Un peronista en tiempos de la Confederación Argentina (1853-1861)

Un peronista en tiempos de la Confederación Argentina (1853-1861)
OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Por Daniel Alberto Chiarenza

20 de junio de 1795: nace el “economista” (autodidacta, argentino) Mariano Fragueiro.

Nació en Córdoba. Cursó estudios en el Colegio de Monserrat y en la Universidad de San Carlos (inconcluso), se formó como autodidacta. Llega a manejar perfectamente el francés y el inglés.
Integra el Banco de Buenos Aires (1825), forma parte del directorio del Banco Nacional (1826). Se alejó en sus ideas de los unitarios. Tampoco fue federal.

Se dedicó a las empresas mineras. En 1850 se encuentra en Chile, donde publica su libro “Organización del Crédito”, con influencia de los socialistas utópicos, según Alfredo Terzaga (*).

El mismo historiador nombrado califica a Fragueiro como “un socialista en los tiempos de la Confederación”. Aggiornando la definición ideológica para mediados del siglo XX hasta lo que va del XXI, le llamaríamos “peronista” (por el componente nacional de la posición llevada a la política. Preferimos, al decir de Arturo Jauretche, convocar al término con el nombre de “nacional” y no nazionalista, precisamente porque a lo largo de la historia ha tenido una connotación cuasi fascista) y, perdón, por el anacronismo.

En el texto mencionado de Alfredo Terzaga (aunque traído a la memoria por Norberto Galasso en su recopilación “Los Malditos”, Volumen I), el primero de los nombrados nos informa que el libro de Fragueiro dice: “El individuo tiene usurpados los derechos que le corresponden al soberano y en esta usurpación tiene origen la poca equitativa distribución de la ganancia, la acumulación de capitales en pocas manos y todos los males de la sociedad… Todo el mal viene de la individualidad… que resulta el gran inconveniente para la realización de la democracia y el socialismo…”. Quiere eliminar la banca privada: “Se trata de establecer el crédito público como el agente universal, exclusivo, que debe recibir el dinero a interés y pasarlo a quienes lo soliciten, cobrando una diferencia que llamaremos comisión o renta, ya por el servicio, ya por la garantía que presta y por este medio hacer, que el Estado presida el movimiento y dirección industrial del capital monetario… El préstamo a interés debe ser inherente al crédito público o una atribución del soberano… La idea de inhibir el préstamo de dinero a interés entre particulares es nueva y no faltará por lo tanto quienes la reciban como una extravagancia…”. Señala Ricardo Ortiz “Su sistema crediticio (el que alude Fragueiro) se propone eliminar el carácter de mercancía de la moneda y acordarle exclusivamente el de instrumento de cambio”. Fragueiro extiende esta función del Estado: “La época actual exige que los gobiernos presidan el movimiento industrial de los pueblos, por intermedio del crédito público. El gobierno debe ejercer su parte en la industria, dando una dirección activa a los capitales sociales y aplicándolos a los objetos públicos que más demande la industria general de la nación… Toda operación de crédito que implica fe pública, como sellar o estampar moneda, emitir billetes, recibir depósitos, dar y recibir dinero a interés, etc. son atribuciones exclusivas del crédito público. Es también de su exclusiva competencia la realización de empresas y trabajos públicos nacionales, como casas de seguro de todo género, cajas de ahorro y de socorro y todas aquellas obras cuyo uso es para el público, de las que se retira una renta pagada por el pueblo, como puertos, muelles, ferrocarriles, canales, etc.”.

En el mismo libro sostiene que la manifestada eliminación de la individualidad –que él asocia al crédito privado- debería perfeccionarse con “solidez del poder y plenitud de la soberanía”.

