Chile: hace dos años, con el estallido social, comenzó a cambiar la historia

Chile: hace dos años, con el estallido social, comenzó a cambiar la historia

Por Cecilia Vergara Mattei*. LQSomos.

La revuelta popular, cuyo espíritu está plenamente presente, ha golpeado a un régimen que desde hace dos años inició su caída final. El estallido de aquella semana de octubre fue el efecto de todas las políticas aplicadas de manera ubicua por las corporaciones y el capital financiero desde los albores de este proceso espurio llamado “transición a la democracia”

Con una masiva manifestación en Santiago que reunió a miles de personas, Chile recordó el lunes 18, el segundo aniversario del estallido social de 2019, en medio de la campaña para las elecciones presidenciales del 21 de noviembre y el inicio de la redacción de la nueva Constitución.

La desaprobación del mandatario saliente Sebastián Piñera, alcanza al 68 por ciento, y la oposición en conjunto presentó la semana pasada al Congreso una acusación constitucional contra el presidente por corrupción y cohecho –tras conocerse el informe Pandora Papers– que puede conducir a su destitución

La presidenta de la Convención Constituyente, la mapuche Elisa Loncón, dio inicio al proceso en el que empezará el debate de fondo de la nueva Carta Magna, uno de los reclamos centrales de la ola de protestas que sacudió a Chile dos años atrás.

La nueva Constitución, que deberá estar lista en un máximo de un año y debe ser ratificada en un plebiscito de salida, podría servir para dejar atrás la actual, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y de marcado corte neoliberal.

En un ambiente festivo y al son de “Chile despertó”, un clamor que se popularizó hace dos años, y en la céntrica Plaza Italia de Santiago, la conmemoración transcurrió en general en un ambiente festivo, aun cuando por la tarde y noche se registraron algunos disturbios que incluyeron barricadas, vehículos quemados e intentos de saqueo.

Y pese al despliegue de cinco mil carabineros, la multitud protestó contra el gobierno y clamó por un modelo socioeconómico más justo y por la liberación de los manifestantes que llevan meses detenidos. Estudiantes de secundaria se colgaron de una pasarela próxima al edificio Costanera Center, el mayor rascacielos de Sudamérica, para desplegar una pancarta con el mensaje: “El único camino es el ejemplo de octubre”.

En Santiago, la manifestación masiva más grande fue en el icónico punto denominado Plaza de la Dignidad (oficialmente Plaza Baquedano), donde se hicieron presentes diversas figuras políticas como el alcalde de Recoleta, el excandidato presidencial Daniel Jadue; convencionales constituyentes, entre las que estaba la machi Francisca Linconao; y las víctimas de traumas oculares por parte de disparos de carabineros, Fabiola Campillai y Gustavo Gatica.

Las marchas y concentraciones incluyeron actividades artísticas, culturales e intervenciones urbanas, entre la que destacó en la capital una estatua del perro Negro Matapacos, uno de los símbolos más reconocibles de las protestas entre octubre del 2019 y marzo del 2020, que fue instalada en el pedestal de la estatua del general Manuel Baquedano en la hoy denominada popularmente Plaza de la Dignidad.

La revuelta popular, cuyo espíritu está plenamente presente, ha golpeado a un régimen que desde hace dos años inició su caída final. El estallido de aquella semana de octubre fue el efecto de todas las políticas aplicadas de manera ubicua por las corporaciones y el capital financiero desde los albores de este proceso espurio llamado “transición a la democracia”, señala el analista Paul Walder.

Si bien lo que provocó el estallido social del 18 de octubre de 2019 generó dinámicas que volcó el malestar a la calle y lo convirtió en revuelta, y se generó una dinámica organizativa que posicionó a las asambleas territoriales en el ejercicio de la política de base, también hubo estrategias que funcionaron para descomprimir la beligerancia, y la institucionalidad logró imponer sus dinámicas que determinarán el futuro de los procesos que se impongan en la construcción del modelo de sociedad en adelante.

Durante aquel 18 de octubre de 2019 fueron centenares los pares de piernas secundarias saltando por sobre los torniquetes de ingreso al Metro de Santiago. Los y las estudiantes habían organizado otra evasión masiva que se rebelaba en contra de una nueva alza de 30 pesos a los pasajes en el Sistema de Transporte urbano de la capital chilena, el más caro de América Latina.

Explotó una olla que venía acumulando un vapor incendiario que dio cuenta de un malestar que no encabezaban caudillos ni conducción alguna. Una chispa que prendió un combustible que se venía juntando por décadas en múltiples espacios, desde los tiempos de la dictadura-, donde la alegría nunca había llegado.

Asimismo, un informe de la Defensoría de la Niñez de Chile reveló que más de 1.300 niños y adolescentes fueron víctimas de violaciones a los derechos humanos por parte del Estado durante el estallido social de 2019: hubo un total de 1.314 violaciones a los humanitarias durante la represión de las protestas y 83% de las víctimas tenían entre 14 y 17 años y 21% fueron mujeres. Sólo una causa tuvo una sentencia condenatoria y en apenas 5% se ha imputado a alguien.

Violencia y candidatos

Al anochecer se registraron saqueos en los alrededores de algunas manifestaciones, lo que dejó un saldo de al menos cincuenta detenidos en Santiago (donde se incendiaron las escaleras del cerro Santa Lucía) y algunas decenas más en las otras regiones del país, informó el ministro del Interior y Seguridad Pública, Rodrigo Delgado.

Estas situaciones generaron reacciones de los candidatos presidenciales. Gabriel Boric, abanderado de Apruebo Dignidad, quien lidera los sondeos de opinión, sostuvo que “la violencia y destrucción de lo común no es ni será nuestro camino, eso solo le sirve a los que quieren que siga todo igual”.

Por su parte, Yasna Provoste, candidata de Nuevo Pacto Social, ubicada tercera en las encuestas, rechazó “todos los actos de delincuencia común y violencia, que se esconden y disfrazan de protesta social. El proceso constituyente es la gran victoria del pueblo de Chile movilizado y quedará escrito en la historia como la construcción en paz de una democracia más plena”, dijo.

Mientras, Sebastián Sichel, carta presidencial de la derecha oficialista (Chile Podemos Más), criticó la violencia en las movilizaciones y manifestó su rechazo al Proyecto de Ley de Indulto: «La violencia nunca será el camino, ni el silencio cómplice ni menos los indultos a los que destruyen lo que es de todos».

* Cecilia Vergara Mattei es periodista chilena, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

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