Soñando con Aaron Swartz y Miguel Servet

Soñando con Aaron Swartz y Miguel Servet

Por Jorge Izquierdo*. LQSomos.

Servet supo exactamente en el momento de la Historia en el que se encontraba y actuó en consecuencia. Aaron se pudo dejar acurrucar por el software libre y esperar que San Google y San Facebook se convirtieran en los adalides del open source, mientras venden nuestros datos a peso

Siempre me ha fascinado la vida de Miguel Servet. Un personaje al que la Historia se empeña en tratar de teólogo asesinado en la hoguera a manos de Calvino. O en el mejor de los casos como un hombre renacentista (medico, escritor e impresor). Pero yo me pregunto si en el fondo de estas etiquetas lo que se pretende es esconder al autentico Servet: un revolucionario.

Y hablando de etiquetas: terminemos con ellas.

Cuántas veces habremos oído llamar revolucionarios a personajes que tienen manchadas las manos de sangre -y que por tanto producen rechazo en una gran parte de la sociedad, esos a los que debes idolatrar de joven y rechazar cuando ya se peinan canas- cuando revolucionario es la persona que revoluciona. Ni más ni menos. Miguel Servet, es un hecho histórico, previno sobre los dogmas que todavía azotan a nuestro mundo. Despejó la incógnita de la Santa Trinidad aventurando que sería precisamente ese dogma el que iba a separar por siempre al mundo cristiano del musulmán.

Por otra parte, y esta es la parte de Miguel Servet que me fascina, Miguel supo exactamente en el momento de la Historia en el que se encontraba y actuó en consecuencia, no solamente, desde muy joven sino también en plena madurez (peinando canas). No jugó a contentar a unos y a otros como Erasmo de Rotterdam si no que denunció al mismo Papa, a Lutero y a todo aquel que intentase imponer, ni más ni menos, que la forma de pensar. Hoy en día la libertad de conciencia es un derecho humano reconocido por las Naciones Unidas, dirán muchos. Y no les falta razón, aunque se puedan contar con los dedos de las dos manos los países donde,realmente, impera la libertad de conciencia. Mientras tanto, los dogmas campan a sus anchas perpetuando la separación entre pueblos y culturas.

El lunes 10 de julio de 2021, un día cualquiera, la madre de Aaron Swartz tuvo un bonito recuerdo para su hijo: fallecido el 11 de enero de 2013, acosado por la todo poderosa Fiscalía de los todo poderosos Estados Unidos, que al igual que hizo la Santa Inquisición no podía tolerar que el dogma del San Copyright fuera puesto en duda. Si para ello había que pedir una condena de cárcel y una multa de cientos de millones de dólares para un joven de 26 años cuyo delito era clamar a favor del conocimiento libre, el nuevo calvinismo digital se prestó a ello. Una condena que acabó con la resistencia de Aaron Swartz que decidió poner fin a su vida.

Miguel Servet escribió y publicó “Los errores del Cristianismo”. El cristianismo estaba desnudo y nada mejor que un niño para denunciarlo. Pagó con su vida. Pudo salvarla como también pudo salvarse Aaron, para ello no tenía más que tomar partido por alguna de las corrientes dogmáticas dominantes. Servet pudo abrazar a Lutero y a su dogma protestante. Aaron se pudo dejar acurrucar por el software libre y esperar que San Google y San Facebook se convirtieran en los adalides del open source mientras venden nuestros datos a peso. Nada de eso ocurrió, ambos sabían que la mancha de un dogma no se puede quitar con otro dogma. La libertad religiosa no es la libertad de conciencia, de la misma forma que el software libre no es el conocimiento libre.

Este artículo no es un panegírico acerca de Miguel Servet y Aaron Swart. No fueron ni serán los únicos que revindiquen la libertad de conciencia y el conocimiento libre. No son dos mártires, son dos seres libres, completamente libres. Dos puntos en el Universo que permiten trazar una línea recta que nos indica un camino a seguir.

* Webmaster y parte del Colectivo LoQueSomos. Miembro de Wikimedia España
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