Bankia, la película
Resulta que, al mismo ritmo caimán que los directivos se repartían prebendas de ensueño, Bankia y sus colegas de la banca equilicual enviaban a los jueces, y estos a la policía, exhortos de desahucio que dejaban a la gente municipal y peatonal a la intemperie. No hay perdón, como nunca lo hay en la vida real, para los pobres
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