20/ 3/ 2003: La guerra del Golfo, que iniciaran unos golfos

20/ 3/ 2003: La guerra del Golfo, que iniciaran unos golfos
Marines cubriendo la cara de una estatua del dictador Saddam Hussein con una bandera estadounidense, antes de derribarla en el centro de Bagdad, Irak, 9 de abril de 2003. Foto: AP

Por Iñaki Alrui*

“Las guerras siempre empiezan mucho antes
de que se oiga el primer disparo,
comienzan con un cambio de vocabulario en los medios”
Kapuściński

Operación Nuevo Amanecer Era un jueves, 20 de marzo de 2003, ese día una coalición criminal liderada por Estados Unidos, junto a países aliados como Reino Unido y España, inició una invasión a Iraq, un estado hasta entonces soberano. Todo bajo la justificación de una gran mentira, concebida a la medida desde el “Pentágono”, como fue la afirmación de que el presidente Saddam Hussein poseía y desarrollaba armas de destrucción masiva. Saddam Hussein fue derrocado, pudo esconderse durante casi nueve meses antes de ser aprehendido el 13 de diciembre de 2003. Sería condenado a muerte y ejecutado en la horca en Bagdad en 2006.

Las armas de destrucción masiva nunca aparecieron, es más, hoy sabemos con toda certeza que no existían.

“El trío de las Azores” aseguró que no se prolongaría más de unos meses la invasión, pero las invasiones sangrientas, y no importa a qué país, siempre, siempre, consiguen empeorar la situación. Con la quebradura geoestratégica de la zona se iniciaba una larga lucha contra la insurgencia cuyas consecuencias perduran hasta hoy, son guerras “sordas” pero ahí están.

Dicho sea de paso, hablamos de una invasión made in USA. Tres expresidentes estadounidenses han invadido nueve países a lo largo de 23 años, provocando 11 millones de civiles muertos, y nadie los llama criminales de guerra: Bush, Clinton y Obama.

Volviendo a Iraq, Hussein gobernó el país con mano de hierro desde 1979 hasta 2003, su represión fue brutalmente especial contra el pueblo kurdo, pero paralelamente fue un socio preferente de EEUU en la zona.

La invasión de Iraq fue televisada y la podíamos seguir, parcialmente, desde nuestros cómodos sillones en occidente. Al año siguiente, 2004, nos enteramos de los maltratos y torturas en la prisión de Abu Ghraib por parte del ejército estadounidense, nos escandalizamos muchísimo también desde nuestros sillones. Y simplemente estábamos viendo una ínfima parte de las consecuencias de la guerra y del deprecio yanqui hacia los derechos humanos. En 2010 Julian Assange nos abrió más los ojos, al publicar a través del portal WikiLeaks las imágenes del ataque aéreo del 12 de julio de 2007 en Bagdad, titulado «Asesinato colateral», en el que periodistas iraquíes de Reuters y varios civiles fueron asesinados por la tripulación de un helicóptero estadounidense. Después vendrían más de más de diez millones de documentos y análisis asociados, dando luz a lo que nuestros gobiernos no quieren que sepamos. Julian Assange lleva 11 años desaparecido de la vista pública, recluido en una embajada, encerrado en prisión, y ahora a la espera de una posible extradición a EEUU, su delito ha sido decir la VERDAD.

Con el tiempo, seguimos sabiendo más, documentados informes de las más variadas organizaciones de defensa de los derechos humanos y otras ONGs nos proporcionaron evidencias ataques indiscriminados que resultaron en la muerte y lesiones de civiles, detenciones y traslados secretos de los detenidos, desapariciones forzadas, tortura y todo tipo de tratos crueles (privación del sueño, desnudez forzada, privación de agua y alimentos adecuados, simulacros de ejecución, violación y amenazas de violación).

Los crímenes de Iraq siguen esperando Verdad, Justicia y Reparación, los responsables de aquella invasión campan a sus anchas, dan conferencias en instituciones de supuesto prestigio académico y son ciudadanos “respetables” en sus países: Bush, Blair, Aznar, Condoleezza Rice, Dick Cheney, Durão Barroso…

La población civil, la gran perdedora siempre, tal vez con algo de justicia del pasado podría empezar a recomponer su presente, aunque es difícil, pues el expolio y la corrupción que generó esta invasión la mantiene aún muy lejos de una solución veintiún años después. La impunidad de la mentira sigue en activo. EEUU y sus países lacayos siguen con la exclusiva de reparto del carnet de “democracia” por el mundo.

