A vueltas con el despoblamiento

A vueltas con el despoblamiento

Acacio Puig. LQS. Marzo 2019

En el numero de enero de digital “Afinidades Anticapitalistas” se publicó una extensa entrevista a Jerónimo Aguado, viejo amigo ganadero, radicado en Tierra de Campos y vinculado a Vía Campesina. Creíamos que sus declaraciones a The Ecologist (1) iban a suscitar alguna polémica y comentarios de algún lector@, sin embargo… ¡ni modo!
Así que nosotros, que concebimos la publicción como una herramienta de comunicación-de-ida-y-vuelta, entramos al trapo y nos ponemos a ello

La agricultura campesina y la OMC

El despoblamiento de la España campesina se remonta muy atrás, a los procesos de emigración creciente que se iniciaron en el siglo XIX. Las urbes en que se hacinó la nueva mano de obra que requería la tardía industrialización propia del raquítico capitalismo hispano, crecieron al tiempo que se despoblaba el medio rural.

Las emigraciones de la década de los 50-60 del pasado siglo solo constituían el epílogo (“la puntilla”) de un proceso de urbanización masiva y éxodo entonces en gran medida a Europa, que no fue contestado por luchas campesinas organizadas y generalizadas. De aquellos polvos…estos lodos, aunque cierto es que no era fácil en España enfrentar el modelo corrupto-represivo de desarrollo impuesto por la dictadura de los vencedores de 1936-1939 que hacía casi imposible relanzar una Reforma Agraria abortada por la pusilanimidad política de la Segunda República, el golpe militar y la Guerra.

Frente a la actual despoblación del mundo rural, Jeromo aboga en su entrevista por una vindicación compleja que aborde simultáneamente cuatro ejes:

-La restauración de servicios públicos (transporte, sanidad…)
-El aligerar los actuales procesos burocráticos que torpedean el impulso de iniciativas agroecológicas locales.
-La creación de bancos locales de tierras que incorporen las tierras del común y las que van siendo abandonadas por bancarrota o jubilación y se pongan a disposición de nuevos pobladores.
-La transformación de la Política Agraria Común (PAC) que actualmente constituye el ariete del agronegocio y cuyas ayudas son acaparadas fundamentalmente por los ricos (el 80% del presupuesto va a manos del 20% de propietarios).

Como soporte social, Jeromo propone la recuperación de la unidad productiva campesina familiar en contexto de regreso a la tierra (lo que en foros y jornadas que conocimos en Amayuelas se caracterizaban como “recampenizar”) junto a una defensa de la “buena vida” basada en la opción militante por el trabajo agrícola y la austeridad.
Además, su propuesta sale al paso –con realismo- de la quimérica propaganda sobre instalación de profesionales en el medio rural por medio del trabajo deslocalizado y el recurso a las nuevas tecnologías informáticas (ese cuento de hadas que viene siendo útil solo en “ruedas de prensa” de los gestores del sistema).
El contexto vindicativo internacional que bien enfatiza nuestro querido compañero, subraya la necesaria exclusión de la Organización Mundial de Comercio de la agricultura (¡OMC fuera de la agricultura!).

Desde la solidaridad incondicional con todos los islotes de resistencia que aún existen en nuestro país contra el agronegocio y a favor de la agricultura campesina (ecoaldeas, iniciativas similares a la de Jeromo protagonizadas por pequeños agricultores y ganaderos ecológicos, cooperativas de producción y de consumo…) y también con las explotaciones medias extensivas que representan distintas asociaciones sindicales agrarias progresistas, nos parece importante participar en el debate que propone y apuntar algunas cuestiones vividas durante los últimos 14 años en calidad de lo que los grupos de desarrollo local llaman sector de “nuevos pobladores” y de ese modo, apuntar cuestiones que acompañen y maticen –si acaso- las reflexiones avanzadas en su entrevista.

