Pol Serena: “Un Mosso no puede tener la libertad de mentir para acusar a manifestantes”

Pol Serena: “Un Mosso no puede tener la libertad de mentir para acusar a manifestantes”

Lluís Girona*. Nació Digital.
Traducido por Leticia Palacios. LQSomos.

La Fiscalía pide para él ocho años de prisión por ocupación de vías públicas y atentado contra la autoridad, pero el joven de 20 años niega los hechos y contradice a los Mossos

Pol Serena (Mataró, 2000) pone rostro a uno de los más de tres mil represaliados para los que el independentismo pide la amnistía. La Fiscalía pide para él una condena de ocho años de prisión por unos presuntos delitos cometidos durante la huelga general de febrero de 2019, convocada por la Intersindical-CSC coincidiendo con el inicio del juicio del 1-O. El denunciante es un Mosso d’Esquadra, y la Generalitat, que ejerce de acusación particular, solicita seis meses de prisión.

Este 19 de julio comienza el juicio en el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC). En esta entrevista para Nació Digital, realizada una semana antes del inicio del proceso judicial, el militante del Jovent Republicà, las juventudes de ERC, explica por qué se le está juzgando, valora qué papel está ejerciendo la Generalitat en la causa y reflexiona sobre su futuro teniendo en cuenta el desarrollo de casos anteriores similares al suyo, como el de Marcel Vivet y Adrià Catasús.

-¿Qué pasó en la huelga general por la que puede ser condenado?
-La convocó la Intersindical-CSC y nos adherimos tanto la organización en la que milito como yo personalmente y fue una manifestación más de aquella época, sin ningún incidente destacable. Es cierto que hubo un momento en el interior de la estación de Plaça Catalunya, en el que la aglomeración de gente hizo que los Mossos se pusieran algo nerviosos y cargaran, pero aparte de eso fue una huelga muy tranquila y pacífica. Habíamos ido solo a manifestarnos y a denunciar la vergüenza de juicio que les iban a hacer a los presos políticos. Tensión hay en todas las manifestaciones. Cuando estás ejerciendo tu libertad de expresión y tienes ante ti un cuerpo de policía que te reprime y no te deja hacer lo que tú quieres siempre hay tensión. En la manifestación por la que se me juzga no pasó nada del otro mundo, simplemente que ellos, los Mossos, al ver la aglomeración en la estación, cargaron. Y claro, en un sitio pequeño con tantos manifestantes, hubo una confrontación, pero en ningún momento fue física, sino solo dialéctica y para expresar el cabreo de la gente. Pero no podría destacar ningún momento de tensión; por ejemplo, no es comparable con Urquinaona.

-¿Cómo se demuestran los hechos por los que se le juzgará teniendo en cuenta que fue una manifestación sin tensiones?
-La acusación dice tener unas imágenes y vídeos donde se ve que hay diversos lanzamientos de botellas de plástico contra los agentes de la policía. Eso es lo que dicen, pero tendrán que demostrarlo en el juicio. De todas maneras, ya me dirás si con una botella de plástico se pueden causar lesiones a tres agentes de la Brigada Móvil de los Mossos.

-¿En qué delitos se apoya la Fiscalía para acusarlo?
-Me piden cuatro años por ocupación de vías públicas y otros cuatro por atentado contra la autoridad. Para justificar lo primero dicen que entré y obstaculicé las vías del tren, pero la realidad es que en ningún momento bajé a las vías. La aglomeración de gente hacía imposible la movilidad dentro de la estación, y por tanto yo no bajé, pero lo utilizan como una de las cosas por las que se me acusa. Y en lo que respecta al atentado contra la autoridad, me dicen que lesioné a tres agentes de la Brimo con unas botellas de plástico y unas latas de cerveza. Es importante señalar que en las imágenes de aquel día se ve que estaban vacías.

