Victoria, Prego

Victoria, Prego

Por Nònimo Lustre

La eximia gacetillera Victoria Prego (1948-2024), de la distinguida familia de Oliver y Tolívar, hermana de un magistrado del Tribunal Supremo, ha fallecido en un Madrid abrumado por un tsunami de alabanzas a su trayectoria ¿más política que periodística? -seguramente. Según sus palmeros, fue retratista de la (Inmaculada) Transición, Voz de la Transición, histórica, cronista, biógrafa, “la persona menos sectaria y menos pagada de sí misma“ y hasta símbolo –¿mitológico?. Más aún, Pedro Sánchez se ha descolgado con un tuit X que, literalmente, nos explica a los perplejos ciudadanos que “suya fue la voz que nos enseñó qué fue la Transición a toda una generación” -buena ocasión para que el nonato Regenerador se arrepienta otra vez.

Cuando se hayan agotado los ditirambos, en pocos días los tigres de papel, la televisión y, quizá, las RRSS, comenzarán a irritarnos con la abusiva repetición de sus obras mil veces emitidas. Sin embargo, para quienes suscribimos este particular obituario, Prego ha sido de extrema derecha hasta su muerte y, en especial, sólo ha sido una enchufada falsificadora -por acción y, en especial, por omisión- de la más infame Transacción (sic) que España padeció desde finales del siglo XX hasta la fecha. Por esto último, sobre el aluvión de lisonjas que hoy está recibiendo, parafraseando a Quevedo, podríamos decir que sus adictos han “desatado su afán ansioso lisonjero”.

En frase venerada por los más adocenados charlatanes, “como-no-podía-ser-de-otra-manera”, su primer trabajo fue en el diario El Alcázar (de Toledo), covachuela de falangistas que presumían de la dialéctica joseantoniana “de los puños y las pistolas”, eslogan que ellos creían poético no tanto por su inspirado numen sino porque lo gozaban para asesinar al proletariado militante durante la República y para fusilar a troche y moche durante la infinita Paz (¿) franquista. Su Great Leap Forward (maoísta ‘gran salto hacia adelante’) ocurrió cuando, en 1974, empezó a tomar el mando de Televisión Española -un año antes del óbito de Su Excrecencia. A partir de tan señalad fecha franquista, todo fue monte y orgasmo. Por ejemplo, como cuando, en 1987, con ayuda de muchos firmó su Gran Obra: la serie La Transición, estrenada ocho años después, cuando las masas insurrectas estaban de capa caída quizá porque, o habían sido asesinadas, o tenían la columna molida a palos. O, seguramente, cuando los jerarcas de los medios notaron que pocos se habían rasgado las vestiduras cuando se emitió Mujer progresista, otra de sus series y, quizá, la más desfachatada -no creemos que sea emitida en esta ola de revival salvo que la incluyan en una serie cómica.

En el año 2000, entró en El Mundo y, en 2008, repitió regüeldos firmando ¡otra vez! La Transición… pero con otro título que les ahorramos. Y, más infamia: también firmó -firmar no es escribir- una serie al estilo del Selecciones del Reader’s Digest que abarca la historia de España (su Historia) entre 1978 y 2008. E incluso firmó tres libros donde, entre lechuga y lechuga, deslizaba frases tóxicas como hacernos creer que, con Franco, Juan Carlos Emérito era un Príncipe desconocido “del que no se hacían ni chistes”, un grueso embuste porque todavía quedan españoles de cierta edad que recitarían de corrido docenas de chascarrillos a cual más hiriente -e ingenioso.

Prego monopolizó el gremio periodístico y, gracias a su canonjía directa con todos los gobiernos que han inficionado este país (desde los franquistas hasta los ‘coaligados’) consiguió que sus feligreses olvidaran que, para sus amigachos franquistas, la prensa revoltosa era denigrada como “la canallesca”. ¿Cómo lo consiguió?: muy fácil, encanallándose más que nadie, inventando las más groseras fake news y, a la postre, entronizándose como la Reina del Bulo cuando ese término todavía no había sido descubierto.

La lista de sus iniquidades es enorme. Tanto que sólo citaremos sólo una que se resume en su titular: Victoria Prego y su mano derecha ocultaron al resto de la junta de la APM las “pruebas” contra Podemos (https://www.eldiario.es/politica/comunicado-apm-denunciando-podemos-prensa_1_3546101.html) En breve, este artº escribía que “El comunicado que la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) difundió el pasado lunes para denunciar “el acoso” de Podemos a un grupo de periodistas que siguen su actualidad nació de las quejas que una decena de redactores que se han sentido humillados y amenazados por dirigentes de la organización a través de mensajes telefónicos y en las redes sociales. Esa denuncia de la asociación profesional, que ha llevado al PP a comparar el trato de Podemos a la prensa con el de la izquierda abertzale, se fraguó a espaldas de la mayoría de la junta directiva de la APM.” Aunque fechado en 2017, este breve párrafo es uno de los primeros en la estrategia que todavía sigue el neofranquismo: “Podemos y similares son ETA” -ahora, “encapuchados que vigilan un domicilio conyugal”.

Al final de los años 2020, cuando vio que la impoluta victoria del Caudillo y, correlativamente, su absolutista reino personal sobre los medios de desinformación, estaba siendo mordisqueado por otra prensa, decidió traducir su nombre al italiano y, por eso, titulamos esta nota “victoria, prego”.

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