Todas las claves de la ruptura de Arran

Todas las claves de la ruptura de Arran

Por Laura Aznar*. Crític.
Traducido por Leticia Palacios. LQSomos.

Catorce asambleas de la organización de jóvenes de la izquierda independentista han decidido crear un nuevo espacio político, que han bautizado como Horitzó Socialista: ¿de dónde viene la ruptura y qué consecuencias tendrá?

Son tiempos de debate y de convulsión política en Arran. El domingo 17 de julio, catorce asambleas de esta organización de jóvenes de la izquierda independentista, hacían pública la creación de un nuevo espacio político llamado Horitzó Socialista. Un espacio que, por redes sociales y a través de su web, se presenta como “el órgano de difusión y reflexión de la juventud comunista de los Països Catalans”. Paralelamente a este anuncio, Arran publicaba un comunicado en el que definía los hechos como una “escisión de una parte de la organización” que respondería a “motivos ideológicos y estratégicos”: se trataría de una serie de militantes “que no comparten el proyecto de la izquierda independentista”.

¿Pero cuáles son las causas profundas del conflicto? ¿Forma parte de la constante histórica de rupturas y reencuentros dentro de la izquierda independentista? ¿Puede haber réplicas dentro de la CUP o en otros espacios? CRÍTIC ha hablado con miembros de Arran y de Horitzó Socialista, así como con los historiadores Joan Roger y Juli Cuéllar, especialistas en la trayectoria del movimiento juvenil independentista, para analizar las causas y las consecuencias de la ruptura.

¿Qué diferencias hay entre Horitzó Socialista y Arran?

Según consta en su página web, Horitzó Socialista tiene la voluntad de ser un órgano de difusión y reflexión que rompa “con las limitaciones que suponen el nacionalismo y el interclasismo”, las cuales, consideran, son “ejes vertebradores” de movimientos “como el de liberación nacional [catalán] o el Movimiento Comunista de España”.

Con el objetivo de desplegar lo que denomina “proyecto socialista”, este nuevo espacio establece cuatro principios básicos: el hecho de situar “la lucha entre dos clases irreconciliables -el proletariado y la burguesía- como motor de la historia”; la necesidad de asegurar “la independencia ideológica y organizativa” del proletariado; la toma del poder político por parte de la clase trabajadora -entendido como “la construcción de un poder propio que se imponga al poder burgués y que le extraiga el control de los medios actuales”-, y, por último, la “dictadura del proletariado”.

Alane D. Chaparro, miembro del Consell Editor d’Horitzó Socialista, explica a CRÍTIC que la discrepancia de fondo es que “no acabamos de ver la cuestión nacional en los términos nacionalistas” que, a su parecer, defiende la izquierda independentista. “La fórmula de querer una independencia con diferentes movimientos sociales y con la ciudadanía en abstracto sin gemerar un poder propio ha fallado. La liberación nacional tiene que pasar por la independencia política y por construir un poder propio como clase, un hecho que seguramente nunca ha estado en la esencia de la izquierda independentista”. Por ello, Chaparro sostiene que el proceso de ruptura se inicia “cuando una parte de la militancia quiere profundizar en la crítica a la estrategia histórica de la izquierda independentista y la unidad popular; fundamentos que se habían establecido como incuestionables”.

“Partimos de la idea de que se debe poder hablar de todo y debatir de manera horizontal”, replica Marina Gispert, portavoz de Arran. “Pero, sobre todo, tiene que haber voluntad de llegar a consensos y avanzar”. Según explica, la organización comparte algunas de las críticas que Horitzó Socialista plantea a la izquierda independentista, pero considera que el nuevo espacio político sitúa al socialismo “como el único eje que les permite acercarse a un horizonte revolucionario”, mientras que “relega” la lucha nacional y por la liberación sexual y de género. Este hecho, dice, representa “un cambio de rumbo estratégico” que la mayoria de la militancia no asume. “Nuestros fundamentos -la indisolubilidad entre la lucha nacional, el socialismo y el feminismo- nos siguen pareciendo los adecuados y no se apuesta por un replanteamiento de todo el proyecto”, remacha.

¿Cuáles son los antecedentes de la ruptura?

El debate interno hace meses que dura. Pero el momento clave de esta crisis se produjo en marzo de este año, cuando una militante de la asamblea de Arran València escribió un artículo publicado en L’Accent, titulado “Carta abierta a la juventud comunista”. En el texto evidenciaba las diferencias ideológicas dentro de la organización entre un bloque de carácter socialista -que, según el escrito representarían la sección valenciana, junto a 25 asambleas más- y un bloque oficialista- que, siempre según este texto, liderarían la dirección de la organización y otras asambleas, principalmente las que forman parte del área metropolitana de Barcelona. Arran València reprobaba “el señalamiento y combate” contra los militantes que planteaban las críticas.

