Glencore, el gigante suizo de la minería y la corrupción en el Congo y el mundo

Glencore, el gigante suizo de la minería y la corrupción en el Congo y el mundo

Por Julián Gómez-Cambronero Alcolea*

En el imaginario colectivo tenemos grabado que en países como el Congo o en África en general la corrupción es casi consustancial y, aunque en nuestro mundo occidental sabemos mucho de corrupción, la de ellos es inmensamente superior y es en parte responsable de la miseria que millones de personas viven allí. Solemos obviar cuando pensamos lo anterior que en todo proceso de corrupción hay dos partes: la corrompida y la que corrompe, el que recibe y el que da, quien se lucra, incluso a costa de su pueblo, y quien se lucra fomentándola y haciéndola norma en sus negocios.

El comportamiento de Glencore y otras muchas empresas en la RDC es un acto criminal

También podemos creer que los corruptores de nuestro mundo occidental son organizaciones criminales, mafias, gente que vive en un universo paralelo donde todo está permitido y que no tiene sitio en nuestra sociedad democrática y de Derecho. La multinacional suiza de la minería Glencore es el mejor ejemplo de que esto no es así y que los mas firmes pilares de nuestro sistema socioeconómico pueden estar completamente sumidos en la corrupción.

Las corrupciones de Glencore que hasta la multinacional reconoce

Escribir sobre la corrupción de la multinacional Glencore tiene una ventaja: que no hay que demostrar nada pues, en muchos casos, está juzgada, condenada y aceptada por la propia multinacional mediante acuerdos que reconocen su culpa y aceptan multas supermillonarias… aunque esto no impida que siga operando con completa normalidad. Pero conozcamos un poco a Glencore.

Glencore es el gigante mundial de los minerales y una de las principales compañías productora y comercializadora de recursos naturales que incluyen petróleo, carbón, cobre, zinc, cobalto… pero también cereales y otros productos agrícolas. Sus explotaciones están por todo el mundo y su presencia en determinados mercados la lleva a ser uno de las grandes controladoras de recursos minerales –más de la mitad del negocio mundial de zinc y más de una tercera parte del de cobre es suyo-. La multinacional tiene más de 140.000 empleados y sus ingresos en 2022 superaron los 250.000 millones de dólares. Cotiza en la bolsa de Londres, entre otras.

Obviamente no estamos hablando de una empresa ni pequeña ni aislada de la economía mundial sino de una de las más grandes multinacionales a nivel mundial -puesto 59 en el Forbes Global 2000 de 2023-, con estrechos tratos y lazos con otras muchas empresas y gobiernos de todo el mundo y, por supuesto, grandes beneficios. Sólo que buena parte de esos beneficios se han obtenido a base de millonarios sobornos por todo el mundo, especialmente en África en general, y en Nigeria y la República Democrática del Congo (RDC) en particular.

Glencore ha enfrentado recientemente dos grandes procesos judiciales en Estados Unidos y Reino Unido por sus reiteradas prácticas de soborno con resultados similares y otras muchas demandas.

En noviembre de 2022, tras una investigación de la SFO británica (Serious Fraud Office) un Tribunal de la Corona Británica le imponía sanciones por 280 millones de libras -más de 400 millones de dólares- por el soborno de 29 millones de dólares entregado a funcionarios africanos para acceder en condiciones ventajosas al mercado del petróleo.

Hace poco más de un año una jueza de Nueva York imponía una sanción de 700 millones de dólares -de ellos, 428,5 correspondían a multas- por haber empleado unos cien millones en sobornar a funcionarios de Brasil, Venezuela, Nigeria y la RDC. Aún así se benefició de un descuento del 15% por su colaboración en el proceso, una vez “pillados”. En 2022 un Tribunal de Connecticut le había impuesto una multa de 341 millones de dólares y 144 millones más en concepto de decomiso por manipular el mercado mientras que en septiembre pasado casi 200 inversores de la compañía -incluyendo grandes fondos de inversión, fondos soberanos como KIA y fondos de pensiones de multinacionales como BP o Shell- demandaron a Glencore por daños y perjuicios al haber informado con omisiones y falsedades en su salida a Bolsa en Londres en 2011 y en su fusión con Xstrata en 2013.

