Periko Solabarria ante la Audiencia Nacional
La Audiencia Nacional ha citado a Periko Solabarria, veterano militante abertzale, y a seis jóvenes de Ernai para testificar en Madrid el 19 de septiembre de 2013, acusados de enaltecimiento del terrorismo por su implicación en las manifestaciones de duelo y protesta celebradas en Urduña a raíz de las extrañas circunstancias en que se produjo la muerte del preso político vasco Xabier López Peña. Fiel al espíritu del antiguo Tribunal de Orden Público, la Audiencia Nacional exige la comparecencia de todos bajo amenaza de detención, sin mostrar ninguna clase de deferencia hacia Periko Solabarria, con 83 años y convaleciente de una operación de cadera que le obliga a caminar con muletas. Periko no se lesionó accidentalmente, sino a consecuencia de una agresión de la Ertzaintza, que le empujó brutalmente mientras participaba en un piquete informativo durante la huelga general del 29 de marzo de 2012. Si alguien organiza un homenaje a Manuel Fraga, Rodolfo Martín Villa o Felipe González, tres personajes siniestros salpicados por el terrorismo de Estado, la Audiencia Nacional no alzaría ni una ceja, pero su sensibilidad tardofranquista se despierta apenas surge un gesto de disidencia que cuestiona el orden político y social gestado por una Transición organizada por la dictadura para garantizar la impunidad de sus crímenes y preservar los privilegios de las oligarquías.
Periko Solabarria no es un simple militante abertzale. Hijo de un minero y una empleada de hogar, fue uno de los primeros curas obreros. Se quitó la sotana para desempeñar las tareas más penosas. Ha participado en las obras de la Universidad del País Vasco, el Puente de Rontegi, el túnel de Malmasin y el tren de bandas de Altos Hornos de Vizcaya. Nunca ha disfrutado de un contrato indefinido y, durante mucho tiempo, vivió en un sótano húmedo y oscuro. Su exposición al frío y a la lluvia en obras al aire libre le provocó una afección respiratoria crónica. Ningún obstáculo ha logrado aplacar su espíritu combativo ni su optimismo contagioso. A su lado, es difícil no pensar en la mesa compartida de la que habla Jon Sobrino: la utopía de “lo bello, lo justo y lo fraterno”. Es uno de esos imprescindibles a los que alude Bertolt Bretch como vanguardia de la revolución socialista. Durante su reciente estancia en el hospital, no interrumpió su militancia, sumándose a las protestas contra los recortes en la sanidad pública. Se colgó del cuello un pañuelo negro con unas tijeras y se mezcló con los médicos, las enfermeras y el personal no sanitario, que luchaba contra las políticas de austeridad. No sé qué opina Periko sobre la muerte, pero no parece un hombre viejo, sino alguien que aún puede recorrer largos trechos y hacer muchas cosas. No creo que experimente ese anhelo de inmortalidad tan arraigado en Unamuno por un egotismo autocomplaciente. Hace falta mucha vanidad para desear la eternidad personal, pues significa codiciar una interminable convivencia con nosotros mismos. Si Periko fantaseara con la inmortalidad, no sería por apego a su yo, sino por apego a los otros, por su voluntad de aliviar el dolor del pobre, el paria y el enfermo. No le mueve el afán de protagonismo, sino la determinación de ser uno más en la trinchera, luchando contra la explotación laboral, el paro, la exclusión, los desahucios, el machismo, la homofobia, el racismo, la tortura o el maltrato de los animales. Su lema es: “Hay que pisar barro y no alfombras, pues el barro deja huella”. También le gusta repetir la frase de Eduardo Galeano: “Si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir”.