En primer lugar nos parece imprescindible diferenciar lo que está ocurriendo en los países del llamado tercer mundo y lo ocurrido ya en el que habitamos. Porque en los primeros, las condiciones sociales se encarnan en masa poblacional resistente a la depredación capitalista del medio agrario.
Millones de mujeres y hombres siguen sobreviviendo y resistiendo gracias a la agricultura tradicional y combatiendo la deforestación masiva (desde el Brasil del MST, la defensa de la selva Amazónica, hasta los muchos pueblos indígenas…las comunidades zapatistas y tantas otras desde América Latina, al subcontinente indio…) esos millones constituyen el soporte humano fundamental de organizaciones internacionales como Vía Campesina.

Aquí tenemos quizá heroicos islotes de resistencia, con frecuencia transitorios aunque pervivan durante decenas de años de vida activa (otros son solo, desafortunadamente, experiencias coyunturales de “saneamiento personal” que preceden la vuelta a la urbe). Junto a ellos, explotaciones medias convencionales de agricultores y ganaderos que desarrollan prácticas extensivas. Profesionales del cultivo de la tierra y la ganadería con diversos niveles de afinidad (indiferencia o rechazo) respecto a la estrategia de Soberanía Alimentaria defendida por Vía Campesina. Sus posiciones sobre la PAC y la OMC determinan el mapa político agrario y las posibilidades reivindicativas.
Cierto que queda también en el haber de nuestros logros campañas como la que paralizó –al menos temporalmente- la macrogranja soriana de Noviercas, quizá solo logramos una ralentización de semejante proyecto depredador, pero en cierto modo constituye un ejemplo de contraofensiva sociopolítica bastante unitaria, con resonancia mediático-alternativa y que merece subrayarse como aviso de saludable estado de alerta.

Pero en general, creemos que las convocatorias centrales internacionales de Vía Campesina en países como España, adolecen de falta de continuidad y desconexión práctica con el conjunto de asociaciones agrarias progresistas y también con el sindicalismo obrero solo atento (y a medias) a las batallas de empresa. En definitiva, entiendo que el nuevo internacionalismo campesino requiere constatar las diferencias continentales y afinar más sus programas de acción y propuestas de movilización. Caso contrario la brecha entre “los orientes y los occidentes” se profundizará y será el agronegocio quien siga ganando espacios.

Y dos apuntes más:
La libre opción por una “buena vida” austera, tenemos que circunscribirla en un país en que hemos pasado de aquellos ocho millones de pobres reseñados hace un par de décadas a los 10,1 millones (3,2 en situación de pobreza severa) de hace dos años según el informe 2018 EAPN. Entre austeridad por libre opción y obligada pobreza, hay un abismo.

Junto a ello, considerar en este siglo XXI la estructura familiar como unidad productiva campesina (a recuperar) nos parece que choca con el acceso a la enseñanza precisamente de l@s hij@s de familias de agricultores y ganaderos -que hace décadas han dejado de estar forzados por la necesidad de abrazar la actividad de sus progenitores.
Y eso constituye un nuevo horizonte vital incuestionable que excluye cualquier añoranza en cierto modo, anacrónica.

Porque con esas específicas situaciones y carencias, el resultado en nuestro occidente tiende a acabar reducido a acciones de carácter simbólico y propagandista, no siempre eficaces y limitadas por no estar insertas en una agenda de lucha permanente ni en alianzas amplias.

Respecto a la recuperación de servicios públicos que el desarrollo capitalista elimina aceleradamente ¿como no estar de acuerdo? Sin embargo hay que saber que recuperarlos será tan duro como infligir una derrota de envergadura al sistema capitalista

Las privatizaciones del transporte forman parte de una estrategia neoliberal denunciada en Francia también por el movimiento de “chalecos amarillos” y los grupos políticos que apoyan su lucha. La destrucción de líneas férreas y su sustitución por precarios servicios de autobuses sometidos a la ley de la rentabilidad, viene siendo una constante en nuestro país.
Como muestra, la permanencia de Plataformas en defensa del ferrocarril por ejemplo en Castilla y León, los agujeros económicos de las línea AVE que se revelan como inversiones fraudulentas de escasa cobertura territorial (¡Madrid-Segovia!… Solo al servicio del turismo y l@s trabajador@s que diariamente se desplazan a Madrid, mientras los recorridos interpueblos se abandonan al coche… ¡ó la bicicleta!).
Si la movilidad interprovincial está privatizada y sometida a políticas de acoso y derribo ¿Qué decir de los recorridos interpueblos? Simplemente ya no existen..

