Al habla con los ‘no fusilados’
Eugenio Viñas*. LQSomos. Enero 2017
‘El paredón’: este es el proyecto del Equipo Crónica que podría resarcir la Historia de España 40 años después
Valencia acoge una reunión de trabajo de algunos de los antifranquistas que finalmente no fueron ‘ajusticiados’ en los últimos fusilamientos de la dictadura. La obra del Rafael Solbes y Manuel Valdés en 1975 para denunciar lo acontecido es ahora un proyecto expositivo en el que se están involucrando el Reina Sofía y el IVAM, entre otros.
La noche es justo más oscura antes del amanecer. Al alba del 27 de septiembre de 1975, el franquismo hizo suya esta idea con el fusilamiento de Juan Paredes Manot (alias Txiki), Ángel Otaegui, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz y Jose Humberto Baena. Ellos fueron los últimos ‘ajusticiados’ de la Historia de España tras un periplo de juicios tan ignominiosos que el mundo señaló para siempre a la dictadura fascista española. En Francia las revueltas acabaron en Huelga General y con los cineastas Costa Gavras e Yves Montand repartiendo por Madrid -hasta ser expulsados- un manifiesto de denuncia firmado por intelectuales como Jean Paul Sartre, Louis Aragon y André Malraux, entre otros. Desde Copenhague, la OTAN exhortó a sus miembros en el intento de que España tuviera manera alguna de ingresar en la alianza. El Primer Ministro sueco Olof Palme, hucha en mano y de manera testimonial, salió a las calles de Estocolmo para recoger fondos para las familias de los condenados. Ni la posición contraria del Vaticano, ni la reunión de consuelo de los cardenales Tarancón y Jubany con la madre de Otaegui ni el ruego público de Nicolás Franco -militar sublevado en 1936 y hermano mayor del Jefe del Estado- cambiaron nada.
El franquismo -que no solo el dictador- estaba convencido de su acción. En los estertores del régimen, a sabiendas de su final, dio plenos poderes al Ejercito del Estado para que rigiera los “juicios sumarísimos”. Juicios al pairo militar de los que fueron expulsados sin mediar defensa los abogados. En una segunda ronda, lo mismo sucedió con sus sustitutos. Y así, sin voz, desde las detenciones del mes de julio y el enjuiciamiento entre el 26 de agosto y el 12 de septiembre, los supuestos tribunales y las muertes, España dio la espalda a la comunidad internacional y retrocedió 40 años en apenas 15 días. El encierro moral e intelectual del Gobierno de Carlos Arias Navarro provocó escenas tan patéticas como la reacción ante la denuncia de Luis Echeverría: el presidente de la república mexicana pidió que el Consejo de las Naciones Unidas se reuniera para suspender a España como socio; la respuesta fue la prohibición de emitir rancheras en las radios del territorio español. Los hechos se iban a precipitar de manera vertiginosa
El mismo Ejecutivo firma las cinco penas de muerte y los seis indultos el 26 de septiembre. Unas pocas horas después, en la madrugada del sábado 27, el Papa Pablo VI llama por teléfono a Franco para pedir “clemencia”. Es tarde: el Jefe del Estado ha ordenado que no se le moleste y nadie lo hará. A las 8:30 horas, Otaegui es fusilado de seis tiros y uno ‘de gracia’ en Burgos. A las 8:45, ‘Txiki’ es fusilado de 12 tiros realizados por voluntarios de la Guardia Civil en un bosque de Cerdanyola (Barcelona). En un campo de tiro militar cerca de Matalasgrajas, en Madrid, a las 9:23 es fusilado Baena. A las 9:40, Sánchez Bravo. A las 10, García Sanz. Los pocos detalles de las muertes de los tres miembros del FRAP llegan de la mano del único testimonio civil del suceso, el párroco de Hoyo de Manzanares: “además de los policías y guardias civiles que participaron en los piquetes, había otros que llegaron en autobuses para jalear las ejecuciones. Muchos estaban borrachos. Cuando fui a dar la extremaunción a uno de los fusilados, aún respiraba. Se acercó el teniente que mandaba el pelotón y le dio el tiro de gracia, sin darme tiempo a separarme del cuerpo caído. La sangre me salpicó”.
