Al alba…
Ángel Escarpa Sanz. LQSomos. Septiembre 2015
Si existe un término que no ha engrosado aún los archivos de la desmemoria de la gente decente de España, éste es “antifascista”.
En un país medio decente; en un país donde no se torture a los toros por puro divertimento, estos hombres y mujeres -y otros que aquí no se mencionan pero que están en el corazón del pueblo trabajador-, asesinados en las tierras de Santa Teresa por la barbarie franquista, ya tendrían sus más que merecidas placas de mármol en lugares públicos donde, en los aniversarios de sus ejecuciones, sus camaradas y amigos pudieran colgar una flor, unas palabras de reconocimiento por su generoso sacrificio en bien de esto a lo que llaman democracia y no lo es; quizás leer un poema de alguno de nuestros amados poetas, o cantar una canción de no olvido:
“Aquí, en este país, en este lugar; en aquellos días infames de Martín Villa, de Girón, de García Carrés, Arias Navarro, de Sánchez Covisa y de la famosa foto del general, acompañado por su coleguita, el joven Borbón, rodeados ambos y coreados por la España más inmovilista e intolerante, cayeron: Yolanda González, a manos de las “fuerzas del orden” (o de los zagales de Blas Piñar); Arturo Ruíz, Carlos González; aquel joven Javier Verdejo, asesinado por la “benemérita” mientras pintaba en un muro: PAN, TRABAJO Y LIBERTAD. Aquí se rinde homenaje a los torturados y asesinados -para después ser quemados sus restos por dicho cuerpo, en un intento de borrar la historia-, los jóvenes Luis Montero García, Luis Cobo y Juan Mañas. Aquí recordamos a Mari Luz Nájera, a Joaquín Delgado, a Francisco Granados; a los cinco obreros asesinados por la Policía Armada en Vitoria; a los obreros en huelga asesinados por las “fuerzas de orden” en Granada; a los trabajadores asesinados en el despacho de abogados laboralistas de la calle Atocha; mientras corrían las mansas aguas de los ríos de España, las cigüeñas armaban sus nidos en los campanarios y el humo de nuestras fábricas ascendía, lánguido, a los cielos azules. Aquí no olvidamos a uno solo de aquellos luchadores por la libertad; desde los fusilados por Fernando VII en las playas de Málaga -en 1888-, hasta Julián Grimau, Salvador Puig Antich, Enrique Ruano; desde “las 13 rosas”, desde los cazados por las fuerzas represivas en los montes, en los años de posguerra; desde los lejanos años de la “ley de fugas, hasta estos de la “Ley Mordaza” en los que, suprimida la pena de muerte en el País, ahora se “suicida” a la gente con brutales desahucios. Desde Federico García Lorca y aquellos republicanos asesinados que aún no saben de la dignidad de una sepultura digna, a todos los resistentes que combatieron -aquí o en los campos de Europa- contra el nazismo; toda esa larga nómina de caídos por la libertad, hasta estos últimos fusilados por la España más rancia.”
Recuerdo y homenaje imperecedero a:
Xosé Humberto Baena, José Luis Sánchez-Bravo Solla, Ramón García Sanz, Juan Paredes Manot “Txiki”, Ángel Otaegui Etxebarria.
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