Un viaje trascendental para la CNT. Pestaña en la Rusia revolucionaria

Un viaje trascendental para la CNT. Pestaña en la Rusia revolucionaria
Ángel Pestaña en Madrid (1920) junto a Simó Piera y Salvador Seguí (sentados), Mauro Bajatierra y otros (foto: autogestionacrata.blogspot.com)

Por María-Cruz Santos*

La necesidad de viajar a Rusia

Es bien conocido que tres años antes de que Ángel Pestaña fuese a Rusia en abril de 1920, ese país había estado sacudido por dos revoluciones consecutivas. La primera, en marzo, había acabado con el régimen zarista, una monarquía casi absoluta que resultaba desfasada incluso mirándola con los ojos de las otras monarquías europeas. Con todo, las alarmas saltaron en un mundo capitalista, ya bastante trastocado por una guerra que parecía inacabable y que empezaba a sospecharse que cambiaría el orden dominante hasta 1914.

En cambio para los obreros, los proletarios, porque entonces eran proletarios, la noticia del destronamiento del zar despertó una esperanza sin límites, la esperanza de que muchas cosas podían cambiar. En aquellos meses y años, Rusia se convirtió en el símbolo de una nueva aurora social. Da lo mismo que hablemos de socialistas o anarquistas y todavía faltaba otra revolución. No tardaría demasiado, solo 8 meses: la Revolución de Octubre.

La Revolución de Octubre ponía en manos de los obreros el gobierno de un país por primera vez en la historia. Todo esto estaba ocurriendo en un contexto bélico porque Rusia era una de las firmantes del Pacto de la Triple Entente y, en consecuencia, un país beligerante. Para que todo fuera aún más complicado, pronto estallaría una guerra civil entre los rojos (mayoritariamente bolcheviques) y los partidarios del Zar (blancos), los cuales, a su vez, tenían la ayuda de naciones como Francia o Inglaterra, lo que convertía en un conflicto internacional nuevamente. En 1920 tendremos otro enfrentamiento entre Polonia y Rusia. Queda claro, por tanto, que el escenario era muy complejo y, en consecuencia, las noticias que se llegaban eran pocas y parciales. Por otro lado,  se establecerá un bloqueo de los gobiernos europeos a la naciente república rusa que complicará extraordinariamente los viajes a Rusia de todo aquel que quisiera ver lo que estaba ocurriendo con sus propios ojos.

Superando todas las dificultades, muchos socialistas, en este contexto damos al concepto socialista un sentido amplio, abarcando las diferentes tendencias,  fueron a Rusia, especialmente cuando en 1919 se fundó la Tercera Internacional, que venía a sustituir a la Segunda, después de que esta hubiera colapsado y casi desaparecido cuando estalló la guerra[1] y ninguna de las consignas pactadas  para evitar el enfrentamiento hubiera tenido el menor efecto.

Los trabajadores españoles recibieron la noticia de la caída del zar con gran entusiasmo. Desde el primer momento consideraron que el final de la monarquía rusa había sido un triunfo del pueblo y pensaban que pronto se acabaría con los privilegios de clase. En la CNT, uno de los sindicatos mayoritarios y el que más estaba creciendo en los últimos meses previos al cambio político en Rusia, esta fascinación era más fuerte entre los militantes de base que entre los dirigentes. En los artículos que se publican se saluda a un movimiento que, según los autores, ha de acabar forzosamente en una sociedad libertaria en todo el orbe mundial o, al menos, en las Europas, es decir Europa y América. Con la lógica del convencido de una doctrina, en su euforia, dan por descontado que la única revolución posible es la que ellos sueñan, una revolución que ha de desembocar en la acracia. En contraste, un importante número de dirigentes y de periódicos anarquistas y anarcosindicalistas fueron más prudentes. Incluso si nos acercamos al sector más “anarquista” representado por Tierra y Libertad. Por ejemplo, el 26 de diciembre (algo más que mes y medio después de la Revolución de Octubre) en la primera página se publica el trabajo “Revolución y anarquía” del que entresacamos el siguiente fragmento:

Y al decir y repetir “la anarquía” en Rusia y por el hecho de formar parte entre los maximalistas [2]  los anarquistas, de los cuales hay representación en el Consejo de Comisarios del Pueblo o actual Gobierno ruso, ha hecho creer a algunos que efectivamente se ha implantado ya en Rusia el régimen anarquista. Sin embargo, no es la Anarquía, ni en sentido de desorden y desorganización, como hemos demostrado sucintamente, ni tampoco en el sentido de la filosofía positiva, o sea en la concepción de un estado social en el que el individuo, dueño y soberano de su persona se desenvuelva libremente en sus relaciones sociales sin constitución de autoridad política alguna [3]

 Cuando llegue mayo ya se hablará de falta de información porque en un artículo, también sin firma, como el anterior, lo que le otorga un aspecto de opinión del periódico, se dice: En realidad apenas si conocemos desarrollo del movimiento en Rusia[4] . No se sabe qué clase de gobierno se ha constituido, ni si continua la revolución. Son algunas de las muestras de los sentimientos contrapuestos que despierta la revolución y del poco tiempo que tardó en despertar suspicacias en el anarcosindicalismo español. [5]

Reportaje sobre Ángel Pestaña en la revista Nuevo Mundo

Años de crisis y de cambios y la Revolución rusa en medio de todo

 El año 1917 estaba resultando un año de alto voltaje también en España. Un año crítico en el que parecía que todo iba a derrumbarse por la cantidad y gravedad de los conflictos que hubieron. Restringiéndose únicamente al  mundo obrero, el conflicto más importante fue la huelga general de agosto que terminó en un fracaso, con casi todos los líderes obreros encarcelados, tantos anarquistas como socialistas, los sindicatos cerrados y la prensa obrera prohibida. Eso fue lo que ocurrió en Cataluña y en Barcelona más concretamente, justamente donde más fuerza tenía la CNT. Era un momento importante para el sindicato anarcosindicalista porque necesitaba reorganizarse o, mejor dicho, organizarse, porque, desde su fundación en 1911 había pasado más tiempo en la clandestinidad que funcionando regularmente y sus estructuras conservaban demasiadas rémoras decimonónicas.  

A principio del verano de 1918 la Confederación catalana hizo un congreso que estaba llamado a ser uno de los más importantes no tan solo para Cataluña, sino para toda España y que, en realidad, se había convocado en 1917, pero las circunstancias habían impedido su realización. Me refiero, efectivamente, al Congreso de Sants, en Barcelona. En este congreso tan importante y sin reparar en lo que era costumbre en todos los congresos obreros de la época, no hay ni una referencia a la Revolución rusa, algo que sorprende y mucho, si pensamos en todo lo que se ha llegado a escribir sobre la devoción de los obreros españoles hacia la Rusia soviética. Ni tan solo se hizo la salutación de rigor.

Un año y medio más tarde hubo el Congreso de la Comedia en Madrid. La misma necesidad de organizarse que hemos encontrado en la regional catalana, existía en todo el estado. Tuvo lugar en diciembre de 1919 y fue largo, del día 10 al día 18, un buen indicio de la importancia que tuvo. Llama la atención que los dictámenes organizativos, aquellos que hacían referencia al sindicato único, la decisión más importante del Congreso de Sants que determinaba precisamente toda la estructura organizativa del sindicato y que, ahora, se iba a adoptar en todo el territorio nacional, fueron aprobados sin apenas discusión, quitando algún detalle o precisión. En cambio hubieron dos puntos en los cuales los congresistas se enzarzaron en una larga discusión y ocuparon más de una sesión. Estos puntos fueron la unión de la clase obrera, que en la práctica significaba la unión con la UGT, y las relaciones internacionales lo que quería decir las relaciones con Rusia y el posible ingreso en la Tercera Internacional.

Los debates sobre la Tercera Internacional y la Revolución de octubre fueron apasionados. La cuestión era compleja. Todo el tiempo sobrevuela la reunión el hecho de que la información existente es poco fiable, porque noticias sí habían, pero eran noticias interesadas, mayoritariamente provenientes de la prensa burguesa [6], aunque a la altura de 1919, muchos dirigentes obreros de otros países han visitado la Unión Soviética y han explicado lo que han visto. También se sabe ya de las persecuciones de que son objeto los anarquistas rusos y, sin embargo, había otras consideraciones que hacer. Rusia, en aquel momento, estaba siendo atacada por los países capitalistas, los mismos que habían sido sus aliados de la Triple Entente. Había una guerra desigual entre los defensores del zar y la nueva Rusia porque aquellos contaban con la ayuda militar y económica de Francia e Inglaterra, si bien, hay que decirlo, estos no dieron una ayuda amplia y sostenida en el tiempo. Asimismo era preciso porque en otros países los trabajadores ya habían tomados medidas como la decisión de las Trade Unions inglesas de boicotear todas las mercancías que tuvieran como destino Rusia y, sobre todo, está el hecho de que, por primera vez, los obreros de un país estaban decidiendo su destino.