Las muertes encienden a Europa. Los disturbios llegan a las embajadas y consulados. 100 personas prenden fuego a la Casa de España en Lisboa y 16 embajadores (Reino Unido, Holanda, Noruega…) tienen que abandonar sus destinos por seguridad. Otros tantos son llamados a consultas. El Papa condena las muertes el mismo 28 de septiembre en su homilía dominical. El General decide entonces dar una última imagen de poder total. Será su último discurso en público y una de sus últimas apariciones. Parapetado junto a su heredero en la Jefatura del Estado (“todo está atado y bien atado”) y los miembros del Gobierno que perdurará llegada la democracia, proclama el siguiente discurso en la Plaza de Oriente de Madrid:
Es decir, que “todo lo que en España y Europa se ha armao” obedecía “a una conspiración masónico-izquierdista, en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece”.
La reunión de Valencia y el Equipo Crónica
Las condenas y el aislamiento prometido por la ONU, la OTAN y Europa marcarían sin retorno el final del sistema fascista en España. Sin embargo, esa trágica escena final es tan desconocida en el relato de la Transición que cabe volver a resumirla antes de abrazar la actualidad: este martes en Valencia, Manuel Blanco Chivite y Pablo Mayoral, dos de los procesados en aquel periplo, se encontraban por primera vez ante la serie ‘El paredón’ que el Equipo Crónica realizó en 1975 para denunciar lo fusilamientos. Como hiciera Antoni Miró en 1974 para llamar la atención sobre el ‘ajusticiamiento’ de Salvador Puig Antich, los valencianos ponían su efervescencia en el mercado del arte internacional para generar esta colección.
En esa decena de telas de 140×140 centímetros, Rafael Solbes y Manuel Valdés mostraban una paleta de pintura rota en cinco simbólicos trozos, con un muro de fondo, una hoja en el calendario (Septiembre 27 Sábado), la mirada tapada del fusilado por un rectángulo negro y la apropiación de retratos de los clásicos contemporáneos como Picasso, Paul Klee, Josep Renau o Delvaux. Las mismas se expusieron en un hito de valentía entre abril y mayo de 1976 en la galería de Juana Mordó (hoy Helga de Alvear). Poco después, en la famosa exposición paralela a la Bienal de Venecia en la que el Régimen promulgó a ‘sus artistas’. Desde entonces, la obra se ha fragmentado a partir de su venta. Ahora los ‘no fusilados’ lanzan un proyecto para reunirla y “resarcir” así la memoria de aquellos hechos y, sobre todo, de “los camaradas que murieron y de los que lucharon antes y después por la libertad”.
Así lo comentan en la visita realizada a la Exposición antológica del Equipo Crónica, que cierra sus puertas el domingo en el Centre Cultural de la Fundación Bancaja. Un emotivo encuentro entre la obra del Equipo Crónica y algunos de sus protagonistas al que ha sido invitado en exclusiva este diario y que sirve como plataforma inmejorable para conocer más detalles del proyecto expositivo y de la vida de estos protagonistas de la Historia de España:
-¿Cuándo y cómo surge la idea de promover la reunión de las 10 obras que componen ‘El paredón’?
-Pablo Mayoral: “En el 40 aniversario de los fusilamientos hicimos una reunión bastante importante. En aquel momento hablamos de la posibilidad de reunir los 10 cuadros y nos dimos cuenta, por la convocatoria, por la gente de la cultura que se aproximaba, que podíamos intentarlo. Pensamos que lo mejor era acudir al director del Reina Sofía (Manuel Borja-Billel) para que mediara. Nos dijo que en la institución las cosas iban más lentas de lo que nosotros pretendíamos, pero estamos a partir de ese punto recabando intenciones e intereses. También nos reunimos con Santiago Eraso (Director General de Espacios y Contenidos Culturales del Ayuntamiento de Madrid), sobre todo para saber cuál es el organismo o el lugar más adecuado para realizar esa posible exposición”.