Cómo trabaja Glencore sus sobornos

Los diferentes juicios y procesos han dejado al descubierto sus numerosos sobornos y la manera de actuar de esta multinacional.

En 2011, tras proclamarse Sudán del Sur independiente, varios empleados de la compañía viajaron al nuevo país en un avión privado con 800.000 dólares en efectivo para abrir una nueva oficina de Glencore aunque sirvieron para sobornar a los nuevos funcionarios del país.

Entre 2012 y 2015 un ejecutivo de la compañía sacó más de seis millones de euros en efectivo de la caja de la sede central de Baar (Suiza) y los repartió en 25 operaciones de soborno en África Occidental.

En 2014 Glencore contribuyó con 300.000 dólares a la campaña de reelección de un político nigeriano, dinero que viajó de banco en banco desde Suiza hasta Chipre, pasando por Nueva York.

En Brasil, Glencore repartió unos 40 millones de dólares a funcionarios. En concreto, entregó a tres funcionarios de PetroBras 147.000 dólares que enmascaró como un “cargo por servicio” de cincuenta centavos por cada barril que compraba.

En Venezuela pagó 1,3 millones de dólares para acelerar el cobro de una deuda de 12 millones de dólares que mantenía con Glencore la empresa pública de petróleos PDVSA.

El Congo, sobornos que dañan a su pueblo

La República Democrática del Congo (RDC) es un paraíso mineral y un paraíso de corrupción donde las “mordidas” para conseguir grandes rebajas en las concesiones de explotaciones mineras o pagar una tasa menor por el mineral que se extrae son norma. Visto lo anterior es fácil imaginar que Glencore se mueve como pez en el agua en un mar que ha contribuido a crear.

Congo no está en venta. Retrato de Dan Gertler

Glencore lleva muchos años en la RDC, de manera que se topó desde un principio con un auténtico artista de los sobornos, el magnate israelí Dan Gertler, sancionado hace pocos años por Estados Unidos por sus turbios negocios. El israelí comenzó su carrera en el Congo siendo muy joven y su amistad con Joseph Kabila, el hombre fuerte del país durante muchos años, ha sido muy beneficiosa para ambos. Dan Gertler era el intermediario entre quienes querían explotar los recursos mineros congoleños y su gobierno, ansioso de ingresos tras las guerras que había librado. Se supone que Joseph Kabila también recibía su parte de esa intermediación. Pese a la amistad y negocios que unieron a Glencore y Gertler, la multinacional perdió en 2020 una demanda que interpuso contra el magnate israelí por… ¡corrupción! Y, por su parte, Gertler demandó a Glencore por una deuda de tres millones de dólares en concepto de regalías no pagadas.

Los Paradise Papers demostraron que gracias a la influencia de Dan Gertler -al que Glencore había concedido un préstamo de 45 millones de dólares-, la multinacional suiza consiguió el pass de porte, el permiso para operar en una de las mejores minas del mundo de cobre y cobalto por 140 millones frente a ofertas de 585 millones de otros aspirantes.

Tras las investigaciones del Departamento de Justicia de EEUU y las evidencias de corrupción de Glencore en la RDC, la multinacional y el gobierno congoleño llegaron a un acuerdo. Glencore reconoció haber pagado sobornos a funcionarios congoleños por 27,5 millones de dólares y aceptó pagar a la RDC 180 millones de dólares “que cubre todos los reclamos presentes y futuros que surjan de cualquier presunto acto de corrupción por parte del Grupo Glencore en la RDC entre 2007 y 2018”, según un comunicado de la propia multinacional suiza que, de esta manera, se cubría las espaldas ante la posible aparición de nuevas evidencias de su corrupción durante esos años además de representar un reconocimiento de hecho de que había más -o mucho más- de lo que se había descubierto. Aún así sobre este acuerdo -evidentemente escaso ante todos los “descuentos” conseguidos con sus sobornos- pesan razonadas sospechas al no haber sido hecho público… ¿No se ha vuelto a tirar del soborno para obtener un acuerdo más barato con los políticos congoleños con los que se negoció?