Armando Borghi, Eusebi Carbó y Virgilia d’Andrea, años después, en un congreso de la AIT (Amsterdam, 22 de marzo de 1925)(foto: sindicalismo.org)

El problema, porque era un problema para la CNT, de la actitud oficial a adoptar ante la Revolución Rusa, se enmascara en un epígrafe más amplio, “Las relaciones internacionales”, porque una vez liquidada la determinación de establecer relaciones con organizaciones europeas y mundiales cercanas al ideario de la CNT, que no tuvo ningún argumento en contra, la discusión se centró en qué hacer de cara a la Unión soviética y la Tercera Internacional. Las intervenciones se sucedieron y más de una vez, el presidente de la sesión tuvo que advertir que había de cerrar el debate porque el tiempo se había echado encima. Toda la tranquilidad e indiferencia que hubo en 1918 dio paso a unos discursos apasionados a favor o en contra de lo que estaba sucediendo en Rusia. A menudo se confunde en la discusión, Revolución Rusa y Tercera Internacional. A menudo los delegados hicieron alegatos con argumentos que eran contradictorios entre sí. Es lo que le pasa a Eusebio Carbó, quien al final de su intervención reivindica la dictadura como una forma para llegar al ideal anarquista:

Nosotros justificamos la dictadura, nosotros admiramos la dictadura, nosotros ansiamos que llegue la dictadura, y la ansiamos y la admiramos, la justificamos y la queremos porque esos mismos que aquí la combaten la justifican cuando ella tiende a mantener entronizadas la infamia y la iniquidad [7]. Nosotros, recíprocamente, la cantamos, la queremos, si ella ha de servir para establecer en el mundo, de un modo definitivo, el imperio de la justicia; por eso, nosotros admiramos y queremos la dictadura del proletariado [8]

Un poco más abajo continúa:

Quien habla de libertad, quien habla de derechos, quien habla de justicia, habla de anarquía, ya que sin anarquía, la liberación, la igualdad, la justicia y el derecho son puras utopías, son principios que jamás podrán realizarse, y a eso vamos nosotros. Nosotros vamos a un estado social que permita la eclosión de todas las soberanías individuales, formando concierto en el goce de todos los derechos y en la armonía de todos los intereses. ¿Caminan a eso mismo los rusos? No lo sabemos [9]

Es el mismo Eusebio Carbó que siempre militó en el ala radical de la CNT y una de sus figuras más relevantes, que aquí, pensamos, demuestra una cierta confusión en lo que son los principios más genuinamente anarquistas, porque ni anarquistas, ni sindicalistas pueden defender la Dictadura sin traicionar sus valores intrínsecos, porque tanto anarquistas como sindicalistas tienen como objetivo final, no solo acabar con el sistema capitalista, sino acabar también con el Estado. También cae en una paradoja porque acaba expresando sus recelos de que en la Unión Soviética se esté llevando a cabo el tipo de cambio por el que luchan los cenetistas.

Quien hace la defensa más firme de la Revolución y pide que se ingrese en la Tercera Internacional sin dudarlo, fue Hilario Arlandís, de la Regional de Levante. Su intervención estuvo muy bien preparada, con referencias a otros acuerdos tomados en países como Francia e Inglaterra, con la lectura de documentos publicados como los principios de la Tercera Internacional o las conclusiones de su Primer Congreso. Empezó su intervención diciendo:

Me propongo demostrar que la revolución rusa, adoptando desde que se hizo la segunda revolución de octubre una reforma completa del programa socialista, está de acuerdo con el ideal que encarna la Confederación Nacional del Trabajo Español [10]

 Porque según Arlandís, la Revolución rusa no tenía como única finalidad la implantación del socialismo estatista [11] aunque, de momento, era necesario aceptar la dictadura por el tipo de sociedad que vivían y las condiciones de violencia que encontraban. La Dictadura era necesaria en tanto que la burguesía no hubiera sido sometida, porque no se podían olvidar las reacciones de las fuerzas contrarias a los socialistas y las reacciones mundiales. Por último se debía tener presente que el fin último de Marx y los verdaderos socialistas es la abolición del Estado. Justificó la centralización de la producción porque la tradición anarquista de producción en pequeños grupos de afinidad [12] es imposible en un mundo desarrollado técnica y económicamente. Olvida con este razonamiento que, precisamente, el Congreso acababa de aprobar el Sindicato Único, que significaba la superación del sindicalismo societario de entidades pequeñas y locales.

Eleuterio Quintanilla (3º por la derecha en la segunda fila) con un grupo de sindicalistas de Gijón en 1916 (foto del libro de Ramón Álvarez Eleuterio Quintanilla. Vida o obra del maestro, Editores Mexicanos Unidos, 1973)

La oposición más firme al ingreso en la nueva internacional y quien más crítico fue con la Revolución rusa, vino de parte de Eleuterio Quintanilla y, con él, de toda la delegación de Asturias a la que pertenecía. Sus argumentos parten de una pregunta: ¿Es o no es verdad que la revolución rusa encarna, en principio, los ideales del sindicalismo revolucionario? [13] Per contestar-se de forma inmediata: no, la revolución rusa no encarna, en principio, los ideales del sindicalismo revolucionario [14] La Revolución rusa es la obra de un partido político. La Revolución rusa es el concepto de la revolución clásica, ese es el concepto de la revolución marxista, y por serlo, los federalistas bakuninianos internacionalistas de la primera hora, hombres que estamos de acuerdo con el criterio y el espíritu libertarios, hemos combatido siempre en el terreno de los principios, en el terreno de la táctica y en el terreno de la propia acción de clases, este concepto que consideramos autoritario, que consideramos centralista, que consideramos castrador; este concepto que consideramos desviador de la verdadera dirección, de la verdadera significación revolucionaria, que se traduce en la intervención definitiva y eficiente del pueblo, de la representación popular en los movimientos revolucionarios. [15] La revolución que los cenetistas han de esperar y preparar, es la que hace la masa y, al final, interviene el sindicalismo para organizar la cooperación, y concluye:

Nosotros debemos proclamar nuestra simpatía, nuestra pasión, nuestra solidaridad por la revolución rusa; nosotros debemos declarar que, siendo una revolución de principios socialistas y teniendo nosotros este punto de coincidencia, nosotros no podemos consentir, mientras podamos, que los gobiernos del mundo cierren, con un cordón de muerte, el paso al desenvolvimiento de esa revolución y pretendan cercarla con un bloqueo que constituye una pena de muerte colectiva contra el pueblo ruso [16]

No se había de ir más allá.

Al final fue Seguí quien buscó un punto de consenso. Seguí mantiene un perfil bajo a lo largo del congreso, pero es indudablemente la figura más representativa del anarcosindicalismo español de aquellos años y, me atrevo a decir, de su historia. El “Noi del Sucre”, si bien comparte las objeciones de Quintanilla, considera que mantenerse al margen es despreciar la oportunidad de salir del aislamiento en que se encontraba la Confederación. Finalmente el Congreso decidió adherirse a la Tercera Internacional de manera provisional y enviar tres delegados a Rusia para entregar la adhesión. Exactamente la resolución dice:

«Al Congreso
El Comité Nacional, como resumen de las ideas expuestas por los diferentes compañeros que han hecho uso de la palabra en la sesión del día 17, con referencia al tema de la Revolución rusa, propone lo siguiente:
Primero. Que la Confederación Nacional del Trabajo se declare firme defensora de los principios que informan a la Primera Internacional, sostenidos por Bakunin.
Segundo. Declara que se adhiere, y provisionalmente, a la Tercera internacional, por el carácter revolucionario que la preside, mientras se organiza y celebra el Congreso Internacional en España, que ha de sentar las bases porque ha de regirse la verdadera Internacional de los trabajadores.- El Comité Confederal.
Madrid, 17 diciembre 1919″. [17]

Es preciso subrayar el “mientras se organiza y celebra” porque pone límites a esta adhesión y aleja el carácter de incondicional y entregada con el que a menudo se presenta la entrada de la CNT en la Tercera Internacional [18].

Pestaña apenas aparece por el Teatro de la Comedia. Esos días estuvo enfermo y tan solo pudo estar presente en tres sesiones. No estoy segura, pero parece que en esta no estuvo porque no hay ninguna intervención suya, algo muy extraño tratándose como se trataba de un asunto tan importante.

Pensamos que conviene reparar aquí que un ambiente similar, de inquietud y confusión, al mismo tiempo, también se vivía en otras formaciones sindicalistas del mundo, por un lado había el entusiasmo por una revolución que había llevado los obreros al poder, por otro lado se vivía un desencanto al comprobar la evolución de las políticas bolcheviques. Nuevamente encontramos el deseo de que la lucha obrera haya finalmente dado su fruto, las dudas con respecto a los bolcheviques para acabar rechazando una corriente que era política y que, además, quería llevar su control fuera de la propia Rusia, sobre el movimiento sindicalista mundial. España participaba de estas inquietudes porque había sido partidaria desde el primer momento del Sindicalismo Revolucionario. La misma CNT, cuando ya se ha fundado, aunque estuviese ilegalizada, encontrará hombres y medios para estar presente en el Congreso de Londres de 1913 con 3 representantes: José Negre, J. Suárez Duque y José Rodríguez Romero [19], además de Pedro Vallina. En esa reunión se adoptaron los principios del sindicalismo revolucionario, muy parecidos a los principios anarquistas: uso de la acción directa, rechazo del Estado y de los partidos políticos, la huelga general revolucionaria como instrumento de lucha estratégica y la gimnasia revolucionaria [20]. También había nombrado un Bureau provisional encargado de preparar un encuentro cuya finalidad había de ser fundar una internacional sindicalista que fuera a un tiempo alternativa a la Internacional Anarquista de Ámsterdam  y a la Segunda Internacional. El estallido de la guerra impidió que se consiguieran momentáneamente estos objetivos, pero las intenciones se habían mantenido intactas y pronto volvería a trabajar en ellos una vez se acabara el conflicto. La Revolución Rusa introdujo un factor de incertidumbre. La fundación de la Tercera Internacional y la Internacional Sindical Roja (Profintern) parecía que podían dar satisfacción a las condiciones que se habían acordado en Londres y, durante más de tres años, los sindicalistas mantuvieron la esperanza de poder incorporarse a los proyectos bolcheviques, por más que cada día era más evidente que las diferencias eran insalvables. En todo este proceso, la CNT fue siempre considerada un elemento fundamental a tener en cuenta. Por tanto, aunque en las actas del Congreso no haya quedado reflejado, también es necesario inserir las decisiones y actitudes del sindicato en un contexto internacional en el que estaba jugando un papel protagonista.

