Periplo antillano

Periplo antillano

Por Francisco Cabanillas. LQSomos.

Han querido hacer salir a la gente que pueda
defenderse porque en el plan económico del imperialismo
necesitan tomar las tierras de los campesinos para las transnacionales […]
Camille Chalmers

En las últimas décadas esa dominación imperialista […]
ha logrado hacerse con la explotación de recursos naturales
(bauxita) […]
Txente Rekondo

Y parece que fue ayer que Don Pedro se quitó el sombrero
ante las estatuas de Dessalines y Loverture en el Campo
de Marte haitiano.
Ana Lydia Vega

I
Para determinar si Haití, como había leído recientemente Azabache (1986) en la prensa, tenía buenas reservas de litio, el negro boricua con ojos azules de Arnaldo Roche Rabell sale el primero de agosto en el vuelo #1492 de Puerto Rico hacia el Aeropuerto Internacional Touissant Loverture de Puerto Príncipe, Haití.

Entre los haitianos que regresan a su “tierra montañosa” después haber hecho la ruta taína puertorriqueña (Arecibo, Utuado, Ponce y Jayuya), uno viene leyendo la más reciente novela de Eduardo Lalo: Historia de Yuké (2018).

Cruzar el Canal de la Mona desde el Atlántico, de Puerto Rico a República Dominicana, le parece un sacrilegio ante el dolor y el sufrimiento de los que, acosados por el neoliberalismo, llegan en yola a la Isla de Mona, al sur del canal, creyéndose, trágicamente, que han llegado a los pueblos de Cabo Rojo o Mayagüez en la costa oeste de Puerto Rico. La Guardia Costanera usamericana los atrapa en Isla de Mona y los deporta.

Cruzar el Canal de la Mona desde el norte para entrar a la República Dominicana entre Samaná y Punta Cana, atravesando un pedazote de campo dominicano, ¿literatura de Juan Bosch?, hasta cruzar la frontera con Haití y en pocos minutos, aterrizar en una pista aérea rodeada de viviendas.

En la aduana haitiana Azabache muestra como pasaporte el libro del arquitecto boricua Edwin Quiles, El haitiano que hablaba inglés. La escuela primaria que construimos en Haití (2014). Para el resto del viaje, usa El Passport (1994) nuyorican de Adál.

Ante la pregunta del aduanero sobre el motivo del viaje que lo trae a Haití, Azabache responde que viene a resolver la oposición entre, por un lado, lo que plantean el periodista Narciso Isa Conde y el licenciado José A. Amesty R. respecto de la existencia de litio en Haití, y, por el otro, lo que asegura el pensador Melvin Mañon:

“Haití no tiene petróleo, uranio, tierras raras, ni litio sino pura y simplemente lodo cuando llueve, polvo en la sequía y hambre todo el tiempo” (2022).

Tensión.

II
Cuando sale del Touisant Loverture, Azabache se transforma en Adán (1992), primer hombre reciclado del arte puertorriqueño. Puerto Príncipe transmuta en San Juan. No obstante, frente a la Bahía de Puerto Príncipe, mirando en línea recta hacia Santiago de Cuba, Adán experimenta la presencia del haitiano-boricua Jean Michel Basquiat (1960-88), grafitero-artista, super estrella del Nueva York de los ochenta, cuya amistad-colaboración con el héroe del arte pop, Andy Warhol (1928-87), el escritor afroamericano Ishmael Reed no se cansa de criticar como una relación de explotación racial.

Entre Puerto Príncipe y Santiago de Cuba, el Mar Caribe le huele a Alejo Carpentier, quien, a su vez, huele al Haití revolucionario de El reino de este mundo (1949), novela histórica que le da a la Revolución Haitiana (1791-1804) el lugar que le corresponde en la historia cultural del Caribe moderno.

Sobre el firmamento, Adán vislumbra una figura humana que de inmediato reconoce como un rostro inconfundiblemente basquiatiano.

Cara de espanto neoexpresionista; pelos de punta. Urgencia: “No soy un / artista negro: / soy artista.”

Adán respira hondo; escupe tinta sobre la bahía. La mancha se dirige hacia el islote de Gonave que está frente a Puerto Príncipe. Entre el Canal de la Gonave y el de Saint Marc, fluye por el canal de la Gonave hacia el Mar Caribe donde, en vez de disolverse, la mancha se expande como una mantarraya.

En busca de los cinco años (1870-75) en que Ramón Emeterio Betances vivió en Haití, Adán se desplaza por tierra de Puerto Príncipe a la costa sur de Jacmel, ciudad portuaria desde donde el barbudo boricua continuó tejiendo su antillanía republicana decimonónica, basada en el republicanismo fundacional de Toussaint Loverture.

De Jacmel, se desplaza hacia el pueblo de Tiburon en la punta suroeste de la isla, desde donde puede trazar un triángulo entre Santiago de Cuba al norte y la Jamaica de José Lezama Lima al oeste: “El refinamiento del bosque de cocoteros lanza semillas mascadas y ensalivadas sobre la estilización de los anuncios de las marcas de cigarrillos en la Montego Bay” (1945).

