Una obra maestra del hard rock. Merecieron haber llegado mucho más lejos. Bad Company, la evolución natural de aquellos legendarios Free con la privilegiada voz de Paul Rodgers y la pegada siempre efectiva de Simon Kirke, con el bajista de King Crimson Bon Burrell y el genio de Mick Ralphs, el guitarra de Mott The Hopple. Una formación sensacional que editó su primer disco el 24 de mayo de 1974 haciendo historia en el rock
Bad Company: nunca las malas compañías fueron las mejores
El pasado viernes 24 de mayo se cumplieron 50 años de la edición de uno de los álbumes debut más celebrados, recordados y grandiosos de la historia del rock, en especial del rock de los años 70. El primer disco de un proyecto que nació en un primer momento como un álbum en solitario del cantante de Free, Paul Rodgers, pero que no tardó en conformarse como un grupo, un grupo de hard rock que escribió páginas inolvidables en nuestra historia y que dejó una colección de álbumes sencillamente magistrales. Con toda seguridad el mejor, aunque a mi juicio en dura pugna con su continuación “Straight Shooter” de 1975, su excelente debut homónimo: “Bad Company”.
La historia de este disco y del nacimiento del grupo hunde sus raíces en el grupo del cual venían su cantante Paul Rodgers y su batería Simon Kirke, los británicos Free. Una de esas bandas que nació dentro de la eclosión del blues progresivo inglés de finales de los 60, al igual que Black Sabbath, Chicken Shack, Savoy Brown o Led Zeppelin y que tuvieron la suerte de conseguir un importante éxito merced tanto al éxito de su single “All Right Now” –seguro que muchos y muchas de ustedes la escuchan a diario en Rock FM- como por la gran repercusión que alcanzó su legendaria actuación en el Festival de la Isla de Wight de 1970. Pero Free a pesar de este éxito no logró hacer del grupo una formación sólida, muy pronto las disensiones internas se hicieron muy tensas y la banda se deshizo en 1971.
Su compañía de discos y sus managers mediaron entre todas las partes y se consiguió que Free se reunieran en 1972, pero menos de un año después, la banda volvía a saltar en pedazos, y esta vez para siempre: los problemas derivados de la adicción a la heroína del guitarrista Paul Kossoff, que imposibilitaban que el grupo pudiera hacer actuaciones a un nivel aceptable –en la última gira de Free de 1973 tuvo que ser sustituido por Wendell Richardson, guitarra de Osibisa- provocaron la marcha del bajista Andy Fraser ya antes del tour americano, siendo sustituido por Tetsu Yamauchi. Cuando la banda regresó a Londres a finales de marzo de 1973, la decisión estaba tomada: Free desaparecía como grupo y Paul Rodgers iniciaría una carrera en solitario, en la cual, eso sí, quiso contar con Simon Kirke, el batería de Free, en ese nuevo proyecto.
Al conocerse la noticia, el legendario ejecutivo de Atlantic Records Ahmet Ertegun, quien ya estaba interesado en Free, no desaprovechó la oportunidad: Se reunió con Rodgers y le puso por delante un contrato, ofreciéndole además la posibilidad de que Peter Grant, el manager de Led Zeppelin, a los que Ertegun había metido en Atlantic, llevase también sus asuntos. Peter Grant de hecho fue quien influyó más en la decisión no tanto de lanzar a Paul Rodgers en solitario, sino en formar lo que en esa época se llamaba, y aún se llama, un “súpergrupo”.
Paul Rodgers y Simon Kirke tenían ya varias canciones, pero cuando se le propuso al guitarrista Mick Ralphs, que acababa de dejar Mott The Hopple debido a que el resto del grupo no aceptaba las composiciones que proponía a la banda, entrar en el proyecto, no solamente aceptó entusiasta, sino que se trajo bajo el brazo una buena cantidad de temas que integrarían ese mítico primer álbum de Bad Company. Es más, el single de mayor éxito del debut de Bad Company, “Can´t Get Enough”, era una composición de Mick Ralphs que se dice que Mott The Hopple rechazaron. Y para el puesto de bajista, se contactó con Boz Burrell, que había dejado King Crimson en el otoño de 1972.
