Alertas, activas y críticas
Juan Gabalaui*. LQSomos. Mayo 2016
La estrecha relación entre el periodismo y el poder es bien conocida y no debería sorprender a nadie medianamente informado pero cuando se explicita esta relación los periodistas se enojan ante esta realidad, que ellos viven día a día en las redacciones de sus periódicos. La exposición de un hecho sirve para que hiperbólicamente se denuncie un ataque a la libertad de expresión. Vivimos una época en la que el uso interesado de las libertades y de los derechos para defender justo lo contrario o para mantener el estado de las cosas es habitual. Critica a un periodista y te acusarán de totalitario. No a cualquier periodista, claro, sino a aquellos inmersos en la corriente favorable a los intereses de los grandes grupos de comunicación. Cuando se trabaja en medios como El País, El Mundo, La Razón o ABC es difícil sustraerse a lo que marca la linea editorial. Existen algunos artículos que parecen que muestran otra visión pero son una gota en el océano, un naufrago que termina ahogado en un mar embravecido. La mayoría sigue una pauta que, muchas veces, ni siquiera hay que explicitar porque ya se sabe, se huele, se toca. En ocasiones no hay ningún disimulo.
Durante la campaña para las elecciones venezolanas del 7 de octubre de 2012, el diario El País publicó 33 artículos críticos hacia Hugo Chávez. Ninguno neutral o favorable. Hoy la ofensiva mediática va dirigida a Podemos. Cada palabra es desmenuzada y destripada para que los incautos conozcan lo que realmente quieren decir, según los medios de comunicación que no disimulan sus preferencias por otros partidos políticos como Ciudadanos, la marca blanca [o naranja] de la derecha económica del estado. Esta ausencia de precaución ante lo que se lee o escucha tiene una explicación desde el punto de vista ideológico. Leemos lo que queremos leer, queremos que nos cuenten lo que queremos escuchar. Si los lectores de La Razón leyeran artículos laudatorios sobre Podemos dejarían de comprar este periódico. Lo que quieren es que les refuercen sus prejuicios sobre el mesianismo y el totalitarismo podemita. Hurgar en las debilidades y amplificar los errores. La invención de delitos no es tal para estos lectores sino la confirmación de sus sospechas. “Ya sabía yo que no te podías fiar de estos”. “Tanto que van de puros y son igual que los demás”. Los demás son los que ellos votan sin pudor a pesar de la corrupción y la comisión de delitos por parte de sus referentes políticos. Pero no hay contradicción alguna. Su mirada sobre el mundo es radicalmente opuesta a la de los que nos asombramos de su constante apoyo electoral a unos delincuentes.
La sumisión de los trabajadores del periodismo no se produce solo en los grandes medios conocidos. También en periódicos y televisiones locales controlados por caciques o en propiedad de grupos de comunicación que trabajan para transmitir un mensaje uniforme, alienante y adormecedor. Si quieren trabajar en esos medios tienen que plegarse a los condicionantes del contexto. Aunque no lo creamos, tienen la rara costumbre de comer todos los días y de pagarse un techo donde vivir. Con esto no justifico lo que ocurre sino que expongo la realidad en la que nos movemos. La cuestión está en cómo nos acercamos a los medios, en el grado de conciencia que tenemos sobre nuestros prejuicios, en el conocimiento que tenemos sobre quiénes controlan esos medios que se dedican a la comunicación, en identificar sus líneas editoriales y en sospechar de articulistas y opinadores que destacan por sus obcecación y la critica desaforada y constante contra algo o alguien. La cuestión está en nuestra capacidad para buscar otras fuentes de información, para ir a la fuente original, para abandonar a aquellos que identificamos como simples esbirros de sus pagadores, para no seguir a esos medios que destacan por la desinformación y la manipulación, en muchas ocasiones burda y fácilmente observable.
El contexto es que los grandes medios de comunicación están controlados por grupos de poder que dirigen y definen los mensajes que quieren transmitir en función de sus intereses. El antídoto: personas alertas, activas y críticas.
Más artículos del autor
* El Kaleidoskopio
-Ilustración de J.R.Mora