África: la agricultura regenerativa

África: la agricultura regenerativa

Por E. Castillo Simón*. LQSomos.

La agricultura regenerativa se abre paso como una alternativa eficaz para la restauración del suelo, el aumento de la resiliencia de los pequeños agricultores y la mejor adaptación y mitigación a los efectos del cambio climático

Talismán en la lucha contra el cambio climático

La agricultura actual se enfrenta a numerosos desafíos como pueden ser la degradación del suelo, la pérdida de diversidad o la mala prensa debido a que se trata de una de las actividades que contribuyen al calentamiento global; pero, sin duda, el desafío más importante es abastecer de alimentos a una población mundial en continuo crecimiento. Según las estimaciones, se espera que la población mundial alcance los 8600 millones de personas en 2030 y los 9800 millones en 2050. La población del África Subsahariana se habrá duplicado para entonces y la región será el hogar de una de cada cuatro personas en el planeta.

La agricultura es esencial para la economía africana, ya que representa el 23% del Producto Interior Bruto (PIB) y el 49% del empleo. Ante esta situación la agricultura africana debe maximizar su producción para garantizar el acceso a alimentos sanos y suficientes para toda su población. Sumado a esto, los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes, tales como las inundaciones, el aumento del nivel del mar, las sequías, la pérdida de suelo y sobre todo las migraciones fruto de estos fenómenos adversos.

Ante este panorama, la agricultura regenerativa se ha convertido en el modelo a seguir para revertir esta tendencia y luchar contra el cambio climático, la degradación de las tierras de cultivo o la reducción de los rendimientos agrícolas. Esta degradación afecta a casi la mitad de todas las tierras productivas del continente, afectando a más de 650 millones de personas.
Además, se estima que el sector agrícola aporta alrededor del 25% de todas las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).

La pregunta que se intenta responder es qué tiene de especial esta forma de agricultura para ayudar a revertir todos estos procesos. Pues bien, a través de prácticas como el laboreo de conservación o mínimo laboreo, rotación de cultivos, cubiertas vegetales, uso de abonos orgánicos, pastoreo controlado, diversificación de cultivos, plantación de árboles sombra, y muchas más, se consiguen múltiples beneficios como por ejemplo, mejora del rendimiento de los cultivos al aumentar los nutrientes del suelo y la materia orgánica, así como la reducción de la erosión y el aumento de la capacidad de retener agua. De esta forma hay más alimentos disponibles y los costes de producción son menores para los agricultores.

Otro aspecto que se plantea es que con un laboreo convencional se rompe la estructura del suelo y se libera una gran cantidad de dióxido de carbono a la atmósfera, pero si se reduce el laboreo al mínimo aumenta la fertilidad del suelo, se impulsa el crecimiento de las plantas y el carbono se queda en el subsuelo y no se libera a la atmósfera.

Ya hay empresas agrícolas que están recogiendo los frutos de aplicar estos principios, entre ellas, Olam, que experimentó un aumento del 80% en el rendimiento de la fibra de algodón a través de técnicas regenerativas que incluyen el acolchado y la rotación de cultivos. En Kenia, FarmAfrica está ayudando a los pequeños agricultores a implementar prácticas agrícolas regenerativas.

Un informe publicado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) bajo el título: «Agricultura regenerativa: una oportunidad para que las empresas y la sociedad restauren las tierras degradadas en África» avala todos estos beneficios y proporciona la evidencia científica suficiente que demuestra que las prácticas regenerativas ayudan a la mitigación de los efectos del cambio climático, entre otros beneficios. Según este informe, implementando la agricultura regenerativa solo en un 50% de la superficie agrícola supondría para 2040:

– Un aumento de un 13% en el rendimiento de los cultivos, siendo conservadores, ya que podría aumentar hasta un 40% frente a la agricultura convencional.
– Un incremento en la renta de los pequeños agricultores de hasta 150$ al año.
– La reducción de un 30% de la erosión del suelo.
– El aumento de un 24% del contenido de nitrógeno del suelo.
– Un aumento del 20% del contenido de carbono, o más, según la intervención, ya que el suelo es el segundo mayor depósito de carbono después de los océanos. Se estima que la agricultura regenerativa puede secuestrar grandes cantidades de dióxido de carbono, lo que la convierte en una solución rentable para combatir el cambio climático.

Este trabajo pone de manifiesto el potencial tan inmenso que tiene la agricultura regenerativa para mitigar los efectos del cambio climático a través del secuestro de carbono. Al mismo tiempo asegura un suministro de alimentos más estable, mejorando la nutrición y la salud de las comunidades, a la vez que mejora la salud del suelo y del ecosistema. Ahora se sabe qué hay que hacer, solo falta su implementación a través de políticas adecuadas que fomenten que millones de pequeños agricultores africanos pongan en marcha el principio del cambio. Los impactos positivos de la agricultura regenerativa ya se están produciendo, solo hay que multiplicarlos.

* Publicado en la revista Umoya, núm. 106, 1er trimestre 2022

África – LoQueSomos

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