Manuel Fraga, Rodolfo Martín Villa y Felipe González no han pisado barro, sino alfombras y, a pesar de todo, han dejado huella. Una huella sangrienta y moralmente repulsiva. Manuel Fraga, Ministro de Información y Turismo de la España franquista, prohibió a Luis Cernuda regresar del exilio para asistir al entierro de su madre (“¡Que se quede donde está! ¡Aquí ya tenemos bastantes maricones!”), celebró que la Guardia Civil rapara el pelo y obligara a beber aceite de ricino a las mujeres de los mineros en huelga en la cuenca asturiana del Nalón, encubrió el asesinato del estudiante Enrique Ruano por agentes de la Brigada Político-Social, impulsó y justificó por radio y televisión las ejecuciones del político comunista Julián Grimau y de los anarquistas Francisco Granados, Joaquín Delgado y Salvador Puig-Antich. Cuando un clamor internacional intentó frenar los fusilamientos de 1975, ironizó con la muerte de los activistas de ETA y el FRAP: “Como catedrático de Derecho Político, Teoría del Estado y Derecho Constitucional, yo creo que lo más justo sería colgarles de los cojones”. En 1973 un periodista de Reuters le preguntó en Londres cuál era la fuente de legitimidad de la dictadura franquista, Fraga contestó airado: “¡Nuestra legitimidad procede de las metralletas!”. Su afición a las metralletas se plasmó el 3 de marzo de 1976, cuando ordenó como Ministro de la Gobernación el desalojo de la iglesia de San Francisco de Asís de Vitoria-Gasteiz, empleando gases lacrimógenos y fuego real. Los trabajadores que se habían concentrado en el recinto sagrado exigían mejoras salariales en el marco de una jornada de huelga general. Cinco murieron ametrallados y se produjeron más de 150 heridos. Se recogieron más de 1.500 casquillos de bala y la Policía Armada celebró su hazaña, manifestando por radio que se trataba de una verdadera masacre. “Les hemos dado una paliza que no olvidarán”, afirmó un agente con euforia y Fraga ladró: “¡La calle es mía! ¡Dejémonos de pamplinas!”. El 9 de mayo de ese mismo año mueren tiroteadas dos personas en la romería de Montejurra y otras resultan heridas. Se trata de una acción planificada de los partidarios de Sixto de Borbón-Parma, el pretendiente carlista al trono que se enfrenta a su hermano Carlos Hugo, de tendencia izquierdista. El complot se autodenomina “Operación Reconquista” y cuenta con la aprobación y el apoyo de la Guardia Civil, el SECED (más tarde CESID y, actualmente, CNI) y el propio Fraga. El objetivo es frenar al carlismo de orientación progresista. José Bono, Presidente del Congreso de los Diputados y destacado militante del PSOE, le escribió una carta a Manuel Fraga, calificándole de “gran español y patriota de bien”. Evidentemente, la Audiencia Nacional no se planteó acusar a José Bono de enaltecimiento del terrorismo.
Tampoco abrirá una investigación si alguien elogia a Rodolfo Martín Villa, antiguo Ministro de la Gobernación de la UCD, que ordenó el asesinato de Antonio Cubillo, líder independentista canario, el atentado contra la sala Scala de Barcelona, donde murieron cuatro trabajadores, y el ametrallamiento de Juan José Etxabe y su esposa Rosario Arregui. En cuanto a Felipe González, también conocido como Mr. X, es suficiente mencionar que le llueven los honores y las prebendas empresariales, pese a ser el último responsable del GAL, que acabó con la vida de 27 personas y dejó malheridas a otras 40. El Hijo Predilecto de Andalucía, Premio Carlomagno, Medalla de Oro de Madrid y Collar de la Orden de Isabel la Católica duerme tranquilo, mientras su cargo de Consejero Independiente de Gas Natural le permite alimentar su pasión por los bonsáis, gracias a un estipendio de 126.000 euros anuales, una cantidad que se suma a sus 80.000 euros como ex presidente de gobierno.
Periko Solabarria, que sólo cuenta con su pensión de antiguo peón de la construcción, comparecerá ante la Audiencia Nacional con seis jóvenes de Ernai (Gotzon Elizburu, Maialen Etxeberria, Irati Sienra, Aitor Anda, Garazi Mugertza y Mikel Jon Button). También se les atribuye participar en el homenaje del ex preso político Ángel Figueroa, que falleció el 14 de marzo de 2013. Ángel Figueroa y Xabier López Peña pertenecían a ETA. Se afirmó que López Peña ordenó el atentado de la Terminal 4 del Aeropuerto Madrid-Barajas, pero lo cierto es que no aparece en el sumario como imputado. El conflicto vasco es un tabú que se simplifica maliciosamente, pero ya en julio de 1980 Telesforo Monzón (que se paseó por las ruinas de Gernika después del salvaje bombardeo de la Legión Cóndor), escribió un artículo que desmontaba la visión unilateral de una vieja confrontación: “No ha sido ETA la que ha engendrado la violencia. Ha sido la violencia la que ha engendrado a ETA. No fue su manantial. Ha sido su fruto. ETA nació en un charco de sangre. Pero esa sangre no había sido vertida por ETA. El nacionalismo vasco no había nunca cogido las armas para hacer triunfar sus ideas. Su actuación había sido exclusivamente social, cultural, política. Fueron otros -todos sabemos quiénes- los que en 1936 obligaron a coger el fusil en la mano a unos hombres que, por esencia propia, por civilización propia, sentían horror a matar. Y el nacionalismo vasco, obligado a coger el fusil para defender el País, trató de humanizar la guerra hasta un punto inconcebible. Los propios perseguidores franquistas, cuando se veían en peligro,-por miedo a muchos que hoy se rasgan las vestiduras, socialistas y comunistas-, llamaban a la puerta de sus propios perseguidos vascos para pedirles protección y defensa. Así hizo la guerra el nacionalismo vasco. Pues bien, esta actitud mereció un pago y ese pago fue una particular saña y persecución precisamente contra el pueblo vasco. Por eso, amigos míos, mal que os pese, ETA es vuestro fruto. La habéis engendrado vosotros. Es el resultado de vuestra violencia y de vuestra ingratitud. Es la tempestad nacida del viento que sembrasteis. Nuestro País es un País sensible. Una muestra de generosidad y de grandeza por vuestra parte, producida a tiempo, hubiera podido ayudar a resolver, o al menos a encauzar, sin más sangre, el problema vasco. No lo hicisteis y seguís sin quererlo hacer, desdeñando toda negociación… (“El jarrón roto”, Egin, 24-VII-1980).
