Argentina: periodismo en tiempos de miseria planificada

Argentina: periodismo en tiempos de miseria planificada

Por Jorge Elbaum*

Se celebró el Día del Periodista, en Argentina, en conmemoración de la primera aparición del periódico La Gazeta de Buenos Ayres, fundada por Mariano Moreno, el tribuno de la Revolución de Mayo que soñó una Patria industrial, justa e integrada dentro de América Latina. Moreno fue un militante político que sus contemporáneos calificaron de radical, en el sentido revolucionario de la palabra. Cuando fundó la Gazeta dejó en claro que uno de sus objetivos era el cuestionamiento del poder establecido “porque el pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes”

Dos semanas después de los acontecimientos del 25 de mayo, el 7 de junio de 1810, el Secretario de Guerra y de Gobierno de la Primera Junta decide publicar el primer número de la Gazeta, que saldrá a partir de ese momento en formato semanal. Eso sucederá apenas nueve meses antes de morir –o ser asesinado–, a los 32 años, a bordo de la fragata Fame. Sus socios políticos, en el emprendimiento de la Gaceta fueron Manuel Belgrano, Juan José Castelli y Manuel Alberti.

Con su colaboración, en la imprenta de los Niños Expósitos, publicó El contrato social de Jean-Jaques Rousseau, el texto más revolucionario de la época. Junto a Belgrano se constituyó en uno de los más fervientes defensores del hecho revolucionario del 25 de Mayo y fueron artífices de la represión militar contra quienes intentaron desde Córdoba impedir la autonomía de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Manuel Belgrano y Mariano Moreno coincidían en la necesidad de enfrentar con la palabra y con las armas a la contrarrevolución: después del alzamiento armado comandado por el ex virrey Santiago de Liniers, decidió –junto al resto de la Primera Junta de Gobierno– la inmediata represión de los responsables del alzamiento.

“La Junta manda, que sean arcabuceados don Santiago Liniers, don Juan Gutiérrez de la Concha, el obispo de Córdoba, don Victorino Rodríguez, el coronel Allende y el oficial Real don Joaquín Moreno. En el momento que todos o cada uno de ellos sean pillados, sean cueles fuesen las circunstancias se ejecutará esta resolución, sin dar lugar a minutos, que proporcionasen ruegos y relaciones capaces de comprometer el cumplimiento de esta Orden y el honor de Vuestra Señoría.”

Los rebeldes fueron fusilados el 26 de agosto de 1810 en el paraje de Cabeza de Tigre, cercano a Cruz Alta, en Córdoba. Como los militares se habían negado a ejecutar la orden de fusilamiento, Moreno –entonces Secretario de Gobierno y de Guerra– le encargó a Juan José Castelli que garantice la ejecución de la orden. “Vaya usted, le dijo Castelli, y espero que no incursione en la misma debilidad que nuestro general (Ocampo)… o iré yo mismo si fuese necesario…»

El periodismo siempre tuvo –y tendrá– su anclaje, perspectiva y referencia política. Quienes hablan y escriben en nombre de la neutralidad solo esconden su falsedad en aras de una objetividad hipócrita.

En estos tiempos, en el que miles de periodistas vuelven a ser despedidos, echados, maltratados y perseguidos por el poder –imputándoseles delitos penales– debemos recordar el énfasis valorativo de Mariano Moreno: se escribe a favor de alguien y en contra, también, de alguien, porque no se puede ser neutral ante el sojuzgamiento, la mezquindad, la crueldad, la impunidad o la injusticia. Se redacta contra el colonialismo mental y a favor de la verdadera libertad. La de todos. Se habla y escribe para acercarse de forma sistemática a las orillas de la emancipación.

En ese día que recuerda al periodismo militante de Mariano Moreno, abrazo a los comunicadores que se resisten a ser poleas de transmisión de los privilegiados. A los que desafían a las corporaciones. A los que no abandonan los sueños de construir una Patria para Todos, una Latinoamérica unida y un mundo más justo, pacífico y bello.
Pero sólo abrazo a los que renuncian a ser intelectuales orgánicos de las oligarquías y se asumen como trabajadores junto al pueblo. Sin grandilocuencia ni narcisismo. Celebro junto a quienes no se sienten partícipes de la inoculación de versiones y discursos lobotomizadores. Brindo con quienes desenmascaran al neoliberalismo, enfrentan a la perversión reaccionaria y se paran orgullosos junto a los desposeídos.

Me abrazo con quienes saben que la verdad se milita. Y que saben la causa real por la que asesinaron a Rodolfo Walsh, otro periodista parado en las antípodas de la hipocresía y la neutralidad funcional a los poderosos. Me abrazo a quienes hoy recuerdan a las y los periodistas desaparecidos y se niegan a ser parte de las operaciones de prensa revestidas de show mediático berreta.

Saludo únicamente a quienes asumen las convicciones de una palabra o una imagen que no puede ponerse en venta. Que se niega a mercantilizarse porque se rechaza el trencito del poder. Porque exige rotular a sus titulares, sus cómplices, sus testaferros y sus monigotes televisivos. Porque reclama saber cuáles son sus máscaras. En donde residen los distribuidores de los sobres y la comercialización y la manipulación de las conciencias.

Sólo me abrazo a los que son la expresión del coraje necesario para señalarlos. Incluso a expensas del riesgo que supone desnudar sus vísceras oscuras de perversión y crueldad. El resto que festejen, embelesados, con sus patrones, en las poltronas acomodaticias de la mezquindad y los premios otorgados en los salones del exhibicionismo.

No tenemos nada en común con ellos. Mariano Moreno la tenía clara.

* Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

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