Box contra el humor
Nònimo Lustre*. LQS. Mayo 2021
Como sabemos de sobra los españoles -bien a nuestro pesar-, y parte del actual extremo autoritarismo europeo, Vox es el partido del que más se ocupan los medios. Este infame condumio de necios lo caracteriza como de ‘extrema derecha’, grotesco eufemismo para designar a un grupo de presión (todos los partidos lo son) ultra-neoliberal en primer pero escondido lugar; y, en segundo lugar, disfrazado de nazi y/o fascista –en España, de neofranquista.
Dícese en los mentideros cibernéticos que se sabe extraoficialmente el origen del nombre Vox que escogieron sus capitostes al fundarlo en el año 2013. Y que cabe rastrearlo hasta un panfleto trilingüe de propaganda nazi que Goebbels difundió orbi et orbe bajo el nombre de Revista Vox (en adelante, RV)
El primer aldabonazo a escala internética popular sobre esta jugosa curiosidad –no tan baladí como parece- lo pregonó la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Ponferrada (León) quien publicó en sitio web:
“Revista VOX. Entre los años 1933 y 1945, el servicio de propaganda de la Alemania nazi editó en varios idiomas, entre ellos el español, una revista de propaganda fascista ilustrada que se llamaba VOX. La revista pretendía, en tono desenfadado, difundir propaganda de la Alemania nazi para lavar su imagen y atacar a los enemigos de Hitler, que básicamente eran: el comunismo, Stalin; los judíos; Estados Unidos, Roosevelt; y Gran Bretaña, Winston Churchill. Sus páginas interiores eran escritas en varios idiomas, de manera simultánea. La edición corría a cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Alemania nazi, que tuvo como uno de sus máximos exponentes a Joachim von Ribbentrop, condenado a muerte en los juicios de Nuremberg. La Asociación ha adquirido varios ejemplares para incorporarlos a su biblioteca de memoria histórica. Hemos digitalizado los ejemplares disponibles para que quien tenga interés pueda consultarlos.” (mis cursivas; cf. https://memoriahistorica.org.es/revista-vox/)
Para una hemeroteca más técnica, gracias a la magnífica tebeoesfera.com disponemos de una ficha no exhaustiva de RV:
[VOX. Aussenpolitische Amt der NSDAP; Fechas: X-1941 ? -V-1943 ?; Números: 68? ordinarios (27 catalogados) Cuadernos grapados de 8 páginas en blanco y negro, con la portada en color. Revista semanal satírica alemana de propaganda nazi con textos en distintos idiomas, en este caso en alemán, español y francés, aunque existieron otras ediciones diferentes. En cada página y por cada día de la semana se incluía una noticia diaria de la actualidad política en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, ilustrada con una viñeta de humor gráfico relacionada con esa misma noticia, a cargo de diversos autores como Knock o Emmerich Huber. En las zonas en conflicto, la revista se distribuía lanzándola desde aviones para llegar a la población del bando contrario. Durante su primera etapa (al menos hasta el nº 39), las ilustraciones de portada se repitieron durante varios números consecutivos. No se indicaba editorial ni lugar de edición. El editor es presunto, basado en fuentes secundarias (cf. https://www.tebeosfera.com/colecciones/vox_1941_apa.html; Tebeosfera NO es un organismo gubernamental, no tasa tebeos ni los compra ni los vende; no es una tienda)]
Dicho lo cual, ¿en qué nos apoyamos para creer que el actual partido español Vox tomó su nombre de RV? Naturalmente, nunca encontraremos evidencias de esta ‘inspiración’, en parte porque se habrá decidido en alguna reunión privada entre sus gerifaltes; en parte, porque éstos padecen prurito de originalidad y siempre mantendrán que ha sido su ingenio quien les sugirió su nombre; y, en parte porque no admitirán que siguen apostando a un derrotado, Hitler/Goebbels, ellos que, como tahúres congénitos y hereditarios, triunfan por su ventajismo y su amoralidad.
