No te fíes de las traducciones. Ni de los originales

No te fíes de las traducciones. Ni de los originales

Por Nònimo Lustre. LQSomos.

Marzo 2023: abro la edición española del National Geograhic (NG) correspondiente a este mes y leo en la carta de su director mundial que “El reportaje de portada de este mes, ‘Tesoros polémicos’, examina el debate sobre quién es el justo propietario de estos objetos”. Rebobino a la portada y compruebo que ésta habla de música pero nada de tesoros polémicos. ¿Qué ha pasado? Me restriego los ojos y me voy a la edición gringa y compruebo que la carta del director mundial se refiere a otra edición.

Raptado –nunca escribiré abducido- por el reportaje ‘canónico’, veo que es una invocación, blanda y parcial pero también un alegato para que los museos occidentales reparen una ínfima parte del robo de esos sus tesoros de allende Europa -absolutamente todos ellos obtenidos a mano armada-, perpetrado por el imperialismo y/o colonialismo. Así comienza el dicho relato:

“Are museums celebrating cultural heritage—or clinging to stolen treasure? Curators are realizing that returning looted artifacts isn’t closing museums—it’s opening new doors. The ethnographic museum of the past is making its way to the exit.” (ver https://www.nationalgeographic.com/magazine/article/museums-stolen-treasure-feature)

Entonces continúa leyendo la traducción que figura en la edición española del mismo número del NG de este susodicho mes: “¿De quién es el arte? La polémica de la repatriación. Nuestro concepto de museo es en gran medida un invento del siglo XIX, concebido para exhibir y compartir los frutos de la exploración y la conquista europeas. Pero en las últimas décadas, una nueva generación de conservadores y directores de museos van un paso más allá y trabajan para que las piezas retornen a sus países de origen.”

Releo el original y compruebo que su traducción al castellano ha sido milagrosamente edulcorada: clinging to stolen treasure (aferrados al tesoro robado, su subtítulo) ha desaparecido. Looted (saqueado) también, quizá porque saqueo es aún más escandaloso que el simple robo. Y así podríamos ir rescatando términos duros traducidos al agua de rosas. Pero como Andrew Curry, el autor del texto, ha empleado 6.000 palabras, esa tarea nos llevaría demasiado tiempo, así que abreviamos yéndonos directos al meollo:

Curry escribe que “Curators are realizing that returning looted artifacts isn’t closing museums” (los conservadores están percibiendo que devolver los artefactos saqueados no está cerrando los museos) Esta vez, la versión española se cura en salud: elimina el matiz coercitivo e impersonal de realizing y adelanta acontecimientos asegurándonos que los nuevos conservadores “trabajan para que las piezas retornen a sus países de origen”. Con ello da por supuesto que, al menos por estos páramos hispanos, el problema está (casi) solucionado –el original explica que ese proceso restitutivo no es nada fácil. Ahora bien, ¿en qué se apoyan los traductores para afirmar que aquí no hay problemas de devolución de piezas robadas? Hagamos la cuenta de la vieja: durante el último siglo, ¿cuántos tesoros ha devuelto el rey de España? Por ejemplo, tras la perversa traición al pueblo saharaui, a la ley y al pueblo español, ¿piensa el monarca devolver a la República Saharaui (RASD) los tesoros que les saqueó? Y no hablo de los fosfatos, ni del banco sahariano de pesca ni del caudal freático ni de los presos políticos saharauis exterminados en las ergástulas marroquíes sino de talabarterías de postín.

El reportaje del NG original se ha limitado al saqueo anterior a la I Guerra Mundial –seguramente para cargar las cuentas al vencido imperio alemán. De ahí que en esta nota también he de limitarme a esa cortapisa transitoria. Pero conste en acta que el expolio de los países empobrecidos no terminó en 1914 sino que ha continuado hasta la actualidad. Curiosamente, ello le sirve a NG para eludir al imperialismo/neocolonialismo español. Por ello, el mapa que acompaña al reportaje gringo sólo incluye al Sáhara y a Guinea Ecuatorial (ex Guinea-Río Muni)

Decía al principio que la versión gringa era NG-Curry es una “invocación blanda y parcial”. Una prueba: el escritor no emplea ninguna de las palabras clave del saqueo patrimonial sufrido por los países empobrecidos. No usa genocidio, asesinato, invasión, ni siquiera violación que podría emplear en abstracto, no en femenino.En el NG de March y de marzo de 2023. Camerún, circa 1900. La mala educación de los Invasores. Ibrahim Njoya, rey del pueblo Bamún, y un traficante austríaco pisando displicentemente su sitial. Ahora el trono Mandu Yenu está en un museo de Berlín. Foto en los archivos de la Misión de Basilea.