Marina Gispert explica que la publicación del artículo supuso un punto de inflexión, “no solo porque representaba una crítica al proyecto de la izquierda independentista, sino porque trazaba una línea divisoria entre lo que entendía como “militantes comunistas” y los que no lo son”, puntualiza. “Eso es lo más problemático, porque deslegitima todos los espacios de debate y genera un muro”, añade, y recuerda que la base teórica de la izquierda independentista es también marxista. Según Gispert, desde entonces “repunta la tensión”, se polarizan las posturas “y cada vez cuesta más llegar a consensos”.

Cuatro meses después se ha materializado una ruptura que no ha estado circunscrita solo a una zona del territorio. Las asambleas de Arran que impulsan el nuevo espacio tienen implantación en buena parte de los Països Catalans: hay tres núcleos de Barcelona (El Clot, Sagrada Família y Ciutat Vella), dos del País Valencià (Vila-real y València), y diversas ciudades y comarcas de Catalunya, como Mataró, Viladecans, l’Hospitalet de Llobregat, Reus, l’Alt Urgell, Castelldefels, el Baix Empordà y l’Alt Empordà. Son 14 de la cincuentena de asambleas que Arran menciona en su web.

En una línea similar a la que expresaba la “Carta abierta a la juventud comunista”, Chaparro concreta que “el punto de inflexión se produjo hace dos años”, en un encuentro nacional de Arran en el que se dio una confrontación “más explícita” que, a su parecer, evidenciaba la existencia “de un bloque nacionalista y otro socialista” dentro de la organización. Así mismo, asegura que los miembros del nuevo espacio político “siguieron todas las vías para vehicular el debate dentro de la organización”, pero no fue posible, dice, porque se produjeron “vetos y censuras que acabaron limitando la propia actividad política”. “Se nos reprocha que queremos generar una escisión pero no ha sido así”, asegura.

Por contra, Gispert apunta que “no es la primera vez que surgen críticas y nuestro deber como organización es encontrar la manera de abordarlas colectivamente en los espacios internos”. No obstante, afirma que el debate se produjo, y que, después de constatar que la mayoría de la militancia no aceptaba lo que considera una “enmienda a la totalidad” por parte de los impulsores de Horitzó Socialista, había dos posibilidades: “Se podían asumir los consensos, o bien no asumirlos y querer imponer los nuevos planteamientos ideológicos y estratégicos hasta la saciedad”, dice. “El peligro de esto, sin embargo, es que se acaben reproduciendo dinámicas fraccionarias y de bloqueo”. También admite que la ruptura de Arran no es “la opción ideal”, a pesar de que le parece honesto “en el momento en el que llegas a la conclusión de que la izquierda independentista no es tu proyecto”.

¿La ruptura tendrá réplicas en la CUP o en el resto de la izquierda independentista?

Las escisiones y los reagrupamientos en las organizaciones de la izquierda independentista han sido una constante histórica desde los años setenta. Arran, de hecho, surge en el año 2012 a partir del proceso de unificación entre la Coordinadora d’Assemblees de Joves de l’Esquerra Independentista (CAJEI) y Maulets. Posteriormente, en 2018, una parte de la militancia, más cercana a lo que había representado Maulets, crearía otra organización de jóvenes, La Forja. Así pues, ya antes de la escisión de Horitzó Socialista, dentro del espacio de jóvenes de la izquierda independentista convivían dos organizaciones, Arran y La Forja.

Todo esto… ¿tendrá réplicas en otros espacios políticos o sindicales de la izquierda independentista? Alane D. Chaparro explica que “no es un hecho casual” que los cambios en la estrategia de la unidad popular se planteen desde las organizaciones juveniles. “La juventud suele ser punta de lanza de estos procesos”, apunta. Así mismo, advierte que esta dinámica que se ha materializado dentro de Arran se está produciendo también en el seno de otras organizaciones de la izquierda independentista, “como Endavant, el Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans (SEPC) o la CUP”.

Por su parte, el historiador Juli Cuéllar considera que esta ruptura dentro del espacio juvenil augura “una sacudida interna dentro de la CUP”. “El hecho de que una organización de jóvenes, que es tan referencial y que tiene presencia en las comarcas en las que también está la formación, implosione, tarde o temprano también influirá en la marca politicoelectoral de la izquierda independentista”, remacha. Cuéllar, que durante los años noventa militó en las JIR (Joves Independentistas Revolucionaris) y en Maulets, ha desarrollado uno de los capítulos del libro “Història de l’Esquerra Independentista” (Tigre de Paper) dedicado a las organizaciones juveniles.

