Prologo para un libro de Ferran Fullá

Prologo para un libro de Ferran Fullá

Por Antoni Puig Solé*.

Ferran Fullà i Sala (Barcelona, ​​1942-2023) fue un defensor de la lengua y la cultura catalanas, y un luchador por la unidad de la izquierda y de las fuerzas democráticas durante el franquismo. Estas convicciones le llevaron a participar con entusiasmo en la Assemblea de Catalunya, desde su fundación, en 1971, hasta su disolución. De formación y convicción marxista, en 1968 fue cofundador junto a Jordi Borja Sebastià y Jordi Solé Tura, entre otros, del partido Bandera Roja. Durante su militancia desarrolló su pensamiento político, en el que tenía una función clave el análisis geopolítico, con dos aspectos destacables: los cambios en el bloque dominante y su influencia en lo que podría ser una nueva guerra fría. Entre los cambios importantes que se han producido en el bloque de las grandes potencias hegemónicas en las últimas décadas, destaca el creciente papel de China y también la progresiva incorporación de Brasil y la India en la escena mundial. En el caso de China, considera relevante su posicionamiento positivo hacia los principios de Bandung, de respeto a los intereses mutuos y la cooperación entre países.

La vida de las personas, en la mayoría de casos, es caleidoscópica: diferentes facetas, diferentes prismas. La de Ferran Fullà también: la poesía, el excursionismo, la defensa de la lengua catalana, etc. Mi relación con él, sin embargo, estuvo centrada en la cara política. Compartí con él el pensamiento político y la militancia a lo largo de más de 40 años. Son de carácter político también, los escritos que conozco de él. Y este libro es el resultado.

Al hablar del Ferran Fullà político, lo primero que tenemos que tener muy presente es que era comunista. Un comunista con una trayectoria particular y modélica a la vez. No decidió ser comunista por una temporada o fruto de un antojo de juventud, como tantos otros. Hizo del comunismo un compromiso bien razonado y de por vida.

Desconozco el momento puntual en que adhirió a la causa comunista. Sabemos, en cambio, que antes se había implicado en la lucha antifranquista y por los derechos nacionales de Cataluña y había hecho de la solidaridad con los trabajadores un elemento decisivo, a principios de los sesenta, lo cual le ocasionó la detención y traslado, junto a otros jóvenes luchadores, a la temible comisaría de Via Laietana, donde los hermanos Creix torturaban. Después lo condenaron a prisión. De aquellos acontecimientos, hicieron, años después, una crónica televisiva que reflejaba bastante bien tanto los hechos, como la manera de proceder de Ferran. Un buen reportaje, desde mi punto de vista, pero que valdría la pena ampliar y hacer un libro dirigido, sobre todo, a la gente más joven para que puedan entender el liderazgo de personas como Ferran en las lucha antifranquista. Porque los movimientos obreros, estudiantiles y democráticos de los sesenta e inicios del setenta, difícilmente habrían prosperado si antes personas como Ferran no hubieran sembrado las semillas en unas condiciones extremadamente adversas.

La trayectoria del Ferran Fullà que yo conozco se inicia con el nacimiento y desarrollo de Bandera Roja, a partir de 1968. Los impulsores iniciales de Bandera Roja eran, de forma mayoritaria, comunistas experimentados, que habían estado antes en el PSUC asumiendo tareas relevantes. No sé si Ferran también había militado allí o si, por el contrario, su militancia comunista comenzó en Bandera Roja. Ahora bien, sí puedo garantizaros que Ferran no se lo tomó como una aventura personal, como un juego de moda… sin saber qué quería decir ser comunista. Él llegó con buena parte de la lección aprendida. Y por esta razón, a buen seguro, una de sus tareas principales fue la formación de los futuros militantes.

En ciertos aspectos, los primeros años de Bandera Roja se pueden evaluar como exitosos. En primer lugar reconstruimos las organizaciones obreras y de masas que el franquismo había desmantelado, en segundo lugar construimos otras de nuevas, también divulgamos algunos aspectos del marxismo y creamos una estructura organizativa propia, que finalmente se convirtió en una genuina escuela de activistas comunistas y que fue capaz de enfrentarse hábilmente a la represión.

A pesar de estos éxitos iniciales, Ferran consideraba que en aquellos primeros años de Bandera Roja hubo un déficit al no dotarse de un cuerpo ideológico, político y organizativo unificado. Esta fue, según me había comentado él varias veces, una de las razones de la ruptura de 1973-74, en una coyuntura donde cundían muchas cosas y ya se palpaba la crisis del franquismo. ¿Cuál fue entonces la posición de Ferran Fullà?

