Una explosión de oscura brillantez: Sôber y “Elegía”

Una explosión de oscura brillantez: Sôber y “Elegía”

Por Mariano Muniesa*. LQSomos.

Sôber acaban de editar su duodécimo disco, “Elegía”. Un álbum que como ha sido moneda de curso común durante los últimos 18 meses, se ha grabado necesariamente con más lentitud de lo habitual, aunque ello sin embargo ha traído como consecuencia un efecto sin duda muy positivo

El rock español, a pesar de que desde determinados púlpitos mediáticos y medios de comunicación, bien por desconocimiento o por pseudoelitismo se le da por desaparecido, goza en este momento en nuestro país de una excelente salud. Muchas veces he comentado, por poner tan solo un ejemplo, que a mi programa de radio “Rock Star” en www.mariskalrock.com llegan constantemente discos autoeditados y grabaciones de grupos noveles, de lo que llamamos talento emergente, de una calidad extraordinaria, con propuestas sumamente atractivas e innovadoras y de todos los estilos: desde hard rock retro a punk rock, pasando por sonidos alternativos, heavy metal, rock’n’roll clásico o metal extremo.

Estoy convencido de que ello es una consecuencia del hecho de que en nuestro rock desde hace ya más de 20 años, la generación que tomó el relevo de los pioneros de los 70 y 80 consolidó una escena en la cual crecieron grupos que son hoy todo un patrimonio de nuestra música. Entre ellos, destaca muy especialmente una formación ecléctica, heterogénea, cuyo estilo es personalísimo, habiendo llegado a crear un sonido propio y que acaba de poner en circulación un nuevo disco que quiero comentar en profundidad y sobre todo, recomendar su escucha, pues es a mi juicio no solamente el mejor con diferencia de toda su trayectoria, sino de los más grandes que se han hecho en el rock español. Estamos hablando de Sôber.

Imagino que no será necesario detenerse demasiado en su biografía, pues entiendo que ya es suficiente conocida. Formados en Madrid en 1993 en principio como Sober Stoned, en un primer momento su estilo se movía fundamentalmente en el ámbito del rock alternativo, aunque ya desde sus comienzos cuidar mucho las melodías fue una de sus señas de identidad más características, así como ir incorporando progresivamente elementos de otros estilos musicales en un estilo de rock fuerte, potente, denso, que sin encajar del todo en los cánones del heavy metal clásico, ofrecía no obstante una dureza, una contundencia y una solidez propia del HM más desarrollado.

A medida que ya como Sôber fueron desarrollando su carrera, llegarían a convertirse en uno de los grupos de mayor éxito de la escena rockera estatal, merced al altísimo nivel de discos como “Morfología” (1998) y muy especialmente “Paradÿsso” (2002), el álbum que les encumbró musicalmente y que contiene muchas de sus canciones más conocidas y que ya son clásicos indiscutidos de su carrera e imprescindibles en sus conciertos, tales como “Arrepentido”, “Diez Años” o “Eternidad”. Precisamente el proyecto previo al disco del que nos ocupamos hoy fue la nueva grabación en formato orquestal de “Paradÿsso”, a al que siguió una espectacular gira que culminó el 7 de marzo de 2020, justo una semana antes de la declaración del estado de alarma por la pandemia, en un inmenso concierto en Madrid, que se sacó recientemente como álbum en directo.


Sôber acaban de editar su duodécimo disco, “Elegía”. Un álbum que como ha sido moneda de curso común durante los últimos 18 meses, se ha grabado necesariamente con más lentitud de lo habitual, aunque ello sin embargo ha traído como consecuencia un efecto sin duda muy positivo; la posibilidad de tener más tiempo para trabajar mucho más todavía las composiciones, dedicar mucho tiempo a hacer una preproducción muy elaborada, lo cual se nota mucho en el resultado final: unas canciones muy trabajadas, en las que sorprende tanto el magnífico tratamiento de las voces, que aún estando muy en primer plano no están en ningún momento sobreproducidas –los coros de la parte final de “La noche más larga”, por ejemplo, son sencillamente sublimes– ni ahogan el resto del sonido, sino que al contrario, refuerzan la densidad, el volumen, la fuerza de unos temas en los que la base de ritmo, tanto la batería como el bajo están muy en primer plano, estructurando una base muy solida, muy envolvente, que favorece la creación en cada canción de una atmósfera especialísima. Sin obviar un trabajo de guitarras fabuloso –el riff y la descomunal potencia de las guitarras en “Seda y plomo” son demoledores– y unos arreglos de teclados perfectamente situados en cada tema realzando toda la canción en su conjunto.

En comparación con los últimos trabajos de Sôber, “Elegía” es un disco más oscuro en determinados pasajes y en los que pienso que desde la producción se ha buscado deliberadamente dotar a todos los temas de más dureza a través de unas baterías y de una presencia del bajo, como decía antes, mucho más en primer plano. Ello en gran medida entiendo que se debe a envolver en un ropaje musical adecuado a las historias que se narran en las letras de las canciones. En algunas entrevistas recientes, el grupo ha manifestado que en gran medida este disco –de ahí su título, “Elegía”– es un tributo, un emotivo recuerdo a quienes nos han dejado para siempre durante estos meses de pandemia. Siempre, como es habitual en Sôber, con ese punto poético, a veces melancólico, a veces desgarrado, que es elemento común en sus letras.


La intensidad de “9 Musas”, la fuerza incontenible de “Máscara de Hierro”, la sensacional “El día de la liberación”, que en mi opinión es la mejor de todo el álbum, la energía de “Mi heroína”, la oscuridad de “Seda y plomo”… todo, absolutamente todo en este disco es imaginación, creatividad, fuerza y potencia. “Elegía” es uno de esos discos en los que a medida que se van escuchando una y otra vez, se descubren nuevos matices, se perciben detalles y se recrean sensaciones musicales que hacen que el disco enganche. Y engancha porque “Elegía” comunica, transmite, interpela al oyente, le lleva a ese universo tan peculiar y particular que Sôber han ido construyendo año a año, disco a disco. Carlos Escobedo, Jorge Escobedo, Antonio Bernardini y Manuel Reyes, es decir, Sôber, pueden sentirse realmente orgullosos de este trabajo. E igualmente todo el rock español, que con discos como este se reivindica una vez más como un fenómeno vivo, en constante evolución y aportando a nuestra cultura auténticos tesoros.

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