Retrato de Ángel Pestaña, por Isaak Brodsky. En: II Congreso de la Internacional Comunista. Figuras de la Internacional Comunista (1920)

El viaje

Del cómo y cuándo se escogieron los delegados para ir a Rusia nos enteramos por el mismo Pestaña que lo explica en el informe que presentó a la Conferencia de Zaragoza en 1922.  No fue el conocido Informe de mi estancia en la URSS. Fue la Memoria sobre el II Congreso de la Tercera Internacional [21]. El Comité Nacional se reunió y, tras superar algunos inconvenientes, escogió solo dos personas para hacer el viaje. La primera intención fue que viajaran Eleuterio Quintanilla y Pedro Vallina, este último porque ya había acudido al Congreso Sindicalista de Londres de 1913, sin embargo, ambos rechazaron la misión [22]. En su lugar se pidió a Eusebio C. Carbó y Salvador Quemades que los sustituyeran. No estaba Pestaña en esa tría. En Pestaña se pensó para que fuera a Francia, aunque, también, como en aquella Europa las dificultades eran tantas, se le dio una acreditación para que pudiera presentar la adhesión a la Tercera Internacional.  El objetivo principal de Pestaña era pedir la solidaridad de los obreros franceses ante el lock-out patronal y la represión de que era objeto la clase obrera, muy especialmente la barcelonesa precisamente e esos días [23]. La casualidad quiso que Pestaña tuviera la ocasión y los medios para llegar y, al final, fue él quien completó la misión. El caso es que ya antes de abandonar España, y según su informe, alguien en El Havre, de quien no da el nombre, ni lo he encontrado hasta el momento, se ofreció a la Confederación a ir a Rusia si le facilitaban el viaje. Al llegar Pestaña a París esta persona resultó menos fiable de lo previsto y se desistió de esa vía.

En París Pestaña visita a Pierre Monatte [24] y Sebastian Faure [25] que estaba entre los objetivos de su viaje. Monatte le consigue los contactos necesarios para sus objetivos.  A todo esto no hemos de perder de vista que en aquel momento la CNT estaba fuera de la ley, Pestaña era un fugitivo que había salido de forma clandestina y que la mayoría de los países europeos no daban visados para ir a Rusia. [26]

Una vez decidido el viaje, Pestaña intento conseguir papeles más o menos verosímiles. En eso estaba cuando fue detenido por la policía francesa que le dio cuatro días para salir del país, con el tiempo justo para obtener un pasaporte y salir con destino a Basilea y de allí a Berlín, en espera de que se presentara una oportunidad para cruzar la frontera. Por aquellos días llegó a París Salvador Quemades, uno de los encargados de ir a Rusia junto a Eusebio C. Carbó. Intentó acompañar a Pestaña pero le fue imposible conseguir un pasaporte y hubo de renunciar al viaje [27].

Berlín fue una parada provechosa porque allí le llega la noticia de que se ha convocado el Segundo Congreso de la Tercera Internacional. Pide permiso a España para asistir como representante de la CNT, y se lo dan. Además, en Berlín encuentra a Alfred Rossmer, otro antiguo sindicalista que se había convertido en ferviente comunista y defensor acérrimo de las directrices del Partido Comunista ruso en Francia. Rossmer estaba haciendo el viaje junto a una delegación italiana de la Confederazione Generale dei Lavoro, cercana al PSI, que llevaba todos los papeles en regla. Rossmer le ofrecer unirse al grupo porque era más fácil pasar todos juntos y así se hace [28]. Todos llegan a Reval, antiguo nombre de Tallin, capital de Estonia y desde allí consiguen que Rusia los reclame (en esto coincide el relato de Rossmer con el de Pestaña). El 26 de junio entraba en territorio bolchevique y el 27 llegaba a Petrogrado (San Petesburgo), 2 meses después de haber salido de España.

Salvador Quemades, que inició el viaje pero no pudo continuar hasta Rusia, aparece a la izquierda, con Salvador Seguí y Ángel Pestañ

Estancia en Rusia

Pestaña no esconde la emoción que sintió al llegar al primer país donde el proletariado se había hecho con el poder, donde ya no había ni aristocracia, ni burguesía, llevándose por delante todos los privilegios de que gozaban. De lo que sintió en aquel momento dejó constancia en un folleto que escribe en 1932, que dedica a la figura de Lenin. Allí habla de la emoción que sintió al encontrarse con el protagonista principal de la Revolución y dice:

Fué [sic] un momento de emoción intensa, inenarrable. Allí no había idolatría, no podía haberla. Había admiración, cariño, respeto, compañerismo, camaradería, fraternidad. Había ese intenso, ese hondo y profundo, ese eterno amor hacia quien, equivocado o no, consagra su vida, su inteligencia, su actividad y su energía a la manumisión del pueblo. [29]

Admira el trabajo hecho en la educación, que ya era universal, aplaude los avances en la cuestión de igualdad femenina y, sobre todo, la desaparición de los grupos que vivían sin trabajar, solo de sus rentas, cualquiera que fuera su origen. En definitiva, reconoce sin tapujos los logros de la revolución. Pronto esta admiración se irá transformando al descubrir los fallos del régimen soviético, sobre todo la centralización de cualquier decisión que solo consigue poner piedras en el camino de la revolución tal y como la deseaban los anarquistas. Todo sufre retrasos, las tareas se eternizan por culpa de la burocracia que, con frecuencia, consigue impedir la solución de los problemas, cuando no los agrava como es el caso de los víveres, porque la obligación de centralizar su distribución hace que muchas veces se estropeen sin que lleguen a la población y sin que aprovechen a nadie, tardará poco en darse cuenta. Cuando llega a Moscú viniendo de Petrogrado, ya ha podido advertir las extrañas maniobras que hace el tren cuando está llegando a la estación: aminora la marcha, momento que es aprovechado para que una multitud baje corriendo desde los vagones de mercancías y apriete a correr con sacos llenos de alimentos, bajo la mirada de la policía que, a menudo, está compinchada. Es el mercado negro que campa por sus respectos a plena luz del día. Es la misma observación que realizan otros viajeros como Manuel Fernández Alvar, “Vilkens” [30].

Otra impresión general que se halla en todos los relatos que he leído es la tristeza. Tristeza que encuentra Emma Goldmann en escuelas y jardines de infancia, tan solo encuentra un niño que ría. Tristeza en las personas de la calle. Como Delegado en la Tercera Internacional, Pestaña asistirá a todos los homenajes que se les hace por multitudes obligadas a estar largo tiempo de pie e intentará escaparse siempre que puede para mezclarse con ellos.

Sin apenas tiempo para recorrer Moscú, se le invita a un crucero por el Volga, junto con otros delegados, del 1 al 14 de julio. Es una prueba de que los privilegios no han desaparecido. El viaje se hace en un barco que había sido propiedad de un noble. Donde quiera que van se encuentra ceremonias calcadas una de otra, con banderolas agitadas por obreros cansados y obligados a dar la bienvenida a los representantes de los obreros del mundo. Aburrido, con frecuencia se marcha con la única intención de mezclarse con la gente. Así, aunque no hable ruso, se entera de que los obreros en realidad se ríen de la ignorancia de los delegados, de cómo son engañados.  A su regreso a Moscú ya está convencido de que la revolución ha sido traicionada.

Crítica a los bolcheviques

Pronto descubrirá el largo brazo de la checa. De lo arbitrario y cruel que llega a ser. De hecho, muchas de las prácticas de las que habla, son las que habitualmente atribuimos a la época estalinista, que ya son una herencia del principio de los años 20 [31]. Tendrá conocimiento de las restricciones y la represión que están sufriendo los anarquistas rusos. Tuvo ocasión de informarse de primera mano porque allí están Emma Goldman y Alexander Beckman, con los que se relaciona y le explican el desencanto que han sufrido con la revolución. Ambos estaban encargados de la organización del Museo de la Revolución en Petrogrado. Era un encargo que había aceptado Emma Goldman con el entusiasmo que la caracterizaba y ponía en todo aquello que hacía, pero su trabajo se controla desde el partido. Tampoco debe ignorar lo que había pasado con Golos Truda (La Voz del Trabajo), prohibido desde agosto de 1918 y de que su director, Volin, se halla en la prisión, porque también se ha encontrado con Grigori Maximov [32], que dirige Volny Golos Truda (La Voz Libre del Pueblo), continuador de Golos Truda y que participará en el congreso de fundación de la Internacional de Berlín.