Una de las más insidiosas maniobras para tergiversar el saqueo del patrimonio cultural de los pueblos subalternizados consiste en achacar el delito a los vencidos –no sólo teutónicos. Ejemplo clásico: la destrucción del Partenón no fue obra de los islámicos sino de los cristianos. Concretamente, en fecha 27.IX.1687, unos comandos venecianos de la Liga Santa –enésima neoCruzada contra los otomanos-, bombardearon Atenas desde el mar y, de paso, volaron ese templo dórico que llevaba incólume desde el siglo IV ane. Ahora, la culpa recae vulgarmente en los turcos por haber utilizado como polvorín ese templo cuando su único pecado no fue mirar hacia La Meca sino creer ingenuamente que la Cristiandad respetaría a los antepasados comunes, orientales y occidentales.

En estos últimos años, ha habido pocas devoluciones del patrimonio robado –pocas pero todas ellas archipublicitadas. Un ejemplo reciente de una de las escasas devoluciones reales: la Piedra Kueka, sagrario del pueblo Pemón Taurepán, fue desvalijada en 1998 por el dizque artista alemán Wolfang von Schwarzenfeld quien la trasladó al Tiergarten de Berlín. Tras 22 años de las continuas reclamaciones de ese pueblo indígena, finalmente volvió a su lugar de origen en 2020.Tras un secuestro que duró 22 años, el pueblo Pemón (Gran Sabana, Venezuela) celebra la recuperación de la Piedra Kueka, la Abuela Sabia.

¿Por qué el NG en español nos censura sibilinamente el alegato de la edición gringa a favor de la repatriación de lo saqueado?, ¿por qué el bronce de Benin de la edición original ha sido sustituido en la versión española por una anodina foto ‘musical’?, ¿en España no sabemos nada de esos bustos africanos? Sin embargo, aquí ‘tenemos’ (es un decir) bastantes bronces de Benin; yo mismo he admirado en una colección privada de Pedralbes (Barcelona) media docena de espléndidas piezas. ¿Por qué semejante poquedad?

Supongo que será por cuestiones de marketing. O, peor aún, porque NG trata a los españoles como niños a los que, una de dos, o no nos interesa el tema o es que somos demasiado suspicaces. En cualquier caso, descarto el primer supuesto y me inclino por el segundo: cuanto más se venera su Historia una caterva de paniguados –una Historia militantemente autoritaria y embustera-, menos interesa en Hispania la cara oscura del imperialismo patrio, sea el de la Invasión de las Yndias, sea el contemporáneo contra el Sáhara o Guinea Ecuatorial. Pura y perenne herencia del franquismo.

Para más información sobre el saqueo del arte y la ciencia de los vencidos, pueden consultarse los siguientes artículos: (1) Los indígenas amazónicos según el National Geographic, diciembre 2017, (2) Monumentos coloniales y sus hipotéticos sustitutos. Nónimo Lustre*. 30 IX 2020 LQSomos. Sobre el derribo de monumentos a los Invasores. (3) ¿De quién son las ruinas? Nónimo Lustre, 14 IX 2022 LQSomos. Un collage. (4) ¿Descolonizar* los museos? Nónimo Lustre, 30 XI 2022, LQSomos. Sobre el enésima burla que, desde hace 200 años, el British Museum perpetra contra el patrimonio griego negándose a devolver los frisos del Partenón; con mención a la hipócrita doctrina del R2P, responsability to protect.

– Imagen de cabecera: portada de marzo 2023, National Geographic, ediciones española y ginga.

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2 thoughts on “No te fíes de las traducciones. Ni de los originales

  1. Gracias por destacar las diferencias, muchas veces nos hacen creer que lo que se publica en España es lo que ha afirmado National Geographic o cualquier otra organización. Solo una puntualización importante: como es fácil de imaginar, la pobre traductora o traductor que se ha encargado de traducir al español el editorial del NG no tiene ninguna capacidad de decisión, ni sobre el editorial ni mucho menos sobre la portada. Simplemente entrega la traducción y luego el consejo editorial español lamentablemente decide “adaptarla” a lo que considera que se puede o debe contar al público español. La responsabilidad no es de la traductora o traductor.
    Mi duda es esta: ¿serán conscientes allá por la sede en Washington de cómo se tergiversan sus editoriales en otros países? ¿Cuenta el consejo editorial español con su consentimiento? No sería mala idea preguntarles directamente…

    1. Como traductor que he sido, creo saber que la traducción está precarizada, pésimamente pagada y su tarea está considerada desde las alturas como subalterna. En semejantes condiciones laborales, está exenta del resultado y, salvo el título -que ha ser sexy-, no las/os culpo. Mi nota va contra el NG gringo-castellano. En cuanto a la pregunta, no estoy al tanto de los tejemanejes que se manejan. Pero me inclino a pensar que la parte ‘española’ no tiene poder de decisión. Todo lo más, informan de las peculiaridades de la recepción en España y luego Washington hace de su capa un sayo

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