¿Violaciones en las razzias?

¿Violaciones en las razzias?

Por Nònimo Lustre

El 17 julio, la prensa mundial pregonaba la publicación de “I Can’t Erase All the Blood from My MindPalestinian Armed Groups’ October 7 Assault on Israel, un informe de 250 páginas firmado por Human Rights Watch (HRW, con sede en USA, ong dedicada a “defender en todo el mundo los derechos humanos”) En los medios españoles, la noticia de este informe se tituló HRW documenta que hasta ocho grupos palestinos armados atacaron Israel el 7 octubre y el Ejército reaccionó tarde. Aunque también hubo otros titulares que mezclaron la información con la ideología. Por ejemplo, Grupos liderados por Hamás cometieron crímenes de guerra y de lesa humanidad el 7 de octubre.

Si aquella razzia causó en Israel casi 1200 víctimas mortales, esas mentadas 250 páginas se multiplicarían hasta un enciclopédico infinito si HRW decide un día hacer otro informe sobre los casi 40.000 gazatíes asesinados -hasta la fecha. Evidentemente, nunca lo redactará -ni siquiera publicará informas parciales. Mientras tanto, hemos descargado el susodicho informe para espigar en él algunos párrafos que, leídos entre líneas y analizando su fraseo (wording), mordisquean la ortodoxia imperial que preside esta pieza propagandística.

Es sabido que ese -fatídico- día era Simchat Torá, fiesta judía que conllevaba abundantes permisos para los milicos por lo que los kibbutzim [plural de kibbutz] caso de ser agredidos, sólo podrían defenderse con sus propios kitot konenut (equipos de respuesta rápida) y con las policías locales. En total, Hamás y sus aliados atacaron 19 kibbutzim, 5 mosahvin (cooperativas), 2 festivales y la playa de Zikim.

Por otra parte, todo el mundo sabe que la razzia concluyó con “1200 muertos israelíes” pero, es fácil calcular -pese a que son cifras del Tsahal, por ende, más que discutibles-, que, si 815 eran civiles (cf. pie del siguiente mapa) de 815 hasta 1195 faltan 380 muertos que, presumiblemente, eran milicos.  Pese a que es un dato clave muy sencillo de calcular, apenas ha sido citado por los medios occidentales -huelga añadir, sionistas. Además, podríamos preguntarnos: ¿cuántos de éstos 380 fueron abatidos por Hamás y sus aliados?  Y/o, ¿cuántos dellos fueron víctimas del fuego amigo desencadenado por el Tsahal cuando rescató a los kibbutzim siguiendo la infame ley Aníbal (cf. infra final), es decir, a sangre y fuego y sin mirar.

Casi todos los kibbutzim atacados están a menos de 5 kms. entre sí -obsérvese la escala. Y, con más enjundia política, obsérvese que HRW escribe que son ‘civilian sites’ pero, estando los kibbutzim militarizados desde su origen histórico y estando la frontera con Gaza plagada de cuarteles, llamar civiles a estos lugares fronterizos es retorcer el idioma.

¿Agresiones sexuales durante la razzia del 07 octubre?

El informe HRW está plagado de entrevistas a los israelíes que sobrevivieron a la razzia. Es natural que sus narrativas estén tintadas de heroísmos. Y también de realismo, como, por ejemplo, cuando los militantes de los kibbutzim corrieron a refugiarse en los mamad (safe room, habitación del pánico) y/o cuán preocupados estuvieron los varones en impedir que sus mujeres terminaran asesinadas o, peor aún, convertidas en sabbiya (en árabe, mujer cautiva)

Sin embargo, dicho en general, es el capítulo Sexual and Gender-Based Violence [pp. 186-200; 5800 palabras, notas incluidas], precisamente el dedicado a las (supuestas) agresiones sexuales padecidas por las mujeres, el parágrafo que despierta el mayor interés de algunos comentaristas -entre los que nos incluimos. Es infantilmente morboso pero, asimismo, es el que toca directamente ese imaginario que Occidente perpetra contra los gazatíes en particular y, más ampliamente, contra la lubricidad que, supuestamente hereditaria, se les atribuye a los palestinos-árabes-moros-orientales.

Digámoslo tan sucinta como contundentemente: HRW did not document any cases of rape (HRW, p. 186; HRW no ha documentado ningún caso de violación) Y fijémonos en el fraseo: que HRW no tenga esa documentación no significa que, el 7 octubre, los milicianos de Hamás & Co no hayan perpetrado el mayor grado posible de las agresiones sexuales -a saber, la violación. No obstante, como HRW sabe que tan tremendo dictum no agrada a la propaganda sionista,  se cura en salud añadiendo poco después que las evidencias disponibles sobre los hoy llamados ‘delitos de género’ están incompletas “y siempre continuarán siéndolo”.