Dos veces se entrevistó con Piotr Kropotkin, olvidada estaba ya la carta a favor de los aliados firmada por el ruso y que tanto disgustó a la mayoría de anarquistas españoles contrarios a la guerra y enemigos de los dos bandos. A Kropotkin ya le quedaban pocos meses de vida y Pestaña es testigo directo de cómo se le humilla y se le relega. La segunda vez que tiene ocasión de hablar con él, Kropotkin ha acudido a Moscú, quiere entrevistar Lenin y este se niega a recibirlo. Le quedará la amistad con Sacha Kropotkin, la hija de Piotr, a ella le dicó su libro 70 días en Rusia, lo que yo vi. Un libro muy crítico con los bolcheviques, repito, con los bolcheviques, porque continua pensando que el pueblo hizo una revolución imprescindible pero fue traicionada por quienes tomaron el poder que quiso y necesitó hacer desaparecer todo tipo de pensamiento crítico que ponga en duda el ideal leninista. Critica no a Marx, sino a Lenin y los suyos, a su prepotencia. Claro que también reprochará a los anarquistas que siendo la fuerza mayoritaria en los soviets de primera hora, dudasen cuando llego la hora del asalto al poder, se perdieran en un bosque de escrúpulos y les pasaran la mano por la cara, escrúpulos que expresaron al decir que no podían establecer una dictadura, no podían de acuerdo con los valores anarquistas. Años después, en Barcelona se vivirá una situación semejante en julio de 1939. Más tarde, cuando quisieron reaccionar, ya era demasiado tarde, los soviets se habían convertido en la sombra del Partido Comunista y todo aquel que osaba discutir las decisiones del partido, corría el riesgo de ser encarcelado por contra revolucionario. En 1920, aquel que expresara una crítica, corría serios riesgos de perder su libertad. Probablemente sea aquí cuando comienza a germinar una inquietud que con el tiempo le llevaría a fundar el Partido Sindicalista.

A todo esto hay que añadir que tampoco se podía decir que habían desaparecido los privilegios. Insistimos en el testimonio que Pestaña nos deja de las diferencias que había en los trenes entre los miembros relevantes del partido, que viajaban rodeados de lujos y comodidades, y como lo hacía el resto de la población, en vagones de mercancías. Ve con disgusto como, a pesar del bloqueo, los comunistas y los asistentes al Congreso disponen de buena comida y comodidades que contrastan con las condiciones del resto de la población. Criticará duramente el crucero por el Volga a que ha sido invitado y del que hemos hablado antes e igualmente lo hará con los actos de bienvenida que se organizan en cada una de las localidades que visitan. No todos los delegados lo ven igual, Rossmer, con quien ha viajado, habla de condiciones sobrias, de hoteles y palacios en decadencia, mal conservados… Igualmente Rossmer acepta con naturalidad los servicios de los hoteles, algo que, para Pestaña es inadmisible pues considera que es de falsos revolucionarios.

Segundo Congreso de la III Internacional

El II Congreso de la Tercera Internacional

 El Partido Comunista y la Tercera Internacional todavía quedan en peor lugar. Rechaza la parafernalia con que son recibidos los delegados y las declaraciones grandilocuentes sobre la igualdad y la solidaridad proletaria que se hacen a lo largo del Congreso. Son prácticas que casan mal con las conspiraciones de pasillo, las zancadillas que ve, o adivina, detrás de las idas y venidas de algunos delegados, como la situación irregular que se presenta al ser admitidos en igualdad de condiciones los dos partidos alemanes, nacidos de la escisión del Partido Comunista Alemán en Partido Comunista Alemán y Partido Comunista Obrero Alemán.

Los líderes del primero, Partido Comunista Alemán, eran Paul Levi y Clara Zetkin, mientras Otto Ruler presidía el Partido Comunista Obrero Alemán. Otto Ruler se hallaba en Moscú gestionando la admisión de su partido en el congreso. Tras una larga negociación, finalmente fue admitido, con la oposición de Paul Levi y Clara Zetkin. Inesperadamente Ruler abandonó Moscú antes del inicio del encuentro y sin que se supiera la razón, al menos, sin que la conocieran los delegados.

Incluso existía una manipulación de los documentos a los que se añadía o se retiraba párrafos fuera de las sesiones del congreso. O se modificaban para acomodarlas al criterio de la presidencia. Un doble juego muy ajeno a la cultura de la CNT.

Le escandaliza el control que se ejerce sobre las reuniones y la rígida organización de las mismas, porque las atribuciones del praesidium permiten a este dominar todo el desarrollo y las conclusiones de las mismas. Por ejemplo, el tiempo de las intervenciones está limitado para los diputados normales, pero es ilimitado para los dirigentes del partido como Trotsky o Zinoviev, que rebaten las tesis de Pestaña sin que nuestro cenetista tenga el derecho de réplica. Trotsky al contestarle llega a decir:

Let us go ahead somewhat and ask Comrade Pestana what he will do when he returns to Spain. He will, of course, answer that he will explain to the Spanish workmen all our principles and ideas, and on the basis of the latter will organize the struggle of the workmen against the bourgeoisie .
To translate this into political language it means that he will there organize a political party , and that this party will be a Communist Party .

Pese a las dificultades, todavía alcanza a hacer alguna intervención relevante que pone al descubierto las debilidades del Partido Comunista como cuando dice:

La revolución según mi criterio, no es, no puede ser, la obra de un partido. Un partido no hace la revolución; un partido no va más allá de organizar un golpe de Estado, y un golpe de Estado no es una revolución” [33]

Efectivamente toca un punto sensible porque esta es una de las polémicas que se han alargado hasta nuestros días. ¿Los bolcheviques alcanzaron el poder merced a una revolución o a un golpe de estado? Una polémica que se aparta de nuestro estudio en este momento.

Serrati, Trotsky, Levi, Zinoviev, Kalinin y Radek durante el II Congreso de la Tercera Internacional

A pesar de que sus intervenciones en las sesiones del congreso no sean muchas, siempre que puede aprovecha para manifestar sus disconformidad con los procedimientos y la forma de hacer del PCUS. De entrada porque es un partido político, una formación rechazada por el anarquismo y, en segundo lugar, por la falta de libertad que se respira en la Unión Soviética. Paradójicamente su figura despierta interés, sin que importen sus críticas. Despierta interés en Luzowsky, responsable de la organización del acontecimiento y también responsable de la organización de la Sindical Roja y a quien conoce tan solo al entrar en el país. Interés de Zinoviev, con quien coincide en el tren que traslada a ambos de Petrogrado a Moscú. Zinoviev lo hará llamar a su departamento en el tren, era el presidente de la Tercera Internacional. El mismo Lenin le dedicará tres horas largas en una entrevista privada y dirá de él que es la persona más indicada para organizar el partido comunista en España.

Con Lenin hablará una vez que haya finalizado el encuentro de la Tercera Internacional. Pestaña guardará un gran recuerdo del hombre aunque muy matizado, como se ve en el folleto ya citado, que le dedica en 1932, La Caída del Dictador, donde le describe como una persona “absorbente”, de discurso no tan brillante como el de Trotsky pero que no admitía oposición. Quien se atrevía a disentir era ridiculizado y despreciado. Pestaña considera que Lenin es el responsable único de los defectos y deficiencias de  la Rusia que conoció porque, hasta los hombres más destacados del partido, temían exponer sus ideas, cuando no coincidían con las de Lenin. Pestaña fue muy beligerante con las convicciones políticas e ideológicas de Lenin y, por extensión, de los bolcheviques. No podía haber sido de otra manera. Lenin y los bolcheviques creían firmemente en la acción política y pensaban que la revolución se produciría gracias a una acción audaz, al tiempo que desdeñaban la acción sindical que, mantenían, había de ir subordinada a la iniciativa política o del partido. Ángel Pestaña, al contrario, defendía la revolución como una consecuencia lógica de la educación y el convencimiento de la población, confiaba en el papel de los sindicatos para organizar la sociedad resultante, una sociedad organizada de acuerdo a una estructura federal. Dos posturas divergentes que era casi imposible de conciliar.

Le piden que acepte entrar en el Comité Ejecutivo encargado de preparar el Congreso, obligaciones que comparte con las que tiene en el Comité de preparación de la Internacional Sindical Roja, ISR. No hace mucho en ninguno de los comités. Dejará testimonio de la irrelevancia y el carácter decorativo de ambos organismos, pero estar presente en las reuniones le permite observar en primera fila la forma de actuar que tenían los bolcheviques y dejar testimonio de que en todas las comisiones había un miembro del partido que tendrá la última palabra y que censurará las decisiones e intervenciones que no se ajusten a las directrices del partido. Todo cuanto relata Pestaña no es una exageración suya. Otra vez viene corroborado por la versión de “Vilkens” que, recordemos, también está presente. Gastón Leval irá a la URSS dos años después y hará un relato similar en contenido. Incluso Rossmer, completamente comprometido con la causa rusa, coincide, claro que el hará una lectura diferente. De hecho, la información de que Pestaña estaba en ambos comités la he obtenido de Rossmer. En el segundo comité, el encargado de preparar la fundación de la Internacional Sindical Roja, será precisamente Rossmer el encargado de presentar un informe en el que se recogían 8 puntos los cuales obligaban a los sindicatos a colaborar estrechamente con el Partido Comunista. No es necesario insistir en que los sindicalistas presentes, Pestaña, Borghi y Souchy, entre otros, se negaron a aceptarlos.

En el Comité preparatorio del Congreso, propiamente dicho, Luzowsky redactó un documento en el que se avalaba la dictadura del proletariado, la toma del poder por este, trabajar con los sindicatos reformistas, dependientes de los partidos socialdemócratas y el, recientemente creado, Consejo Provisional de la Tercera Internacional. Pestaña denunció el documento y puntualizó que la CNT ya había adoptado el comunismo libertario como su objetivo final. Específicamente se opuso al párrafo del documento en el que se hablaba del apoliticismo calificándolo como una traición de los sindicatos por defenderlo durante la guerra. Luzowsky, según Pestaña, aceptó modificar el texto pero jamás lo hizo.

