La realidad habla por sí sola
Juankar Santana Martín. LQS. Diciembre 2018
La tristísima y amarga noticia que recién me acaban de dar vuelve a reabrir de par en par la herida que, desde hace algunas décadas, tengo en mi podrido corazón. Se reabre, sangrante y brotan estas lágrimas repletas de impotencia, rabia intensa, desconsuelo y, por qué no reconocerlo abierta-públicamente, de este sufrimiento que me roba la paz…
De nuevo me veo obligada a digerir, por expresarlo de una manera medio tranquila, sin cagarme literalmente en todo cuanto se menea y tiene su grado de responsabilidad, esta re-jodida rabia que me produce saber que un compañero afín fallece al otro lado de esos exterminadores muros que tan bien conozco. La devoradora bestia carcelaria vuelve a cobrarse la vida de una persona a la que tuve el inmenso placer de conocer personalmente y a la que, admito abiertamente, tenía un gran aprecio y admiración. Nuevamente la impune bestia nos arrebata a un compañero que prácticamente llevaba la mitad de su existencia enclaustrado en sus destructivas mazmorras, de nuevo la asquerosa y odiosa bestia nos priva de un/a camarada, de su fraternal calor ¡Maldita puta bestia!
LUIS MIGUEL MINGORANCE CORRAL fallece en el Centro de exterminio nazional de Zuera, Zaragoza, a poquito menos de que le restaran dos años para su excarcelación física total y lo hace a consecuencia,(hasta donde sé), de metástasis pulmonar, una traicionera y silenciosa enfermedad que, al parecer, pasó desapercibida incluso para l@s médic@s carcelarios que, en cumplimiento teórico de sus funciones y prácticos de su profesión, le atendían. Porque nuestro camarada Luís en modo alguno era un@ de es@s privilegiad@s re@s por corrupción, malversación, etc, que están tan de moda en la palestra informativa y a l@s que sí se les aplican los diferentes artículos reglamentarios para que sean excarcelad@s y tengan así una muerte lo más digna posible. NO, para nada.
Nuestro camarada Luís era una persona pobre y humilde, al que mantenían secuestrado físicamente desde hacía décadas y al cual se tenía (o se debería haber tenido) expuesto a un control médico periódico que, desde el desconocimiento actual, desde el desconocimiento de algunos porqués, tendrían que habernos puesto sobre aviso de que nuestro compañero padecía un cáncer pulmonar con metástasis. Una enfermedad que no surge de la noche a la mañana y que tampoco tiene este amargo desenlace de un día para otro.
En el verano de 2017, a escasos meses de recobrar mi libertad física, coincidí con “El Huesito Pavo” en el salón cultural y hablamos de muchas cosas pero jamás de los jamases me dio a conocer, ni tan siquiera me dio a entender que sufría la susodicha enfermedad mortal. Si el compañero conocía tal extremo, ciertamente optó por reservárselo hasta sus últimos días, cosa que me permito poner en duda, porque, a fin de cuentas, ¿qué motivos tenía Luís para ocultar a un camarada tal extremo? Es más, ya no voy a pensar que me lo ocultara a mí, que en resumidas cuentas tan solo éramos dos compañeros afines que habíamos participado en algunas protestas reivindicativas en común. Sí que me replanteo cómo puede ser posible que Luís le ocultara a la abogada que nos visitaba periódicamente su enfermedad. Estamos hablando de un compañero anarquista participante en protestas, una persona que peleó desaforadamente porque se respetasen los derechos humanos de las personas pre.s.x.s. Francamente, no creo que Hueso Pavo supiese de su enfermedad pues de haberlo sabido seguramente habría peleado para que la inquisición carcelaria le hubiera excarcelado.
Es evidente que en el Centro de exterminio de Zuera está ocurriendo algo preocupantemente grave con relación directa al Servicio médico, pues desde el pasado octubre de 2016, que apareció muerto en extrañas circunstancias en el módulo de aislamiento nuestro compañero José Serrano, han fallecido unas cinco o seis personas más. No sé a vosotr@s, pero a mí me da mucho que reflexionar.
Desde el desconocimiento, no sé cómo se forma ni se desarrolla una metástasis pulmonar pero presupongo que para l@s entendid@s en la materia una enfermedad de este calibre no pasa de puntillas bajo ningún concepto ni circunstancia. Hasta donde sé, esta enfermedad tiene ciertas alarmas que hacen detectarla, máxime cuando afecta a una persona que se encuentra privada de libertad en una institución que tiene el deber ineludible de “velar por su integridad y su salud física”, conforme le dictan las leyes.
¿Qué ocurre con los servicios médicos carcelarios que no han detectado (presuntamente) esta enfermedad en el camarada? Y en caso de que se la hubiesen diagnosticado, ¿por qué nuestro compañero murió en prisión y no se pusieron en marcha todos los mecanismos legales para que Luís fuese excarcelado y tuviese una muerte digna?
L@s pres@s en lucha llevamos décadas enlazando generacionalmente nuestras protestas, reivindicando la desatención sanitaria que se sufre en los Centros Penitenciarios Nazionales como un punto urgente a resolver, así como que las personas presas con enfermedades muy graves y con padecimientos incurables sean inmediatamente excarceladas, sin que l@s máxim@s responsables de la institución nos hagan el más mínimo caso. Esta misma reivindicación la defendió incansablemente nuestro compañero hoy tristemente fallecido. Me produce una rabia inmensa que much@s camaradas estén pagando con sus vidas las incuestionables ineptitudes, dejadeces, desintereses humanos y un larguísimo etcétera de razones de aquell@s que se hacen llamar “profesionales” pero a l@s que la realidad desnuda nos demuestra, por enésima vez, que no tienen ni el más mínimo interés en profesar los cuidados sanitarios de las personas que tienen bajo su tutela.
Para terminar deseo dar las gracias al camarada LUIS MIGUEL MINGORANCE CORRAL, gracias por tu ejemplo de humanidad, bondad, combatividad, valentía, entrega y solidaridad manifiesta. Porque nos enseñó a tod@s l@s que le conocimos lo que realmente implica ser un A-N-A-R-Q-U-I-S-T-A, con todos tus defectos y tus virtudes. Muchísimas gracias.
Individualmente jamás podré olvidar la “penúltima” vez que te asomaste a la ventana del módulo 1 para despedirme y desearme suerte pues al día siguiente salía… ¡Tú sabes y yo también!
Joder Luís, un orgullo haberte conocido, joder y de haber compartido aquellos momentos de nuestra trayectoria.
Públicamente reconozco que estos son los momentos amargos que sufrimos aquellas personas que perdemos a un/a compañer@ pres@. L@s inquisidores nos condenan a muerte porque dicen que somos asesin@s, violent@s, peligros@s…y yo, como siempre camarada, quiero poner de relieve lo mejor que poseemos: NUESTRO INDOMABLE CORAZÓN Y NUESTROS SENTIMIENTOS!!!
Salud y anarquía Luís, sé libre siempre… como el viento, Huesito, como el viento.
¡ABAJO LOS MUROS DE LAS PRISIONES!
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