Llegados a este punto, advertimos que el informe HRW sobreentiende que semejantes delitos fueron cometidos sólo por hombres (necesariamente terroristas) y que sólo fueron atacadas mujeres israelíes. Lo cual es mucho suponer puesto que HRW no contempla que hubiera asaltantes femeninas ni se menciona que en los kibbutzim había trabajadores extranjeros, desde chinos, filipinos, nepalíes, srilankeses y tailandeses hasta individuos sueltos camboyanos, canadienses, eritreos, alemanes, españoles, mexicanos, sudaneses, tanzanos y británicos. Sin olvidar a la soldado sevillana Maya Villalobo Polo, 19, alistada en el cuartel Nahal Oz, en la unidad 414 del Cuerpo de Defensa de la Frontera, cuya muerte durante la razzia demostró al público español que la Franja de Gaza estaba sitiada no sólo por los kibbutzim -todos ellos armados- sino también por los aún más armados cuarteles del Tsahal.

Una vez descartada la violación, HRW se esmera en hurgar en algunos delitos conexos que podríamos calificar como menores (¿). Por ejemplo, la desnudez forzosa (forced nudity) y/o el estado de los cadáveres femeninos. En este sentido, HRW añade que algunos de sus entrevistados apuntaron a que algunos cuerpos femeninos estaban parcialmente vestidos pero con sus ropas destrozadas. Incluso, a veces, se encontraron en ellos rastros de sangre que, sin especificar a qué parte del cuerpo se refieren, son ”possibly consistent” con heridas en el área genital.  Item más, algunos despojos tenían las piernas abiertas y un mínimo de 20 cadáveres enseñaban sus partes íntimas (senos y genitalia) posiblemente debido a que sus vestidos habían sido desgarrados. Asimismo, en otros se observaban rastros de piernas y muñecas amarradas -en el informe, esos hipotéticos signos de inmovilizaciones se matizan como que constituyen “displayed indications”. Comentarios escépticos y racionales: las piernas abiertas de un cadáver pueden señalar que la señora cayó en esa postura; la sangre en alguna zona del cuerpo no proviene necesaria y exclusivamente del bajo vientre; los ‘rastros’ de sujeciones de muñecas y piernas no son concluyentes. Aunque, en este caso, hay expertos que podrían dictaminar con conocimiento de causa: nos referimos a los presos gazatíes que son sistemáticamente esposados hasta cortarles la circulación y, en consecuencia, mueren torturados. En estas docenas o cientos de casos, cuyas marcas son obvias, el Tsahal ‘forense’ niega tanto la tortura como el correlativo asesinato. Con argumentos mucho más documentados, podríamos nosotros acusar a HRW de tendencioso. Y, si nos ponemos legalistas, podríamos concluir que, según informó Haaretz en debida fecha y forma, al menos hasta abril de 2224 no ha habido ninguna denuncia de delitos sexuales ante los complacientes tribunales israelíes.

Pese a todo ello, dada la obsesión sionista con las fantasmagóricas violaciones del 7 octubre, no nos extraña que, en el segmento oscuro de internet, circulen bulos que ‘demuestran’ lo que Occidente espera de ‘los moros’: abundantes actos de necrofilia salvaje. Ante semejante racismo, sólo cabe oponer el sentido común: en una razzia vertiginosa, los milicianos gazatíes ¿tuvieron hay tiempo para violar? Menos aún, ¿tuvieron tiempo para profanar cadáveres? Tenemos muchos casos de matanzas que duraron horas y días -por ejemplo, los milicos kaibiles de Guatemala degollaron aldeas enteras durante días enteros. Pero esos casos no tienen nada que ver con Gaza puesto que, como ya dijimos, la clave está en que la razzia de Hamás & Co. sólo duró horas. Que la plebe occidental no entienda de sentido común, es fama estable y permanente. Que esa elemental carencia de razón sea constitutiva de su peculiar concepto de ciudadanía, debería ser fama igualmente asentada -quizá ello recordará a la plebe desarrollada que hay docenas de evidencias que acusan a los psicopáticos profanadores de despojos palestinos: los milicos del Tsahal y los colonos sionistas.

Costumbre sionista: cementerios palestinos arrasados por el Tsahal

CODA: el protocolo Aníbal -muy comentado en artículos anteriores. HRW admite que no tiene pruebas de agresiones sexuales pero, a cambio de este reconocimiento, oculta mencionar siquiera a los 380 soldados del Tsahal que fueron ‘neutralizados’ en la batalla del 7 octubre: ¿por quién? Más aún, el informe cita al infame Hannibal Protocol en sólo tres ocasiones -dos dellas, en notas a pie de página y sólo una en el texto principal. Por ello, podemos preguntarnos: ¿cuántos de estos 380 milicos sionistas fueron alcanzados por la infame ley de Aníbal? -oficialmente derogada pero realmente en pleno funcionamiento.

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