Tras inaugurarse el Congreso, Pestaña entrará a formar parte de un reducido número de sindicalistas críticos con el Partido Comunista. A este segundo Congreso de la Tercera Internacional Rusia había invitado a un buen número de sindicatos independientes, muchos de los cuales habían estado presentes en la reunión de Londres en 1913, donde se apostaba por una vía sindicalista revolucionaria que rechazaba los partidos políticos y consideraba el sindicato y su organización lo bastante eficientes como para organizar la sociedad una vez la revolución hubiera subvertido el orden capitalista y destruido el estado. Los Sindicalistas presentes en el Congreso fueron:

  1. Rossmer, de quien ya hemos hablado. Iba como representante del Comité francés para la Tercera Internacional. Marcel Vegeat y Bertho Lepetit representaban el movimiento sindicalista francés. Estos últimos muy críticos con el poder soviético pero, desgraciadamente, murieron en su viaje de regreso cuando el barco que les llevaba a Suecia naufragó. Para entonces ya habían enviado artículos a la prensa obrera de Francia en los que mostraban su rechazo a la organización de la Tercera Internacional.
  2. De Gran Bretaña acudieron Jack Tanner, Dave Ramsay, Whilham Gallacher, John Clarke y J.T. Murphy. Ramsay llevaba la representación de los “Shop Stewards” de Londres, mientras que Gallacher y Clarke eran los delegados de los “Scottish Shop Stewards” y Murphy venía en representación de la “National Organization”. Jack Tanner, por su lado, había ostentado la presidencia del Congreso de Londres en 1913.
  3. La IWW (International Word Works) de Norteamérica no envió representantes pero el famoso John Reed ejerció de delegado no oficial. Quien si envió una persona fue Australia, Paul Feeman.

Tampoco hubo representantes de los sindicatos alemanes. No los quiso el PCUS.  Parece que había de asistir Rudolf Rocker pero le prohibieron expresamente la entrada. En cambio estaba Augustin Souchy en una situación similar a la de John Reed.

En esta otra imagen del II Congreso de la Komintern Rosmer aparece entre Trotski y Paul Levi

Igualmente estaba invitada la USI de Italia, pero Borghi llega tarde, retenido por problemas en Italia y se marchará antes de que finalice el encuentro porque por aquellos días ocurrieron los hechos de las ocupaciones de las fábricas italianas y Borghi quería estar con los suyos y, por otro lado, a Borghi los rusos le negaron la asistencia al congreso sin reconocerle su calidad de delegado. Todos, menos Rossmer, se opusieron a las normas del Congreso y rechazaron sus conclusiones y, por encima de todos, descolló Pestaña que no podía entender muchas de las mecánicas del congreso como el agravio que suponía la limitación del tiempo de intervención de los delegados en la exposición de sus argumentos cuando, en cambio, los dirigentes  soviéticos tenían tiempo ilimitado y como eso, muchas otras cosas que chocaban con la manera de ser de la CNT.

A lo largo de los días de celebración del Congreso quedó claro que los soviéticos únicamente estaban dispuestos a apoyar a los grupos revolucionarios que aceptasen todas sus condiciones. Radeck lo deja bien claro e inmediatamente se encuentra con la oposición de Pestaña a quien acompañan en el rechazo Tanner y Ramsay de Inglaterra, Souchy e, incluso, John Reed. De las condiciones necesarias para que las organizaciones fueran admitidas en la Tercera Internacional, la 14ª disposición fue la que aglutinó más oposición porque revelaba el carácter político de la internacional y, de esa manera, atacaba la autonomía sindical. Decepcionados, la mayoría de los representantes de las organizaciones sindicales, se marchan. Pestaña se queda en la URSS hasta el final del Congreso y, como ya es bien conocido, firmó los puntos acordados en el momento de la firma que, según nos dice Pestaña, eran 16. Lo hace de forma condicional, añadiendo: siempre que la Confederación lo considere oportuno una vez que los haya podido leer.

Nada de esto encontramos en las actas publicadas por Luzowsky. La salvedad de Pestaña desaparece y los 16 acuerdos que ha firmado se convierten en 21. Aquí hemos de confiar en Pestaña porque toda la documentación que trae de Rusia, se la confiscan en Italia donde es detenido en el momento que llega de Berlín en tránsito a la Península ibérica.

Acabado el encuentro, quiere regresar a España pero se encuentra con dificultades para conseguir el salvoconducto lo que alarga su estancia. Para salir ha de recurrir a Víctor Serge. Se marchó sin esperar a las reuniones preparatorias de la fundación de la Sindical Roja o Profintern. Tampoco asiste al Congreso de Bakú que se ha preparado mientras estaba en Rusia y al que ha sido invitado.

Mientras está en Moscú le piden que colabore en los diarios Pravda, el diario bolchevique por excelencia, e Izvestia. En Pravda  publicó tres artículos de los que siempre hemos conocido su existencia pero de los que desconocíamos en contenido. Hace algún tiempo se publicó al inglés la traducción de dos de ellos en el portal Libcom. Los trabajos en cuestión son: “Trade-union and political movement in Spain” [34] publicado el 25 de julio de 1920, y “Women’s Movement in Spain” [35] el 22 de julio del mismo año. La traducción es de Andrey Fedorov. Sergio Giménez los ha vertido al español en el portal de historia “Ser Histórico”.

Artículo de Ángel Pestaña publicado en Pravda en 1920 (foto: partidosindicalista.wordpress.com)

Los dos son trabajos de compromiso, descriptivos de lo que está ocurriendo en España en aquel momento. En el artículo dedicado al movimiento feminista habla de la integración de la mujer en el sindicato y da una cifra, 25.000 militantes cenetistas solo en el sector textil de Barcelona. Este es un buen momento para recordar el dictamen sobre la mujer del Congreso de Sants en el que se estableció que la representación en los comités de las fábricas ha de haber la misma proporción de hombres que de mujeres que el que haya entre los trabajadores y trabajadoras de la empresa además de revindicar la plena igualdad entre hombre y mujer incluso en el salario.

Esto nos suscita una pregunta, ¿por qué, a pesar de que en sus escritos sobre la URSS después habló de los avances habidos en la igualdad femenina, ni una sola vez habla de ninguna de las mujeres que lucharon en la revolución y aún antes? Ni siquiera hace referencia a Alexandra Kollontai que ya en 1920 se había comprometido con los “Obreros de Oposición”.

El regreso

Si la ida fue complicada, no lo sería menos el regreso. Hubo de pasar por Berlín e Italia. En Berlín se encontró con Fernando de los Ríos, también visitante de la URSS y también muy crítico con la actuación de los comunistas. Más trascendencia tuvieron sus reuniones con otros asistentes al congreso, Augustin Souchy y Armand Borghi de la Unione Sindicalista Italiana, ambos absolutamente decepcionados con lo que habían visto en la Rusia Soviética. Juntos los tres, con Rudolf Rocker y Errico Malatesta, dieron el impulso definitivo para la creación de una internacional sindicalista que sustituyera a la Internacional de Ámsterdam de principios de siglo. Es decir, la internacional que deseaba la Confederación. Esta internacional se acabaría fundando en diciembre de 1922. Por el camino quedaron multitud de escisiones y diferencias entre los sindicatos europeos. El principal punto de fricción era la injerencia de la Tercera Internacional y los partidos comunistas en la marcha de los sindicatos donde muchos aceptaron las condiciones puestas por la Tercera Internacional, influidos en buena parte por el prestigio que representaba la existencia de un país gobernado por los obreros.

Desde Berlín pasó a Italia en septiembre y allí fue encarcelado durante tres meses, como ya hemos dicho, y sin que nadie supiera donde estaba, según nos dice Jason Garner. A los tres meses fue expulsado a España [36]. En el momento de su detención, siguiendo el relato que nos hace Pestaña, le requisaron los papeles que traía de Rusia, entre otros, la copia de los acuerdos que había firmado con el añadido de que no serían válidos hasta que no lo confirmase la confederación. También le quitaron papeles que le había dado Malatesta.

Llegó a Barcelona en barco el día 10 de diciembre de 1920. En el muelle ya le estaba esperando la policía que había sido alertada desde Italia. Estuvo  preso hasta abril de 1922. Más tarde se le acusó de mantener silencio sobre su viaje hasta la Conferencia de Zaragoza. No es exacto. En noviembre de 1921 ya publica una primera versión del informe publicado en la Biblioteca Nueva Senda: “Memoria de Ángel Pestaña sobre el Congreso de la Tercera Internacional”.   Según el manuscrito que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid, lo acabó de escribir en noviembre. La segunda parte de esta memoria fue “Consideraciones y juicios acerca de la Tercera Internacional”.

Desde que Ángel Pestaña sale de España hasta que vuelve a estar “operativo”, abril de 1922, han pasado dos años. En ese tiempo la CNT ha vivido en la clandestinidad y, tanto el Comité de Cataluña como el Comité Nacional han estado en la cárcel. Evelio Boal, Secretario Nacional, había muerto en junio de 1921, en aplicación fraudulenta de la ley de fugas. Son los años funestos en que Severiano Martínez Anido fue Gobernador Civil de Barcelona y la represión devino más salvaje. Martínez Anido se convirtió en Gobernador Civil de Barcelona en noviembre de 1920 gracias a la insistencia de la patronal catalana que quería escarmentar a los obreros y tratarlos con mano dura. Martínez Anido impulsó la “Ley de fugas” y, especialmente, su aplicación criminal porque se aplicaba a sindicalistas a los cuales se les hacía creer que eran liberados y, una vez en la calle, eran asesinados por la espalda. Fueron años negros para Barcelona. A la represión hay que sumar los atentados de los que eran victimas los obreros y también los burgueses, es verdad, pero la peor parte se la llevaron los obreros, fueron los años del pistolerismo.