Lo anterior es un breve repaso, recuerdos a vuelapluma, imposibles de olvidar, que llevan a reflexionar sobre el mundo de guerras crueles en que vivimos, tan injustificadas y falsas como lo fue la de Iraq. Aunque de alguna manera tal cantidad y frecuencia de guerras o invasiones han servido para buscar cierta normalización con la (des)información dosificada que recibimos, sentados en nuestro cómodo sillón. Ya vivimos vía TV la llamada “Guerra de los Balcanes”, cercana, en el corazón de la democrática Europa, seguramente la primera guerra de la OTAN, comandada directamente por EEUU: varios miles de civiles muertos a causa de las bombas de la OTAN, a lo que hay que sumar los bombardeos con uranio empobrecido que hacen que aún hoy Serbia sea el país con más alto índice de cáncer de toda Europa ¡Una gran victoria de la OTAN sobre la población civil! ¡Grandes!

No hemos dejado de ver conflictos desde entonces. Perdón, he dicho conflictos, pero son invasiones, nuevas colonizaciones o golpes de estado para imponer por la fuerza la pseudodemocracia occidental (es decir, algo que parezca una democracia sin serlo del todo). En febrero de 2022 a nuestras mentes eurocéntricas llegaron las alarmas cuando Rusia decidió responder al nacionalismo provocador de acoso ucraniano iniciado en 2014, ¡ojo!, que Rusia tiene también lo suyo. Pero la cercanía de la guerra nos sobresaltó más de lo habitual, y si además le sumamos la campaña de rusofobia, prohibición de medios informativos y las más diversas intoxicaciones de conciencias, nos dejaron con un mensaje inconcebible hace una década: la guerra es el camino.

La normalización la vemos día a día con el genocidio que Israel está cometiendo en Palestina. A pesar de parecer imposible, todos los días se supera la barbaridad, lo sabemos, lo vemos, pero mañana será peor y más aún.

Hoy muy poca gente grita contra la OTAN, metida con calzador y normalizada bajo las teorías de “poder guerrero”. Ahora estamos viviendo un paso más: los presupuestos para armamento de los estados europeos son escandalosos, como si tener más misiles equivaliera a más seguridad, y nuestros gobernantes no se cortan un pelo en decir claramente que tenemos que entrar, ya sin camuflajes, en la guerra total contra Rusia.

¿En qué cabeza cabe entrar en guerra con una potencia nuclear?

Europa hace tiempo que se pegó un tiro en el pie; servir como lacayo a los Estados Unidos tiene su precio, un importe que volvemos a pagar la población civil. Dinero para armas y militares, pero NO para sanidad universal o enseñanza pública, carestía de la vida, rotura de los mercados tradicionales de la agricultura, dependencia energética y renuncia a la soberanía nacional. Las guerras también son una inteligente manipulación de las emociones y las identidades.

Pero insisto en esta fecha, a veintiún años del inicio de la invasión de Iraq, quieren que mis hijos vayan a la guerra, también los tuyos, y con eso no contábamos cuando veíamos las guerras desde el sillón, los tiempos están cambiando. El gobierno de España es parte y culpa de ello también. ¿Seguimos en el sillón frente al relato de la TV y los mass media? ¿O tomamos las calles?

La guerra es el asesinato de inocentes para beneficio de la peor calaña de la humanidad, la guerra es el asesinato de la razón, de la verdad, la guerra es un grito de terror, una alabanza al crimen, una llamada a la violación, la sistematización de la tortura, la guerra es el silencio de la desaparición, la guerra es el fin de lo humano.

Las armas de destrucción masiva no existían, pero siguen siendo ellos.
¡No a la OTAN! ¡No a las Guerras!

“No nos une el amor,
sino el espanto”
Jorge Luis Borges

* Miembro del Colectivo LoQueSomos. Otras notas del autor
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