Prótesis y/o subrogación vistas desde Ucrania

Prótesis y/o subrogación vistas desde Ucrania

Por Nònimo Lustre. LQSomos.

Estamos ante una inédita coyuntura mundial: la Humanidad de mañana, ¿será protésica o subrogada? Es decir, ¿sus cuerpos estarán hechos de prótesis materiales o de fragmentos biológicos que pertenecieron a otros humanos? No nos confiemos en que las dos alternativas sean sólo para un distante mañana… porque el mañana llegó ayer. Además, esas preguntas tienen fundamento desde el momento en que existen -i.e., cuestan plata- tanto las prótesis como las subrogaciones.

Antes de continuar, pongámonos de acuerdo en los términos que utilizamos. En primer lugar, hay que subrayar que las entidades en juego tienen doble cara pues se producen y se destruyen -o, si se prefiere, tanto se compran como se venden. Teniendo esta bifaz en cuenta, sigo el análisis incorporando los materiales empleados. En el caso de las prótesis materiales, observamos que son el resultado de multitud de procesos productivos que comienzan siendo de carácter extractivistas -es decir, contra la Tierra-, que continúan incrementando el despojo de la Naturaleza (en la que incluimos las piedras del reyno inanimado) y que terminan como mercancía enredada en un comercio global cuyos precios dependen de las oportunidades que manejan exclusivamente los Poderosos –“hoy bajo el precio del titanio y mañana lo subo.” Según este mecanismo, los costes de los remiendos para los cuerpos no se rigen por su utilidad biológica sino por ese famoso mercado que, en puridad, no existe puesto que su rasgo principal -que es libre-, tampoco existe. De ahí que, independientemente de su necesidad, las prótesis suben de precio y pasan a ser prohibitivas para los desheredados.

Pero como la Igualdad es el motto del Progreso, llega un momento en el que se impone la lucha de clases: para que los Poderosos accedan a la igualdad fisiológica, las prótesis extraídas de humanos han de ser más baratas que las mecánicas. Esa fase llegó hace siglos. Ejemplos actuales: a los hindúes pobres les quitan los riñones para dárselos a los hindúes ricos. Y las ucranianas empobrecidas dan a luz para que las occidentales enriquecidas no tengan necesidad de embarazarse. Es la cumbre de la mercantilización del cuerpo -deshumanización sería un término más sonoro. Era de prever porque la codicia de los Poderosos no se conforma con un riñón de repuesto sino que quiere el cuerpo entero, así sea de bebé.

Los ejemplos se acumulan: el planeta está obsesionado con onerosísimas investigaciones para fabricar artilugios que consuelen a los guerreros heridos pero surgen voces economicistas que se preguntan: “Mientras haya esclavitud, ¿por qué seguir derrochando plata si ya dominamos a una Humanidad susceptible de extractivismo protésico?”. Llegados a este punto, los intelectuales de plantilla aportan a sus amos unas falacias disfrazadas de humanitarias, naturalistas y hasta ecologistas: “Los trasplantes mejoran el poder adquisitivo de los donantes, evitan el saqueo de la Pachamama y muchos científicos que hoy se afanan en diseñar prótesis imposibles, podrán incorporarse a trabajos más promisorios”.

Tal es el retrato panorámico de la coyuntura actual. Breve e incompleto puesto que falta el lado destructivo inherente a todo propósito constructivo. Concisamente dicho, la productividad de los vientres de alquiler debe regularse para que la oferta sea cónsona con la demanda. Por ello, Fujimori esterilizó a miles -quizá, millones- de indígenas peruanas por el expeditivo método de ligarles las trompas. Seguramente, el Mercadolibre -siendo inexistente, lo definimos con un vocablo también inexistente- no se dio por enterado pero, en Perú, se notó un descenso en la natalidad lo cual llevó a los susodichos intelectuales paniaguados a exclamar: “¿Acaso no es mejor que las indias no tengan hijos a que los tengan y haya que matarlos en cualquier guerra?”.

