Voluntario rebelde. El Borbón que reinó después de morir

Voluntario rebelde. El Borbón que reinó después de morir

Arturo del Villar*. LQS. Abril 2018

“Los monárquicos servilones, es decir, todos, han conmemorado los 25 años de la muerte de Juan de Borbón y Battenberg, padre del rey emérito y abuelo del efectivo, acaecida el 1 de abril de 1993, cuando se cumplían 54 años de la victoria de los militares monárquicos sublevados que tanto jaleó… “

La fortuna del Borbón que reinó después de morir. Los periodistas servilones ensalzan la memoria del peor enemigo del pueblo español. Recordamos su historia canallesca… Segunda parte

Juan de Borbón animado por tan criminal propósito, el 1 de agosto se presentó en Pamplona, acompañado por el exinfante José Eugenio de Baviera y el exconde de Ruiseñada, cubierto con una boina roja de requeté. Su propósito era enrolarse en el ejército sublevado. Pero los requetés se indignaron al verle usar la boina roja que es un símbolo de su lucha contra la rama isabelina desde la muerte del indeseable Fernando VII. Para evitar una sublevación de los requetés, el exgeneral Mola dio orden a la Guardia Civil de poner en la frontera a los tres pretendientes a soldados. Así empezó a cumplirse el destino de Juan de Borbón: ser el eterno pretendiente.

La intención del intrépido pretendiente no resultaba extraña: en el ejército rebelde era general su suegro, Carlos de Borbón Dos Sicilias. Por cierto que este exgeneral rebelde fue padrino de bautizo de su nieto Juan Carlos, el 26 de enero de 1938, en ausencia, por hallarse luchando contra el pueblo español defensor de la legalidad republicana. Inasequible al desaliento, Juan de Borbón insistió en su afán de combatir él también al pueblo español, así que envió la siguiente carta al dictadorísimo:

7 de diciembre de 1936
Excmo. Sr. General Don Francisco Franco

Mi respetado general:

En forma tal vez impremeditada, cuando la guerra de España tenía sólo el carácter de una lucha interna, he intentado tomar parte en ella. Aunque me impulsaban sentimientos bien ajenos a la política, comprendo y respeto las razones que entonces movieron a las autoridades a impedir mi incorporación a las tropas.
Actualmente la lucha parece tomar, cada vez más, aspecto de una guerra contra enemigos exteriores (1), guerra en la que todos los buenos españoles de mi edad habrán podido hallar un puesto de combate. El deseo de hallarlo yo también, y en forma que aleje toda suspicacia, me mueve a someter a la benévola atención de V. E. mi aspiración.
Según noticias de prensa, se hallará pronto listo para hacerse a la mar el crucero Baleares, en el que podía prestar algún servicio útil (2), ya que he realizado mis estudios en la Escuela Naval británica, he navegado dos años en el crucero Enterprise, y he seguido luego el curso especial de artillería en el Iron Duke antes de abandonar la Marina inglesa. Yo me incorporaría directamente al buque, me abstendría en absoluto de desembarcar en puerto alguno español, y desde luego le empeño mi palabra de que no recibiría ni aun a mis amigos personales (3).
Yo no sé, mi general, si al escribirle así infrinjo las normas protocolarias con que es usual dirigirse a un Jefe de Estado (4). Le ruego en todo caso disculpe el que confíe a su corazón de soldado este anhelo mío de servir a España al lado de mis compañeros (5).
Con mis votos más fervientes por que Dios le ayude en la noble empresa de salvar a España, le ruego acepte el testimonio del respeto con que se reitera a sus órdenes (6) y muy afectuosamente e. s. m.
Juan de Borbón

Ya que directamente no consiguió enrolarse en el Ejército rebelde, lo intentó de nuevo por medio de una carta halagadora y sumisa. Se ponía a las órdenes del dictadorísimo, como un simple soldado. Y rezaba a Dios para que guiase los disparos del ejército rebelde contra el pueblo español en lucha por su libertad. Coincidía, pues, con los fines de la sublevación.