-¿Estos dos hechos son las únicas pruebas que tienen para inculparlo?
-Que nosotros sepamos, sí. Pero es cierto que el problema de mi caso está en el hecho de que los Mossos d’Esquadra han recogido imágenes de muchas manifestaciones. En mi acusación, que a día de hoy aún no sé cómo me encontraron, hicieron una investigación policial y un seguimiento de varias manifestaciones en las que se me veía, hasta que encontraron el día en el que, según decidieron ellos, había cometido un delito. Entonces asocian esas imágenes con que yo estoy inscrito en un grupo anarquista de Barcelona. Esto falla por una cuestión lógica de ideas: un militante del Jovent Republicà no puede estar en un movimiento anarquista, básicamente porque se contradice con sus ideas. Eso, en la práctica, ya desmonta una de las acusaciones que tienen contra mí. Pero es que si uno mira los hechos y la acusación, es evidente que todo es un montaje clarísimo porque las pruebas no se sostienen. Son ilógicas. Que me explique un perito cómo se puede lesionar a tres mossos de la Brimo, equipados de arriba abajo, con dos botellas de plástico.

-Pasemos al momento de la detención. ¿Cuándo y cómo se produce?
-Era un viernes a las diez de la mañana, y por casualidad, coincidió que no tenía clase aquel día. Estaba en casa solo con mi abuela porque mis padres estaban trabajando. De repente llaman a la puerta, abro y veo que aparecen dos patrullas y la policía judicial. A partir de aquí me piden el DNI para identificarme y se me llevan esposado. Esos mossos no me dijeron nada, me leyeron los derechos y quizá la única mala praxis fue que me esposaron con los brazos por detrás de la espalda y no por delante, como marca el reglamento cuando una persona va dentro del coche. Pero aparte de eso fue muy tranquilo.

-Y una vez trasladado a comisaría, ¿cómo fue el trato por parte de los agentes?
-Aquí es donde sí me puedo quejar. Durante el trayecto hasta comisaría se empieza a difundir la noticia de mi detención y se empieza a concentrar gente. Es entonces cuando entramos en el parking de la comisaría de Mataró, donde me identifican, me toman las huellas y hacen el resto de procedimientos, y los agentes empiezan con la actitud y los típicos comentarios estos de “mira el famosillo…”, “es que el niñato este ya está provocando un follón…” o “si no hubieras ido a la manifestación, no te habría pasado nada”. Es esa actitud de superioridad que siempre tienen en estos casos cuando tú estás indefenso y ellos son los que te atacan.
Otra cosa a destacar es que soy miope y me quitaron las gafas porque en teoría no puedes estar en chirona con ellas puestas. Pasaron dieciséis horas hasta que conseguí que mi abogado pudiera devolvérmelas. Dieciséis horas sin gafas. Imagínate el aburrimiento que se pasa allí encerrado y súmale encima el hecho de verlo todo borroso.

Estoy convencido de que tenemos que cambiar el sistema de filtro. Un mosso no puede tener libertad total para mentir al médico y decir que ha estado una semana de baja y herido cuando sabe perfectamente que no es verdad. Miente para acusarnos y llevarnos a juicio…

-¿Cuánto tiempo está retenido en comisaría?
-Paso veinticuatro horas en comisaría. Entro sobre las nueve y media del viernes por la mañana y al día siguiente salgo a una hora muy similar. Entonces me llevan a los calabozos de los juzgados de Mataró, donde paso dos horas más hasta que deciden tomarme declaración. En ese momento ejerzo el derecho de negarme a declarar y ya me dejan en libertad. Entonces queda por ver si me envían a juicio o no, que en este caso se ha decidido que sí, y por tanto se ha iniciado todo el proceso judicial.

-En total, por tanto, pasa veintiséis horas encarcelado. ¿Eso es simplemente porque tardaron en tomarle declaración?
-Exacto. Estuve encerrado todas esas horas sin motivo. Los Mossos decidieron que el mismo día que vinieron a buscarme a casa no podían llevarme a los juzgados a declarar. Querían el típico escarmiento de pasar todo un día allí encerrado, que es algo que siempre les gusta hacer.