En 1852 publica “Cuestiones Argentinas”, allí sostiene que no existe libertad de imprenta cuando los periódicos pertenecen a un particular, pues ella queda limitada a su voluntad, no pudiendo ejercerse públicamente: “El pensamiento escrito debe ser protegido de la restricción que le impone el capital [puesto que ‘el pobre, el que no puede pagar la imprenta, no puede publicar’] y de la restricción de los empresarios, editores y redactores [‘que no consentirán la publicación de ningún escrito contra sus doctrinas’]”. Finalmente refiere que “la libertad de imprenta o de prensa, tal cual se la entiende, habitualmente significa una perfecta censura previa dictada siempre por el interés personal, por el egoísmo y por lo tanto [resulta] indigna, innoble y vejatoria de la capacidad”. Además “se dicen apóstoles de la libertad los sostenedores de la conveniencia individual. En estos abusos no se ve sino la complicación criminal de la Imprenta con el capital para lucrar más a costa de la libertad y del talento. La imprenta está a merced de quién más paga… La justicia, el mérito y la capacidad que no son acompañados de dinero, no tienen acogida en el taller de la Imprenta”. Aborda, también, la cuestión indígena: “El exterminio de los salvajes por medio de la guerra, ni es justo ni útil… Los indígenas son hombres y debemos concederles, cuando menos, los derechos que acordamos a los africanos libres”.

La más acabada y prolífica elaboración intelectual, es poco conocida, se denomina “Estatuto de Hacienda y Crédito de la Confederación Argentina del 9 de diciembre de 1853” al que muchos compañeros del campo nacional llaman: EL PRIMER MODELO ECONÓMICO ARGENTINO.

Fallece el 3 de julio de 1872 en su Córdoba natal.


* TERZAGA, Alfredo: (seudónimos: Cactus, Manuel Cruz Tamayo, Max Wieland). Nació en Río Cuarto, Córdoba, Argentina, el 13 de marzo de 1920 y falleció en Córdoba, Argentina, el 28 de julio de 1974.
Poeta, crítico de arte, historiador, periodista, docente, funcionario provincial y militante político vinculado en su juventud al trotskismo y luego a la “izquierda nacional”.

Descendiente de una familia de españoles radicada en Río Cuarto, su bisabuelo había sido comandante del departamento Tercero Abajo durante la Confederación Argentina; su abuelo fue un destacado político vinculado al mitrismo y en una ocasión intendente de Río Cuarto; y su padre, el escritor Andrés Terzaga, fue librepensador, teósofo, orientalista y radical sin destino. Su madre, Ermelinda San Millán, murió cuando Alfredo era un niño.

Una polémica con el Presbítero Pérez Arce le costó la expulsión de Colegio Nacional de Río Cuarto, razón por la cual se trasladó a la Ciudad de Córdoba en la segunda mitad de la década de 1930. Aquí se forjó una riquísima cultura autodidáctica.

Leyó a Marx, Lenin y Trotsky, lecturas que fueron estimuladas por Héctor Raurich, que se había instalado por un breve lapso en la capital provincial buscando un clima más propicio para su enfermedad pulmonar, aproximaron a Terzaga al Grupo Marxista-Leninista, una formación trotskista que integraban, entre otros, Esteban Rey y Carlos Etkin. El grupo cordobés participa, entre agosto y diciembre de 1941, del Comité de Unificación de grupos trotskistas que impulsa el trotskista estadounidense Therence Phelam (seudónimo de Sherry Mangan), del que nace el Partido Obrero de la Revolución Socialista (PORS) y que editará el periódico Frente Obrero (1941-1943). El PORS se disuelve en varios grupos tras la Revolución de junio 1943, quedando Terzaga como uno de los referentes de la llamada “izquierda nacional” en Córdoba, vinculado a los dos grupos de la “izquierda nacional” de Buenos Aires: el de la segunda etapa de Frente Obrero (1945), que lideran Aurelio Narvaja y Enrique Rivera, y el que lidera Jorge Abelardo Ramos y la revista Octubre (1945).