Con el Comité Nacional en prisión y el Secretario Nacional, Evelio Boal, asesinado, Andreu Nin se convirtió en Secretario Nacional de la CNT en marzo de 1921 y, con él, llegaron al Comité Nacional más partidarios de la revolución Rusa, Joaquín Maurin e Hilario Arlandis. Poco después llega la invitación para participar en el IIIer Congreso de la Tercera Internacional y asistir a la fundación de la ISR (Profintern). En un Pleno celebrado en Lérida en abril se decide que irán los tres acompañados por Gaston Leval de la Federación de Grupos Anarquistas Ibéricos. Andreu Nin ya no regresará a España hasta después de que haya sido proclamada la IIª República. Sí regresan los otros dos. Joaquín Maurín que fue el nuevo Secretario Nacional hasta que en febrero de 1922 lo encarcelan y toma el relevo Joan Peiró. El nuevo Comité presidido por Peiró da un giro en su actuación de 180 grados respecto al comité salido en Lérida, abandona la orientación pro-rusa y vuelve a la esencia de los principios libertarios. Vamos a desarrollar el período en el próximo epígrafe.

La Conferencia Nacional de Zaragoza. Junio 1922

A la altura de marzo de 1922 ya había muchos informes sobre lo que estaba pasando en la Unión Soviética. Ya se había producido el levantamiento de Krondstadt y se conocía la represión subsiguiente. La prensa que antes de 1919, prensa anarquista, se había mantenido expectante, o entusiasta, con la Revolución, ahora era cada vez más critica y pedía la salida de la Tercera Internacional y es preciso retener este dato porque los malentendidos se alargarán y llegarán hasta 1954. De hecho en 1921, antes del regreso de los delegados en el Congreso fundacional de la ISR, hubo un pleno en Madrid, donde hubo más representantes que en el Pleno de Lérida, para discutir las resoluciones del congreso y la actuación de la delegación. No se tomó ninguna decisión a la espera de que regresaran Arlandís y Maurín y pudieran dar explicaciones. En octubre de ese mismo año todavía hay otro Pleno, esta vez en Barcelona, con la intención de descalificar la actuación de los delegados en Moscú y, otra vez, se aplaza la decisión por la intervención de Maurín que ahora sí ha regresado. Sin embargo hay que subrayar el hecho de que ni la intervención del entonces Secretario Nacional consigue arrancar un dictamen aprobando las resoluciones de la ISR.

Andreu Nin en una reunión de la IDSR en 1928 (foto del libro de Wilebaldo Solano Breve biografía de Andreu Nin, Sepha, 2006)

Consecuentes con todo el proceso, el nuevo Comité Nacional se reafirmó en las doctrinas bakuninistas en un manifiesto publicado en marzo del que extraemos los siguientes párrafos:

Nosotros esencialmente anarquistas no admitimos otras orientaciones e ingerencias [sic] en nuestra misión que aquéllas que vengan de los mismos anarquistas […] Nosotros rechazamos toda modalidad de lucha que no sea la de acción directa y que no persiga como fin la implantación del comunismo libertario.  […] Nosotros hacemos profesión de federalismo, reconocemos la libertad que va del individuo a la colectividad y de ahí nuestro propósito de difundir e inculcar los principios federalistas específicamente libertarios, por profundas desviaciones mucho tiempo ausentes de las organizaciones sindicalistas revolucionarias. [37]

Poco después se convocó una Conferencia (o un Pleno) en Zaragoza entre el 11 y el 14 de junio. Otra vez nos encontramos con una reunión muy necesaria para la Confederación después de los años de clandestinidad que habían pasado. Uno de los puntos era qué actuación seguir en las relaciones internacionales, es decir, nuevamente se trataba de pronunciarse respecto a la Revolución Rusa y como encarar la adhesión a la Tercera Internacional, la Komintern, y la Internacional Sindical Roja, la Profintern. A menudo se confunden ambas o, simplemente, se dice “Internacional Comunista” sin que quede claro a cuál de ellas se refiere el autor en cuestión.

Se leyeron los tres informes, el de Hilario Arlandís, tan apasionado y favorable a la permanencia en las dos sindicales, como parecía desde 1919. El informe de Pestaña y el de Gastón Leval.

Quien lea el informe de Pestaña, Consideraciones y juicios acerca de la Tercera Internacional, verá que la voz de Pestaña no puede ser más crítica con lo que está pasando en la URSS y con las práctica manipuladoras y autoritarias de los bolcheviques, creo que ya ha quedado suficientemente claro anteriormente. No obstante, y de forma inconcebible, acaba pidiendo que la CNT siga en las filas de la Tercera Internacional. Los argumentos que esgrime son pueriles, excepto cuando dice:

[…] nosotros por ahora no tenemos otro medio de llegar al pueblo revolucionario que marchando de acuerdo con ese mismo Partido [48]

 lo que no deja de ser un argumento ingenuo que va en la línea de lo expuesto por Seguí en el Congreso de la Comedia. De alguna manera pone la importancia de las relaciones con la Unión soviética por encima, incluso, del apoliticismo, o anti-politicismo, de la CNT. Todavía sorprende más si se tiene en cuenta los fundamentos que él mismo había colocado en la construcción de una nueva internacional sindical en su paso por Berlín.

Gastón Leval no estuvo en la asamblea pero envía su informe. No lo he podido leer de primera mano, solo la versión que publicó Xavier Cuadrat en la revista Recerques en 1970. El año 2017 se publicó Dos anarcosindicalistas en la Revolución rusa. El libro es la reimpresión de Informe de mi estancia en la URSS, de Ángel Pestaña y Lenin sepulturero de la Revolución de Gaston Leval.  El trabajo de Leval se quiere hacer pasar por el informe que este presentó a la Conferencia de Zaragoza pero no lo es. Corresponde a otro artículo que publica en 1970 . Todos los escritos de Gastón Leval van en la misma dirección de crítica a los bolcheviques, tanto el publicado por Cuadrat como el de 1970 si bien entre ambos hay bastantes diferencias. Por otro lado, Leval llega a la URSS después que Pestaña lo que hace su testimonio sobre la falta de libertad mucho más impactante.

Hay que sumar otro factor que, a mi modo de ver, tuvo que influir muchísimo en las decisiones que tomaron los presentes en la Conferencia, ya se había anunciado la fecha de fundación de la Internacional Sindicalista de Berlín y se había fijado la fecha de diciembre de ese mismo año de 1922. Recordemos nuevamente los acuerdos de la Comedia: La adhesión a la Tercera Internacional era provisional hasta que no se convocase una Internacional heredera de la Internacional.

Quitando a Arlandís y alguno más, todo el mundo en la CNT estaba a favor de salir de la Tercera Internacional. Hubo dudas porque la reunión era un pleno y la decisión de adherirse provisionalmente a la Tercera Internacional se había tomado en un congreso y ninguna decisión podía estar por encima de las predisposiciones que hubiera tomado este porque el Congreso era la máxima expresión de la voluntad de la Confederación. Finalmente se consideró que los presentes tenían la representación de un número suficientemente grande de regionales y afiliados como para que sus disposiciones tuvieran el mismo rango que las de un congreso. El Pleno supuso una gran victoria del ala sindicalista de la CNT y, con todo a los pocos días estallaría una tormenta terrible alrededor de la “Declaración política”. La “Declaración” queda un poco alejada de este trabajo pero las personas que atacaron a los firmantes de la “Declaración” fueron las mismas que en 1931 harían sangre con las decisiones que se habían tomado respecto a la Revolución Rusa.

En definitiva, se decidió retirar la adhesión a la Tercera Internacional y se enviaron dos delegados al Congreso donde se iba a decidir la fundación de la Internacional Sindicalista de Berlín, que fueron Galo Díez y Avelino González Mallado. Ambos viajaron hasta allí pero llegaron cuando estaba a punto de acabar, justo a tiempo de presentar la adhesión de la CNT a la nueva internacional.

La Internacional de Berlín

Hemos de tener en cuenta que los orígenes remotos de esta internacional los encontramos en el Congreso Sindicalista Internacional de Londres en 1913. Un año más tarde empezaría la Primera Guerra Mundial y los proyectos que se querían desarrollar quedaron varados. En 1917 hubo la Revolución Rusa. Parecía que esta cumplía los principios anarcosindicalistas pero, tal como hemos comentado, no era así. Tras el IIº Congreso de la Tercera Internacional, en Berlín, coincidieron algunos de los delegados que habían asistido y que estaban decepcionados con lo que habían visto. Como ya hemos ido señalando, estaba Pestaña, también Souchy, Borghi y personajes de primera fila como Rudolf Rocker o Errico Malatesta, estos no habían asistido, Rocker porque se le denegó expresamente la entrada, pero que estaban convencidos de que la Revolución Rusa no era la revolución que deseaban anarquistas y sindicalistas. A su lado hay bastantes indicios de que se encontraban muchos otros sindicalistas y anarquistas. En esta reunión improvisada, porque no había ninguna convocatoria previa, se decidió la creación de un bureau provisional, del que Pestaña formaba parte, que tenía como finalidad convocar una reunión en diciembre de ese mismo 1920.Tarjeta Postal de la Unione Sindacale Italiana (USI) publicada en 1923,que muestra a un grupo de delegados, durante el congreso de fundación de la nueva AIT en Berlín en diciembre de 1922. De izquierda a derecha – arriba: Hermann Ritter – Schuster – Armando Borghi – Lindstam – Zelm – Th.J. Dissel; en el medio: Orlando – Augustin Souchy- Alexander Schapiro – Rudolf Rocker – Arturo Giovannitti – B. Lansink; abajo: Frans Severin – Virgilia d’Andrea Borghi, – Diego Abad de Santillán.