Aprobado por el dictadorísimo

Más de un mes tardó el dictadorísimo en responder a tan melosa misiva, y lo hizo con una sarta de elogios al pretendiente a marino de guerra, pero por primera vez le dejaba en suspenso, cosa que sería una constante en su relación desde entonces:

Salamanca, 12 de enero de 1937
A S. A. R. Don Juan de Borbón

Alteza:
Su carta (7) llena de patriotismo y entusiasmo me llena como soldado de satisfacción al constatar, una vez más, cuán arraigadas están en V. A. las virtudes de la raza y cómo siente nuestra Realeza los problemas de nuestra querida España.
Es verdad que la lucha por nosotros emprendida se sale de los límites de la nación para entrar en los internacionales, ya que no sólo se debate la suerte de España, sino también la de la civilización occidental y de la Iglesia católica, duramente atacadas por el comunismo ruso, con la complicidad y decidida cooperación de ciertos gobiernos extranjeros (8).
Hubiera sido para mí muy grato el haber podido acceder a vuestro deseo, tan español como legítimo, de combatir en nuestra Marina por la causa de España; pero la seguridad de vuestra persona no permitiría que pudieseis vivir bajo el sencillo título de oficial, pues el entusiasmo de unos y las oficiosidades de otros habrían de dificultar tan nobles propósitos; sin contar con que el lugar que ocupáis en el orden dinástico y las obligaciones que de él se derivan imponen a todos y exigen de vuestra parte sacrificar anhelos tan patrióticos como nobles y sentidos al propio interés de la Patria.
Por todo ello, no obstante ser tan halagador vuestro deseo y tan valioso para la Marina española el aprovechamiento de vuestra pericia de oficial y vuestros sentimientos, en momentos que tantos compañeros han sido sacrificados por la barbarie roja (9), no me es posible seguir los dictados de mi corazón de soldado aceptando vuestros ofrecimientos.
Muy agradecido en nombre de España (10)y de todos los compañeros de este Ejército y Marina por vuestros fervientes votos y entusiasmo; sabéis que contáis con toda la simpatía y respetuoso afecto de este leal soldado (11) que afectuosamente os saluda.
Francisco Franco

De modo que si Juan de Borbón no combatió en la Armada rebelde fue debido a la negativa del dictadorísimo, pero su intención de matar al pueblo español está muy clara. Por si hubiera alguna duda sobre la implicación de la familia exreal en la guerra, recordaremos que en noviembre de 1937 el exrey donó un millón de pesetas a los sublevados. Dinero no le faltaba en el exilio, porque supo colocarlo bien mientras ocupó el trono de España gracias al trabajo y al hambre de sus vasallos.

Sumiso al dictadorísimo

A finales de año su hijo Juan escribió otra carta al dictadorísimo, plagada de servilismo, para salir al paso de las especulaciones periodísticas sobre la deriva de España cuando terminase la guerra. La camarilla que le rodeaba soñaba con una inmediata restauración de la monarquía en su persona, toda vez que sus hermanos mayores quedaban descartados por sus taras físicas, y resultaba impensable la vuelta de Alfonso XIII, alias Gutiérrez, despreciado por el pueblo español:

Viale Parioli, 112
Roma, 28 – XII – 37. 2.º A. T. (12).
Excmo. Sr. General Don Francisco Franco

Mi respetado General: La prensa inglesa y francesa repetidamente viene ocupándose de la política futura de España y sacan a la luz pública mi nombre en relación con ella, como si yo sostuviera actividades de este tipo. Como quiero que en modo alguno pueda V. E. tener duda sobre mi actuación, le pongo estas líneas para asegurarle que a ninguna persona, española o extranjera, he autorizado a expresar otras ideas que mi deseo de obedecer las órdenes de V. E., como el mejor medio de servir a España, y que nunca he tolerados se hablase en mi presencia de otra cosa. Precisamente por creer que sirvo de la mejor manera posible a España siguiendo fielmente sus consejos, es por lo que, contra mi corazón, no he intentado nuevamente ir a tomar parte con mis compatriotas (13) en la Cruzada de la que V. E. es el glorioso Caudillo.
Deseándole el mismo acierto que hasta ahora ha tenido para llevar a su fin la campaña y con ello la pacificación de España (14), quedo suyo aftmo.
Juan de Borbón

Comprobamos que eran tal para cual. Por eso cada uno iba a lo suyo, y procuraba engañar al otro. Quizá el dictadorísimo era más taimado, o tal vez poseía mayor poder, porque lo histórico es que solamente dejó el mando supremo del Estado, del Ejército y del partido único cuando se murió de viejo, tras una esperpéntica agonía seguida de unos delirantes funerales oficiados por los jerarcas de la Iglesia romana en España y presididos por el sucesor designado por él como rey, hijo de su adulador corresponsal.

