Wert o no Wert

Wert o no Wert

Españolizar, ese es el verbo florido con que amenaza desde su caverna política el ministro de los toros y la deconstrucción educacional, un tal Wert de rancio apellido castellano. Lo quiere conjugar a costa de los catalanes. En España, cuando no hay ideas, que es casi siempre, se españolea y se españoliza. O sea, se aplica el torno de la doctrina central por cojones y a mandobles de las Fuerzas armadas del Orden, acompañadas de las ardientes piras de las Inquisiciones. España es experta en liquidaciones de interior. La España de la raza tiene mucha mano con los genocidios, para procurar limpieza Non Plus Ultra.

Wert no es original. La españolización ya viene de antiguo. Cuando los Reyes Católicos se españolizó a los judíos sefarditas y con la Reconquista se españolizó a los árabes. Arribaron a mandar en la piel de vaca los asnos de la cruz y el olor a fétido sobaco, pues era pecado tocarse el cuerpo con interés para lavarse. Se produjeron oceánicas sangrías para exaltar la pureza de sangre de cristiano viejo. Puede que, con el pasapurés del tiempo, hoy parezca la denominación de origen de una marca de queso manchego, pero esos españoleos fueron una gran tragedia cultural, con manía persecutoria asesina. Y aún padecemos las consecuencias del secular vacío.

Luego de españolizar nunca se sabía qué hacer, pero eso jamás ha sido problema. En España es un hábito nadar sin brújula, entre el desconcierto alfabético y la superstición.

Según las crónicas de fray Bartolomé de las Casas, también se españolizó a fondo a los indígenas americanos. Casi no quedaron.

La indeleble Marca de España.

A la vista de los resultados generales, españolizar no es exactamente rapiñar pero se le parece mucho. Nada altera el pulso profundo de los templos en la conducta de las élites agropecuarias y mercantiles. Son como una jaula de grillos frotando élitros como desaforados. La última gran españolización la produjeron en 1.936 unos militares sediciosos, apadrinados por los banqueros de la usura.

Lo hicieron con una saña tradicional, al alimón con los obispos mendaces y trabucantes, asiduos a la fe nacionalista con pólvora. Entonces la españolización consistió en hacer tabla rasa castellana en territorios vascos y catalanes, que pretendían salirse del cesto integrista, como anuncian ahora mismo, que se ha levantado algo el velo del miedo entre la ciudadanía conturbada. En realidad Wert es un adelantado de avisos. Un encomendero.

El Día del Pilar y de las Fuerzas Armadas nos da pistas sobre la idea de españolizar o remendar los descosidos constitucionales en el siglo XXI, por parte de la Corona de Borbón.

* Director del desaparecido semanario "La Realidad"

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