Carta a un amigo de España sobre la represión en Catalunya
Mikel Itulain*. LQSomos. Septiembre 2017
Querido Juan:
Sabes lo que nos apreciamos y respetamos, aunque en muchos aspectos tengamos puntos de vista bastante diferentes. No obstante, hay situaciones y momentos en que uno debe pararse a pensar y ver que es lo que realmente está ocurriendo.
Como eres avezado para saber captar las intenciones y pensamientos de las personas, sé que esperas que te hable de lo que ocurre en Cataluña, tema sobre el que ya hemos debatido y discrepado. Sin embargo, más allá de estas normales y bienvenidas diferencias, lo que ha sucedido hoy a consecuencia del referéndum está más allí de lo razonable y admisible. La violencia gratuita, cruel, loca, despiadada ejercida por las fuerzas de seguridad mandadas por Madrid contra votantes o manifestantes pacíficos, y el trato degradante dado a ellos y ellas: golpeándolos, pisándolos, disparándoles, tirándolos como a la basura, refleja que se ha alcanzado un punto límite al que no solo nunca se debió llegar, sino siquiera pensar en hacerlo.
Podrás decirme que ni tú esperabas semejante respuesta brutal, disparatada y poco inteligente del Gobierno central, y efectivamente es toda ella así. Pero los más ultranacionalistas entre los españoles, que abundan como setas en otoño, pensarán que los catalanes ya tienen la represión que querían, y aquí se lo tendrían que preguntar a las personas de toda edad que solo fueron a votar y se encontraron con desalmados brutalizándolos; además, algunos creerán (y también dirán) que la merecían. Violencia que por cierto esta panda de impresentables sabe que no va a recibir de esos cuerpos policiales o militares.
Que la actuación del Estado español ha sido torpe puede ser y es verdad, pero sobre todo revela la naturaleza de sus dirigentes, de sus instituciones, de su concepción del Estado, de su profunda relación y continuación de la ideología y acción del periodo dictatorial, del periodo franquista y su visión colonial. Y en el ámbito político español, tanto de derecha como de izquierda, sabes que no encontrarás mucha tolerancia y mano izquierda cuando se trata del dogma de fe de la unidad indisoluble de la patria. Es el enraizado y ciego nacionalismo español del que a menudo hemos hablado.
La imagen que está dando España de cara al exterior es penosa, aunque sus habitantes, ciegos y cegados por los medios de manipulación internos, no la vean. Esto se paga caro, muy caro. La violenta y execrable actuación policial circula por el mundo y traslada un claro mensaje, no en favor de España o de su democracia. Y no es que los de fuera no nos quieran, nos tengan envidia y todas esas archiconocidas excusas que sacamos cuando no queremos analizar nuestros defectos; las imágenes aquí no mienten, están retratando algo que conocemos. Las consecuencias de tal despropósito estatal vendrán poco a poco, igual más rápido de lo que pensamos. El daño hecho a los catalanes es irreparable y tendrán, tienen ya, muchos que les apoyan y apoyamos. No podía ser de otra manera. No vivimos en los tiempos del auge del fascismo en Italia y del nazismo en Alemania que permitió una represión sin parangón en la península. Soplan vientos contrarios y los meteorólogos de la política nacional parecen no haberlos detectado.
Se podía y podía haber sido diferente, con una disposición al diálogo desde hace muchos años, con un mayor respeto hacia las nacionalidades históricas y sus particularidades, no tomándose a broma las decisiones tomadas en sus parlamentos y respetándolas. No se hubiese llegado a estos extremos. Si Cataluña, a pesar de un proceso de diálogo decidiese seguir adelante con su referéndum, se debía haber permitido, argumentando las buenas razones por las que no se comparte esta visión y reflejando datos, hechos y consecuencias reales que se derivarían de tal decisión. Seguramente ahí se hubiese quedado la cosa, ya que las personas si ven buena disposición y criterio en quien les gobierna, no tienden a romper con él ni son proclives a cambios bruscos.
Seguramente, muy seguramente eso hubiera sucedido. El problema es que España no actúa así y tiene los problemas que tiene, los que ella misma engendra, mi querido amigo.
PS.
A leer: España debe enfrentarse consigo misma
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@MikelItulain
– Foto montaje de K.R.
¡Joder!, con echarnos la culpa a los madrileños de lo que hace el PP con su Gobierno. Vengo observando desde hace tiempo que por el hecho de que la gobernación de todo el país tenga su sede en Madrid siempre nos cuelgan a todos los madrileños el sambenito de ser los responsables de lo que hace el gobierno de turno. En este caso da la impresión al decir que “las fuerzas de seguridad han sido mandadas por Madrid contra los votantes pacíficos” de que todos los madrileños somos responsables de la represión ejercida contra el pueblo catalán, y eso no es cierto, como me imagino que los barceloneses no son responsables de la represión que ejercieron los Mossos d’Escuadra contra los acampados del 15M en la Plaza de Catalunya.
Aclaremos, las fuerzas de seguridad no fueron mandadas por Madrid, sino desde Madrid por el gobierno reaccionario del PP.