El dictadorísimo borboneador

Es imposible saber cuándo decidió el dictadorísimo quedarse en el poder de manera vitalicia. Quizá fuera cuando hizo trampa a sus compañeros de rebelión y buscó el modo de proclamarse jefe del Estado además de jefe del Gobierno, que había sido la fórmula adoptada por ellos a finales de setiembre de 1936. Lo histórico es que engañó al pretendiente.
Su antecesor en la dictadura, el general Primo, dijo que no consentía que Alfonso XIII le borbonease, aunque al final lo hizo y lo mandó a morir al destierro francés. El dictadorísimo cambió los términos, y borboneó él a Alfonso de Borbón, a su hijo Juan, a sus nietos Juan Carlos y Alfonso, y al resto de la familia. De paso, también borboneó a todos los españoles.
Llegó más lejos aún, porque logró que Juan y su hijo Juan Carlos se enfrentaran por la ocupación del trono, igual que habían hecho Carlos IV y Fernando VII ante Napoleón. Su voluntad se impuso, y el pretendiente nunca superó esa fase.

Orgulloso del triunfo rebelde

No podemos dejar de reseñar unos telegramas finales cruzados entre el dictadorísimo y el pretendiente a sucederle, demostrativos de las buenas relaciones que mantenían entonces. Los primeros fueron motivados por la caída de Barcelona en poder de las hordas fascistas, el 26 de enero de 1939, con lo que se inició el éxodo hacia Francia de milicianos y civiles, mujeres, ancianos y niños, temerosos de las represalias fascistas puestas en práctica en las localidades ocupadas. He aquí ambos telegramas:

– Felicito de corazón (15) a V. E. con el orgullo de ser español por el victorioso remate tan ejemplar que redime para España queridas provincias catalanas (16). Con la emoción que siento ante el heroísmo invencible ejército, Generales y Mando Supremo le saluda afectuosamente
Juan de Borbón

– Recibo con vuestra felicitación el entusiasmo emocionado con que participáis en las glorias de nuestra juventud que forja la España Grande que todos anhelamos. En día tan señalado para nuestra Patria os envío el más afectuoso y sentido de los recuerdos.
Generalísimo Franco

En aquellos días se tenían mucho afecto, o al menos así se lo decían. Probablemente el del aspirante era cierto, porque suponía entonces que el dictadorísimo estaba sirviendo sus intereses al ganar la guerra para restaurar la monarquía. No tardó en comprobar que no eran ésas las intenciones del vencedor, convertido ya en leyenda histórica al que se obsequiaba con el más rastrero de los cultos a la personalidad posibles, a la manera de sus maestros los dictadores de Alemania, Italia y Portugal, y desde entonces además con las bendiciones del dictador del Vaticano y de los jerarcas de la Iglesia romana en España. Ese culto se mantuvo hasta después de su muerte, y todavía algunos lo sostienen.

Iguales en la traición

La última correspondencia bélica se expresó en dos telegramas con motivo de la victoria final de los rebeldes, el 1 de abril de 1939. Comprobamos que el pretendiente se sumó al culto a la personalidad del vencedor, con los ditirambos diseñados por el aparato de propaganda al servicio del dictadorísimo, presentes en todas las calles de las localidades conquistadas junto a su retrato. Se había contagiado de la terminología fascista con enorme facilidad, porque sin duda se identificaba con ella, y repetía sus muletillas para halagar al que ya era llamado el caudillo invicto por la gracia de Dios.
Fueron publicados por los periódicos incautados o voluntariamente fascistas. He aquí los dos textos históricos, tal como aparecieron el 8 de abril en la quinta página del diario madrileño monárquico y protofascista Abc:

– Generalísimo Franco. Burgos.
Uno mi voz nuevamente a la de tantos españoles que felicitan a vuecencia por la liberación de la capital de España. La sangre generosa derramada (17) por su mejor juventud será prenda segura del glorioso porvenir de España, una, grande y libre. ¡Arriba España! (18)
Juan de Borbón

– Al recibir vuestro emocionado telegrama por la gran victoria nacional, me es grato recordar que entre esta juventud admirable, tan pródiga en el sacrificio, habéis intentado formar, solicitando reiteradamente un puesto de soldado. Por ella será realidad la España una, grande y libre que evocáis. ¡Arriba España!
Generalísimo Franco

Está tan mal redactado el telegrama que de su lectura podría deducirse una interpretación sarcástica: el dictadorísimo le decía al pretendiente que había ganado la guerra porque no le permitió enrolarse a él como soldado rebelde.
Lo que no admite duda es que Juan de Borbón pretendió incorporarse al ejército sublevado para luchar contra el pueblo español que defendía su libertad. Por lo tanto, aunque no llegase a hacerlo, es tan cómplice del genocidio fascista como los exgenerales rebeldes, y merece la misma consideración que ellos.