Este acuerdo, además, sirve a Glencore para seguir haciendo negocios en la RDC no solo con las minas que posee sino abriéndose a otros minerales y el pasado 13 de noviembre se publicó el acuerdo entre Tantalex Lithium Resources y Glencore para que los suizos comercialicen las enormes reservas de litio que atesora la mina congoleña de Manono.

Más allá de otras consideraciones, la corrupción de Glencore supone un daño directo para el pueblo congoleño, para todas las personas que, en el mejor de los casos, sacan a su familia adelante con menos de dos dólares diarios y viven en la miseria con unos paupérrimos servicios públicos -cuando los hay- que, aunque parte se quedara por el camino, serían mucho mejores y abundantes si empresas como Glencore pagaran lo que deben pagar. El comportamiento de Glencore y otras muchas empresas en la RDC es así un acto criminal contra la dignidad y la vida de millones de personas.

Como expresaba tras la sentencia Lisa Osofsky, directora de la SFO británica:

Durante años y en todo el mundo, Glencore buscó ganancias en detrimento de los gobiernos nacionales en algunos de los países más pobres del mundo. La despiadada avaricia y la criminalidad de la empresa han quedado expuestas con razón

El negocio de pagar multas… y seguir como si no hubiera pasado nada

Frente a las denuncias de corrupción Glencore lleva a cabo tres pasos claramente delimitados:

Negarlo todo -en tanto no se puede demostrar-. Ivan Glasenberg fue director ejecutivo de Glencore entre 2002 y 2021. Aunque gobernó la multinacional durante los años que “cubre” el acuerdo de reconocimiento de sobornos en la RDC negó tajantemente, mientras pudo, cualquier acusación en ese sentido. Y no le fue mal la operación porque hoy, según la revista Forbes, atesora unos 8.000 millones de dólares.

Reconocer la culpa y negociar multas, como ya hemos visto -cuando están acorralados-.

Echar la culpa a los anteriores ejecutivos y asegurar que no volverá a ocurrir -cuando ha pasado todo-. Así opinaba su actual presidente Kalidas Madhavpeddi tras todo lo sucedido:

Glencore hoy no es la empresa que era cuando ocurrieron las prácticas inaceptables detrás de esta mala conducta. La Junta y el equipo directivo están comprometidos a operar una empresa que cree valor para todas las partes interesadas operando de manera transparente bajo un conjunto de valores bien definido, con apertura e integridad a la vanguardia.

Por su parte, el actual director ejecutivo, Gary Nagle, decía:

Reconocemos la mala conducta identificada en estas investigaciones y hemos cooperado con las autoridades. Este tipo de comportamiento no tiene cabida en Glencore, y la Junta Directiva, el equipo directivo y yo tenemos muy clara la cultura que queremos y nuestro compromiso de ser un operador responsable y ético dondequiera que trabajemos.

Y, al menos hasta el próximo soborno que se descubra, la web de Glencore afirma tajante, casi ofendida:

Esta política (de ética y transparencia) establece nuestro enfoque para la prevención del soborno y otras formas de corrupción. No participamos en corrupción y nunca pagamos sobornos, independientemente de con quién estemos tratando o cuál sea la costumbre o práctica local.