La crisis del sistema sanitario completa este asunto. A partir de cierta edad la gente emigra a los grandes centros urbanos, buscando la asistencia médica especializada. Vuelven a las ciudades, los mayores que pueden permitírselo. El sistema público de salud tiene un déficit de 4000 médicos (EL PAÍS 25-01-2018); la última convocatoria de oposiciones médicas en CyL fue aprobada por 700 personas pero dicen que solo “pueden asumirse” 200 plazas. Médicos y enfermer@s encuentran su lugar en el exilio laboral en Europa o el paso a la medicina privada. La OMC, apoyada por toda suerte de poderes (FMI, Gobiernos de la UE…) diseña estrategias a medio y largo plazo y avanza.
Así lo confirman datos de Ana Falces en su artículo La sanidad privada sale ganando en el que apoyándose en fuentes como el Ministerio de Sanidad, ICEA y Fundación Idis, registra un desplazamiento de más de un millón de clientes en los últimos cinco años, pacientes desplazados a la medicina privada como consecuencia de la degradación derivada de la política de recortes en la sanidad pública.

La coordinación activa entre habitantes del medio rural, profesionales de la sanidad y pacientes -por medio de sus organizaciones…a vitalizar y/o construir- es la única vía, junto a la presión ya en marcha, que puede permitir pasar de las denuncias a las conquistas. Y así está ocurriendo mediante diversas movilizaciones que salvan servicios de urgencia médica en el medio rural o reivindican nuevos hospitales y más especialistas (2).

¿Qué decir de las escuelas e institutos cuando el “clientelismo localista” genera batallas competitivas por vestir santos desvistiendo a otros? Además de la falta de criaturas en edad escolar propia del despoblamiento, la feroz pelea por instalar centros allí donde la clase política cuenta con mayor base electoral, contribuye a alimentar inversiones especulativas mediante la construcción de nuevos centros, pero destruyendo cualquier atisbo de planificaciones comarcales que repartan racionalmente el alumnado entre los centros existentes. Y Todo en beneficio de propagandísticos logros espurios (“¡no podíamos estar sin nuestro instituto, somos un pueblo grande y…!”)

Podemos hablar también de los mercados locales, las cooperativas de consumo y los “ultramarinos” rurales pero me temo que también en eso cambió el ciclo.
Los ultramarinos de pueblo se nutren hace mucho tiempo de las grandes superficies de modo que su trabajo es de reventa, los mercados locales han derivado en meros mercadillos que están lejos de los apoyos institucionales con que cuentan los homólogos existentes en Europa, mercados que al menos semanalmente ofrecen excelentes productos regionales. En cuanto a las cooperativas de consumo, creo que estando nutridas por gente solidaria pero no tan abundante como nos gustaría, funcionan… porque son muy pocas.
Si hubiera más por comarca (modificándose la ratio actual entre productores/consumidores afines) asistiríamos al disparo de su competencia por conquistar la reducida clientela -insisto en que solidaria, pero que adquiere sus alimentos esencialmente “en lo que hay”, es decir en las “grandes superficies”.
Quedaron atrás los encomiables economatos-populares de tradición libertaria muy comunes en la Barcelona de fines de siglo XIX e inicios del XX, economatos que insertos en algunos Ateneos, vendían a precio de coste y paliaban la miseria salarial y la consiguiente hambruna de miles de familias.
Por el contrario, a día de hoy, el buen producto alimentario (eco, bio…) pretendidamente a precio “de coste” resulta elitista, porque es caro… (con frecuencia inasequible Incluso cuando se opta por comer menos para comer mejor).

