A Salvador Sostres
Dedicado con mi mayor asco.
Lo que sigue es sólo una parte de tu currículum de canalla. Y sí, recalco lo de canalla, porque esa palabra significa ruín, despreciable y de malos procederes. Tú, Salvador Sostres, chapoteas día tras día en esos cienos:
Has dado rienda suelta a tu onanismo verbal, apuntando a mujeres aún menores, durante un programa de televisión en el que te escuchaban niños; justificaste a un chico que asesinó a su novia embarazada; refiriéndote al terremoto de Haiti, aseguraste que "el Planeta había hecho limpieza en ese País"; llamas guiño gastronómico a la tortura infligida a las ocas al aumentarle su hígado diez veces su tamaño para obtener foie-gras; y ahora pides que se supriman la paga extra, las vacaciones pagadas y que el subsidio de desempleo quede reducido a uno o dos meses, eso en un País en el que muchos ciudadanos ya están pasando hambre.
No te creo un enfermo, sino más bien un sujeto sin escrúpulos que consciente de sus muchas limitaciones, arrastrando lo peor de un niño rico y consentido, lo más bajo de un hombre miserable, y vistiendo de soberbia tus numerosos y perversos complejos, te vales de un medio de comunicación que no destaca por su deontología, para desde él buscar con el método más abyecto la popularidad que de otro modo no alcanzarías y sin la que no puedes vivir, porque en el fondo te sabes un individuo inferior, repleto de temores y de carencias insalvables.
Eres un tarado muy cuerdo, como tantos otros que hicieron de la palabra el vehículo de sus fantasmas hilvanándolas en arengas capaces de desquiciar conciencias y voluntades. Pero en tu caso no es peligroso, porque estás falto incluso de la inteligencia de los tiranos endiosados, aunque como ellos hasta ampares el asesinato.
Sobrado de vanidad y vacío de ética, tu necesidad de reconocimiento quedará satisfecha únicamente por esos pinchazos que te metes en vena con jeringuillas cargadas de entradas en Google. Eso es cuanto dejarás en tu mezquino paso por esta vida: eso y un profundo asco en el que ya no cabe ni la lástima. No te la mereces por canalla.