En diciembre muchas cosas habían cambiado. Se celebró la reunión sin la presencia de los dos sindicatos con más número de afiliados, la CNT y la USI italiana. Ninguna de las dos centrales pudo acudir debido a circunstancias políticas. La CNT estaba pasando por uno de sus momentos más trágicos asediada por la represión que ejercía Martínez Anido quien había pasado de ser Gobernador militar a Gobernador civil. Por su parte la USI también estaba padeciendo las secuelas de la ocupación de fábricas en forma de juicios y prisiones. Por otro lado, Jack Tanner, representante de las Trade Unions y unos de los más firmes puntales en su crítica de los soviets en septiembre de 1920, ahora iba al encuentro con el encargo de decir que su organización se mantenía dentro de la Tercera Internacional. También Rusia envió representantes que medio prometieron que la nueva constitución de la Tercera Internacional admitía la autonomía de los sindicatos. La otra gran organización sindical, la francesa, que ya había padecido escisiones con la aparición de los CDSR, se debatía en una profunda crisis interna alrededor de si Tercera Internacional sí, o Tercera Internacional, no. La decisión volvió a aplazarse para desesperación de Rudolf Rocker que fue quien primero vio la deriva autoritaria de la revolución bolchevique y quien más convencido estaba de que, tanto la Tercera Internacional, como la nueva entidad creada, la Sindical Roja, eran brazos del control político de los obreros mundiales. Con todo, la decisión se aplazó hasta una nueva reunión que se volvería a hacer en Berlín en junio de 1922 donde se tomaría la decisión última de crear una nueva sindical internacional revolucionaria. Fue a esta convocatoria a la que acudieron Galo Díez y Avelino González Mallada, la fundación oficial se hizo en diciembre de 1922.

En la fundación oficial habían representantes de la FORA argentina, de Chile, de la Unión por la Propaganda sindicalista de Dinamarca, la FAUD alemana, el Secretariado de los Trabajadores Nacionales de Holanda, la Unión Sindical Italiana, la Confederación General de los Trabajadores portuguesa, el SAC sueco, el Comité por la Defensa del Sindicalismo Revolucionario Francés y la Federación del Combatiente de París.

La CNT, ya lo hemos dicho, llega tarde a la reunión de junio. Pero era la sindical más importante con mucho. Así era reconocido y se convirtió en la gran esperanza de que, algún día, en España se hiciera la revolución. Solo 9 meses después de la fundación de la IWWA, Primo de Rivera dio el golpe de estado que trajo la Dictadura hasta 1931 y con ella volvieron los tiempos difíciles para la Confederación – quiero subrayar que la CNT no estuvo expresamente prohibida, simplemente se pusieron unas condiciones para mantenerse en la legalidad, imposibles de aceptar por los anarcosindicalistas, los sindicatos que aceptaron las condiciones impuestas por el régimen, continuaron con su actividad más o menos normal, mientras que la situación dentro de la CNT nunca quedó completamente clara. Esos años se vivió una huida de los sindicatos que constituían la CNT, al fin y al cabo, la CNT seguía siendo una confederación de sindicatos. Cuando se volvió a la legalidad, una vez derribada la Dictadura, se apresuraron a reingresar.

Proclamada la República, enseguida la Internacional convocó un Congreso en Madrid que tuvo lugar a continuación del Congreso de la Comedia. En esa reunión se tomó la decisión de que el Secretariado había de residir en España por ser la sección más numerosa y Ángel Pestaña fue escogido Secretario de la Internacional. Duraría poco en el cargo. Ya en el mismo congreso quedó claro que su nombramiento era polémico. Eusebio Carbó, que aspiraba al mismo cargo, denunció que Pestaña había maniobrado para arrebatarle el nombramiento. Más adelante la dirección de la Internacional se dividió en dos subsecretariados, uno de ellos con base en Barcelona y Helmut Rüdiger como subsecretario.

En 1937 Helmut Rüdiger escribió un informe, al dejar el cargo, que se publicó en 1938. El informe era muy duro con las prácticas de la CNT. Criticaba la falta de formación de la mayoría de los militantes e, incluso, de algunos de sus dirigentes. Reprochaba el aislamiento de la Confederación, la falta de interés por todo lo que pasaba más allá de las fronteras españolas. Un reproche que nos retorna al argumento de Seguí en 1919, es necesario unirse a la Tercera Internacional porque estamos muy aislados. Como si el círculo quisiera cerrarse.

Conclusiones

Creo que la consecuencia más importante de este viaje y de la Conferencia de Zaragoza fue precisamente la adhesión a la nueva internacional sindical. Siempre el foco se ha puesto en si hubo o no adhesión a la Tercera Internacional. Probablemente la razón sea la innegable influencia y repercusión de la Revolución Rusa en la historia del siglo XX. La existencia de la URSS fue un factor de primer orden en la magnitud de la influencia del marxismo frente al espacio, mucho más reducido, que ha ocupado el anarquismo, cada vez más minoritario y cuyo interés parece reducirse a su vertiente más violenta, como los atentados. El sindicalismo revolucionario aún ha despertado menos interés y solo recientemente han empezado los historiadores a concederle su atención probablemente por la identidad que existe en los métodos entre sindicalismo revolucionario y anarquismo. Incluso el concepto de “gimnasia revolucionaria” que tantas veces se ha atribuido a la FAI, en realidad es un “invento” de 1913.

En España no conocemos ningún trabajo dedicado a esta sindical, a pesar de la importancia que en ella tuvo la sección española. Posiblemente porque eso de sindicalismo revolucionario resulte un poco vergonzante. Al fin y al cabo, ¿no era, en el fondo, eso lo que llevó a la fundación de la FAI y su teoría de la trabazón? ¿Vigilar que la CNT no se volviera demasiado “sindicalista”? La ideología correcta era la anarquista y, además, es tan difícil distinguir entre anarcosindicalismo y sindicalismo revolucionario que con frecuencia se confunden. Nada de esto desmiente el hecho de que España fuera la sección más importante de la Internacional de Berlín, a la que los sindicalistas y anarquistas de todo el mundo giraran los ojos antes de 1939. Prueba de esto es que, en cuanto fue factible, el Secretariado residió en nuestro país.

La CNT sufrió una escisión porque los partidarios de la Revolución Rusa acabarán marchándose, aunque Hilario Arlandís, insistente, irá al Congreso del Conservatorio de 1931 y, allí, será expulsado en una escenificación dramática de la ruptura definitiva de la CNT con las doctrinas marxistas. Quizás no eran un grupo numeroso, pero, no nos engañemos, sí eran hombres valiosos por su formación.

Quienes se quedaron en el sindicato siguieron con las diferencias que ya existían desde siempre entre anarquistas y sindicalistas. Es una simplificación muy grande, ya lo sé. Los militantes más anarquistas de tanto en tanto reprocharan a los sindicalistas aquella decisión de formar parte de una internacional dirigida por un partido comunista. Es una polémica que se alarga en el tiempo, como ya he dicho, al menos hasta 1954. La discusión se centraba sobre todo en la redacción, si la adhesión había sido condicional o provisional. Pienso que hay un interés no confesado en mantener esta duda porque las actas del Congreso de la Comedia se publicaron en 1932. ¿No las leyeron? Quizás el retraso en ver la luz alimentó la polémica. Un polémica que llega a nuestros días cuando muchos historiadores afirman sin sombra de duda por su parte, que incluso la CNT dio su visto bueno a la Internacional comunista, sin distinguir demasiado a cuál de las dos internacionales se están refiriendo. Claro que la CNT se desligó de las dos.

Hemos de reconocer que hay una ambigüedad por parte de la CNT en todo el proceso. Ambigüedad que, bajo mi punto de vista, se da por varias razones. Primero el deseo que la revolución fura una realidad. Por supuesto no cualquier revolución, la revolución que los anarquistas soñaban, porque es lo que dicen los colaboradores espontáneos en la prensa, y los no tan espontáneos. Todos acaban siempre sus trabajos afirmando que se ha realizado la anarquía, eso en los primeros momentos. Internacionalmente, en 1919 se produce una situación revolucionaria como la revolución espartaquista de Alemania, las marchas de Italia con la ocupación de fábricas, incluso las protestas de los braceros andaluces. Parecía la hora del proletariado, de los desheredados de la tierra. ¿Estaba pasando eso en Rusia? Tal vez en un primer momento pero las circunstancias hicieron que se desviaran los primeros impulsos en esa dirección.

Todo eso ocurría en un marco de dificultades en las comunicaciones. Dificultades porque la guerra no es el mejor momento para la libertad de prensa, porque los países capitalistas no querían que se extendiera la revolución y, también, porque la guerra civil rusa vuelve a poner impedimentos para la fluidez de las noticias. Era natural la ambigüedad.

La decisión tomada servirá para intercambiarse reproches al menos hasta la guerra civil. Pero el hecho innegable es que en Rusia se había acabado con una autocracia y con las clases sociales tal y como eran conocidas y sufridas en Europa y España en particular. No se podía dar la espalda a todo eso y más cuando los países capitalistas estaban interviniendo en Rusia para expulsar el gobierno resultante. En todas partes los obreros estaban declarando el boicot a las mercancías que se enviaban a los ejércitos blancos. Resultaba incomprensible no pronunciarse a favor de quien en aquella ocasión era la víctima de la burguesía europea. Por otro lado, la Sindical anarquista de Ámsterdam, fundada en 1907, hacía tiempo que era inoperante, nunca contó con mucha aceptación y se necesitaba sentir que se formaba parte de una lucha más amplia, que la lucha era internacional. Volvemos a Seguí en la Comedia, estaban aislados.

