Ángel Berrueta, el olvido de una víctima de la violencia política

Ángel Berrueta, el olvido de una víctima de la violencia política

Por Mikel Castrillo Urrejola*

El 11M sirvió para que hubiese víctimas de primera, segunda y tercera. Las de primera son de todos conocidas, las de ETA, que han servido a lo largo de los años para sacar suculentos réditos políticos, las de segunda surgieron con el 11M, todas aquellas personas que vivieron el horror aquel día y que han sufrido el añadido de la basura que ha lanzado sobre ellas el PP y la derecha mediática. Pero tuvieron que pasar 48 horas desde los atentados del 11M para que esto se viera superado, pues hubo una víctima que a día de hoy sigue sin ser reconocida como tal. Estoy hablando de Ángel Berrueta, una persona que regentaba una panadería en el barrio de Donibane de Iruñea y que el sábado 13 de marzo de 2004, fue asesinado por un policía nacional y su hijo por negarse a poner un cartel en su tienda en el que se decía que los atentados del 11M eran obra de ETA.

La persona que le exigió colocar el cartel era la esposa y madre de los asesinos, que al no lograr su objetivo, y después de decirle que era un asesino, un etarra y que iba a “matar a ese hijo de puta”, fue en busca de su marido y su hijo a su domicilio, el marido y el hijo se dirigieron a la panadería y el primero le disparó varios tiros con la pistola reglamentaria y el segundo le asestó varias puñaladas.
El calvario de la familia de Berrueta no acabó con el asesinato de su marido, porque a partir de ese momento la familia sufrió todo tipo de amenazas y un acoso constante a su negocio, que duró seis años más.

Si bien el policía nacional fue condenado a 20 años y su hijo a 15, ninguno de ellos cumplió en prisión más de 10 años, y a partir de 2007 ya gozaron de permisos para salir a la calle. La mujer, que fue la instigadora del crimen, salió absuelta. La Audiencia de Navarra calificó el asesinato de motivación ideológica, a diferencia del fiscal que lo estimaba que entraba dentro de una riña entre vecinos.

Después de veinte años sigue sin ser reconocido como una víctima de motivación política ni ha tenido un reconocimiento institucional. Forma parte de esas víctimas que no existen en la agenda política ni parece en ningún calendario. Si el primer daño que sufre la familia es el asesinato de Ángel Berrueta, el segundo daño es el calvario de las amenazas y la impunidad de los autores y el tercero es el olvido de las instituciones.

PS: Al día siguiente, el mismo día de las elecciones generales que llevarían a la presidencia a Zapatero, en una de las manifestaciones de protesta por el asesinato de Ángel Berrueta, otra víctima mortal se sumó a la trágica nómina de esos días, una mujer de Hernani, Kontxi Sanchiz, una escueta nota de prensa señalaba: “Una vecina de Hernani de 60 años, Conchi Sanchís, falleció esta tarde minutos después de ingresar en el hospital Donostia, al parecer, tras sufrir una crisis cardíaca como consecuencia de una carga policial que se registró en Hernani frente a un colegio electoral.” Según los testigos presenciales Kontxi se había refugiado en un portal de la carga policial, donde sufrió un infarto. El entonces consejero de Interior del Gobierno Vasco, Javier Balza, del PNV, afirmó que la muerte de la vecina de Hernani se había producido antes de que la Ertzaintza cargase, e incluso anunció que se querellaría contra Arnaldo Otegui por acusar a la policía vasca como causante de la muerte de Kontxi. (Ángel Berrueta y Kontxi Sanchiz, víctimas colaterales del 11-M)

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⇒11 de Marzo, 2004: Veinte años⇐
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