Sin toros ni dineros, senados y reyes tampoco

Sin toros ni dineros, senados y reyes tampoco

Domingo Sanz. LQS. Junio 2020

Hoy recuerdo que el 24 de octubre de 1929 se hundió la Bolsa de Nueva York y solo un año y medio después, en España, el rey Alfonso XIII abdicó porque se dio cuenta que la sociedad había dejado de quererle

Acabo de enterarme que el ministro de Cultura, Rodríguez Uribes, ha defendido en el Congreso que el gobierno debe hacer lo necesario para que las corridas de toros vuelvan lo antes posible a la normalidad.

Si tú, Felipe VI, estás leyendo este artículo, yo estoy seguro que sabes a qué me refiero. A través de “Arribes Taurinas. Pasión por los toros” he conocido que antes de la declaración del ministro, has mantenido una reunión con Antonio Bañuelos, presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia. Como no me lo podía creer, he investigado más y he podido averiguar que tú mismo, es decir, la Casa Real, ha publicado un tweet que dice lo siguiente:

“El Rey ha mantenido una conversación telefónica con Antonio Bañuelos, presidente de la Unión de Criadores del Toro de Lidia, que ha transmitido su preocupación por el impacto de la crisis sanitaria en las ganaderías del toro bravo y en el medio rural español”.

Por cierto, el acento en la palabra “ganaderías” es mío. Te ruego compruebes, rey, si la palabra está bien escrita en el texto de tu Casa.

Sin salir del mundo animal, acabo de enterarme también que el león de la izquierda le ha preguntado al de la derecha si se acuerda de cuando allí se hacía política, y que el otro le ha contestado que no. Espero que Tueldús comprenda mi sonrisa triste a cuenta de su chiste con las fieras de piedra que vigilan las escaleras que suben y bajan los pasajeros de la Carrera de San Jerónimo. Mientras tanto, puedo imaginar a alguien pidiendo pan cerca de los primeros peldaños.

Por eso, hoy no escribiré de política. Entre otras cosas, porque en el mismo periódico cualquiera, en este caso la Última Hora de Mallorca, “el gran Isaías”, que así lo llamó Rajoy un día, de apellido Lafuente, destaca que, según la OIT, “muchos de los que han tenido la fortuna de seguir con su empleo han visto reducidos sus salarios en un 23%”. Por cierto, en una columna colocada bajo otra viñeta, esta vez del gran Pepe, así lo llamo yo, que dice que “en España cierran fábricas de capital extranjero y ningún robot ha protestado”.

Hoy no toca política porque si enciendo la radio solo escucho voces de personas tan reales como la vida que les queda que, si han conseguido alimentarse en los últimos días, lo ha sido gracias a las raciones que reciben tras horas adornando el paisaje urbano en las colas más deprimentes de todas las que recordamos.

Hoy no puedo hablar de política por lo mucho que la están estropeando, pero sí de instituciones prescindibles que dañan la economía de todos aumentando la deuda.

Hoy recuerdo que el 24 de octubre de 1929 se hundió la Bolsa de Nueva York y solo un año y medio después, en España, el rey Alfonso XIII abdicó porque se dio cuenta que la sociedad había dejado de quererle.

Hoy recuerdo también que el 15 de septiembre de 2008 Lehman Brothers declaró la quiebra y ocho años después, aunque la deuda pública española superaba por primera vez el 100% del PIB, es decir, el valor de todo lo que nuestra economía era capaz de producir en un año, el rey Felipe VI no recordó que había tenido un bisabuelo.

Y recuerdo también que aumentaron los suicidios porque la gente no podía pagar las casas que había comprado a plazos, pero los políticos no se plantearon ni siquiera cerrar el Senado, aunque desde el 15 de mayo de 2011 arreciaban los deseos populares de que los líderes dieran ejemplo: pocos meses antes de las primeras elecciones que acabaron con el bipartidismo, corrupto incluso en la misma Jefatura del Estado, solo en la plataforma de peticiones Change.org coincidían siete recogidas de firmas diferentes para eliminar ese organismo. Pero claro, la prensa tampoco se hizo eco del clamor. Corría el otoño de 2015.

Ahora mismo estoy pensando que hace dos meses y medio el BOE publicaba el decreto del Estado de Alarma en toda España, obligando a reducir a poco más de cero la actividad empresarial, mientras leo en Expansión que durante el primer trimestre la deuda pública se ha incrementado en 35.381 millones de euros, lo que significa que a lo largo del año esa cifra se multiplicará, pues aún no estamos sufriendo las peores consecuencias del confinamiento necesario.

