Andalucía, como África, víctima de los transgénicos
Este año la empresa Monsanto, dedicada principalmente a la producción y comercialización de semillas modificadas genéticamente, ha llevado a cabo una campaña de publicidad para promover la ingeniería genética en Europa con las siguientes palabras: “retardar su aceptación es un lujo que nuestro mundo hambriento no puede permitirse.”
Lo cierto es que las empresas como Monsanto, DuPont o Cargill, dedicadas a la producción del paquete tecnológico para la agricultura (semillas modificadas, fertilizantes, pesticidas…) aprovechan las situaciones de pobreza y hambre como las que hemos vivido en las últimas semana en el Cuerno de África para publicitar y justificar la imposición de sus productos.
En respuesta a la campaña publicitaria de esta compañía, veinticuatro delegados de 18 países africanos representantes de sus gobiernos, respondieron con una declaración a la prensa: “manifestamos nuestro enérgico rechazo a que las grandes multinacionales utilicen la imagen de los pobres y hambrientos de nuestros países para promover una tecnología que no es segura, ni es positiva para el medio ambiente, ni económicamente beneficiosa para nosotros. No creemos que tales empresas o tecnologías genéticas ayuden a nuestros agricultores a producir los alimentos que se necesitarán en el siglo XXI. Al contrario, pensamos que destruirán la diversidad, el conocimiento local y los sistemas agrícolas sostenibles que nuestros agricultores han desarrollado durante milenios y que minarán nuestra capacidad para alimentarnos a nosotros mismos”.
El hecho es que el paquete tecnológico agrícola de empresas como Monsanto ya se ha impuesto en otros países como la India, donde alrededor de 15.000 campesinos se han suicidado anualmente al comprobar que la supuesta efectividad de las nuevas semillas era sólo un cruel engaño. Lejos de aumentar la productividad, se volvieron dependientes de la compra de los insumos, mucho más caros que los convencionales, dicho de otro modo, se les convirtió en deudores de por vida. Hasta ahora, la naturaleza nunca les había pedido nada a cambio, podían obtener las semillas, los fertilizantes y los pesticidas sólo a cambio del gratuito conocimiento que habían adquirido de sus ascendientes por miles de años.
Diversas investigaciones independientes como por ejemplo la liderada por Gilles-Eric Séralini, docente de biología molecular en la Universidad de Caen (Francia) y presidente del Consejo Científico de Investigación Independiente en Ingeniería Genética (CRIIGEN), muestran evidencias claras sobre las consecuencias negativas de los transgénicos y los herbicidas asociados. Algunas de las conclusiones de estas investigaciones han sido que los transgénicos causan degradación medioambiental contaminando del suelo y el agua, y las tierras agrícolas contiguas, eliminando la biodiversidad, entre otros. También se ha visto relación entre los transgénicos y la degradación de la salud humana ya sea como consecuencia de su ingesta o por posibles efectos directos a los vecinos de las plantaciones.
España es el único país de la UE que cultiva transgénicos a gran escala; otros países como Francia, Alemania e Italia, entre otros, han prohibido la experimentación en tu territorio, basándose en el principio de precaución. En 2010 en España se sembraron alrededor de 70.000 hectáreas de maíz transgénico comercial y acogió el 42% de todos los experimentos con transgénicos al aire libre, situándose en muchas ocasiones en espacios naturales protegidos.
En el caso concreto de Andalucía la extensión de este tipo de cultivo es de unas 3.000 hectáreas (el 4,3% del total) y se espera que se autoricen nuevos cultivos transgénicos, como el algodón y la remolacha. En el 2011 ha recibido la solicitud para la realización de experimentos al aire libre con transgénicos en los municipios de Algarrobo en Málga, Alacalá del Río, Brenes, Dos Hermanas, Ecija, El Cuervo, Guillena, Lebrija, Los Palacios-Villafranca, Marchena y Utrera en Sevilla y Fuente Palmera-Villalón en Córdoba. Los cultivos objeto de experimentación son el algodón, la patata y el maíz. Y las empresas solicitantes son, principalmente Monsanto pero también Pioneer Hi-Breed (del grupo DuPont), CSIC, Bayer Cropscience (empresa fitosanitaria del grupo Bayer) y Limagrain Ibérica S.A.
