Bajo el palio del duelo
En la tarde del lunes, en la catedral de Santiago de Compostela, se ofició un funeral católico en memoria de las víctimas del accidente de tren, ocurrido el pasado 24 de julio. La Constitución aprobada en 1978 dice en su artículo 16.3.: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal”. ¿Se cumple en un caso como ese?
Felipe de Borbón protagoniza las portadas de periódicos que informan del funeral por los muertos en accidente de tren.
Durante los treinta y cinco años en los que lleva en vigor ese artículo, ningún gobierno ha elaborado un rito laico para llevar a cabo este tipo de funerales de Estado. Eso ha dejado un vacío que utiliza sabiamente la iglesia católica, que es quien, a través de sus diócesis, convoca estos funerales. Así parecen de Estado, porque a ellos, por el impacto mediático de la tragedia, acuden altas personalidades de la monarquía y la política.
El comportamiento de la élite que asistió ayer a la catedral de Santiago de Compostela resultó casi obsceno. Sólo con ver la escenografía del acto ya quedaba claro el uso que hacían del duelo. Los familiares de los fallecidos ocupaban las filas traseras, cuando realmente se trata de un acto en memoria de sus seres queridos, cuyos familiares son lo más directo y por tanto deberían ocupar la primera fila.
Tras el rito católico, Felipe de Borbón, su mujer y su hermana, recorrieron banco tras banco, todos los asientos de los familiares, como una forma de interposición medieval, entre lo divino, que acababa de manifestarse en la mira, y lo humano que se manifestaba en la angustia y el dolor de quienes han perdido a un ser querido. TVE retransmitió en directo todo ese recorrido, monopolizando la atención del duelo, como se puede ver en las portadas de los diarios.
Hay que preguntarse, viendo esa instrumentalización del dolor, de qué les sirven a los familiares esas presencias en el desarrollo de su duelo, en el alivio de un proceso en el que se mezclan el dolor y la rabia. También hay que preguntarse cuáles son los actos que el poder elige colonizar y cuáles no. En estos momentos la clase política y la Casa Real están muy necesitados de mejorar su imagen, pero eso no calma el dolor de quienes no volverán a ver a un ser querido muerto trágica e inesperadamente.
Y dentro de esos vacíos que ocupa la iglesia católica, la Casa Real y diferentes representantes políticos, también es necesaria la autocrítica y preguntarse por qué la sociedad civil no ha sabido crear y difundir otro tipo de ritos que impidan que muchas veces por inercia, por falta de opciones, familias sin vínculos con el catolicismo acudan a un sacerdote por falta de un rito alternativo.
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