Recordando el fin de la controversia entre John Lenon y la Iglesia

Recordando el fin de la controversia entre John Lenon y la Iglesia

Por Mariano Muniesa

Hay que decir en honor a la verdad que cuando John Lennon afirmó que los Beatles eran más famosos que Jesucristo, la cruzada inquisitorial contra los de Liverpool no vino de la iglesia católica, sino de los integristas religiosos norteamericanos protestantes, aunque el Vaticano criticó aquellas declaraciones. Lo que no se contó de aquel episodio, sobre el que la iglesia finalmente rectificó…

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Después de unas semanas de constante liturgia – dentro de mi ateísmo y mi radical criticismo al mundo del clero y la curia romana, lo tengo que reconocer: manejan el espectáculo como los mejores diseñadores de shows del rock de estadios.

Y creo que Roger Waters, Mick Jagger o Rammstein deberían hacer una oferta al stage-manager del Vaticano para sus próximas giras- en toda clase de medios de comunicación y a modo de cierre, me parece oportuno recordar la persecución inquisitorial desatada contra los Beatles, hay que aclararlo, ni específicamente por el papa ni por la curia vaticana, sino por medios extremistas y fanatizados, sobre todo cuando hace ahora 15 años de la rectificación pública por parte del órgano de prensa oficial de la iglesia, L’Osservatore Romano de sus posiciones de condena a los Beatles, reconociendo de manera implícita la equivocación que habían cometido dejándose arrastrar por aquella marea reaccionaria.

En marzo de 1966, apareció un perfil de John Lennon en el London Evening Standard titulado “¿Cómo vive un Beatle? John Lennon vive así”. Maureen Cleave, periodista británica que colaboró estrechamente con los Beatles en aquellos años, estaba realizando una serie de entrevistas individuales a cada miembro de la banda. En el artículo sobre Lennon, escribió sobre su vida familiar con su esposa Cynthia y su hijo Julian, mencionando varias cosas que le llamaron la atención: una habitación llena de maquetas de coches de carreras, un disfraz de gorila y una máquina tragaperras, por nombrar algunas de las que destacaron en las páginas de aquel artículo.

Pero el reportaje se haría famoso por algo que no tenía nada que ver con las colecciones de Lennon. En un punto del artículo, el Beatle centró su atención en el tema de la religión y le dijo a Cleave lo siguiente: “El cristianismo desaparecerá antes o después. No necesito discutirlo, estoy convencido de ello. Ahora los Beatles somos más populares que Jesucristo; no sé qué desaparecerá primero, si el rock and roll o el cristianismo. Lo que Jesucristo predicaba era algo muy bueno y podía haber hecho mucho bien a la humanidad, pero quienes se apropiaron de sus principios era gente malvada y estúpida. Su distorsión de aquellos principios es lo que me arruina la idea”.

Cuando el artículo llegó a los quioscos, este comentario no pareció molestar en modo alguno a los lectores británicos. La asistencia a la iglesia y la fe en el Reino Unido estaban en declive, dando paso al secularismo y a otras formas de abordar las creencias religiosas. No hubo ni una sola carta de protesta publicada en ningún diario y la observación de John Lennon pasó totalmente desapercibida.

Pero varios meses después, las palabras de Lennon comenzaron a citarse en algunas publicaciones estadounidenses, donde la reacción fue diametralmente opuesta. Algunas emisoras de radio se negaron a poner música de los Beatles, mientras que en los estados más religiosos del país se celebraron manifestaciones y concentraciones donde los discos, posters y otros objetos de memorabilia de los Beatles se quemaron públicamente, considerándoles poco menos que unos apóstoles de Satanás. La controversia fue tan grande que llegó hasta el propio Vaticano y en el periódico oficial de la santa sede, L’Osservatore Romano, la Iglesia ciertamente hay que decir que tampoco se unió a la campaña de odio desatada por los fanáticos de ultraderecha, sino que respondió dejando ver entre líneas obviamente su desagrado, aunque con un tono que no pretendía echar gasolina al fuego. “Algunos temas no deben tratarse con profanidad, ni siquiera en el mundo de los beatniks y los rockeros” fue la declaración del diario vaticano.

Pero la campaña siguió creciendo, adquiriendo unas proporciones verdaderamente disparatadas que llegaron al extremo de proferir amenazas de muerte no solamente a la propia banda y a su entorno más cercano, sino a los promotores que les contrataban. Por tal motivo, Lennon optó por explicar y matizar lo que había querido decir.

En agosto de 1966, en el transcurso de la que sería su última gira, el grupo convocó una rueda de prensa en la que obviamente al ser preguntado por la dichosa controversia, John Lennon afirmó: “No soy anti-Dios, anti-Cristo ni anti-religión. Cuando hice esas declaraciones, no estaba criticando ni a Jesucristo ni a la religión católica. No estaba diciendo que seamos mejores ni superiores, ni comparándonos con Jesucristo como persona o con Dios como concepto o lo que sea. Dije que actualmente por el poder de expansión de la noticia y del espectáculo que tienen la radio y la televisión, tienen más influencia en los niños y en otra mucha gente que cualquier otra cosa transmitiendo los fenómenos de gran éxito con más capacidad de penetración que lo que tenían los predicadores, y hoy por hoy los medios hablan más de los Beatles, de Ho-Chih-Minh o de Mao que de Jesucristo. Lo dije así, lo cual seguramente fue incorrecto por mi parte y mal entendido por mucha gente. Nunca quise que fuera o se interpretase como algo antirreligioso. Me disculpo, si eso te hace feliz”.

Unos 40 años después, décadas después de la separación de los Beatles y del fallecimiento de Lennon, el Vaticano volvió a abordar el asunto en L’Osservatore Romano. “Es cierto, consumían drogas y arrastrados por el éxito, vivieron vidas disolutas y desinhibidas”, escribió la publicación en 2010 a través de The New York Times “pero al escuchar sus canciones, todo aquello parece distante y sin sentido. Sus hermosas melodías, que cambiaron para siempre la música pop y aún nos emocionan, perduran como joyas preciosas”, escribió Giovanni Maria Vianni, editor jefe de L’Osservatore Romano.

¿Sentencia final? La inteligente observación que hizo Ringo Starr: “Siempre pensé que el Vaticano tenía cosas más importantes de las que ocuparse que de los Beatles”. A buen entendedor…

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