Pero cabe destacar que Andalucía es tan sólo un leve ejemplo, comparándolo que lo que está sucediendo en los países de África. A pesar de los graves riesgos a los que se han asociado los transgénicos y el paquete tecnológico necesario para su uso, los gobiernos del continente africano siguen dejando entrar empresas extranjeras que fomentan el uso de estos insumos con el único fin de sacar el máximo beneficio en el menor tiempo posible con la agricultura a gran escala. Los productos que se cultivan en África, no solamente son para la alimentación humana sino que, cada vez más, gran parte de las cosechas se destinan a la producción de agrocombustibles, mientras día a día más personas mueren por inanición en África. El negocio de los agrocombustibles ha sido la excusa perfecta para fomentar el uso de las semillas transgénicas justificando que su producción no se destinará al consumo humano. Pero aunque estuviera justificado el uso de ingentes cantidades de tierra para la producción de agrocombustibles, ¿Cómo solucionamos el grave impacto de este paquete tecnológico en el medio de vida de los y las africanas: el entorno natural? Además, recordemos que el medio ambiente no se puede separar por países, lo hemos visto con el cambio climático. Si destruimos el medio ambiente en África también nosotras nos vamos a ver afectadas.
En Andalucía ya se ha iniciado la lucha para liberar Andalucía de los transgénicos “tanto en el campo como en el plato” a través de la Plataforma Andalucía Libre de Transgénicos (PALT), una red de entidades andaluzas unidas con este fin. Sus exigencias concretas son: 1. La garantía de una agricultura, ganadería, transformación, distribución y consumo libres de transgénicos en Andalucía. 2. La “tolerancia cero” a la contaminación genética en todas las actividades y todos los productos agroalimentarios. 3. El derecho al libre uso y conservación de la biodiversidad agrícola por parte de la población agraria. 4. El derecho a ejercer nuestra Soberanía Alimentaria. 5. La implicación de las administraciones en facilitar información y transparencia con todo lo que tenga que ver con transgénicos.
Por otro lado, a nivel estatal la Plataforma Rural, movimiento social que aglutina numerosos grupos, experiencias locales, personas militantes del medio rural etc. y que lucha por la Soberanía Alimentaria ha llevado a cabo diversas actividades de sensibilización, movilización e incidencia política para acabar con los OMG. La respuesta del Gobierno a las acciones de esta plataforma liderada por la sociedad civil ha sido nula e incluso favorecedora de las empresas transnacionales dejando en último término la salud de su ciudadanía, de la naturaleza y, por tanto, de la agricultura.
En África, existen diversas asociaciones de campesinos y campesinas que, lideradas por la Vía Campesina, luchan también en contra de la imposición de los transgénicos, conocedoras de los posibles riesgos sobre la salud y sobre el entorno natural del que dependen, considerando que la actividad económica más importante en África es la agricultura.
Desde Veterinarios sin Fronteras, hemos impulsado la campaña “Paren, aquí vive gente” para denunciar la falta de control y sanción, por parte de los Gobiernos europeos, de las empresas que operan en África en muchas ocasiones vulnerando el derecho a la alimentación de las personas de los países huéspedes. Consideramos que el acaparamiento de recursos y la imposición de paquetes tecnológicos para la agricultura, sobre todo aquellos que implican el uso de semillas transgénicas, tienen un impacto muy negativo sobre la población, crean dependencias y alejan a los y las campesinas de la toma de decisiones sobre su propia alimentación, haciéndoles mucho más vulnerables y empobreciéndoles. La Soberanía Alimentaria es imprescindible para garantizar el derecho a la alimentación de un continente al que se le está arrebatando su riqueza.
La campaña “Paren, aquí vive gente” pretende movilizar a la población española para que exija a la Ministra de Asuntos Exteriores y Cooperación Trinidad Jiménez que controle y, en caso necesario, sancione las empresas que vulneren el derecho a la alimentación en África. Podrás firmar la carta entrando en el portal Web www.aquivivegente.org.
*Director de Veterinarios sin Fronteras.
Fuente: Paren, aquí vive gente.