. Una sumisión que, desde el punto de vista subjetivo, llega en mis sentidos a un extremo particularmente odioso: el de la observancia no-absolutamente-rigurosa de lo escrito en la Biblia. Por alergia a la contradicción, todavía no me explico cómo pueden eliminar el alcohol cuando sus Sagradas Escrituras están repletas de borracheras. Comprendo que, habiendo sustituido a Dionisios por Jehová, estos sectarios renieguen de Baco pero, ¿por qué también de Noé? Asimismo, ¿por qué una potencia como la gringa, adicta al tomate aunque sea en forma de kétchup, ignora que ese fruto no figura en la Biblia? –tampoco aparecen otros ítems básicos como la patata o el pavo. Aventuraría que los sistemas irracionales prosperan gracias a que se sazonan con briznas de irracionalidad doméstica. De cara al Culto, el guisote doctrinal era tan indigesto como lo fue el condumio europeo medieval pero unos granos de pimienta tomatera lo mejoran ostentosamente. Como hubiera dicho el Fénix de los Ingenios, “lo sabe” quien haya resistido al mantra “Alabaré a mi Señor” o al culei (kool aid, agua de litines)

Las siguientes fotos (propias) ilustran algunas de las situaciones litúrgicas a las que he sobrevivido:

Amazonas: culto aldeano entre los nativos kurripakos. El evangelismo atraviesa todas las clases sociales e incluso a todos los pueblos indígenas.La foto anterior puede explicarse como resistencia al catolicismo estatal de curas pecadores y soldadesca rapaz.Al revés que los católicos, los misioneros evangélicos tienen hijos que nacen entre los indígenas. La familia Dawson, bilingüe en yanomami y en inglés pero no trilingüe en castellano, ha guiado y adoctrinado a más de un antropólogo novato en la selva –para ellos, la jungla.Una de las ramas baptistas de mayor expansión geográfica es el Instituto Lingüístico de Verano (ILV). Aquí, en Papúa Nueva Guinea. Un economato sólo para evangélicos y obreros del culto.En la cárcel franquista de Jaén, los Testigos de Jehová –presos por su insumisión al servicio militar- se encargaban del economato… y de escuchar las conspiraciones de los presos ‘revolucionarios’.

Miscelánea evangélica

Aunque veremos que hay fechas anteriores, quizá podríamos asegurar que las evangélicos invadieron América Latina desde los años 1930’s, desde que un presidente mexicano tan querido por el exilio español como C. Cárdenas, permitió que el ILV se aposentara en México–el mejor escribano echa un borrón. Puesto que los casos del neofascista Bolsonaro y de su milicia evangélica brasileña son suficientemente citados, no los mencionaré en esta nota –aunque, obviamente, las elecciones del próximo domingo entre Lula y ese insufrible milico han estimulado la redacción de este aviso a navegantes. Pero sí veamos un muestrario de cómo está hoy la invasión evangélica contra América Latina:

Desde hace no menos de 20 años, los evangélicos son rotunda mayoría en Guatemala.Lo han conseguido gracias a la insania de sus militares pero también gracias a la intolerancia de sus feligreses contra las creencias tradicionales de los indígenas.México: indígenas evangélicos protestan contra indígenas católicos. De hecho, en los Altos de Chiapas, sigue habiendo víctimas mortales en conflictos que ayer fueron intra-étnicos y que hoy quieren parecer religiosos.En Chile, los adictos a algunas congregaciones evangélicas son llamados ‘canutos’ como reminiscencia de su supuesto fundador, un reverendo del siglo XIX –antes, repito, que el ILV en México.Ex presidente Piñera y Señora, devotos pinochetistas, fungiendo como canutos de honor en una ceremonia ‘del Culto’.Santiago de Chile, foto que es válida para multitud de otras ciudades: evangélicos contra el aborto, contra el matrimonio igualitario y contra todos los progresos cotidianos

La liturgia

Los evangélicos predican mucho más la sumisión (islam, en árabe) al Señor que cualquiera de las otras sacras palabras que, teóricamente, definen al cristianismo actual. Fijémonos en amor o en caridad: en las 580.000 palabras del Viejo Testamento, amor y sus casuales derivados (amorreos, clamor) alcanza los 242 términos. Entre los 180.000 vocablos del Nuevo Testamento, amor y sus derivados sólo llega a las 124 menciones -caridad no aparece en ninguno de los dos Testamentos. Semejante análisis filológico cuantitativo nos llevaría a creer que este tipo de herejía realmente se aparta de la tradición cristiana. Sin embargo, sería una deducción apresurada puesto que, por el citado predominio de la sumisión, los evangélicos son profundamente cristianos aunque difieran de la herejía ortodoxa –valga la contradicción- en un punto que se manifestará abiertamente en el Culto del pueblo gitano.
Veremos en el siguiente parágrafo (sobre gitanos) que la liturgia evangélica es una pieza clave en la difusión de estas sectas que los católicos llaman herejes olvidando que, habiendo una iglesia cristiana que dice ser “ortodoxa”, el Estado Vaticano es otra secta heterodoxa -léase, no menos hereje. Por ahora, veamos un par de botones sobre uno de los factores más decisivos de la evangelización: su espectacularidad.

Bilbao, Euskalherría. No son harekrisnas sino evangélicos disfrazados de pastores del Año Cero y de vírgenes palestinas –hoy, israelíes.Brasil: con permiso y hasta favores de Bolsonaro, el evangelismo más o menos pentecostal y/o carismático, disfruta sin complejos adiposos de un sincretismo multirracial que llega desde los afros hasta los teuto-brasileros inmigrados tiempo ha.

