República Centroafricana en la nueva guerra fría

República Centroafricana en la nueva guerra fría

Guadi Calvo*. LQS. Diciembre 2018

Desde hace semanas en áreas como Batangafo y Bambari, en el centro del país, la violencia se ha desbordado. En Batangafo, según Médicos Sin Fronteras, unas 10 mil personas debieron refugiarse en las inmediaciones del hospital y los bosques cercanos, tras el estallido de nuevos combates

A pesar de las elecciones presidenciales de 2016, un proceso relativamente libre y transparente, en las que Faustin Touadéra fue el triunfador con un 62% de los votos, frente a Anicet Dologuélé, con un 37,31%, y que tras algunos arreglos amañados contra la oposición por el nuevo presidente cristiano, el país que no ha logrado apaciguarse, deriva otra vez a una guerra abierta. Con algunos interregnos de alto el fuego o disminución de la violencia, desde el año pasado el conflicto tiende a recrudecer y al parecer la paz se aleja en el horizonte.

Quizás ni la cifra, ni las circunstancias del hecho alcancen, a conmover a nadie, la noticia sin duda es modesta, pero ¿qué otra clase de noticia podría generar un país inviable como la Republica Centroafricana (RCA)?, pero el jueves 15 de noviembre, el campo de refugiados de Alindao, en la prefectura de Basse-Kotto a unos 600 kilómetros al este de la capital, fue atacado produciendo 42 muertos y cerca de un centenar de heridos, por miembros de la Unión por la Paz en la República Centroafricana (UPC).

El grupo liderado por Ali Darassa, una de las tantas facciones en que se fragmentó el frente musulmán Séléka (Alianza) que derrocó al presidente de Francois Bozizé en 2013, dando comienzo a la guerra civil que desangra al país. En el campo atacado vivían cerca de 20 mil, del casi millón y medio de desplazados internos. El informe señala, que además haber destruido gran parte de las instalaciones del refugio, cientos de los desplazados han escapado a los bosques cercanos. Entre los muertos se encontraron los cuerpos calcinados del vicario general de la diócesis Blaise Mada y el sacerdote Celestine Ngoumbango, según informó Obras Misionales Pontificias (FIDES). En septiembre último Naciones Unidas había advertido sobre la crítica condición sanitaria y de seguridad de la localidad que ya se encontraba bajo el control de grupos armados.

La guerra civil que ha dejado cerca de 65 mil muertos, comenzó en el norte del país en diciembre de 2012, con características de revuelta por parte de los musulmanes, un 15% siempre olvidados por el gobierno central de Bangui, dominado por la mayoría cristina un 50 % de la población.
En los primeros días de la guerra, solo en una acción en la Avenida de Francia, en el barrio PK5 hasta entonces compartido pacíficamente por la comunidad musulmana y cristina, las bajas entre combatientes y civiles superaron los 3 mil muertos, además de haberse producido el incendio de innumerables comercios y viviendas.

En el Chad, país fronterizo a la RCA, desde 2017, ha vuelto a sufrir oleadas de refugiados elevando la totalidad a casi 120 mil instalados en cercanías de la aldea de Odoumian, a unos 15 kilómetros de la frontera de la RCA. Otros casi 380 mil se distribuyente en Camerún y otros países vecinos, un números realmente significativo si se tiene en cuenta que la población total del país es de apenas 4.5 millones de habitantes en un territorio poco más pequeño que Francia, de quien se independizó en los años sesenta.

A medida que la guerra se prolonga en el tiempo y lo que comenzó siendo una protestas que derivó en un golpe de estado que terminaría derrocando al presidente François Bozizé y de inmediato se intentó crear una guerra religiosa, para la que no estaban dadas las condiciones, y así todos grupos como el Séléka (Alianza), musulmanes del norte con una dotación de 15 mil milicianos, apoyados por mercenarios de Chad y Sudán, y el grupo de autodefensa antibalaka, (Anti machete), cristianos del sur, derivó en un enfrentamiento que en la actualidad se han fragmentado y se están posesionando en diferentes regiones del país en disputa de los riquísimos yacimientos de oro, uranio, petróleo, maderas preciosas y principalmente lo más fácil de conseguir, trasportar y comercializar: los diamantes de Bambari, Bria y Carnot. A pesar, o en consecuencia, de tantas riquezas casi inagotables, el país está considerado entre los más pobres del mundo.

