Querido Ion Arretxe…

Son las siete y media de la tarde, y se nos llenó la sala, las escaleras, los huecos… No quisiera ser cursi, pero se respiraba amor, cariño, ya sabes tú eras así, como un abrazo enorme que no tenía fin. En la sala hay calor, lo hace, llevamos unos días que Madrid parece un infierno, pero también se percibe el calor humano

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