-En su caso, la Generalitat solo pide seis meses de prisión, pero en la práctica ejerce de acusación de unos hechos que usted niega. ¿Qué piensa de esto?
-Mi valoración es sincera. Las acusaciones particulares de la Generalitat son una vergüenza. Pero hay un hecho, que es obvio viendo cómo funciona la justicia y la administración actual, que es que la Generalitat tiene la obligación de presentarse en el momento en que hay lesiones, que es lo que dice el pacto que ERC hizo con la CUP. Y en mi caso se han presentado con el mínimo. Como quien denuncia es un mosso, que es un trabajador de la Generalitat, esta se ha tenido que presentar y han pedido el mínimo de seis meses.
La absoluta vergüenza es que la Generalitat pida cuatro años en el caso de Marcel Vivet -recientemente lo ha rebajado a medio año-. Yo no justifico que la Generalitat presente acusaciones particulares contra independentistas. Me niego y estoy totalmente en contra de que se presente la acusación, pero la administración está obligada por ley a hacerlo. Actualmente es así y estoy seguro de que tenemos que trabajar para cambiarlo. Que no se puedan volver a presentar como acusación contra un manifestante.
Estoy convencido de que tenemos que cambiar el sistema de filtro. Un mosso no puede tener libertad total para mentir al médico y decir que ha estado una semana de baja y herido cuando sabe perfectamente que no es verdad. Miente para acusarnos y llevarnos a juicio. Aquí es donde tenemos que cambiar las cosas. Si un doctor examina a un mosso y ve que no tiene nada, lo que no puede escribir es que tiene lesiones cuando se sabe por lógica que no tiene sentido.

-Interior, que controla a los Mossos, ha pasado de Junts a ERC con el nuevo Govern. Como militante del Jovent Republicà, ¿cree que eso tiene que cambiar la forma de actuar del cuerpo?
-Obviamente. Tendría que venir implícito, pero es muy complicado. Venimos de un cuerpo, el de los Mossos, pero especialmente el de la Brimo, en el que está claro que la gente que lo conforma es militante de ultraderecha y colabora con grupos de extrema derecha como Desokupa. Sabemos quiénes son y sabemos cómo actúan, pero no puede ser que tengamos un cuerpo policial que nos dé miedo. Hay que depurar muchas responsabilidades y quitar a la mafia, pero el actual Conseller d’Interior lo hará, porque la militancia del partido hace tiempo que lo pide. Ojalá pudiera hacerse de hoy para mañana, pero es muy difícil y requerirá tiempo.

-Quien le acusa es un Mosso d’Esquadra, como en muchas otras causas contra manifestantes independentistas. ¿Dónde ha quedado aquel idilio de los meses previos al 1-O entre la policía catalana y los manifestantes?
-Por aquel entonces todos estábamos en una burbuja. Todo el mundo se creía el proyecto, incluso es extraño pensar ahora en la pasividad de los Mossos en aquella época, que es cierto que eran más bien policía de calle. Los agentes de calle hacen su trabajo, son un cuerpo de seguridad como cualquier otro. ¿Mejorable? Seguro, pero hacen lo que tienen que hacer. En quien me concentro más bien es en la Brimo y la Arro, porque realmente son el problema que tienen los Mossos. Los antidisturbios no hacen más que reprimir y hacer daño, porque se nota la contradicción política de los manifestantes con ellos, y eso hace que la policía vaya con ganas de repartir.

-Diversos dirigentes independentistas le han mostrado su apoyo, sobre todo cuando su caso ha ido ganando peso mediático. ¿Cree que ese gesto puede llegar a ser hipócrita?
-Personalmente estaré agradecido a cualquier persona que me dé su apoyo. He recibido mucho apoyo, tanto de políticos como de gente de la calle y estoy eternamente orgulloso de ello. ¿Que puede ser contradictorio que alguien que me apoye después sea acusación? Bien, eso es lo que tenemos que trabajar para cambiar. Pero no podemos hacer demagogia con esto. No se puede decir que la Generalitat acuse porque es un trámite administrativo que están obligados a hacer. Estoy muy agradecido a los políticos que me han apoyado, pero hay que trabajar para cambiar estas cosas. Tenemos que transformar las palabras con propuestas para hacer cambios.