-Y, además, ahora cuentan con la sintonía de l’Institut Valencià d’Art Modern y la colaboración de los gestores artísticos de la Fundación Bancaja (con los que se reunían este martes). ¿Cuál es el objetivo que les han transmitido a todos estos agentes culturales?
-Mayoral: “El objetivo es resarcir a todos los que estábamos procesados y encarcelados por aquellos juicios sumarísimos. Hemos hecho todo lo posible durante estos 42 años por pedir justicia por lo que sucedió, pero, a decir verdad, en este momento seguimos condenados con la Amnistía General de 1977 y sin más respuestas al respecto. Nosotros no somos en cualquier caso los que debemos hacer la exposición, sino un organismo público o político, como podría ser el mismo Congreso de los Diputados. En el ámbito artístico, no sabemos si es el Reina Sofía, Conde Duque (Madrid) o el IVAM quien debe acoger esa exposición que nosotros creemos de una enorme importancia por ser el testimonio de lucha con el dictador todavía vivo. Los aspectos pictóricos y el encaje artístico es algo que debe determinar dónde va a parar este proyecto”.
-Solbes y Valdés dijeron entonces que con la serie ‘El paredón’ no estaban haciendo arte; estaban haciendo política. Esa idea quizá inhabilita la posibilidad de que sea el Congreso de los Diputados quien impulse este proyecto.
-Manuel Blanco Chivite: “En el Congreso de los Diputados hay una mezcla de todo, pero los sucesores de Franco son los mayoritarios. Esta obra del Equipo Crónica iba contra el franquismo, así que un Congreso con los neofranquistas a la cabeza… no va a ser posible. Vamos, igual que el Gobierno ha protegido de una u otra forma a torturadores reclamados por la Justicia Argentina. [Blanco Chivite, periodista y editor nacido en 1945 en San Sebastiáon, fue encarcelado y torturado en 1970 y 1973] Nosotros estamos pensando más en instituciones culturales o museos. Es el ámbito más susceptible. Estamos buscando esa ‘pequeña’ audacia de algún centro expositivo para que responda a la gran valentía que tuvo la galería de Juana Mordó en 1976. La misma que tuvo Joan Miró con los cuadros que le dedicó a Salvador Puig Antich. Eran artistas de primerísima línea muy implicados contra el momento franquista, así que la exposición es también la oportunidad para acoger a todos los artistas que hicieron una denuncia frontal de la dictadura. Podría ser algo más amplio”.
-Septiembre de 1975 generó un buen número de repercusiones culturales dentro y fuera de España. ¿De alguna manera, llegaban en los días de presidio y juicios sumarísimos?
-Mayoral: “A mí me pedían pena de muerte pero me acabaron condenando a 30 años. Yo no estaba en celdas de castigo, como Manuel [Blanco Chivite fue indultado el mismo 26 de septiembre por el Consejo de Ministros de Franco]. Nosotros sí teníamos algo de contacto y nos acordamos de algunos hechos culturales puntuales, desde nuestra situación. En aquella época, no sé por qué, quizá porque no era explícita aunque yo creo que sí lo es, sonaba muchísimo ‘Al alba’, la canción de Luis Eduardo Aute. También con la información de las grandes manifestaciones y acciones que hubo por toda Europa. Pero muchos de ellos, de esos hechos culturales, los hemos ido conociendo después. En la cárcel, en las reuniones con familiares, no nos enterábamos de mucho porque eran visitas siempre con un vigilante presente. Y los periódicos, tras las ejecuciones, nos los daban recortados. De hecho, cuando llegaban muy recortados, suponíamos que estaban pasando cosas…”.