Servidor del dictadorísimo

Desde 1948 estuvo entrevistándose con el dictadorísimo, al que ese mismo año entregó a su primogénito Juan Carlos para que lo educase según su ideario fascista. No tenía, por consiguiente, ningún derecho a quejarse de que su hijo siguiera las consignas del dictadorísimo, y se aliase con él para negarle la posibilidad de reinar: fue por su culpa.
El 24 de junio de 1955 el diario sumiso a sus pretensiones Abc le hizo una entrevista, con la disculpa de felicitarle en su onomástica. Se encuentra publicada en su tercera página, y a ella pertenecen estos párrafos sin duda históricos:

Para ser útiles a España y a lo que se ha dado en llamar la causa de Occidente, tienen que unirse todos los españoles que están animados por los ideales del Movimiento Nacional, formando un apretado haz para defenderlos de los ataques exteriores e internos que se puedan producir, no consintiendo que nuestra Patria vuelva nunca a ser esclavizada por el comunismo que trata de adueñarse del mundo.

Esa retórica del peligro comunista, jamás posible en España, fue la justificadora de la rebelión militar y de las medidas represivas aplicadas durante la dictadura, sustentada en lo que se denominaba el Movimiento Nacional, un sarcasmo por tratarse del más cerril inmovilismo posible. El pretendiente continuaba en 1955 aliado con la dictadura, y proponía a sus seguidores que la acatasen igual que lo había hecho él.
Ahora sus fieles defienden que era un liberal contrario a la dictadura, pero tendrán que destruir todas las hemerotecas para mantener esa estúpida tesis falsa. La historia demuestra que fue desde 1936 un fiel lacayo del dictadorísimo, al que baboseó con la esperanza de que lo pusiera en el trono del que fue expulsado su padre por decisión mayoritaria del pueblo español.
Juan de Borbón es uno de los borbones más repulsivos, y ya es decir en esta dinastía. Por alguna rareza psíquica en la mente de los monárquicos, cuenta con partidarios que todavía se atreven a presentarlo como un enemigo de la dictadura, sin querer enterarse de las evidencias históricas que lo presentan siempre humillado ante el dictadorísimo. Digno hijo de su padre el rey perjuro, enriquecido gracias al sudor de sus vasallos. Por eso es vergonzoso que se inaugurase en 1994 un gran momento en su homenaje en Madrid, en la rotonda que da acceso al parque bautizado con el nombre de su hijo. Y más todavía que la Comisión para la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid lo mantenga.

Notas:
-.- Primera parte: La fortuna del Borbón que reinó después de morir
1.- En esto no mentía, puesto que los sublevados contaban con el apoyo de tropas y materiales bélicos de la Alemania nazi, la Italia fascista y el Portugal dictatorial.
2.- Este crucero sublevado fue hundido por la Armada leal en la madrugada del 6 de marzo de 1938, sin que sus compañero de viaje, el Canarias y el Almirante Cervera, recogieran a los náufragos, sino que huyeron a toda máquina.
3.- El pretendiente a marino de guerra gozaba de una merecida fama de juerguista y bebedor.
4.- Le reconoció el título de jefe del Estado rebelde: ¿por qué se quejaba si después no quiso dejarlo?
5.- Consideraba un servicio a España el combatir contra el pueblo español.
6.- Puesto que se puso voluntariamente a sus órdenes, el dictadorísimo hizo bien en mantenerlo toda su vida sujeto a ellas.
7.- Empieza tratándolo de usted y enseguida pasa al vos. Despiste sin importancia.
8.- Este estribillo se encuentra en todos los discursos del dictadorísimo, a menudo con mención añadida al judaísmo y la masonería.
9.- Otro de los estribillos inevitables en los discursos del dictadorísimo, cuando sus militares, sus moros y sus falangistas estaba asesinando a los republicanos en las localidades que tomaban.
10.- El dictadorísimo se creía España, y hablaba en su nombre.
11.- ¿Leal a quién un militar sublevado contra la legalidad constitucional?
12.- Iniciales de Año Triunfal, según la terminología fascista habitual entonces, adoptada por el pretendiente.
13.- Sus compatriotas debían ser alemanes, italianos y portugueses.
14.- España estaba en paz hasta que los militares monárquicos se sublevaron. Si hubieran cumplido sus juramentos no habría habido necesidad de pacificar nada.
15.- Repárese en la reiteración de menciones al corazón que se cruzaban entre ambos corresponsales.
16.- La “redención” consistió en una sanguinaria represión contra republicanos y nacionalistas.
17.- Todavía quedaba mucha por derramar hasta el 27 de setiembre de 1975, fecha de los últimos fusilamientos de la dictadura.
18.- Tal era el saludo de los fascistas españoles, trasladado a cabeceras de periódicos, y complementado con un “¡Viva Franco!”.

* Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio.
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