El Pirú está lejos pero en el corazón de Europa encontramos un ejemplo que integra agentes tan aparentemente dispares como golpes de Estado que deportan a millones de ciudadanos, corrupción más que obvia, fascismo rampante, guerra… y subrogación de vientres de alquiler. Hablamos de la Ucrania posterior al golpe fascista de 2014, inmersa en la colosal hipoteca que conlleva la compra masiva de armamento dizque por la Invasión rusa -embuste, el orden de los acontecimientos es inverso: ya se vendía enterita a precio de gallina flaca, por eso los buitres gringos vieron llegada su oportunidad bélica. Y, como remate, conste en acta que, antes de la Invasión, Ucrania ya era líder europea -quizá, mundial- en la compraventa de bebés.

Hoy, como corresponde a las propagandas que prosperan con las guerras, encontramos dos versiones de la Gestational Surrogacy que, realmente, son caras de la misma moneda -a saber, chismes para controlar las alzas y bajas del mentado Mercadolibre. Unos apuestan que la Guerra les aconseja subir los precios: “The war has thrown Ukraine’s surrogacy industry into crisis. But there are not many other places couples can go” (The Economist, 8. Sept. 2022) Aquí, la consigna está en jurar que la industria de los bebés robados impunemente está en crisis -léase, que aumentará los precios- para, a continuación, advertir a los inversores que no tienen otras multinacionales a las que recurrir -léase, que sigan confiando en los traficantes ucranios. En todo caso, los datos que se incrustan en ese suelto no serán absolutamente fidedignos -remember, estamos en guerra- pero son escalofriantes: “Cada año, 2.500 ucranianas venden los frutos de su vientre sobre los que abalanzan los occidentales -y chinos- porque sólo cuestan entre 35.000 y 55.000 euros, un tercio de lo que cuestan en los EEUU.”

Por el contrario, otras versiones prefieren lanzar mensajes que robustezcan la estabilidad del Mercadolibre y propalan que, en Ucrania, los bisnes siguen as usual: “War or no war, Ukrainian surrogacy is open for business” (Mercatornet, 07.Sep. 2022) Para demostrarlo, deslizan una publicidad encubierta de BioTexCom, la reina de un comercio del que controla dos tercios, mafia propiedad de Albert Tochilovsky -ucranio, por eso no le podemos etiquetar como oligarca, término reservado para los rusos. Aunque esta multinacional, anti-Herodes de boquilla, no descuida sus rodeos para incrementar los precios de sus (digamos) servicios. Entre esos pretextos, destacan dos: a) que los rusos están matando los embriones que tenían almacenados (i.e., alza de precios) y, especialmente, un hecho publicitariamente ambiguo: que, para mayor seguridad del bisnes, ha contratado a los paramilitares del Karpatska Sich Volunteer Battalion -huelga añadir, neofascista. Y decimos dato ambiguo no porque las parejitas inversoras huyan ante esa ideología sino porque puede tanto tranquilizarlas como asustarlas.

Tampoco faltan los especuladores que, sin decidirse por el alza o por la baja de sus productos, profesan un abierto optimismo: “Ukrainian surrogacy business is booming despite the war” (CNE.news, 23-05-2022) Esta nota nos regala alguna descripción del ambiente en Kyiv como que, si llegas a la capital en tren, lo primero que verás serán las vallas publicitarias de BioTexCom y, de propina, una imperceptible amonestación cristiana advirtiendo que surrogar es pecado. Para finiquitar el capítulo redactado en english, hoy me tan siento ecuánime y transparente que recomiendo la lectura de una entrevista al malvado Tochilovsky: “¿Cuánto cuesta la gestación subrogada en Ucrania?” (en delo.ua) espacio presumiblemente pagado en el que se declara tan revolucionario como humanitario y tan empresario como hermanita de los pobres -e incluso de los lobos. Todo sea para promocionar “el desarrollo del turismo médico” y/o para justificar su negocio recordando que el doctor He Jiangkui fue mucho más allá que todos los bisnes ucranios cuando ‘parió’ a Lulu y Nana, dos chinitas genéticamente modificadas.

NB. Todo parecido con el caso de una dizque ‘artista’, ricachona de avanzada edad y exlacrimógena, que ha comprado una bebé por gestational surrogacy (dicho en su amada jerga mayamera) es mera coincidencia. Tampoco suscribimos el paralelismo que han pronosticado en un programa de la tele: “En breve tiempo, veremos que madre e hija se intercambian los pañales mientras que unos dientes se caerán simultáneamente a otros dientes que brotarán”.

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