No fue un accidente, fue un asesinato

Por Pedro López López*
El pasado 17 de junio un policía municipal de Madrid asfixió en Torrejón de Ardoz a un hombre magrebí que le había robado el móvil, al parecer. Una acción que ni mucho menos justifica una muerte. Recuerda este suceso, y otros que ha habido en nuestro país, mucho a las noticias que llegan de Estados Unidos sobre circunstancias parecidas, aunque allí tiran más de gatillo, sin ahorrarse algún que otro asfixiamiento mortal.
Las fuerzas de seguridad tienen la obligación de formarse en técnicas de defensa que deben estar enfocadas a controlar a un adversario, no a herirlo gravemente o a matarlo. Para asfixiar por estrangulación directa o por inmovilización que incluya también asfixia hay que poner empeño. Una estrangulación, una luxación o una inmovilización en suelo son técnicas de control que no tienen por qué suponer lesión para el que la recibe. ¿Pueden llegar a ser letales? Deliberadamente, sí. En las imágenes que se han podido ver en los telediarios se aprecia que el policía está inmovilizando en posición de Hon-Kesa-Gatame, aunque el hombre estaba boca abajo, y a la vez está estrangulando a la víctima. Cualquiera que sepa ejecutar estas técnicas puede estar perfectamente un buen rato sujetando a una persona sin necesidad de dañarla, simplemente se trata de la incomodidad para el que la sufre de que no puede moverse, pero puede respirar perfectamente, así como oír o hablar. La jueza ha imputado al policía por homicidio imprudente, pero cualquiera que sepa de estas técnicas sabe que para matar hay que proponérselo.
El compañero del policía, también policía, no parece que hiciera demasiado para evitar la tragedia. Se ve que se trata de dos machos alfa dispuestos a dejar claro que a ellos no se les roba, y menos un magrebí. De manera que los vecinos que pedían no que soltaran a la víctima, sino que la dejaran respirar, lo que recibieron de los policías no fue más que insultos y chulería, algo que al parecer y según los cuerpos policiales, debe de ser muy difícil que se dé y casi nadie ha visto nunca.
No faltan ejemplos de comportamientos abusivos con una agresividad injustificada a la hora de detener a alguien, especialmente a inmigrantes, incluso sin haber cometido ningún delito ni haber provocado ninguna situación. El derroche de ira se ve incluso cuando hay más de un policía robusto y están deteniendo a alguien claramente más débil físicamente. Si hay algún problema, denuncia, etc., basta con decir que han sido atacados, en situaciones que llaman a risa cuando se ven las imágenes. No se trata solo de exceso de fuerza injustificado, se trata también de llevar al detenido a posturas humillantes, de vejarlo delante de los vecinos. Y si hay protesta, hacer el papel de corderitos atacados por algún lobo.
** Profesor (jubilado) de la Universidad Complutense. Activista por los Derechos Humanos.
Más artículos del autor
Comparte este artículo, tus amig@s lo agradecerán…
Mastodon: @LQSomos@nobigtech.es; Bluesky: LQSomos;
Telegram: LoQueSomosWeb; Twitter (X): @LQSomos;
Facebook: LoQueSomos; Instagram: LoQueSomos;