De la resistible ofensiva de la PAC mejor hablar en otra ocasión porque es tema de suficiente envergadura y efectivamente como Jeromo subraya, encubre una estrategia canalla que desvela “un modelo” en el que el 80% de recursos se lo apropia un 20%… además de los colaterales pequeños negocios (o grandes) que suponen “las desvinculaciones” y algún que otro chanchullo relacionado con el sembrar para no segar.

Denunciar las políticas dictatoriales de la OMC es ya algo que viene de muy atrás y Vía Campesina lo retoma anualmente cada mes de abril en la Jornada Internacional de Lucha Campesina. Recordemos que más allá de los avatares del campo en España, el 50% de la población mundial sigue siendo población campesina, de modo que ese primero de mayo rural, está lleno de sentido, como lo está la lucha contra cultivos transgénicos.
Cuando Jeromo reitera ¡fuera la OMC de la agricultura! (y lo hace permanentemente, año tras año) defiende la agricultura y la alimentación como un derecho, porque ninguna de las dos debe considerarse una mercancía.
La apertura de fronteras, el modelo de “liberalización” que exige la OMC al conjunto de países del tercer y cuarto mundo, les impone un proyecto neocolonial que mediante el dumping busca la globalización de los beneficios y arrasando la solidaridad entre las gentes, genera hambrunas o no palia las estructurales al mercado desigual. Es el modelo del agronegocio y no del campesinado mundial. Es además un modelo alimentario productor de enfermedad (la proliferación de cánceres no es un castigo del cielo).
La OMC favorece la inundación de mercados de países “en desarrollo” por las exportaciones -muy subvencionadas- procedentes de países ricos, o las “colonias productivas” que la agroindustria instala en esos mismos países en desarrollo, acaparando tierras con la colaboración de oligarquías corruptas.

En otros asuntos y desde hace décadas, esa política depredadora se complementa con los dictados sobre Patentes, que limitan las producciones nacionales de productos farmacéuticos genéricos y constituyen la herramienta jurídica de dominio que niega el derecho a la salud como derecho social. En tanto que la política sobre Servicios, presiona internacionalmente para la liberalización de todos los “nichos de negocio” (salud, educación…) allí donde sectores de nuevas cases medias con cierto poder adquisitivo, emergen, como señalábamos más arriba.

Y antes de concluir, dos apuntes más, compañero Jeromo –porque contamos con tu fraternal réplica a este artículo:
El mundo rural de hoy y que además nos resulta geográficamente nuestro a quienes habitamos Castilla y León, encara la Transición ecológica. Los cierres progresivos de la minería del carbón en regiones como León y Palencia afectan a nuestras poblaciones y aunque “se negocia” con el gobierno también es cierto que los viejos planes del gobierno regional (la Junta) definieron presupuestos que no se han ejecutado –porque no llegan a los ayuntamientos afectados. Portavoces de la izquierda abogan por el desarrollo de la industria transformadora agro alimentaria y la silvicultura como alternativas ¿como encajan esas propuestas en las posiciones defensoras de una agricultura campesina?
El segundo apunte se refiere a la central nuclear de Garoña. Garoña, una vez cerrada chapotea en la ambigüedad peligrosa porque se ha transformado en un cementerio de residuos sin que haya vistas de solución. Al tiempo que constatamos que el monocultivo nuclear no creó tejido productivo alternativo. Fue eso lo que motivó el carácter “pro-nuclear” de los trabajadores de la central y el asunto que hoy, les mantiene tan expectantes como agobiados.
Reflexionar y proponer sobre todo ello, es también responsabilidad de quienes habitamos (y militamos) en una de las regiones más despobladas de Europa.

¿Cómo avanzar? ¿Con qué alianzas? ¿Con qué trabajo social e institucional? Desde luego que el conjunto de esas tareas constituye un fuerte eje de acción anticapitalista pero en el que casi todo queda por hacer.

Notas:
1.- Capitalismo contra campesinado
2.- Castilla: La Marea Blanca hace tambalear el feudo del PP

* Acacio Puig, artista plástico y pensionista. Histórico militante de la izquierda revolucionaria, represaliado por el franquismo, activista memorialista. Es editor del blog Afinidades Anticapitalistas

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