En aquellos momentos muchos comunistas teníamos la mala costumbre de etiquetar a la gente y Ferran Fullà era entonces, para muchos de nosotros, lo que, con una cierta ingenuidad, llamábamos un “pro-chino”. Algunos de manera amigable, al acabar el periodo de militancia clandestina lo bautizamos como “Fe-Fu”; por sus ideas muy favorables a la China comunista, claro. Pero no sólo por esto, pues a todos nos parecía verle un rostro con algún rasgo oriental, lo que aún alimentaba más las bromas. Le venía de un antepasado japonés, según me dijo.

La aparición y desarrollo posterior de Bandera Roja, hay que situarla en una coyuntura del comunismo internacional, marcada por la ruptura chino-soviética. Ferran era partidario de las tesis de los chinos – como acabo de apuntar- y lo era con conocimiento de causa. De ahí que lo ubicáramos como un “pro chino”. Otros “pro-chinos” sólo se fijaban en los asuntos superficiales y más altisonantes, como la “revolución cultural” y cuando la “floritura» se desvaneció dejando al descubierto una colección de desastres cometidos, abandonaron las simpatías por todo lo que venía de China para buscar otros referentes más llamativos, menos inciertos y más digeribles para el público y para los votantes.

Consecuente con su posición, durante años, Ferran consideró como un referente imprescindible, un texto de 1963 llamado “PROPOSICIÓN SOBRE LA LÍNEA GENERAL DEL MOVIMIENTO COMUNISTA INTERNACIONAL [1]. Se trataba de una respuesta que el Partido Comunista Chino había enviado al PCUS. Lo rememoro porque allí se trataban algunas temáticas similares a las de este libro, aunque se hacía en una coyuntura internacional distinta de la actual y con otro formato. Yo diría que este libro es una corrección de algunas de las cosas que allí se planteaban de forma errónea. A la vez es una reafirmación y actualización de otras, que los hechos han avalado.

En cuanto a la rectificación, tenemos un ejemplo en la valoración de los comunistas yugoslavos. El escrito de los chinos de 1963 acusaba de traidores y de nacionalistas al Presidente Tito y a la Liga de los Comunistas de Yugoslavia, en consonancia con la posición oficial de los soviéticos. En este libro, en cambio, se les atribuye un serie de méritos y se considera disparatada la manera como se los trató.

Ferran también fue un partidario de la llamada Teoría de los Tres Mundos. En un ejemplar de la revista l’Avenç (Junio 1981, nº39) podemos leer un artículo suyo (Una seguridad a prueba de bombas. Antecedentes y resultados de la distensión) que responde a una aplicación original de la misma. Al situarnos en este terreno entramos en un tema controvertido y aún no evaluado del todo por aquellos que diseñaron dicha teoría y por los que, como Ferran, la hicieron suya. Yo diría que este libro puede ser, en cierta medida, una herramienta embrionaria para que en un futuro se pueda llevar a cabo una estimación que ahora queda pendiente.

En todo caso, cabe señalar que Ferran abrió una interesante línea de enderezamiento a finales de los ochenta, cuando consideró que habían sido erróneas las teorías sobre el llamado partido guía, a nivel internacional, instaladas en muchos partidos y organizaciones comunistas de tendencias diversas durante décadas. Tuve la suerte de compartir con él una ponencia sobre el movimiento comunista internacional [2], que presentamos en La Habana y donde, entre otros aspectos, se estudiaba este error.

Entramos, brevemente, en la forma de actuar de Ferran Fullà. Cabe señalar, primero, que las escisiones en las organizaciones comunistas, y algunos tenemos la desgracia de haber vivido unas cuantas, son dolorosas y suelen generan rencillas. Ferran Fullà era una persona extremadamente dura cuando los temas que se ponían sobre la mesa tenían, desde su punto de vista, relevancia. Desgranaba todos los argumentos, y siempre disponía de un montón de ellos. No tenía inconveniente en modificar su punto de vista inicial si alguien hacía aportaciones consistentes y convincentes. Muchas veces era él mismo quien sugería modificar un punto de vista erróneo, que antes había defendido con pasión, y lo hacía de una manera bien argumentada, llegando hasta las últimas consecuencias. Pero no estaba dispuesto a hacer concesiones gratuitas. Era un gran adversario de lo que él y otros llamaban el amiguismo, consistente en hacer grupitos para orquestar una propuesta común y darse apoyos mutuos, a la hora de tomar decisiones o promocionarse. Decía que eso violentaba el centralismo democrático. Esta dureza y firmeza contrastaban con su habilidad para no romper los vínculos de amistad cuando, por razones diversas, se habían destruido los vínculos políticos o se había vivido un enfrentamiento, a veces con resultados dramáticos y catastróficos.

