Al borde del abismo: desahucio inminente
Por “Mi Nombre es Miedo“*
En el corazón del PAU de Carabanchel, una familia madrileña se encuentra al borde del abismo, enfrentando un desahucio inminente para el 14 de octubre. El quid de la cuestión, y lo que podría resolver esta crisis de un plumazo, es la concesión de un alquiler social por parte del fondo buitre propietario del inmueble…
Carta (desesperada) a la opinión pública
Nos enfrentamos a un desahucio inminente programado para el 14 de octubre, y es crucial que se conozca nuestra historia:
Soy una mujer de 60 años, madre de un joven estudiante y cuidadora de un familiar con discapacidad severa. Nuestra familia fue beneficiaria de un sorteo de la Empresa Municipal de la Vivienda y nos mudamos al Pau de Carabanchel con la esperanza de construir un hogar. Sin embargo, nuestra situación se ha vuelto insostenible desde que el inmueble fue vendido a un fondo buitre.
Tras una operación que me mantuvo hospitalizada en 3 oportunidades, el fondo buitre solicitó nuestro desahucio debido a retrasos en los pagos. El juzgado, al no recibir notificaciones adecuadas, dio curso a esta solicitud, ignorando nuestras circunstancias. Tras mi operación y hospitalización, que ya había puesto a nuestra familia en una situación precaria, enfrentamos otro golpe inesperado. Mi hijo contrajo COVID-19 en dos ocasiones distintas. Debido a los necesarios períodos de aislamiento que esto conllevó, me vi obligada a ausentarme del trabajo por tiempos prolongados. Esta situación, lamentablemente, resultó en la pérdida de mi empleo.
Estos eventos en cadena – mi operación, la enfermedad recurrente de mi hijo, y la subsecuente pérdida de trabajo – fueron factores cruciales que agravaron nuestra ya delicada situación económica. Es importante destacar que estas circunstancias fueron completamente imprevistas y fuera de nuestro control, lo que subraya la naturaleza sobrevenida de nuestra vulnerabilidad actual. Esta serie de infortunios no solo afectó nuestra capacidad para cumplir con los pagos del alquiler, sino que también limitó severamente nuestras opciones para recuperarnos económicamente. La pérdida del empleo, en particular, ha tenido un impacto duradero en nuestra estabilidad financiera, dificultando aún más nuestra capacidad para acceder a opciones de vivienda alternativas.
A pesar de cumplir con todos los requisitos para acceder a un alquiler social de acuerdo a la ley, nuestras solicitudes han sido sistemáticamente denegadas bajo el argumento de que nuestros recursos (sólo un subsidio para mayores de 52 años) son insuficientes y según el “fondo buitre” o “gran tenedor”: que nos darían un alquiler social si tuviéramos unos ingresos de 2.000 euros.
Es particularmente doloroso saber que en el mismo edificio, el fondo ha concedido alquileres sociales a otras tres familias, lo que evidencia una clara discriminación en nuestra contra. Además, los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid han actuado como meros consultores, sin ejercer la mediación necesaria para garantizar nuestros derechos.
Nuestra calidad de vida ha deteriorado drásticamente. Desde hace más de un año, se rompió la caldera que ni el “fondo buitre” propietario cambió, ni nos apoyó económicamente para hacerlo, no contamos con agua caliente, lo que afecta gravemente a mi cuñado, quien sufre intensos dolores porque tiene titanio en la espalda y en el cráneo. También hemos enfrentado problemas graves como inundaciones por aguas fecales de la planta superior y daños estructurales en nuestra vivienda que han sido ignorados por el propietario y los servicios sociales.
A pesar de mis esfuerzos por buscar ayuda y apoyo, me siento atrapada en un limbo legal y social. La falta de acción por parte de los Servicios Sociales ha dejado a mi familia en una situación cada vez más vulnerable. Recordad que la Empresa municipal de la vivienda entregaba los pisos vacíos, eso quiere decir que perderemos además de nuestros libros, la nevera, lavavajillas, camas, bibliotecas, mesa de comedor, sillas, sofás… no tendremos donde llevarlos. Tenemos una perrita y una gatita que también se quedarán sin casa.
La estabilidad emocional de mi hijo y mi cuñado peligran, yo hace un año sufrí un pequeño ictus.
Afortunadamente contamos con el apoyo contamos con el apoyo del Sindicato de Inquilinas. Necesitamos apoyo y solidaridad para poder acceder al hogar que merecemos y evitar ser desalojados.
* No doy mi nombre por ¡ojalá! si la situación llegara a cambiar a mejor, y si fuese lo peor, no podría llegar a alquilar.
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