A todo esto, Ángel Pestaña fue uno de los dirigentes más atacados desde este momento. Estoy convencida que la experiencia en Rusia cambio la percepción de lo que se necesitaba para hacer una revolución, se hizo más moderado, más sindicalista, algo que no le perdonarían los grupos radicales anarquistas que, a menudo, le reprocharon que hubiera firmado los acuerdos tomados en el Congreso de la Tercera Internacional. Ponían como ejemplo a Borghi, Secretario General de la Unione Sindicale Italiana, que se marchó sin participar en las sesiones, pasando por alto que, primero, Borghi llegó tarde, cuando ya el Congreso estaba acabando y que, segundo, no fue reconocido como delegado y no se le dejó participar en el encuentro. Además, se marchó antes de acabar la reunión apremiado por lo que estaba pasando en Italia.

Para Ángel Pestaña encontrarse con la revolución hecha realidad significó que empezara a plantearse temas y preguntas que tal vez nunca había pensado. Posiblemente no se había planteado la gran pregunta, ¿Qué hacer a la mañana siguiente de la revolución? ¿Cómo se resuelven los problemas cotidianos pero mucho más importantes en el día a día que las grandes cuestiones? Debió ser en ese momento cuando inicia su evolución hacía actitudes más moderadas, por más que nunca fue muy radical, en mi opinión. El descubrimiento del fracaso del sistema centralista de los comunistas para distribuir los suministros o la producción, le reafirma en sus convicciones federalistas. Al mismo tiempo constata con decepción y rabia el papel desempeñado por los anarquistas en los primeros momentos y como habían dejado el campo libre para que lo ocupasen los bolcheviques. Era necesario buscar una fórmula que impidiera la repetición de ese resultado. Creo que aquí empieza a germinar la reflexión que le llevaría con el tiempo a la fundación del Partido Sindicalista.

Bibliografía:

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Webs:

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http:// libcom.org

Archivos y Bibliotecas

 Biblioteca Nacional de Catalunya
Biblioteca Nacional de España
Arxiu Històric de l’Ajuntament de Barcelona
International Institute of Social History
Arxiu Nacional de Catalunya

Publicaciones periódicas

 Acción Social Obrera
Almanaque de Tierra y Libertad
Lucha Social
Solidaridad Obrera
Tierra y Libertad

Notas:
[1] Decir que había colapsado puede llevar a equívocos. La Segunda Internacional continuó existiendo pero muy desacreditada y con poca repercusión social y política.
[2] Tardaran meses en hablar de bolcheviques y se referirán a los no anarquistas como “maximalistas”.
[3] Tierra y Libertad, nº 370, 26 diciembre 1917.
[4] Tierra y Libertad, nº 381, 22 mayo 1918
[5] Grabriel Jackson en su libro Aproximación a la España Contemporánea, considera que Tierra y Libertad es mucho más entusiasta que Solidaridad Obrera,  (págs. 49-50. Edición 1981) però queda documentado que hay que matizar este entusiasmo.
[6] De hecho la presencia de Sofía Casanova en Rusia en el 1917 permitió a ABC tener un relato de los hechos en un plazo razonablemente corto. Más allá de la visión que daban, sí permitió conocer rápidamente el derrocamiento del Zar y la proclamación dela República rusa.
[7] Se esta refiriendo concretamente al diario madrileño ABC el cual cuenta desde el primer momento con las crónicas que le envía Sofía Casanova.
[8] Memoria del congreso celebrado en el teatro de la Comedia de Madrid los días 10 al 18 de Diciembre de 1919, pàg. 366
[9] ídem, pàg. 367
[10] ídem, pág. 347
[11] ídem
[12] Es la única vez que he encontrado este concepto de “unidad de producción” haciendo referencia a los grupos de afinidad
[13] Memoria del Congreso …, pág. 355
[14] ídem
[15] ídem, pág. 357
[16] ídem, pág. 360
[17] Memoria del Congreso celebrado en el Teatro de la Comedia de Madrid del 10 al 18 de diciembre de 1919. Confederación Nacional del Trabajo. Barcelona, 1932, pág.373
[18] Años después se estableció una polémica sobre el carácter “provisional” o “condicional” de la adhesión de la CNT a la Tercera Internacional, entre José Peirats y Andrés Saborit y en la que también intervinieron Gastón Leval y Eusebio C. Carbó, motivada porque, según los participantes en la polémica, no había actas mecanografiadas de este Congreso aunque habían sido publicadas en 1932, publicación en la que basamos este trabajo. Esta polémica se publicó en el libro de José Peirats, Figuras del Movimiento Libertario Español, 1978. págs. 95-182.
[19] THORPE, Wayne: The workers Themselves: Reovolutionary syndicalis and International Labour, 1913-1923, 1989, pàg.s 69-70
[20] Acabamos de ver como Eleuterio Quintanilla se identifica con el Sindicalismo Revolucionario al tiempo que hace referencia a la fidelidad indiscutida a los principios bakuninistas. Demuestra así, la conexión íntima entre anarquismo y sindicalismo
[21] “Memoria  que al COMITÉ DE LA CONFEDERACIÓN NACIONAL DEL TRABAJO presenta, de su gestión en el II Congreso de la Tercera Internacional, el Delegado, ÁNGEL PESTAÑA”. El manuscrito se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid. Acabó de escribirla en noviembre de 1921. Se publicó en la “Biblioteca Nueva Senda”.  Consideraciones y Juicios de la II Internacional es la segunda parte que se añadiría a esta memoria
[22] GARNER, Jason: Goals and means, Anarchism, Syndicalism, and Internationalism in the Origins of de Federación Anarquista Ibérica, 2016, pàg. 90
[23] Cabe señalar que la Regional Catalana había pedido que se retrasara el Congreso teniendo en cuenta la terrible situación que en aquel momento se vivía en Barcelona. Buenacasa, que era el Secretario Nacional, se negó. Precisamente mientras se celebraba el Congreso, la patronal madrileña preparaba su lock-out trasunto del de Barcelona
[24] Pierre Monatte fue uno de los fundadores de la CGT francesa a principios del siglo XX. En 1919 rompió con la CGT y fundó los Comités Sydicalists révolutionnaires, partidarios de entrar en la Tercera Internacional. Más tarde se pasaría al comunismo. En 1920 también era el Director de La Vie ouvrière
[25] GARNER: ídem. pág. 94. Pestaña conocía bien la obra de Sébastien Faure de quien había traducido las Doce pruebas de la inexistencia de Dios
[26] A París debe llegar sobre el 15 de abril de 1920 porque el día 16 escribe una carta al Comité Nacional en la que da la dirección a la que le pueden remitir las cartas. Ese día ja sabe que ha de ir a Rusia. El tiempo que pasa en la capital francesa no debe ser ni una semana porque la última carta que encontramos es del día 23 de ese mismo mes de abril. En ella ya informa de que ha de marcharse porque la policía le sigue la pista y al día siguiente, máximo, tiene que abandonar  Francia.
En la carta del día 22 pedirá dinero para llegar a la Unión Soviética, pero, atención, solo para el regreso. Per la ida ja tiene. [Tota esta correspondencia se halla en el ANC, Arxiu Nacional de Catalunya]
[27] Carbó tenia el encargo de pasar primero por Italia y se tuvo que quedar allí forzado también por las dificultades burocráticas
[28] En aquel momento Italia estaba gobernada per una coalición liberal-radical que mantenía una política mucho más de izquierdas que otros países europeos
[29] PESTAÑA, Ángel: La caída del dictador, 1932. En “La Novela Proletaria”, pàg. 15
[30] Manuel Fernández Alvar llega al IIon. Congreso de la Tercera Internacional como Delegado de la CGT francesa. Antes de iniciarse el Congreso, luchó con el ejército Rojo. Se quedó en Rusia casi hasta diciembre. Relatará su experiencia en una colección de artículos publicados en el Le Libertaire de Paris. Su visión de los hechos coincide con la de Pestaña
[31] Precisamente, y mientras estaba redactando este trabajo, el 6 de mayo de 2020, la web de Libcom ha colgado un artículo sobre la represión de las prostitutas ja en el año 1918,
https://libcom.org/library/lenin-orders-massacre-prostitutes-1918
[32] Tanto Volin como Gregori Maximov eran anarquistas rusos de contrastado prestigio y extensa formación. Especialmente grande era el prestigio de Volin.
[33] Informe de mi estancia en la URSS, pág. 34, 1968. En la mayoría de trabajos citan estas palabras como si hubieran sido escritas en 70 días en Rusia, lo que yo pienso pero en realidad corresponden al citado informe
[34] https://libcom.org/article/angel-pestana-trade-union-and-political-movement-spain-1920. Consultado por última vez el 27 septiembre 2023
[35] https://libcom.org/article/angel-pestana-womens-movement-spain-1920. Consultado por última vez el 27 septiembre 2023
[36] No parece exactamente una extradición. La policía española le estaba esperando al pie de la escalerilla del barco porque la policía italiana dio aviso de que viajaba a España . Todo el período de encarcelamiento y llegada a España de Pestaña en 1920 está envuelto en una nebulosa. No he podido consultar los fondos italianos.
[37] En Acción Social Obrera, 1 marzo 1922 i Lucha Social, 18 marzo 1922

*  Doctora en Historia Contemporánea con una tesis sobre Ángel Pestaña.
Profesora jubilada de Historia en Enseñanza Secundaria. Publicado en Conversación sobre la historia

Libre descarga: Ángel Pestaña. Setenta días en Rusia

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