De Tiburon regresa a Puerto Príncipe cruzando el sur haitiano como si estuviera releyendo algunas páginas de la historia de la Revolución Haitiana de CLR James en Los negros jacobinos (1938).

De Puerto Príncipe a Saint-Marc, a lo largo del Canal de Saint-Marc, se adentra en la parte norte del país, departamento de Artibonite, en cuya capital, Gonaive, Dessalines proclamó la independencia de Francia el 1 de enero de 1804.

Más de doscientos años después, Gonaive albergará a los detractores del presidente Aristide, quien, en 2004, es destituido del poder una segunda vez.

De Gonaive a Cap-Haitien, Adán se siente cerca, muy cerca del punto original, Bois Caiman, donde prendió, en 1791, la primera chispa que da lugar a la insurrección esclava. Liberado para esa época, Toussaint Loverture liderará esa lucha en nombre de los esclavos desde estas llanuras septentrionales.

De la costa norte, frente a la bahía de Cap-Haitien, Adán baja primero hasta la Citadelle Leferriere (o la Ciudadela de Henri Christophe) de 1820 y después sube hasta las ruinas del Palais San-Soucis, construido en 1813 como residencia real de Henri I. Autoproclamado Rey de Haití en 1811 desde Fort-Liberté, que pasó a llamarse Fort-Real (y Cap-Haitien, Cap-Henri), Henri I, anteriormente conocido como el revolucionario Henry Christophe, se suicida en 1820.

De Milot, donde se ubica el Sans -Soucis, Adán sube hasta el pueblo de Limonade, importante para Cristóbal Colón en 1492, y vuelve a bajar hasta el de Mermelade, quizás seducido por el poema de Luis Palás Matos, “Elegía del Duque de la Mermelada,” en Tuntún de pasa y grifería (1937).

De Mermelade, sube hasta Port de Paix al noroeste, frente al islote de Tortuga —que le recuerda la isla de Vieques—, en el cual se asentaron los piratas franceses en el siglo XVII, logrando establecer, según Esteban Mira Caballos, “una colonia más o menos estable” que los transforma en “bucaneros, algo así como corsarios en tierra” (2021). Adán regresa a Cap-Haitien leyendo una novela de la haitiana-americana Edwidge Danticat, baja por la Ruta Nacional #1 y se detiene frente al Monumento de los Héroes de Vertiéres que conmemora la victoria final de Dessalines frente al ejército de Napoleón el 18 de noviembre de 1803.

III
“Desde que se independizó de Francia en 1804, Haití se ha enfrentado a sucesivas oleadas de invasiones, incluyendo una guerra estadounidense de dos décadas, la dictadura de 1957 a 1986, dos golpes contra el expresidente progresista Jean-Bertrand Aristide en 1991 y 2004, y un ejército de la ONU en la intervención de 2004 a 2017.

Estas invasiones han impedido que Haití asegure su soberanía y han impedido que su pueblo construya vidas dignas. Otra invasión, ya sea por tropas estadounidenses y canadienses o por fuerzas de paz de la ONU, solo profundizará la crisis. Abajo Ariel Henry, abajo la ocupación’, fue el lema de las protestas de los últimos días” (Victoria Korn, octubre, 2022).

IV
En una columna de El Nacional, “Haití. Triángulos de la muerte” (octubre, 2022), Narciso Isa Conde comenta la actual reocupación de Haití:
“Llegaron tanquetas de EU y Canadá, y preparan las tropas ‘robustas’, en tanto el pueblo hambreado exige destitución del gobierno de Henry y transición soberana. Irían, además, para reforzar controles militares sobre litio y titanio, bajo el pretexto de los desafueros de las bandas apadrinadas desde Norte y manipuladas por el gobierno impugnado.”
En la revista Rebelión, José A. Amesty R. coincide, en su artículo “La sufrida, ocupada y neocolonia: Haití” (julio, 2022), con Isa Conde:
“Y si como dicen, el Estado haitiano es ‘fallido’, es porque así EEUU, Francia y Canadá, potencias colonizadoras e interventoras, lo quisieron. Esa tesis (hiede a racismo), se vuelve a esgrimir para justificar más tropas invasoras. No debemos olvidar que Haití posee litio, tierras raras y titanio.”
En “Litio en América Latina: ¿una nueva búsqueda de ‘El Dorado’?” (mayo, 2022), Luis Felipe López Calva se refiere a otro triángulo (¿también de la muerte, como el de Isa Conde?):

“Según los datos más recientes, América Latina posee el 60% de todos los recursos de litio identificados en el mundo. Estos se encuentran principalmente en Bolivia, Argentina y Chile, a veces denominados como el “triángulo de litio.”

De mayor a menor, los países con más litio son, según López Calva: Bolivia, Argentina, Chile, Australia, China, Congo, Estados Unidos, Canadá, Alemania, México, Chequia, Serbia, Rusia, Perú, Mali, Brasil.