Los grupos armados y bandas dirigidas por señores de la guerra como el Movimiento Nacional para la Liberación de la República Centroafricana (MNLC), el Revolución y Justicia (RJ) de la ciudad Paoua, al noroeste del país, el Frente Popular para el Renacimiento de la República Centroafricana (FPRRC) de Mahamat al-Khatim, La Unión de Fuerzas Democráticas para la Reagrupación (UFDR) del autoproclamado General Damane Zakaria, uno de los señores de la guerra más sanguinarios del conflicto y sospechado de tener fuerte vínculos con el dictador sudanés Omar al-Bashir, o la Unión por la Paz en la República Centroafricana (UPC) liderado por Ali Darassa, quienes habrían sido los autores de la matanza del día 15.

Los diferentes grupos desmembrados del Séléka, ahora además de combatir contra los cristianos también lo hacen entre ellos, en pos de los yacimiento y el control de las carreteras que significa no solo el derecho de paso y control de los camiones que según la International Peace Information Service en la única ruta del país, que llega desde la capital al Chad y Camerún hay cerca de 290 puestos ilegales de control que encarecen de manera exorbitante los productos básicos. Dejando en total para las milicias de 150 millones de euros al año. Cada persona paga unos cuatro euros en los checkpoint, mientras que cada camión con carga comercial deja de 200 a 2 mil euros dependiendo de que milicia la cobre.

Desde hace semanas en áreas como Batangafo y Bambari, en el centro del país, la violencia se ha desbordado. En Batangafo, según Médicos Sin Fronteras, unas 10 mil personas debieron refugiarse en las inmediaciones del hospital y los bosques cercanos, tras el estallido de nuevos combates.

La caída de Rambo

El ex líder de la milicia cristiana antibalaka, Alfred “Rambo” Yekatom, que dirigió una milicia de unos tres mil hombres y que en 2016 fue elegido diputado, fue detenido en octubre pasado, después de haber atentado contra otro diputado con quien había tenido una discusión.
Tras escapar del paramento fue detenido y este sábado 17, fue extraditado a La Haya para afrontar un juicio por crímenes de lesa humanidad por la Corte Penal Internacional (CPI). Según el alegato de la CPI, Rambo es responsable del asesinato, tortura, encarcelamiento, desaparición forzada, mutilación, deportación de miles de musulmanes destrucción intencional de mezquitas, madrassas y otras propiedades de la comunidad islámica y la utilización de niños soldados, en las áreas de Bangui y la Prefectura de Lobaye, entre el 5 de diciembre de 2013 y agosto de 2014.

El conflicto gira loco y en desorden absoluto, ya que ni siquiera las fuerzas de intervención extranjeras logran sustraerse. La operación francesa Sangaris, nombre de una mariposa africana, que dejó el país en 2016, fue acusada de colaborarán con los cristianos del Antibalaka, mientras que los chadianos de la Misca (Misión de Apoyo Internacional liderada por la Unión Africana) fueron acusados de apoyar a los musulmanes del Séléka, la Misca finalmente fue remplazada en septiembre de 2014 por la Minusca. (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana) con unos 13 mil efectivos.

Entre los escándalos de las misiones internacionales se destaca las acusaciones de violación de menores por parte de las tropas francesas, por la que la entonces jefa de Gabinete del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, Susana Malcorra, también ex Ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, fue investigada por ocultamiento de pruebas.

A pesar de que el Consejo de Seguridad de la ONU impuso un embargo de armas. Occidente y particularmente Francia, que mantiene importantes interés en su ex colonia, anunció que entregará 1400 fusiles de asalto al gobierno Touadéra, además de 24 millones de euros para colaborar en pagar salarios y construir infraestructura.

Rusia obligada por la fuerte presencia de los Estados Unidos, China, y la Unión Europea en toda la región, solicitó al Consejo la autorización para envió a 175 instructores para entrenar a las tropas de la RCA y fortalecer los lazos diplomáticos y comerciales, lo que termina por incorporar a la RCA a esta nueva versión de la guerra fría.

* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
África – LoQueSomos

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