He oído decir, más de una vez, que el Ferran era inteligente, trabajador y muy competente, pero falto de ambición y que eso le impidió llegar más lejos. Es una apreciación que no suscribo. Me explicaré:

Ferran había leído y releído a fondo muchos de los grandes clásicos del marxismo, pero no era precisamente un experto de la obra de Antonio Gramsci. Aun así, aprovecharé unas frases de Gramsci para afrontar este enigma sobre su grado de ambición.

Gramsci decía:

“La ambición ha adquirido un significado peyorativo y despreciable por dos razones principales: a) porque se ha confundido la ambición (grande) con las pequeñas ambiciones; b) porque la ambición ha llevado demasiado a menudo al más bajo oportunismo, a la traición de los viejos principios y de las viejas formaciones sociales que habían dado al ambicioso las condiciones para pasar a un servicio más lucrativo y de rendimiento más rápido. En el fondo, este segundo motivo se puede reducir al primero: se trata de pequeñas ambiciones, ya que tienen prisa y no quieren tener que superar dificultades demasiado grandes o correr peligros demasiado grandes.

(…)

La gran ambición [en cambio] además de ser necesaria para la lucha, no es despreciable moralmente, muy lo contrario, todo está en ver si el ambicioso se eleva después de haber hecho el desierto en torno suyo o si su elevación es condicionada conscientemente por la elevación de todo un estrato social, y si el ambicioso ve precisamente la propia elevación como un elemento de elevación general”. [3]

Ferran era, sin duda, una persona inteligente, trabajadora y muy competente, repito; pero alejada de las pequeñas ambiciones, matizo. Por el contrario, formaba parte de la legión de las personas solidarias y de gran ambición! Y las grandes ambiciones son difíciles, piden sacrificios personales de todo tipo y los que las persiguen a menudo mueren antes de haberlas conseguido.

Estoy seguro de que si Ferran todavía estuviera vivo, este libro sería diferente o no se llegaría a publicar. Él, que nunca dejó de escribir, no escribía para publicar. Lo hacía como una manera de profundizar en lo que creía importante y para cargarse de argumentos, que luego contrastaba con los argumentos y opciones de los demás. Esto nos puede ayudar a entender porque ha sido una persona que ha escrito mucho y ha firmado pocos textos. De hecho, algunas de las pocas cosas que ha publicado con su nombre, han llegado a la imprenta porque otros lo empujaron a hacerlo. ¿Quiere decir esto que no escribió casi nada que luego pasara por la imprenta? ¡No! ¡Muy al contrario! Escribió muchas cosas que llenaron octavillas y publicaciones de las organizaciones donde militó. Pero esto no lo consideraba como una obra propia, sino como el resultado de una actividad compartida. Son escritos que lo trascienden y ya forman parte de la historia colectiva.

El lector, pues, debería leer este libro como si se tratara de una primera línea argumental que Ferran pone sobre la mesa. Creo que es así como él quería que se leyera. El problema es que ya no podremos hacerle llegar nuestra opinión y este escrito ya no se podrá mejorar como él seguro que lo habría mejorado mientras lo iba guardando en la memoria del ordenador. [4]

Una pequeña revelación personal. En febrero de 2022, recibí un correo con el que Ferran me enviaba este escrito. Me decía que lo quería debatir y me informaba del estado de su enfermedad. Me consta que otras personas también lo recibieron.

Una vez recibido el escrito, empezamos a contrastar algunas ideas en las que divergíamos y no terminamos de ponernos de acuerdo. También le dije que encontraba algunas lagunas en su escrito. Eso era habitual entre nosotros. Después la enfermedad avanzó y ya no pudimos seguir debatiendo, aunque, de a veces, me enviaba algo nuevo que acababa de escribir y me repasaba el diagnóstico médico, informándome también del estado de salud de Nuria, su compañera. No podremos saber nunca cómo habría terminado todo esto si su salud hubiera mejorado. Quizá él habría modificado algunas cosas del escrito como yo le sugería; quizá las habría ensanchado; quizá yo habría acabado dándole la razón, como había ocurrido tantas veces; o quizás, incluso, nos habríamos acabado distanciando por un tiempo, como también había pasado más de una vez. En todo caso, seguro que el escrito se habría enriquecido poco a poco, a partir de las opiniones que le iban llegando y de su reflexión diaria. Ahora ya no es posible.