En el verano de 1973 el grupo se puso a reunir ideas, escribir canciones y preparar la base de un primer disco que se estuvo trabajando todo aquel verano. Entretanto, Peter Grant, que estaba de gira con Led Zeppelin por Estados Unidos, cuando volvió insistió en ver sino un concierto, sí por lo menos un ensayo del grupo antes de tomar la decisión definitiva. Se habilitó el salón de actos de un centro cultural en Surrey y se citó a Peter Grant una tarde de mediados de septiembre para que acudiera a verles. Cuentan quienes vivieron de cerca aquel episodio que Bad Company esperaron toda la tarde a que apareciera, sólo para descubrir que Grant, queriendo escuchar inmediatamente lo que hacían, había esperado afuera para escucharlos ensayar. Lo que escuchó lo convenció de hacerse su manager y por tanto, les ofreció la Headley Grange, la célebre mansión campestre donde Led Zeppelin habían grabado su tercer y su cuarto álbum, pero… cuando estuviera libre, lo cual no estaba previsto hasta enero de 1974. Sin embargo, un día de noviembre de 1973 Peter Grant les llamó y les dijo que Led Zeppelin habían cancelado unas sesiones de grabación debido a que John Paul Jones había enfermado de gripe y por tanto, el estudio instalado en la Headley Grange quedaba libre dos semanas. En ese tiempo, del 13 al 29 de noviembre de 1973 el grupo grabó este mítico debut, ‘Bad Company’, autoproducido por todo el grupo al completo.
Quizás después de todo, existía algo llamado magia: magia en la casa, en el equipo, en las runas… llamémoslo como se quiera, pero algo pasó en esos días en la Headley Grange. Recordaba el batería Simon Kirke: “Según entré, en la primera habitación pasado el vestíbulo, lo primero que vi fue todo el kit de batería de John Bonham, con sus símbolos rúnicos pegados en el bombo. Y al subir a la primera planta, la habitación en la que Robert Plant había escrito la letra de ‘Stairway To Heaven’. Me dije a mí mismo: ‘¡Dios! ¡Esto es genial! ¡Estamos tocados por los dioses!”.
Si Bad Company hubiera grabado su primer álbum en otro lugar, por supuesto, teniendo canciones de la calidad y la inspiración que tenían, sin lugar a dudas habrían hecho igualmente un disco sensacional, pero la Headley Grange ofrecio algo más, una vibración, un sentimiento que indudablemente se impregnó en sus canciones; no solamente en la ya mítica “Can’t Get Enough”, sino en ese fabuloso hard rock llamado “Movin’On”, otro clásico imperecedero de Bad Company, las preciosas baladas “Seagull”, “The Way I Choose” y “Ready For Love” –esta última un medio tiempo lento que no me extrañaría nada que perteneciera a las últimas grabaciones inéditas de Free- piezas de auténtico blues progresivo llevadas a una sonoridad más contemporánea, como ”Rock Steady” o ese maravilloso “Bad Company”, cuya intro de piano es simplemente excelso y da pie a un rock muy de la escuela Free, duro, denso, pero atemperado, lleno de melodía sobre una base de ritmo potente y sólida y unas guitarras cálidas y rockeras perfectamente equilibradas.
Llegó al nº1 de las listas oficiales de Billboard en Estados Unidos en la segunda semana de junio de 1974, llegando a ser quíntuple disco de platino y triple disco de oro en Gran Bretaña, Canadá y Australia. Pero como siempre, más allá de las cifras de ventas, lo que queda son unas canciones que 50 años después, siguen siendo auténticos tesoros de la música popular contemporánea.
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