-Marcel Vivet denunció presiones de la Generalitat para que asumiera el delito y de esa forma le rebajaran la condena. ¿En su caso ha pasado lo mismo?
-No, ni yo ni nadie de mi entorno hemos recibido presiones. Y esperamos no recibirlas, porque tenemos claro que no podemos hacer ningún pacto para aceptar unos delitos que no he cometido. Más que nada porque si yo lo acepto, quizá serviré de precedente para los que vendrán después. Tanto Marcel Vivet como yo estamos entre los cien primeros, pero vendrán muchos más y lo que hagamos ahora derivará en lo que les pasará a los que vengan después. Por eso necesitamos pactar una estrategia común, más allá de que cada caso tiene sus particularidades. Tenemos que hacerlo porque la estrategia de represión también es común. Somos independentistas, somos jóvenes, queremos cambiar las cosas y eso les molesta.

-¿Entiende, sin embargo, que dentro de esos tres mil represaliados pueda haber personas que acepten la presión del pacto para evitar ir a prisión?
-Es normal que haya quien no lo aguante y me parece totalmente legítimo, pero aquí hay dos opciones: o se mira por el bien del colectivo o cada uno se mira su ombligo. Y lo puedo llegar a entender, porque es muy grave que te pidan ocho años de prisión. Pero yo estoy convencido de que hay que trabajar para encarar la causa de manera común. Tenemos que llevarla a instancias internacionales, básicamente porque ya sabemos cómo es la justicia española. Les viene bien que tengamos miedo y que el resto de activistas vean cómo envían personas a prisión. Por eso necesitamos ir juntos a buscar una justicia imparcial que ayude. Si realmente hay que llevar esto a Estrasburgo, ¿podemos imaginarnos la fuerza que tendríamos si llevamos cincuenta demandas iguales en lugar de una?

-Más allá de la internacionalización, ¿la estrategia también pasa por reclamar la amnistía?
-Totalmente. Creemos que es la única solución. Los indultos han sido para los políticos, para nueve personas que fueron encarceladas injustamente, y puedo llegar a entender que solucionen una parte del problema, pero para ellos. No podemos ni imaginarnos la cantidad de personas que faltan por ser juzgadas. Habrá una cantidad tan grande de gente encausada que ningún estado de la Unión Europea debería asumirlo. No es tolerable que un país que se considera del primer mundo encarcele tanto como Turquía. Por tanto, la única solución es que todas las personas que hayan hecho algo por la liberación nacional del país sean amnistiadas.

-Viendo los antecedentes de otros casos similares al suyo, ¿qué espera del juicio que empieza la semana que viene?
-Los precedentes son los que son, somos conscientes de que la pena que pide la acusación es muy elevada y tenemos que trabajar para rebajarla. Pero las previsiones no son buenas y eso lo tenemos muy claro. Hay criterios técnicos que mi abogado confía que puedan rebajar la condena, pero en todo caso, tenemos claro que condena habrá, porque nos juzga la justicia española y ya sabemos cómo es. Desde el primer momento trabajamos para evitar entrar en prisión, pero pinta mal y no porque haya hecho nada condenable, sino porque nos juzga una justicia corrupta que condena como parte de la estrategia de represión del Estado español.

-¿Cómo se vive a nivel personal tener que asumir que puede entrar en prisión?
-Es complicado. ¿Qué narices hago yo con veinte años en prisión? Ahora que tengo ganas de hacer una carrera y de tener proyectos personales, es innegable que me fastidia mucho. Porque el problema también es pasar por toda esta incertidumbre, que no sabes qué pasará. Es angustioso y puede generar mucha ansiedad, pero creo que de cara al público lo estoy llevando bien. Tengo el convencimiento de que no tengo que ser una víctima, sino uno más en la causa contra el independentismo. Con la cabeza bien alta y orgulloso de por qué estoy aquí.

Foto de cabecera: Adrià Costa
* Entrevista original, clic aquí
Traducido para LoQueSomos por Leticia Palacios

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