Sin embargo, hay una figura que nos puede ayudar a encontrar evidencias plausibles aunque nunca directas. Me refiero al bisabuelo de uno de los actuales jefazos de Vox: el general Eugenio Espinosa de los Monteros y Bermejillo (Madrid, 1880-Madrid, 1954; en adelante EEMB), un militar cuyas tropas fueron las primeras en entrar en Madrid el 29.III.1939, cuando la guerra civil estaba a punto de terminar… y empezaban los asesinatos masivos en la capital y en toda España. A Franco le debió gustar la diligencia de EEMB en ‘limpiar’ Madrid así como su clara ideología; tanto le gustaron que le envió como embajador al Berlín del III Reich durante los años 1940 y 1941. Merced a este hecho, cabe colegir que EEMB no sólo facilitó la difusión de RV en la España franquista sino también que su recuerdo inspiró a su biznieto para proponer que el nuevo partido se llamara Vox.
Claro está que ni siquiera un partido absolutamente autoritario y piramidal puede escoger su propio nombre sin la anuencia de su cúpula fundadora. Aquí debemos especular sobre la estructura de poder dentro de Vox. A mi juicio, esta estructura tiene tres niveles: la aristocracia de los financieros y cómplices políticos; la baja nobleza de sus manijeros (managers) y, tercero, los proletarios a pie de obra. Si realmente es como especulamos, la aristocracia estaría representada por quienes le financiaron su lanzamiento y le mantienen (Aznar, la Europa fascista y, en menor medida porque su tacañería es proverbial, el Vaticano y algún banquero caprichoso) y, con cierta redundancia, por la aristocracia española propiamente dicha –a la que pertenece el biznieto Iván Espinosa de los Monteros, retoño del clan de los marquesados de Valtierra, Dato, etc. El nivel de los manijeros lo ocupa la baja nobleza de los secretarios del partido. Y, finalmente, en el último escalón encontraríamos a los peones de brega encabezados por Santiago Abascal –oficialmente, Führer del partido.
Imagino que el nombre “Vox” fue decidido por el aristócrata Iván, aprobado entusiásticamente por la baja nobleza y admitido por el último mono, justamente al que encomendaron la tarea de dar mítines, organizar las pandillas de matones y seducir a unos ya seducidos líderes políticos que jugaban a ser ‘originales’. Desde luego, yo no puedo imaginar que un clan de marqueses y generales tuvieran alguna familiaridad con quien les cayó del cielo como un enchufado más de la condesa de Bornos -Esperanza Aguirre-, un zafio que nunca consiguió refinar sus modales plebeyos –le exigieron que los mantuviera- hasta el punto de meterse en problemas inmobiliarios, minúsculos a los ojos de sus amos, y de divorciarse para casarse con una influencer que recomienda recetas de cocina y que pasea los modelitos de la tienda de su suegra. No, proclaman los señoritos, siempre habrá clases…
La Revista Vox
RV tenía un lema, “Es verdad porque estaba en los periódicos”, irónica divisa puesto que la revista (¿) se centró en mofarse de los periódicos de los Aliados. Como RV surgió en plena II Guerra Mundial, era lógico que comentara los partes de guerra que emitía el enemigo. Por ello, la mayor parte de sus viñetas estuvo dedicada a satirizar las noticias que los Aliados difundían sobre las acciones bélicas. Ejemplo:
“Londres, Associated Press, 01.enero.1942: La radio alemana se ha dirigido a la población alemana pidiéndole urgentemente que envíe sus trajes de baño para que soldados alemanes los utilicen en lo sucesivo para cubrirse la cabeza”. A la absoluta incredibilidad del despacho de AP –habla del gélido enero soviético-, extraído de alguna página irónica y tergiversado por los nazis, RV respondió con esta baladronada:
En la misma línea de combate ideológico contra los Aliados, los EEUU suelen llevarse muchos coscorrones alguno de los cuales se mofa del American Way of Life cuando este lema no estaba todavía plenamente homologado. Un ejemplo de la RV nº 25 que no necesita pie de imagen:
Pero donde los viriles redactores de RV se sienten más en su salsa es cuando se burlan de las mujeres. Tres ejemplos: en el primero, se mofan de las inglesas que están siendo alistadas en la defensa antiaérea; en los dos últimos, insisten en su burla sobre el general McArthur: ante la sorpresa de otras aspirantes, una mujer se desnuda creyendo que así accederá al general gringo; y, en la última viñeta, ante una estatua munida de un ominoso trasero, una maestra gringa les dice a sus pupilas que el culo es lo único que pueden ver de McArthur porque siempre está huyendo.