Pondré como ejemplo sus reflexiones de última hora sobre la guerra en Ucrania y en el Dombass. Si previamente nos fijamos en las posiciones que han tomado los diferentes partidos que se reivindican del comunismo, podríamos agruparlas en cuatro bloques:

En primer lugar estaría aquellos que consideran que todo es culpa de Rusia y esperan que acabe derrotada y humillada en el campo de batalla.

En segundo lugar encontraríamos aquellos que consideran que hay una pluralidad de imperialismos y Rusia y China también forman parte de esta pluralidad y que por lo tanto se trata de una guerra Inter imperialista, parecida a la Primera Guerra Mundial.

En tercer lugar estaría aquellos que reconociendo la posición expansiva de la OTAN, consideran que Rusia se ha situado en una ubicación complicada al iniciar la guerra en un territorio que oficialmente no le pertenece, por lo que debemos evitar comportarnos como incondicionales de la actuación rusa y poner el acento en la demanda de paz.

Y en cuarto lugar encontraríamos aquellos que, situando también como prioridad la lucha por la paz, consideran que Rusia no tenía otra salida que anticiparse, ya que de hecho, ya se había armado a Ucrania para atacar Crimea y el Dombass y se estaba en las puertas de incorporarla a la OTAN.

Se trata de una división esquemática, que probablemente Ferran me habría pulido, pero que pone al descubierto que ahora el comunismo internacional, además de haber quedado estancado, está muy fraccionado. Dejando de lado esta valoración, podríamos decir que yo me parapetaba en el cuarto bloque y consideraba que Ferran se ubicaba entre el tercero y cuarto. Sobre esto pivotaba nuestro debate. Puede parecer que estábamos cerca, pero de hecho, la distancia era importante. Él insistía en que había que analizar las cosas a partir de algún principio ya establecido de relaciones internacionales y que, de lo contrario, se corría el peligro de precipitar la nueva división del mundo en dos grandes bloques y con menos normas que antes, como persiguen los EEUU. En cierta medida, él era más optimista que yo. Quizás este optimismo le ayudó a sentirse muy feliz y a explicitarlo al saber, horas antes de la muerte, que China conseguía hacer prosperar un proceso de paz en el Yemen.

La verdad radica en los hechos. Si aplicamos este criterio, los posibles errores de uno y/o otro se hundirán saludablemente y nuestros análisis correctos, si existen, se legitimarán a medida que pase el tiempo.

Esperamos que la guerra de Ucrania y del Dombass acabe pronto y que los hechos desvelen dónde tenía razón y dónde no cada uno de nosotros y se saquen las lecciones correspondientes. En ningún caso deberíamos esquivar la reflexión a medida que los hechos avanzan. Desgraciadamente, esquivarlas es aquello que hacen las personas, movidas por “las pequeñas ambiciones”. Por lo tanto, disfruten con la lectura y considérenla como una propuesta de partida – muy razonada, como solía pasar con todas las propuestas de Ferran- y tómenla a la vez sólo como una herramienta de reflexión y de combate.

Una altra guerra freda: Estats Units, Rússia i Xina
Autor: Ferran Fullá. Editorial Hacer.
ISBN: 9788496913776. Idioma: Catalán.
Número de páginas: 136. Encuadernación: Tapa blanda

Notas:
1.- Proposición Acerca de la Línea General del Movimiento Comunista Internacional. Respuesta del Comité Central del Partido Comunista de China a la Carta del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética del 30 de Marzo de 1963.
2.- Clase obrera y partido político. Experiencias históricas a escala internacional.
3.- Cuadernos de la cárcel. Antonio Gramsci.
4.- El lector podrá comprobar que Ferran no llegó a modificar el análisis de América Latina, a partir de la nueva victoria de Lula en Brasil y de la victoria de Gustavo Petro en Colombia. En octubre de 2022 seguramente que ya no estaba en condiciones de hacer cambios o quizás tenía otras prioridades.

* Licenciado en Administración y Dirección de Empresa, Técnico Superior en Seguridad. Colabora en distintas páginas digitales. Ha presentado varias ponencias en eventos internacionales. Sus análisis están reflejados en su blog personal.
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