En “Geopolítica del litio 2022” también publicado en Rebelión, Federico Nacif reflexiona sobre “el litio suramericano y la nueva ‘OTAN Metálica’” (Estados Unidos, Unión Europea, Canadá, Australia, Japón, Corea del Sur y el Reino Unido):

“Contradicciones del sistema. Para restringir el acceso de China a los yacimientos sudamericanos es posible que Estados Unidos deba aceptar allí un mínimo de intervención estatal. Una suerte de soberanía subordinada a la nueva OTAN Metálica que, sin embargo, no nos alejaría de la abierta injerencia norteamericana en los asuntos públicos de América Latina.

En la lista de países con alta probabilidad de integrar el club de ‘enemigos’ de Estados Unidos se encuentra Bolivia, dueña de la mayor reserva mundial de litio.”

En la página web del Observatorio de Conflictos Mineros en América Latina, Adán encuentra información sobre la resistencia ciudadana/campesina haitiana a la explotación del oro por transnacionales como Newmont, sobre todo en la parte norte de la isla y en la meseta central. Sobre el litio, no encuentra nada.

V
Aeropuerto Internacional Toussaint Loverture, así nombrado en 2003 por el dos veces depuesto teólogo de la liberación convertido en el primer presidente electo democráticamente en 1990, Jean-Bertrand Aristide. Vuelo de regreso a Puerto Rico, en el que Adán retorna como Azabache.

Según despega el avión, se mete en uno de los cuentos de Ana Lydia Vega de Encancaranublado (1982) y, a través del surrealismo de Andre Breton y Wifredo Lam, en la pintura haitiana de Hector Hyppolite (1894-48).

En vano, busca una imagen de Toussaint Loverture en la obra del maestro Hyppolite; sí encuentra de Henry Christophe y de Jean-Jacques Dessalines. Frente al autorretrato de Hyppolite, Auto Portrait (1948), Azabache naufraga, como en los cuentos de Ana Lydia Vega, y es arrastrado hacia las pinturas del general nicaragüense Augusto C. Sandino en las que el sombrero, como en el autorretrato de Hyppolite, parece demasiado grande.

Cuando aterriza en el Aeropuerto Luis Muñoz Marín de Isla Verde, Azabache muestra como pasaporte para entrar a Puerto Rico el libro de Jean Casimir, La invención del Caribe (1997). En caso de que no fuera suficiente, lleva The Hatians. A Decolonial History (2020), también de Casimir, colega del sociólogo boricua Ángel Quintero Rivera. Busca en Google restaurantes haitianos en la zona metro, o en cualquier lugar de Puerto Rico, y no encuentra ninguno. Se mete en el ensayo “La cena navideña” del libro de Edgardo Rodríguez Juliá, Elogio de la fonda (2001), donde, entre otros platillos haitianos, encuentra “griots de porcs” y “banane pesé” (carne frita de cerdo con tostones).

En el podcast “Jornada Haití en el corazón y en la conciencia – Haití visto desde Puerto Rico” (mayo, 2022) de Víctor García San Inocencio, desde “la unicidad que es el Caribe diverso” de San Inocencio, el geógrafo Carlos Severino dice que, por lo despiadado de su violencia, la dinastía Duvalier corresponde a un apartado especial de perversidad. Haití se merece, dice con respeto Severino, la atención que el norte hegemónico le ha prestado a Ucrania.

Ante la pregunta que le hace San Inocencio a Severino de por qué llegan tan pocos haitianos a Puerto Rico, la respuesta revela que hay una pequeña comunidad haitiana en Barrio Obrero, Santurce, dedicada a las mudanzas.

En el viaje que hizo en guagua de Puerto Príncipe a Santo Domingo, Severino elogia la convivencia que vio en la frontera entre ambos países.

El sociólogo haitiano Camille Chambers se suma a la charla ente San Inocencio y Severino. ¿Por qué no se habla de Haití en la prensa dominante?, pregunta San Inocencio, a lo que Chambers responde: porque no está en el centro de los intereses usamericanos, como lo está Ucrania.

El estado ha sido la cruz de Haití, dice Chambers; hay que esquivar el estado porque forma parte de una estructura global que se creó para que el estado de un país como Haití no funcione.

La política imperial del “Big Stick” llegó a Haití con los demócratas. Para Chambers, que subraya la política exterior usamericana, no hay diferencia entre demócratas y republicanos.

Al finalizar el podcast “Jornada Haití en el corazón y en la conciencia – Haití visto desde Puerto Rico” (mayo, 2022), Azabache se tropieza con un video en el que escucha brevísimamente del iridio y el petróleo haitianos…

Más artículos del autor
* Francisco Cabanillas (1959, Puerto Rico) enseña lengua castellana, cultura y literatura hispanoamericana en Bowling Green State University, Ohio. Ha publicado cuatro libros de ensayo: Escrito sobre Severo (1995), Pedreira nunca hizo esto (2007), K-lores del trópico: ensayos transboricuas (2012) y Ensayos silenistas (2014). Miembro de LoQueSomos

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