Blanco Chivite: “Hubo movilizaciones sociales y culturales importantes. En España hubo… las posibles dado que no había derecho de reunión ni de expresión ni de asociación ni de nada de nada, como la dictadura que era con la negación de todos y cada uno de los Derechos Humanos. Por eso aquí la reacción fue más limitada, con la salvedad de Euskadi que tuvo unas manifestaciones más potentes. Fuera sí, con una Huelga General en Francia, se destruyeron varios consulados, se atacó la embajada de la dictadura en Lisboa, Echeverría pidió la expulsión de España de las Naciones Unidas. De la noche a la mañana, el 27 de septiembre de 1975 la dictadura retrocedió 40 años para el mundo. Fue un aviso importante, relevante, una señal de alerta para los poderes occidentales porque después de la Revolución de los Claveles (Portugal, 1974) pensaron que si cundía la desestabilización en la Península Ibérica, punto clave para la OTAN, no les iba a convenir. Por eso propiciaron un cambio de régimen y, además, rápido. Tan rápido que el presidente durante los fusilamientos, Arias Navarro, duró apenas unos meses”.
-El 1 de octubre, tras aquellos intensos días, sucede la masiva manifestación del Régimen y el discurso de Franco junto al emérito Rey Juan Carlos I. A título personal, ¿cómo habéis asimilado esa alineación política en un momento tan doloso? Lo pregunto de nuevo por la idea de que sea el Congreso quien impulse este proyecto.
-Blanco Chivite: “Que la exposición salga adelante dependerá de que sea impulsada por instituciones democráticas, pero desde luego no somos ingenuos como para pensar que ha de ser apoyada por instituciones totalizantes. No diré totalitarias, porque no es cierto, pero sí con tendencia a un progresivo autoritarismo. Estamos en los inicios de un nuevo ciclo político y quizá en esos inicios se democraticen espacios institucionales y artísticos, de acción y de pensamiento que posibiliten homenajear el valor de determinados artistas de la época”.
Mayoral: “Para nosotros, la imagen de la monarquía siempre ha ido ligada por la muerte de nuestros camaradas. Esa imagen de Juan Carlos va ligada a aquellos asesinatos. Y la de su heredero es la de su mensaje de Navidad de hace apenas unos días, que vino a reabrir heridas que no se han cerrado. Han intentado echar todo el hormigón posible encima de aquello y es precisamente lo que tratamos de poner en su sitio: la democracia la ha traído hasta aquí la gente que luchó contra el franquismo y no quienes se reconvirtieron desde el poder. Hay que poner las cosas en su sitio, simple y llanamente”.
-Es decir, que la exposición es también una forma de hacer Historia.
-Mayoral: “Desde luego no aparece en los libros de texto”.
-La Cultura os arropó en aquel momento. ¿Os arropa ahora?
-Mayoral: “Sí. Recordando aquellos hechos, es cálido y es amable. Por eso mandé la carta a Borja-Billel y por eso se ha propiciado este proyecto”.
-Blanco Chivite: “Cuando hicimos el acto de homenaje por el 40 aniversario de los fusilamientos entraron 1.500 personas por una cuestión de aforo. 150 o 200 personas se tuvieron que quedar en la calle, lo cual fue una sorpresa para nosotros. Entre muchos, unos sectores juveniles que podían ser el 40 o 50% de los presentes. Y entre ellos, la curiosidad de gente de la cultura y del ámbito académico. De hecho, en los últimos tres años habremos participado en unos 15 trabajos de tesis y trabajos de final de Grado de facultades de ciencias de la información e historia, así como documentales producidos desde Francia, Inglaterra o Turquía. Hay un auge de inquietud por ese ‘de dónde venimos’, ‘por qué este régimen no nos gusta’, ‘qué sucedió'”.
-Esos nuevos inquietos desde el ámbito cultural y académico, ¿percibís si tienen una visión más libre que la que os hayáis podido encontrar durante las últimas décadas?
-Blanco Chivite: “Sí porque percibimos que tienen su propia visión. Da su visión a la que nosotros le facilitamos la memoria viva, hablada, y, en la medida de nuestras posibilidades, documentación y libros que ya se han ido publicando. Se está fraguando una entrada en un nuevo ciclo político. Se entrará o se conseguirá, no lo sé, pero lo que nosotros podemos ver es que hay unas generaciones que se acercan a una realidad que perciben con mucho rigor y con mucha exactitud que se les ha escamoteado. Por eso la buscan en los sobrevivientes como nosotros”.
