Nigeria: brújula para orientarse en la actual crisis

Nigeria: brújula para orientarse en la actual crisis
Lagos, capital de Nigeria

Por Omer Freixa*

Nigeria es el “elefante africano”, en democracia desde 1999 y tras varios golpes de Estado a partir de su independencia en 1960, el país más poblado de África sufre de severos problemas securitarios relacionados con el yihadismo y otros escenarios diversos de inseguridad en un país tan extenso. Pero el objetivo aquí es tratar la protesta actual y derivada principalmente de la situación crítica de su economía

Lo más acuciante es el alto costo de vida para una población de más de 210 millones de la cual, según el Banco Mundial, casi el 40% en 2023 es considerada pobre con un estimado de 87 millones de personas viviendo por debajo de la línea de pobreza. En 2018 este país de África Occidental había reemplazado a la India como la nación del mundo con el mayor número de población en pobreza extrema.

Hace poco más de un año publiqué sobre el mismo tema, la protesta, pero en Senegal. Esta vez me traslado bastante más al sureste con un patrón ya visto, movilizaciones ante todo protagonizadas por población joven y que replican situaciones precedentes de descontento generalizado frente al gobierno y su incapacidad de resolver los problemas cotidianos del grueso de la población.

Una protesta que no es novedad

El ciclo contestatario, iniciado el pasado 1° de agosto y que se extiende hasta el día 10, se inspira en lo ocurrido en Kenya, según alegan sus participantes, país del Cuerno de África en el cual un estricto e impopular proyecto de ley impositivo debió ser rechazado por el presidente ante la ira desatada del pueblo durante varios días, con saldos trágicos y la disolución del gabinete nacional.

La cosa no parece marchar mejor en territorio nigeriano. La situación presente en ambos países (al cual se puede sumar Uganda como caso reciente), evidencia a la “Generación Z” como protagonista y una composición social del movimiento ya visto en otros escenarios críticos de la historia actual nigeriana, por ejemplo a la luz de las protestas de octubre de 2020, al eclosionar el descontento contra una unidad policial por su brutalidad expuesta en un video famoso, expandiéndose una movilización masiva y de carácter nacional que paralizó al país. La respuesta oficial fue la disolución de esa unidad pero primero la represión que dejó, se calcula, más de una centena de muertes en esas semanas de fines de 2020.

Otro motor de la protesta fue su rápida difusión a través del uso de redes sociales como medio de propiciar la movilización. En 2020 se popularizó la etiqueta #EndSARS y ahora el malestar se canaliza bajo la consigna #EndBadGovernaceInNigeria criticando no solo la marcha de la economía sino también la corrupción gubernamental. Hay un claro destinatario del descontento efervescente, el presidente Bola Tinubu.

Razones del descontento

La movilización actual apunta a la preocupación sobre una economía crítica y recalentada, en particular reparando en el alto costo de vida. El año pasado millones de habitantes del país ingresaron a la pobreza y la inflación marcó récord en un cuarto de siglo elevándose al 31,7% solo en febrero pasado. Tinubu lleva poco más de un año y sus promesas electorales de mejora económica no se han manifestado sino todo lo contrario. La política adoptada de reformas del presidente asumido en mayo de 2023, de retiro del subsidio al crudo y el fin del control estatal sobre la la naira, pese a haber elevado el salario mínimo y la aplicación de otros paliativos, no ha hecho más que depreciar la moneda nacional y seguir incrementando la inflación. Los alimentos más necesarios han aumentando sus precios un 40% en aproximadamente un año y la nafta ha triplicado su valor. Así que, muestra del hartazgo, junto a las demandas de mejora económica se sumaron reclamos de renuncia del mandatario, como en Kenya.

Respuesta oficial

Iniciadas las protestas, con saqueos y destrucción a iglesias del norte, el domingo 4 el presidente Tinubu exigió su cese e instó a establecer el diálogo. La convocatoria a protestar inició en forma menos masiva en Abuja, la capital, y Lagos, la ciudad más poblada, y luego se expandió más que nada por el norte del país generando casi 700 detenciones solo durante los primeros dos días de protesta y un saldo trágico de al menos 13 personas fallecidas por el accionar represivo de las fuerzas de seguridad, según denunciara Amnistía Internacional el fin de semana pasado. Por ejemplo, en la ciudad norteña de Kaduna se dio la muerte del joven de 24 años Abubakar Adam Abdullahi, abatido por fuego policial según denuncia su familia y reclama justicia. Casos así se pueden incrementar alarmantemente, sobre todo pensando en el antecedente mencionado de las movilizaciones de octubre de 2020, temiéndose una nueva oleada represiva de tamaña envergadura como la de aquella vez.

Al dirigirse a la nación, Tinubu defendió su política económica y se mostró compasivo frente a las penurias que vive la mayor parte de la población. Sin embargo, no perdió tiempo en acusar a la oposición de orquestar las movilizaciones y ha trascendido que el gobierno pagó a grupos que movilizaron contra las personas que se manifiestan. Los voceros del movimiento opositor, diverso y que incluye a varias fuerzas políticas del país, entre los cuales se cuenta el afamado escritor Wole Soyinka, respondieron que las palabras de Tinubu no son empáticas y han tildado su discurso de insensible.

Además, coinciden las fuerzas críticas, la respuesta oficial está muy lejos de intentar resolver las exigencias formuladas al gobierno. Asimismo, señalan que la represión ha sido casi la única respuesta a los reclamos populares que Tinubu, no obstante, considera legítimos. Por último, se denuncia que el presidente no instó a iniciar la correspondiente investigación judicial por casos de civiles sin armas que murieron durante las marchas, admitiendo la intervención de agentes estatales. Un dato interesante, para cerrar. En algunos puntos del norte nigeriano se han visto en las protestas banderas rusas, como ya viene sucediendo en otros países de la región, y hasta imágenes de Vladimir Putin. Sin embargo, el Kremlin dejó clara su falta de vinculación en la orquestación de las masivas manifestaciones que sacuden una vez más al “elefante africano”.

* Historiador africanista argentino. Profesor y licenciado en historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA), Magíster en Diversidad Cultural con especialización en estudios afroamericanos (Universidad Nacional de Tres de Febrero -UNTREF-). Docente, investigador y divulgado. En Africaye.org.

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