Se habla de la violencia de ETA, pero se oculta sistemáticamente la violencia del Estado español, que ha sido condenado por torturas en reiteradas ocasiones por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas. La última sentencia se dictó en mayo de 2013 y se refiere al caso de María Atxabal, torturada en 1996 por la Guardia Civil durante el período de incomunicación. La tortura es una práctica generalizada que cuenta con el encubrimiento de jueces, fiscales, forenses y ciertos medios de comunicación, que suscriben calladamente las palabras del filósofo y ensayista José Luis Aranguren: “El GAL era la única forma de luchar contra ETA. La llamada guerra sucia fue un ejercicio legítimo de defensa”. Son declaraciones de 1995 a Cambio 16 que de inmediato despertaron el entusiasmo de Javier Solana, por entonces ministro de Asuntos Exteriores: “Aranguren ha tenido el coraje de decir en público lo que muchos pensaban en privado y no lo decían“, dijo Solana a Onda Cero. “Creo que, sin decirlo públicamente, la conciencia colectiva de los españoles quería un basta ya que fuera eficaz”, agregó el ministro en declaraciones a Radio Nacional, pese a que el filósofo se desdijo y manifestó que se le había malinterpretado, algo que no hizo Solana. ¿Me pregunto si también es “un ejercicio de legítima defensa” violar anal y vaginalmente a Beatriz Etxebarria con un palo en la Dirección General de la Guardia Civil en Madrid? El Comité Europeo para la Prevención de la Tortura estimó en marzo de 2013 que el relato de Beatriz Etxebarria era “creíble y consistente”. Los hechos se produjeron en marzo de 2011 y todo indica que no son algo excepcional, sino un procedimiento rutinario para forzar inculpaciones, en muchas ocasiones falsas, pero a las que los jueces conceden veracidad.
Elegido pregonero de las fiestas del Carmen en Barakaldo el pasado julio, Periko Solabarria se convirtió en la voz del pueblo. Merece la pena reproducir la mayor parte de su discurso, humilde, valiente y lleno de convicción: “La comisión de fiestas ha decidido que sea yo quien abra la puerta a la fiesta en Barakaldo y comparezco con mi único título de peón de la construcción que he ejercido durante 30 años. Con toda la humildad, quiero transmitiros mi idea y mi convencimiento de que la fiesta no debe ser ni un frenazo en nuestras vidas ni un espacio de alienación. La fiesta debe convertirse en un territorio que nos haga disfrutar del encuentro, del contacto personal, del respeto y de la ternura, que nunca deben faltar en ningún ámbito de la vida. La fiesta de los ladrones, en cambio, no tiene descanso. No pueden relajarse porque necesitan diseñar sin respiro cómo robarnos el salario, el trabajo, las pensiones, la casa, la educación, la sanidad, la felicidad, la vida y los sueños. Barakaldo es una ciudad obrera que ha conocido y protagonizado luchas históricas por la mejora de las condiciones laborales, en defensa del medio ambiente. Este pueblo ha acogido históricamente a gente trabajadora de Galicia, Extremadura Andalucía o Castilla huyendo de la miseria, el paro, el hambre, o la falta de expectativas provocada por el terrorismo de caciques y terratenientes. Aquí encontraron una esperanza que se tuvieron que ganar al precio de la explotación y de interminables jornadas de trabajo, cuyas condiciones de vida fueron mejorando con luchas ejemplares y solidarias. En los últimos años hemos recibido a gentes de puntos lejanos, provenientes de Europa, África, América y Asia. Desplazados que huyen de la pobreza que imponen las élites económicas y de sus gobiernos, víctimas de los mismos culpables, de aquí y de allí. Hoy, Barakaldo sigue siendo una ciudad obrera que ha perdido su industria y que han convertido en un desierto, porque algunos se entregaron de rodillas a los mercaderes de Europa a cambio de un cargo, un sueldo de nuevo rico y un sillón. A Barakaldo y su gente le han dejado grandes heridas que sangran por sus 10.000 personas