-¿Cómo fue la vida de esos sobrevivientes tras los fusilamientos?
-Mayoral: “En mi caso me condenaron a 30 años de prisión por el crimen de un policía que, cuando se produjo, ya me pilló en la cárcel… Estaba en Carabanchel cuando sucedieron los fusilamientos y de allí me trasladaron a Cartagena donde viví los peores días de mi vida. Allí estábamos en celdas de castigo junto a compañeros de ETA político-militar, el Movimiento Ibérico de Liberación y del FRAP, como yo. Allí estamos desde mayo del 76 hasta la amnistía de noviembre de 1977. Decreto que ponemos en tela de juicio porque sirvió para soslayar el enjuiciamiento de los responsables franquistas. Un decreto que les ha exonerado de todo. A mí, a la vuelta a mi vida normal en el 77, no me concedieron la aministía laboral así que no recuperé mi puesto de trabajo. Fue un volver a empezar por completo en todo, condenado entonces y ahora, porque nadie nos ha informado de que hayamos dejado de estarlo oficialmente”.
-En una situación de limbo.
-Blanco Chivite: “La que es una situación de limbo es la de la democracia española, que todavía no ha aclarado su posición con respecto a la dictadura. No ha delimitado su campo democrático con respecto a una dictadura fascista de 40 años. ¿Es usted demócrata o no? ¿Se le puede preguntar a miembros del PP si son demócratas cuando, ni siquiera retóricamente, aceptan condenar una dictadura fascista? Pues es como si el partido neonazi alemán estuviera en el Parlamento y tuviera la mayoría del mismo. El partido que se hace llamar ‘Popular’ es un partido neofascista. Esa es la situación”.
-Tuvisteis un contacto directo con el aparato militar de la época, la policía y la Guardia Civil. ¿Erais conscientes de que aquel mundo no se iba a resolver con una transición como la sucedida? Eran aquellos que muy difícilmente se iban a apartar en un relevo democrático, por mucha presión interesada que hubiera tanto de poderes geopolíticos o económicos.
-Blanco Chivite: “El Ejército de 1975 era el mismo que el de 1939 menos los 200 que pertenecían a la UMD. Y ese mismo Ejército se ‘pringó’ en política hasta el final, porque hizo unos Consejos de Guerra sumarísimos. Hasta el final. Luego tenemos que soportar que se diga que los militares no se pueden meter en política cuando no han críticado ni entre algodones su participación política durante 40 años, en los que han sido, entre otras cosas, gobernadores civiles. A la distancia de varias generaciones, hay una serie de fermentos que hacen visualizar de manera distinta a las Fuerzas del Estado, que siempre son del Estado y no de la sociedad que siempre está desarmada”.
-Pero tampoco hubo relevo en la policía o la Guardia Civil.
-Blanco Chivite: “En absoluto. El hábito de la tortura se prolonga hasta hoy bajo el mando de los respectivos gobiernos que ha habido con la Monarquía”.
-Con su permisividad.
-Blanco Chivite: “No, no. Con su permisividad, no. Un policía no tortura si no tiene órdenes. Es la obediencia debida que llaman ellos”.
-Por cierto, ¿la tortura y los asesinatos del franquismo acabaron el 27 de septiembre de 1975?
-Blanco Chivite: “No. En el año 75 murieron 50 personas por la represión del Régimen. Desde un chaval haciendo una pintada, un disparo en una huelga otro… hasta un par de turistas, mujeres las dos, en sendos controles de la Guardia Civil. En el año 77 hubo más asesinatos en la calle por parte de las fuerzas de orden público y los grupos parapoliciales que presos políticos quedábamos en los penales. Da una imagen de la fuerza que tenía el movimiento por la libertad”.
-Vosotros compartís días e incluso las últimas horas con Baena. Él ‘ajusticiado’ escribe una breve carta a sus padres en las que se lamenta de que no será el último de los fallecidos, que habrá más ejecuciones. ¿Creéis que la presión de todo lo acontecido en aquel año fue determinante para el tipo de final que tuvo la dictadura?