Tras estos monumentales escándalos y sentencias históricas expresadas sin duda alguna, Glencore puede seguir operando con total tranquilidad y acumulando enormes beneficios porque, sí, es cierto, ha pagado astronómicas multas pero, ¿qué representan en realidad sobre el negocio que han hecho y seguirá haciendo y sobre los cuantiosos beneficios que obtiene?

Según la propia Glencore, las multas a pagar podrían suponer unos 1.500 millones de dólares -incluyendo las multas por manipulación del mercado, una tercera parte del total- pero pongamos esta cifra en contexto cuando, entre 2018 y 2023, la media de beneficios de la multinacional supera los 4.500 millones anuales. Pagar sobornos y multas, de esta manera, es rentable. Hemos visto cómo en una sola operación en la RDC Glencore ahorró cerca de 450 millones de dólares mientras que en Nigeria 52 millones de dólares “invertidos” en sobornos entre 2007 y 2018 supusieron una ganancia de 124 millones. Y, en el caso de que te pillen, tras años delinquiendo, puedes solventar el problema con un tercio de los beneficios de un solo año. ¿Se explica que los apuntes contables de los sobornos de Glencore se titularan “gastos útiles”?

Impunidad para los responsables. El negocio tiene que continuar

Como hemos visto, los derechos y propiedades que Glencore ha obtenido mediante sobornos, por muy demostrado que esto quede, siguen perteneciendo a la multinacional y los puede seguir explotando tranquilamente. No es de extrañar que la propia revista Forbes, tras analizar esta serie de escándalos y condenas, afirmara:

A los inversores de Glencore no parece preocuparles el escándalo de los sobornos

Hay que remarcar que entre estos inversores hay un puñado que supera, y por mucho, los mil millones de euros de fortuna personal. Algunos han trabajado en la propia Glencore, empezando por el citado Ivan Glasenberg, el más rico de todos, y siguiendo, de más a menos con Aristotelis Mistakidis (3.500 millones de dólares), Alex Beard (2.250 millones) y Gary Fegel (1.600 millones), a los que hay que sumar, como simples inversores, al discreto multimillonario español -uno de los más rico de nuestro país-, Daniel Maté (3.600 millones) y el trader de petróleo Tor Peterson (2.700 millones).

Más aún, en junio de 2022, esta prestigiosa revista consideraba sobre Glencore lo siguiente:

La empresa se encuentra en la envidiable posición de ser uno de los mayores comerciantes de energía del mundo en un período de aumento de precios y escasez, así como una de las mayores mineras de metales como el cobre, el aluminio y el cobalto, todos elementos vitales para la fabricación de baterías para vehículos eléctricos y otras fuentes de energía alternativas.

Sobre este particular, Transparencia Internacional del Reino Unido decía, tras conocerse la sentencia en su país:

Es necesario ampliar la ley para establecer los derechos de las víctimas en casos de corrupción internacional y garantizar que puedan ser compensadas y recuperar sus activos.

Pero en ese comunicado también señalaba la otra causa de que todas estas prácticas se realicen sistemáticamente:

Enjuiciar con éxito a personas involucradas en importantes casos de corrupción es esencial para disuadir de manera creíble a otros de desobedecer las estrictas leyes británicas contra el soborno.

Porque, aun quedando claro en las propias sentencias la responsabilidad de altos ejecutivos de la empresa, ninguno de ellos ha sido condenado por lo que tanto ellos como los que les sigan en el cargo no tienen problema en repetir prácticas delictivas que lo único que harán será llenarles los bolsillos.