Los gitanos y su liturgia

Apenas he conversado con gitanos en el lugar donde “toda incomodidad tiene su asiento” pero también ‘todo conocimiento’ (por tanto, antítesis del neologismo etnográfico ‘no-lugar’) y, pese a la superficialidad de estas conversas, he comprobado que las leyes gitanas son duras pero se cumplen –asombroso, por ejemplo, que el hermano mayor cargue con las culpas del hermano menor. Otrosí, la literatura sobre este pueblo es ingente; me limitaré a un paper de Cantón Delgado seleccionado porque, pese a ser relativamente viejo, es una excelente y corta monografía –y está disponible en internet.

Pueblo rom (gitano) en Europa, año 1552

Espigando en el trabajo de esta autora, encontramos que comienza con un dato histórico: “A mediados de este siglo [años 1950’s, siglo XX] se iniciaba en tierras normandas [en Brest] el movimiento religioso más importante de la larga y enigmática historia de los gitanos” –se refiere al protestantismo de las iglesias Filadelfia, una rama desgajada de las pentecostalistas ‘asambleas de Dios’. Y continúa, “la vitalidad que todos los observadores coinciden en destacar en el fenómeno de los “aleluyas” se debe a muchas razones: la fragmentación religiosa contemporánea paralela a la crisis de las iglesias hegemónicas e institucionalizadas, el papel pasivo tradicionalmente reservado por la Iglesia católica a los gitanos, los profundos procesos de cambio en los que están inmersos los miembros de esta etnia y, sobre todo, el liderazgo gitano de este nuevo movimiento étnico-religioso.” (mis cursivas) Cantón escribe sobre Andalucía pero esta última característica, el liderazgo autóctono, puede ser extrapolada a otros evangelismos gitanos.

Saltando –con harto dolor de mi corazón- por encima de la Historia y de las variedades andaluzas del “conversionismo gitano”, llegamos a los ‘aspectos organizativos y jerárquicos’: “El rechazo a una organización jerárquica compleja es común a todo el pentecostalismo y a numerosas religiones emergentes pues, para sus seguidores, la responsable del anquilosamiento y la crisis que han sufrido otras iglesias es la institucionalización”. Pero, en la práctica cotidiana, hace tiempo que comenzó un proceso de centralización jerarquizada aunque “Las congregaciones locales, por su parte, gozan de una notable independencia”, siempre sometidas a la inspiración del Espíritu Santo “que revela los ‘ministerios’ y distribuye los ‘dones’”. Sin embargo, esa facultad atribuida tradicionalmente al Espíritu Santo -la glosolalia-, en el caso gitano no reviste excesiva importancia: “El don de lenguas no se manifiesta en todos los cultos, sólo en algunos y en momentos particularmente emotivos, acompañados de estados de fuerte excitación nerviosa. También puede hacerse presente durante la imposición de manos para impartir sanidad divina y durante las oraciones por liberación.”

Un aspecto organizativo que me ha llamado la atención es que “los pastores gitanos rotan con mucha frecuencia, cambiando de congregación cada dos o tres años, a veces menos, es la fatiga que provoca la celebración diaria de cultos y reuniones”, sin despreciar que también puede deberse a que buena parte de estos sacerdotes trabajan (o trabajaban) en la venta ambulante. Así evitan las pulsiones secesionistas y, con ellas, la creación de iglesias paralelas.

Liturgia gitana en España

En cuanto a los ritos, es destacable que “celebran la Eucaristía: los domingos se comparte el pan y el vino, comunión que rememora la Santa Cena pero sin la convicción católica de la presencia de Dios en el pan y el vino.” Y, en las cuestiones de género, “el espacio reservado escrupulosamente en el templo para hombres y para mujeres, que se sientan separados, se destina en sus dos terceras partes a las mujeres.” La liturgia cristiano-católica se respeta superficialmente pero no se cumple. Puede engañar que el bautismo se efectúe por un rito tan exótico como es la inmersión pero, en otros aspectos no menos importantes, la liturgia cristiana se mantiene porque “no reniegan de las fiestas, mucho menos de las bodas gitanas, que de hecho celebran por el rito establecido desde antiguo” –léase, con virginidad de la novia, música ‘flamenca’, alcohol y baile a raudales. En suma, tras seis siglos de estar amenazado por la espada de Damocles de la represión más racista que cabe imaginar en España, el pueblo gitano había aprendido –a la fuerza- a ser católico y, asimismo, que la mejor manera de disimularlo era simulando las liturgias diocesanas. Pero ahora, la liturgia convencional ha pasado a segundo plano; ¿ello significa que el corpus dogmático, la doxa cristiana, seguirá el mismo camino de descomposición? Ojalá, pero no lo creo posible, al menos a mediano plazo.

Finalmente, Cantón subraya que “la creencia milenarista en la segunda venida de Cristo” es un rasgo crucial en el pentecostalismo gitano –y añadiría, hasta universal no hay más que ver la omnipresencia de los letreros estilo “Cristo viene” (cf. Manuela Cantón Delgado. 2001. “Gitanos protestantes. El movimiento religioso de las iglesias Filadelfia en Andalucía, España”; en Alteridades, 11 (22): 59-74)

La ‘segunda venida de Cristo’, la Parusía, o “advenimiento glorioso de Jesús al final de los tiempos”, no es un hallazgo gitano sino que ya está explícita en el Nuevo Testamento griego. Es una cristofanía celebrada por infinidad de poetastros teológicos –cristianos e islámicos- que llegó a su cúspide cuantitativa en los ¡240.000 versos! –“más que el Mahabharata y el Ramayana”, se suele añadir- redactados en 1985 por el vate ecuatoriano José Rumazo. Confiamos en que este desafío teofánico sea superado por algún evangélico gitano.

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