-Blanco Chivite: “Fue un factor, pero entre el 27 de septiembre y la muerte de Franco apenas pasan dos meses. Si fue relevante o no, no lo sé, porque creo que hubo factores, peor sí que contribuyó a que la salida ‘dura’, por decirlo así, de la dictadura se revelase como una locura. Ese final abrupto, que se presentara como una insensatez. Tanto es así que los partidos de extrema derecha en España se presentaron a las elecciones y no se subieron precisamente al monte. Algunos de los presentados, como en el caso de Atocha, asesinos de manifestantes”.
Mayoral: “Con el paso del tiempo, todo se puede valorar de distinta forma. Lo que no se puede contradecir es que el 27 de septiembre se fusiló a cinco personas tras unos Consejos de Guerra que sirvieron para que no hubiera la menor garantía para los acusados, asesinados con voluntarios de la Guardia Civil… ese era el nivel. Lo que no se puede contradecir y hay que poner en su sitio es que en aquellos años había más muertos que represaliados políticos y que hubo una serie de abogados y de personas que se jugaron todo por salir de aquella situación. Es lo que pretendemos que reivindique la exposición, que ayude a poner en valor”.
-Una exposición llegaría a una sociedad… ¿convulsa?
-Blanco Chivite: “Convulsión no creo que haya, aunque la prensa más caracterizada de la derecha derecha, que es toda bastante de extrema derecha, está alarmando todo lo posible a la sociedad de que puede haber una convulsión. Es una cuestión típica del periodismo de intoxicación, en el que se busca una convulsión y si no existe se crea y se pone en primera página. Cada día, en primera página para atemorizar a la población, para orientar su manifestación en las elecciones. El 15-M no fue ninguna convulsión. Fue salir un masivamente a la calle para reivindicar una serie de cosas. Las fuerzas de represión, por llamarlas de alguna forma, trataron de alarmar sobre ello. De hacer sentir que era una convulsión. Ahora todo se ha convertido en más virtual y lo que se ‘pelea’ tiene más que ver con la información”.
-¿Cómo veis a la izquierda?
-Blanco Chivite: “La izquierda está menos adormilada. Los 90 y los primeros 2000 fueron especialmente duros en eso. Ahora hay un ciclo más esperanzador. Menos deshonesto.
-Es una clara alusión en cualquier caso a la aparición de Podemos en el terreno de juego.
-Blanco Chivite: “Es una palabra que me hace gracia, porque en ella no está la cuestión. Nosotros siempre hemos podido. Desde el siglo I de los tiempos, la gente siempre ha podido. La cuestión es, ¿queremos? ¿Queremos realmente? ¿Queremos no tener jefes? ¿Queremos que no nos mangoneen? Eso se demuestra en acción; andando. En política también. El querer se demuestra en la acción real.
-¿Y esa acción se ha vuelto virtual?
-Blanco Chivite: “Internet es la forma más cómoda de no participar y que, sin embargo, lo percibas como que participas. Es algo muy interesante y muy perverso. En la participación estamos con la idea de que crees participar. A menudo, porque las preguntas te vienen dadas. Esas aparente facilidades complican el aspecto de querer. El de poder no; siempre puedes. ¿Podemos? Claro que podemos. ¿Queremos? Pues hay que ver cuándo y de qué manera.
La exposición valenciana es la que más cuadros ha logrado reunir de la serie ‘El paredón’: seis. Los otros cuatro, aseguran los impulsores de este proyecto, están “localizados”, pero pertenecen a colecciones privadas -como algunos de estos seis-. Una barrera que ninguno ignora es la posibilidad de que todos esos coleccionistas privados no quieran participar por distintos motivos (personales, de celo por la obra, morales, ideológicos…) en el proyecto. El impulso de un centro de arte y con una dirección y el favor de esos coleccionistas son ahora los retos a salvar por Blanco Chivite, Mayoral y Vladimiro Fernández Tovar, otro de los procesados en aquellos hechos que no acudió a esta cita en última instancia aquejado por un problema de salud.
*Publicado por “Culturplaza”
– Imágenes de Marga Ferrer
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Muy excelente nota