Entre 1946 y 1947 Terzaga dirige en Córdoba la revista Crisis, subtitulada Publicación mensual de literatura, crítica y arte. Se desempeña como funcionario del Ministerio de Hacienda y luego director del Departamento de Prensa, Difusión y Promoción del Banco de la Provincia de Córdoba. A fines de 1954 asume en esa ciudad la dirección el periódico Orientación, desde cuyas páginas defiende al peronismo como un “movimiento de liberación nacional” aunque al mismo tiempo postula que la clase obrera deberá disputar la hegemonía burguesa del mismo para alcanzar un triunfo definitivo sobre “la oligarquía y el imperialismo” y transformar las relaciones de producción y propiedad.
Por esos años acompaña desde Córdoba la experiencia del Partido Socialista de la Revolución Nacional (PSRN) y luego, tras el golpe militar de 1955, la de la Resistencia Peronista. Con dicho golpe militar, Terzaga pierde su cargo de director de Orientación y de director de prensa del Banco de la Provincia de Córdoba. En los años siguientes colaboró, con el seudónimo de Manuel Cruz Tamayo, en Lucha Obrera y en Izquierda Nacional, voceros del Partido Socialista de la Izquierda Nacional (PSIN), que lideraban Ramos y Jorge Enea Spilimbergo. En agosto de 1964 dictó la conferencia “Córdoba en la solución del pleito argentino (1852-1880)”, dentro del Ciclo “De Caseros al Ochenta” organizado por el Centro de Estudiantes de Arquitectura y Urbanismo, adherido a la Federación Universitaria de Córdoba (FUC).
Entre 1954 y 1958 fue profesor titular de Historia del arte en la Escuela Provincial de Bellas Artes “Dr. José Figueroa Alcorta”. Cultivó la poesía y tradujo del francés las Iluminaciones de Rimbaud y del alemán los Himnos a la noche de Novalis, en el marco de una colección de poesía “La campana de fuego” que dirigió para la editorial Assandri de Córdoba a lo largo de la década de 1950. A través de dicha editorial fueron apareciendo también sus ensayos “El Renacimiento y Leonardo”, “Goethe, la euforia terrenal”, “Rimbaud, la palabra y el silencio” y “Picasso como artista de nuestro tiempo”.

Pronunció una serie de charlas de divulgación histórica y artística en Radio Municipal y colaboró en los diarios La Voz del Interior, Córdoba, Clarín y El Liberal. En sus últimos años publicó en Todo es Historia, de Félix Luna, una serie de ensayos históricos como: “Justiniano Posse: una trágica muerte y su lección política” (N° 17); “Mitre en Pavón: los días nefastos de la Confederación” (N° 50); “Roca a la sombra de Urquiza” (N° 60); “Mariano Fragueiro, un socialista en tiempos de la Confederación” (N° 63 de julio de 1972); “Clericalismo y liberalismo: las dos caras de la medalla cordobesa” (N° 75); “Un banco cordobés entre el ferrocarril y los indios” (N° 79); “La revolución del ‘74: una estrella que sube” (N° 88).

Afectado súbitamente por un ataque cerebral masivo, murió cuando trabajaba en una Historia de Roca en varios volúmenes, que dejó inconclusa, y en la que postulaba que la “Liga de gobernadores antimitristas” encarnaba un proyecto alternativo al modelo agroexportador sustentado por la “oligarquía mitrista”.

Sus escritos fueron publicados póstumamente por Denis Conles Tizado (Historia de Roca, Temas de historia nacional), por Roberto Ferrero (Claves para la historia latinoamericana), por la Universidad Nacional de Río Cuarto y por la Editorial Alción. Se encuentra en curso una edición de sus obras completas en seis tomos.

En julio de 2004 se organizó en Córdoba, en el auditórium de Radio Nacional, un homenaje en su memoria, en el que participaron Jorge Torres Roggero, Jorge Enea Spilimbergo, Enrique Lacolla, Roberto A. Ferrero y su hijo Alfredo “Fredy” Terzaga.

Más artículos del autor

Comparte este artículo, tus amig@s lo agradecerán…
Mastodon: @LQSomos@nobigtech.es; Bluesky: LQSomos;
Telegram: LoQueSomosWeb; Twitter (X): @LQSomos;
Facebook: LoQueSomos; Instagram:

LQSomos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.