Según su análisis, lo que ha sucedido en el sector juvenil refleja “las contradicciones” del último ciclo político, inmerso en un contexto convulso, en el que se han cometido, dice, “errores estratégicos”: desde haber permitido la investidura del president Pere Aragonès, un hecho que ha situado a la CUP “en la marginalidad dentro del juego parlamentario”, hasta el impacto de la represión que lleva sufriendo el independentismo desde 2017, el agotamiento producto del procés, el “rearme” del Estado y de la izquierda española, el autonomismo y la aparición de nuevas pautas de relación social, “que rompen con los espacios de socialización que habían permitido a los sectores juveniles de la izquierda independentista penetrar de una manera muy amplia”.

Por contra, Marina Gispert considera que la ruptura que se ha producido en Arran no tendrá repercusión en las otras organizaciones. “Aunque puedan surgir críticas similares, quiero pensar que el resultado será diferente”, expone. “Nuestra experiencia tiene que servir para que en los otros espacios se pueda abordar la problemática cuanto antes y encontrar puntos en común”.

En la misma línea se sitúa el historiador Joan Roger, autor del capítulo “Revuelta con acento juvenil. De las Assemblees de Joves a Arran” dentro del libro “Història de l’esquerra independentista”. Roger explica que en algunas organizaciones de la izquierda independentista “tengo entendido que también ha habido intentos de crear esta corriente, pero han resultado muy minoritarios y no han ganado ningún debate”. Por ello, cree que esta ruptura, “no traspasará el ámbito juvenil”.

¿Qué influencias tiene Horitzó Socialista?

Algunas voces han considerado que Horitzó Socialista ha estado muy influenciado por el Mugimendu Sozialista de Euskal Herria y, particularmente, por su organización juvenil, Gazte Koordinadora Sozialista (GKS). Al igual que Horitzó Socialista, este espacio nació de una escisión de la organización juvenil de Sortu, Ernai, y la acusaba de adoptar “posiciones reformistas” que a su parecer serían “incompatibles con la revolución socialista”.

Al respecto, Chaparro expone que existen “similitudes históricas” entre los movimientos de liberación nacional catalán y vasco, de los que han surgido tanto la GKS como Horitzó Socialista, y reconoce que el movimiento socialista vasco supone “un aprendizaje”, pero asegura que el nuevo espacio político también está en contacto con otras organizaciones “que entienden el proceso socialista como un proceso en sí mismo”. “No se ha producido un reflejo acrítico, como se quiere hacer creer, ni estamos creando una GKS 2.0; eso obedece a una voluntad de infantilizarnos”, apunta.

¿Se puede reconducir la ruptura o es irreversible?

A día de hoy, la ruptura entre Horitzó Socialista y Arran parece definitiva y podría ir un paso más allá de las escisiones que históricamente se han producido dentro del espacio de la izquierda independentista. El historiador Joan Roger, de hecho, opina que esta ruptura “tiene muy poco que ver con las que se produjeron previamente”, y considera que Horitzó Socialista “nace con muy poca voluntad de seguir formando parte del mismo espacio político”. “Se saldrá de este marco”, remacha.

Y, en cierta manera, Alane D. Chaparro lo confirma, ya que no cree que Horitzó Socialista pueda organizarse dentro del marco de la izquierda independentista, “tanto por el posicionamiento de Arran como por el nuestro”. Esto no quiere decir, sin embargo, que el órgano no se defina como independentista o que no tenga como marco los Països Catalans: “Nuestro marco territorial son los Països Catalans y eso lo mantenemos por la aplicación que tiene nuestro proyecto. Hemos conseguido apelar al conjunto del territorio”, apunta.

También niega la voluntad de Horitzó Socialista de enmarcarse en un organización a escala estatal: “Hay una ruptura con el movimiento catalán de liberación nacional y la voluntad de crear un movimiento socialista propio, pero no bajo un paraguas estatal ni tras las huellas de otros movimientos socialistas, como se ha dicho”.

Si el acercamiento entre los dos espacios en un futuro puede ser una realidad o no, se verá con el paso del tiempo. De todas maneras, Marina Gispert, de Arran, recuerda que en muchos otros momentos “nos hemos vuelto a unir con gente que se había ido del proyecto”. Sin embargo, la manera en la que se ha producido la ruptura –“sin previo aviso y de manera pública, sin abandonar la organización, pero haciéndolo de facto”- lo puede dificultar. “La militancia lo ha recibido mal, y, si dentro de un tiempo queremos reencontrarnos, las cosas se tendrán que hacer de otra manera”, advierte.

* Nota original: Totes les claus sobre el trencament d’Arran
– Traducido para LoQueSomos por Leticia Palacios

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