Y en esta desgraciada circunstancia no puedo olvidar que los políticos españoles se negaron a ser solidarios, decidiendo no rebajarse los sueldos ni siquiera un poco, a diferencia de los de otros países, al menos quince. Por ejemplo, los del gobierno de Nueva Zelanda, cuyo número total de infectados por el coronavirus es de 1.504, y 22 el de muertos, mientras en España son 237.906 y 27.119 respectivamente. En cambio, hablando de otros españoles, leo que Penélope Cruz, Javier Bardem, Alejandro Sanz y Pedro Almodóvar han donado a la ONG Banco de Alimentos y a la Cruz Roja los fondos necesarios para mantener a 411 familias durante tres meses. Seguro que algunos de ellos también han recibido subvenciones públicas para sus emprendimientos, pero al menos algo devuelven.

Hoy no importa el pasado, porque el futuro que viene trae un drama suficiente como para olvidar todas las desgracias sufridas, incluida la pandemia que podría regresar con toda su fuerza en cualquier momento.

Hoy toca hacer cuentas porque nadie, y tampoco Europa, nos va a regalar ni un solo euro que no regalen también a los demás y, por tanto, seguiremos con el agua a la misma altura del cuello que nos está ahogando.

Hoy toca, sí o sí, recortar gastos suntuarios.

Por ejemplo, disolver el Senado, que nos está costando 54.113.620.- € este año, las cifras del presupuesto. Un organismo cuyas funciones las puede realizar el Congreso y dedicar su sede renovada, entre la calle Bailén y la plaza de la Marina Española, de Madrid, a producir ingresos culturales. Por ejemplo.

Hoy hay que reducir a cero el coste de la Monarquía. Según las mismas cuentas del Estado son 8 millones de euros, pero para el coronel e historiador Martínez Inglés, que se ha dedicado a contabilizar también los gastos que su existencia provoca en otros ministerios, el total alcanza los 561 millones de euros al año.

Tirando por lo muy bajo, puede que suprimiendo Senado y Monarquía nos ahorremos cien o doscientos millones al año, pero lo incalculable sería el valor del ejemplo que darían los políticos y el Rey. Se trata de un sacrificio necesario para que la sociedad se enfrente también unida a la nueva “guerra” que viene: la de la pobreza que se extenderá por todas partes y que el ingreso mínimo vital solo conseguirá ocultar un poco.

Venga, Felipe VI, tú sí que puedes abdicar y tapar este agujero. Lo has demostrado escuchando a los que más dinero ganan con el riesgo de los toreros y la pena de muchos españoles, a quienes les duele infinitamente el sufrimiento gratuito de los animales.

Felipe VI, tienes que ser el primero. El general Villarroya, cuando comparecía, dijo que eres el primer soldado de España y tu no saliste a desmentirlo.

Y porque el gobierno no sabe, o no se atreve, con las reformas constitucionales necesarias para suprimir estos dos gastos suntuarios, Senado y Monarquía. Y también otros, pero tú abdicación solidaria sí que contribuiría decisivamente a resolver la crisis económica. Entre otras cosas, porque a partir de ese momento la mayoría de los políticos se pondrían de acuerdo en muchos de los sacrificios que resultan imprescindibles para evitar la ruina total de esta España que te mantiene.

Mientras se me acaban las palabras, escucho a Patxi López desde la presidencia de la Comisión para la Reconstrucción reconociendo que, a la vista del ejemplo que están dando, la gente piensa que la política que “no sirve para nada”. Y pienso en el ejemplo que podría dar el Rey abdicando.

Tiene que ser hoy, Felipe VI. Será mucho peor mañana.

Porque mañana seguirá creciendo nuestra desesperación por recibir euros a fondo perdido desde donde sea, mientras las principales portadas de los países que tienen que autorizar esos fondos multiplicarán también sus denuncias de la charca de corrupción en que se ha convertido la monarquía española durante la “democracia” más larga de su historia.

Hoy no tocaba política, ya dividen ellos bastante. Pero tampoco ha sido anti política, sino la demanda de ejemplo desde arriba.

Hoy ha sido fácil acordarnos de aquel ganador en la carrera por la presidencia de los Estados Unidos. Hoy “es la economía, estúpido” y no senados ni monarquías, rey de España.

Rey de España, toda la vida blindado por una ley que te consiente cualquier delito y, desde hace cinco años, también por la cobardía de unos gobiernos que no se atreven a saber si te queremos o no, ni lo que de ti pensamos.

Hace casi 90 años tu bisabuelo si lo supo. Y también actuar en consecuencia.

Para la democracia en España, ¿ha servido de algo esta monarquía?

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