en paro, por la precariedad de sus condiciones laborales en las grandes superficies, por los desahucios, por una juventud sin futuro que tendrá que ir a buscar fuera. También en lo medioambiental está herido Barakaldo, ya que nuestro pulmón, El Regato, ha sido atravesado por una improductiva y deficitaria autopista que ha dado dinero a algunos a costa de una dolorosa destrucción. Hoy sufrimos las consecuencias de una delincuencia y una corrupción que cuenta con comando y estado mayor en los estafadores de la política, en el negocio inmobiliario y en el saqueo bancario. Sólo tenemos una opción: unirnos en la fiesta y en la lucha, porque somos más que ellos y la división nos hace más débiles y prolonga la injusticia. Porque el pueblo es el agua limpia del arroyo y ellos el lindane (plaguicida) que amenaza nuestra salud. No quiero ser yo quien desautorice a quienes nos hablan de paz y reiteran condenas. Que les desmientan sus números, que les descubra su propio presupuestos de 16.500 millones de euros para gastos militares. Soy un joven de 83 años que escucha y disfruta con grupos rockeros. Por eso os traigo aquí unas estrofas de una canción que grita contra los culpables: Banqueros, unos ladrones sin palanca y de día / políticos estafadores juegan a vivir de ti / fabricantes de armamento, eso es jeta de cemento / Las religiones calmantes / Explotadores profesionales / Delincuencia es todo aquello que os puede quitar el chollo. El poeta comprometido nos avisa de que la injusticia no es anónima y tiene nombre y dirección. No puedo olvidarme hoy de la dignidad de la mujer que sufre el dolor, el escalofrío y la angustia de la violencia machista. La prostitución, esa forma de explotación femenina, genera siete billones de beneficios que la banca blanquea. No cabe tanto dolor en la palabra. Casa año, cada verano, en cada fiesta, hay un alarde de agresión contra las mujeres que las instituciones de Euskal Herria encubren. Cuando la víctima es una mujer maltratada o asesinada por la violencia machista, la herida es de todos y de todas. Siento la necesidad de gritar: feliz el hombre que, aunque sea por un solo día, conozca el alma de la mujer. Que la fiesta no sea el amparo del ataque contra la mujer. Que la fiesta sea tierra liberada de agresiones. […] He padecido los rigores de la cárcel como preso político. Por eso abrazo desde aquí a los familiares que tenéis a padres, hermanas y compañeros en la cárcel, en el exilio y en ese lugar cálido que bombea la sangre de la vida que es el corazón. […] Martin Luther King tuvo un sueño. También nosotras y nosotros tenemos sueños que se estrellan violentamente contra las afiladas rocas en el mar de la tormenta de este sistema capitalista, injusto y depredador. Hagamos de la fiesta lucha, hagamos de la fiesta un paraíso de convivencia”.
No sé si la Audiencia Nacional condenará a Periko Solabarria y a los seis jóvenes de Ernai, pero la multitud que aplaudió el pregón y abrazó al joven de 83 años que se atrevía a desafiar al capitalismo y a las instituciones que sostienen sus injusticias ya ocupa un lugar en la historia como un ejemplo de lucha, compromiso, coraje, solidaridad y coherencia. En cambio, los jueces de la Audiencia Nacional serán recordados como simples marionetas del poder político y financiero. No es una opinión subjetiva, sino un hecho constatado por el World Economic Forum, que sitúa al Estado español en el puesto 56 en su clasificación mundial sobre la independencia judicial. Son datos de 2012 que nos colocan al mismo nivel que Egipto e Irán. Creo que el próximo 19 de septiembre todos deberíamos seguir la consigna de Galeano, tan apreciada por Periko Solabarria. Los muros de la Audiencia Nacional no se desplomarán porque nos plantemos ante ellos y gritemos: “Si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir”, pero tal vez palidezcan al comprobar que no todos los ciudadanos se dejan intimidar por su arbitrario ejercicio del poder.