La mentira y la guerra
Mikel Itulain*. LQS. Marzo 2018
El modus operandi de utilizar imágenes y discursos conmovedores para movilizar e incitar a la guerra es tan vieja como la humanidad. Tan vieja como la ignorancia humana de su propia sordidez
Decía Sófocles que la mentira no llega a vivir lo suficiente para ser vieja, aunque hay que decir que sí lo hace para causar el daño pensado y que a veces estas mentiras perduran en la mentalidad colectiva pese a que la fuerza de las pruebas las desmintiese. Les pongo dos ejemplos de esto último: la masacre de Srebrenica y Holodomor, que demuestran como el adoctrinamiento supera a la razón.
No obstante, el tiempo de pervivencia de la falsedad, aunque sea breve, es vital para poder desencadenar una guerra. Esto se hace de la siguiente forma, se demoniza y difama a unas determinadas personas o si es necesario a una etnia o cultura entera, acusándoles de cometer atrocidades. Estas personas o culturas son rivales políticos, económicos y militares de los inductores del conflicto, que no pueden mostrar sus motivaciones reales si quieren conseguir su objetivo. Y así recurren a la emocionalidad, candidez e ignorancia de los muchos incautos siempre presentes, que se dejarán arrastrar por la impostura del “algo hay que hacer” o “hay que parar esto”, consiguiendo finalmente dar legitimidad a la brutalidad del conflicto bélico.
No es la indiferencia el mal que tenemos que reprochar, sino la miseria humana de hacer el mal justificándolo como una buena acción, como que se hace el bien.
Para avivar los ánimos y la indignación colectiva, para eso, para eso se crearon las organizaciones humanitarias y los reporteros de guerra.
Siempre es mejor la gente que va lo suyo y no cae en esta histeria colectiva que aquellos que van de solidarios, pero en el fondo contribuyen a la muerte y destrucción de tantos países y sociedades.
¿Hacemos un poco memoria? La Primera Guerra Mundial, “la guerra para acabar con todas las guerras”, una de las grandes matanzas de toda la historia promovida por motivos humanitarios.
Cartel (derecha) apelando a los sentimientos humanos: “Quedándote en casa estás dando tu aprobación a este tipo de cosas” (las imaginarias atrocidades del enemigo)
Como ven, cambian los tiempos, pero no los métodos perversos para engañar al público. Lo vemos de nuevo en la reciente invasión de Libia utilizando mercenarios de Al Qaeda y la OTAN.
¿Por qué el mundo no nos ayuda?”, reza el titular de esta imagen de la izquierda, acompañado de: “los rebeldes imploran la intervención…”. Los pobres rebeldes abandonados a su suerte (miembros fuertemente armados y bien pagados de Al Qaeda al servicio del poder occidental) solicitan ayuda de forma conmovedora, engañando a los muchos irresponsables que por su ignorancia política e histórica no son capaces de ver lo que hay detrás de tales imágenes emocionales.
El poder económico lanza las falsas motivaciones humanitarias a través de los medios de comunicación (en la foto las del diario británico The Independent en relación a Libia), de similar modo actúan las organizaciones “humanitarias”, y la izquierda da validez a tales embustes. Entonces, la guerra, para robar, matar y someter, tiene el camino libre. Una historia interminable de barbarie.
El modus operandi de utilizar imágenes y discursos conmovedores para movilizar e incitar a la guerra es tan vieja como la humanidad. Tan vieja como la ignorancia humana de su propia sordidez.
En este empecinamiento de la estupidez humana seguimos y pese a que una vez se ha desatado el temporal y todas sus desastrosas consecuencias vemos lo nefasto de nuestras actuaciones, el tiempo pasa y se olvida, volviendo a repetir la terrorífica y dramática rutina de la justificación de la guerra.
* LoQueSomos en Red
@MikelItulain
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