Otras víctimas de la modélica transacción

Otras víctimas de la modélica transacción

Nònimo Lustre*. LQS. Agosto 2020

La modélica Transición causó cientos de víctimas entre la izquierda española. Los asesinatos perpetrados por la derecha fueron constantes y, la inmensa mayoría dellos, siguen impunes cuarenta años después. Esto lo sabemos todos los que lo queremos saber. Y no lo saben quienes miran para otro lado –concretamente, el lado rebaño. Hoy no vamos a recordar a los asesinados sino a otras víctimas mucho menos trágicas: los catorce (14) trabajadores de la cultura que nos vimos en la calle porque, según dijo la arpía que nos despidió, no teníamos “buen gusto”. Años después, esta exquisita señora dio muestras de su buen gusto emparejándose con un acólito de Pinochet. Veamos un caso –sólo uno entre miles- de cómo los que hoy siguen embruteciendo al pueblo español, demostraron en plena Transacción que eran franquistas recalcitrantes cuya principal consigna y misión consistía en exterminar al libre pensamiento mientras cobraban por ello sustanciosos emolumentos y mientras se disfrazaban de demócratas-de-toda-la-vida.

El 30.III.1982, la emisora Radiocadena Española, perteneciente al Ente Público RTVE, dejó de emitir el programa dirigido por Luis Gómez Minuto a minuto, la vida. Juan Fernández Lozano, director de Radiocadena en Madrid, manifestó que la suspensión no se debía a la censura: “No se ha despedido a nadie, ni siquiera se ha suspendido definitivamente el programa”. Mentira podrida: se despidió a catorce (14) trabajadores de la radio y el programa nunca más reapareció.

Hoy, nadie se acuerda del director Lozano ni falta que nos hace. Pero la auténtica censora, la bicha que logró la eliminación de ese programa, fue la hiperfamosa María Teresa Campos (n. 1941; en adelante, MTC) quien, pese a ahora ser octogenaria, hoy finge ser la chica ye-yé que no fue ni siquiera cuando tenía la edad de serlo –para los franquistas, lo yeyé, hoy indie o hipster, resultaba peligrosamente atrevido. Y, peor todavía, no sólo continúa idiotizando a la plebe chismosa sino que, encima, ha colocado a su prole en suculentas posiciones de poder y de dinero –“en el candelabro”, dicho por una tertuliana tan ignorante como la matriarca.

En el año de autos, 1982, MTC tiene 41 años y es jefe de programas de Radiocadena en Madrid. Léase, intenta cerrar las ondas al antifranquismo; lamenta no poder enviar a la policía como hubiera hecho antaño pero, camaleónica chaquetera como pocas, ya domina el arte de ningunear sin ruido a los artistas rebeldes, no domesticados. Como censora inmediata de aquel exitoso pero izquierdoso magacín, informó a los medios que “algunas afirmaciones expresadas en el programa que, a su juicio, no son sostenibles. “Comienzan el programa con un editorial que se titula el gargajo. En una ocasión se pronunciaron en términos posiblemente injuriosos para la religión católica a propósito de la virginidad de la Virgen. Salieron al aire en otro momento con la siguiente expresión: ‘Recordando aquellos polvos que echamos’ y se despidieron de la audiencia con las palabras ‘adiós, cabroncetes’. No es cuestión de libertad de expresión, porque se la hemos dado toda”, finaliza María Teresa Campos, “sino de buen gusto“” (“Radiocadena ‘aplaza’ un programa por problemas de lenguaje”, El País, 31 marzo 1982, en https://elpais.com/diario/1982/03/31/radiotv/386373605_850215.html)

Al día siguiente, Francisco Umbral –entonces en la cresta de la ola-, informó en el mismo diario: “Luego me llamaron desde el bar Jurucho, donde se habían acuartelado: los Haro Ibars, Rotaeta, los despedidos: “Luis Gómez, el director del programa, se ha portado, no veas, siempre de nuestra parte, a tope lo suyo, pero somos catorce colaboradores despedidos sin previo aviso, esta mañana nos hemos encontrado nuestra redacción ocupada, la cosa viene de arriba, Castillo y ésos, en la mismísima rue, aquí nos tienes, ha sido una movida fascista por sorpresa, nosotros vamos a hacer una sentada, ocupar la radio, algo” (Umbral, “Los grandes viejos”, El País, 01.abril.1982; en https://elpais.com/diario/1982/04/01/sociedad/386460011_850215.html)

La Transacción, hoy

Las y los matarifes de la Transacción viven hoy en el mejor de sus mundos posibles: se han lavado la cara, dirigen emporios mediáticos, viven en palacetes, etc. En definitiva: mangonean en democracia (¿) exactamente igual a como mangonearon durante el tardofranquismo. Y se ajuntan con la misma patulea fascistoide de antaño. Por ejemplo, MTC con Bigote Arrocet, un supuesto cantante horterísima con amistades genocidas. Veamos: cinco meses después del golpe de estado orquestado por Pinochet, Edmundo Arrocet (n. 1949) actuó en el Festival de Viña del Mar. El general y su mujer, sentados en la platea, aplaudieron a rabiar. Otro de los genocidas, el general Mendoza fue a saludarlo emocionado a su camerino. En 1974, en pleno tardofranquismo, el sr. Arrocet se estableció en España olvidándose de la familia chilena que dejó atrás. A sus 70 años, entre 2014 y 2019, fue novio de su correligionaria MTC.

Veamos ahora la otra cara de la moneda: uno de los despedidos por MTC, Félix Rotaeta, murió en 1994 con sólo 52 años, sin poder culminar la enorme obra artística que ya había desarrollado en películas, literaturas, dramaturgias, etc. Igual ha sucedido con buena parte de la nómina de aquellos currantes enviados al paro sin indemnización –Eduardo Haro Ibars, por poner sólo un ejemplo- pero con lugar destacado en la lista negra de los neofranquistas. Las pandillas estilo MTC no les fusilaron porque no pudieron. Solamente les aherrojaron al ostracismo –vulgo, paro y miseria. Durante la Transacción, gracias a las perfidias de MTC & Co., pudimos comprobar como los coprolitos franquistas dinamitaban toda cultura genuina –i.e., de resistencia. Y, lo que fue peor: cómo trepas analfabetas se hacían millonarias en pago a sus servicios por eliminar la palabra y la obra de sabios de superior valía. Y aún más triste: no fue ninguna sorpresa; lo habíamos leído veinte años atrás: “Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas” (Ginsberg, Howl, Aullido, 1957).

En 1982, siete años después del felicísimo óbito de Su Excrecencia, oficialmente en plena “democracia consolidada”, zurraspas del franquismo como MTC censuraban a los trabajadores demócratas. En este año 2020, aquellos barros nos traen estos lodos: una subcultura basura dominada política y estéticamente por Berlusconi y los pornógrafos de Tele5. Y una des-educación chatarra regida por figurones protofascistas como Pérez-Reverte. Y, aleteando por encima de estos escombros mefíticos, una Cruella de Ville muy profesional en eso de decapitar, no a los que padezcan ideales igualitarios sino a los que tengan “mal gusto”.

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