El trasplante del humor nazi
El partido Vox adoptó no sólo el nombre de RV sino también eso que Goebbels & Co. creían que era su enfoque ‘humorístico’. De ahí que se burlen de medio mundo, incluidos hasta hace poco sus señores naturales –la derechita cobarde personificada en el PP. Pero los nazis confundían la socarronería sardónica con el humor y Vox lo imita con menos gracia que un perrito faldero -un propósito condenado al fracaso puesto que los burguesitos hiper-neoliberales de Vox son avariciosos y psicópatas de balneario pero no son los psicópatas totales de un III Reich en guerra.
Las distancias entre unos y otros son escandalosas: los nazis se creían unos revolucionarios –facción contrarrevolucionaria- que habían domeñado a sus oligarcas nacionales cuando la realidad era justamente la contraria. Por su lado, los plebeyos de Vox besan sin rubor donde pisa la oligarquía patria; son contrarrevolucionarios a secas sin otra ideología que la sumisión a sus padrinos enmarcada en el ultra-neoliberalismo y sin otra aversión que el odio manifiesto a la revolución. Además, la masa de Vox es un atajo de simplones relativamente acomodados tan elementales que llegan a creer que contar chistes es la cumbre del humor y el colmo de la simpatía popular.
En el mismo sentido pero generalizando, un abismo separa el humor de la zafiedad agresiva. Y existe un sencillísimo síntoma que detecta enseguida la diferencia: el verdadero humor comienza riéndose el humorista de sí mismo mientras que Vox jamás lo hace, siempre muy ocupado con zaherir a los demás –“la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio”, dice la palabra de dios. Por ello, tras un leve maquillaje estilístico, Vox podría plagiar las viñetas de RV puesto que reflejan fielmente su ideología bélica y misógina pero no es probable que lo haga porque no sabría evitar la autocomplacencia vicaria disfrazada de humor interno que encierran aquellas caricaturas.
Existe, además, otro síntoma: los nazis habían sustituido a Dios por el Estado absolutista pero, en el tránsito de absolutista a absoluto, prefirieron no alarmar a la religión para lo cual recurrieron al fácil método de obviarla. Por su parte, al revés, Vox presume de ser católico a machamartillo -Iván Espinosa de los M., el biznieto, se describe como “hombre, español, cristiano, hetero, casado, padre de familia numerosa, patriota, capitalista, conservador, taurino, madridista y de Vox” (mis cursivas). Los Ivanes de Vox no son ingeniosos sino groseros; no son humoristas sino hirientes. Son la antítesis del humorista porque son agrios maleducados, adustos, irreflexivos, superficiales tragicómicos… y angustiosos.
Vox se creerá la quintaesencia de la españolidad pero su único vínculo con la tradición hispana sería el humor negro. Éste es el único tipo de humor que conocen pero siempre lo ejercitan con los muertos ajenos, nunca con los propios –quizá porque éstos son pocos comparados con las multitudes ‘rojas’ que asesinaron sus antepasados. Es decir, Vox vulgariza y degenera incluso el humor negro.
El auténtico humor no se limita a narrar cómo el Poder ha ido creando sus verdades/mentiras, sino que, además, propone un modelo alternativo de conocimiento y, consecuentemente, de acción liberadora. Por ello, los que no tienen sentido del humor son precisamente aquellos que, siguiendo las líneas del mínimo esfuerzo, no han reconstruido el mundo en general ni siquiera su pequeño mundo individual o de clase. En suma, los que han aceptado el mundo ahistórico, tergiversado, grotesco, irracional e injusto del estatus quo –en el caso de Vox, obviamente porque les conviene acrecentar su sangrienta herencia.
El humor se origina en la autocrítica. Como escribió el Lakota (antes, sioux) Vine Deloria Jr.: “Cuando un pueblo puede reírse de sí mismo y de los otros y controlar todas las aristas de la vida impidiendo que cualquiera pueda conducirle al extremismo, entonces todo me indica que ese pueblo puede sobrevivir”. Lamentablemente, esta sentencia tiene cuasi imposible acomodo en la España actual.
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