Para empezar, ni siquiera se les señala por sus nombres en la investigación, siendo el Ejecutivo 1, Ejecutivo 2, Ejecutivo 3… Hasta la fecha sólo dos operadores menores han sido enjuiciados con nombres y apellidos aunque, hay que insistir, en los dos grandes procesos jueces y fiscales han insistido en la responsabilidad de los principales dirigentes de Glencore:

El alcance de este esquema criminal de soborno es asombroso. Glencore pagó sobornos para asegurar contratos petroleros. Glencore pagó sobornos para evitar auditorías gubernamentales. Glencore sobornó a jueces para hacer desaparecer las demandas. En el fondo, Glencore pagó sobornos para ganar dinero: cientos de millones de dólares. Y lo hizo con la aprobación, e incluso el estímulo, de sus altos ejecutivos

Afirmaba el Fiscal Federal para el Distrito Sur de Nueva York, Damian Williams, mientras que el juez del Tribunal de la Corona de Southwark, decía en su sentencia:

los hechos demuestran no sólo una criminalidad significativa sino también dispositivos sofisticados para disfrazarla

Y destacaba que el soborno se había convertido en una manera de hacer negocios en África Occidental.

Pero, sin mayores consecuencias, todo sigue adelante, y no son solo los inversores de Glencore los que no abandonan la nave, porque ésta les sigue ofreciendo millonarios ingresos, sino otras grandes multinacionales que comercian con el gigante suizo sin ningún rubor como, en el caso de la producción de cobalto congoleño, hacen Samsung, Renault, BMW o LG Chem -mientras otras también ni siquiera lo reconocen- no siendo obstáculo comportamientos criminales conocidos y juzgados para seguir haciendo negocios.

¿Sigue Glencore con sus prácticas corruptas tras haber sido condenado?

Visto todo lo anterior sería ingenuo pensar que todos los actos delictivos cometidos por la multinacional suiza a lo largo de los años y el ancho mundo han sido descubiertos y juzgados, entre otras cosas porque una parte de sus “gastos útiles” han tenido como destino a la propia Justicia para evitar procesamientos. En 2010 un juez de la RDC archivó una demanda contra la filial de Glencore KCC por impago de 16 millones de dólares tras recibir medio millón de dólares en pago de una factura falsa por trabajos jurídicos.

Pero la pregunta que surge ahora es sobre si el gigante suizo ha quedado escarmentado o, simplemente, no va a variar unas prácticas asimiladas a su forma de hacer negocios, que tan rentables le han resultado. Obviamente ha pasado poco tiempo y será éste el que nos cuente lo que va sucediendo.

Pocos meses antes de dictarse las sentencias se dieron a conocer varias nuevas investigaciones que señalaban a Glencore.

En julio de 2022 Camerún anunció que estaba investigando a Glencore por sobornos a funcionarios públicos y en octubre la Comisión Anticorrupción de Zambia abrió una investigación sobre un presunto pago de tres millones de dólares por parte de Glencore a un partido político zambiano. En 2021 la multinacional suiza dejó el país tras vender por un solo dólar sus participaciones a la empresa pública ZCCM, que asumió en el acuerdo una deuda de 1.500 millones de dólares que correspondía al gigante suizo.

Conclusiones

El caso de Glencore evidencia cómo la corrupción forma parte de la manera de hacer negocios a nivel internacional y en las más altas esferas, sin que cotizar en tal o cual importantísima bolsa de valores, firmar acuerdos con Estados democráticos o liderar los mejores rankings de productividad o beneficio garanticen estar libre de ello. Estas prácticas corruptas alimentan, cuando no crean, sistemas corruptos endémicos en los que los sobornos son sólo un apunte contable más y otra forma de ganarse la vida donde ya de por sí es difícil.

Esta corrupción a escala multimillonaria se ve favorecida por un sistema penal que muchas veces se limita a poner multas que se pagan con parte del beneficio de esa misma corrupción y no afecta ni al desarrollo de las empresas que delinquen ni a sus directivos, cerebros, ejecutores y principales beneficiados de ese sistema.

Al final, este sistema corrupto de negocios estruja sociedades y personas que viven en la miseria, independientemente de la riqueza que las rodee, y las priva de posibilidades reales de desarrollo al robar sus recursos y establecer un modo de vida del que no pueden escapar.

* Congo en español. @CongoActual

República Democrática del Congo – LoQueSomos

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