Católicos inhumanos
Se llaman a sí mismos católicos. Van a misa. Se dan golpes de pecho. Pero no practican lo del amor al prójimo sino que contribuyen a la extensión de facto del fascismo. Arremeter contra los ciudadanos discapacitados que sufren sus males, para recortar gasto público e implantar una economía que favorece a los bancos, no es cristiano. Es fascista. Dice la ministra de Sanidad, Ana Mato (Opus Dei), y su jefe Rajoy que no hay dinero para ambulancias. Sólo hay dinero disponible para la banca privada.
Suprimir el transporte en ambulancia a los enfermos de diálisis es cruel y es impresentable. Se juega con unas vidas que dependen de la depuración de su sangre por una máquina a la que están enchufados de por vida, mientras no reciban un trasplante de riñón. Es poco menos que condenarles a un ostracismo atroz y al dolor. En algún caso, a la muerte.
Únicamente se podrán utilizar las ambulancias para los casos urgentes. Pero ¿quién determina lo que es urgente y lo que no? Enfermos que deben acudir a las sesiones de rehabilitación, radioterapia, personas atadas a una silla de ruedas…Mucho padecimiento; aunque el dolor es un capítulo muy querido por la doctrina de la fe vaticana. El cilicio del cuerpo para lograr la salvación del ama. Otros lo llaman masoquismo.
Resulta cuanto menos curioso y espectacular el silencio de la jerarquía eclesiástica acerca del empobrecimiento general, la frustración y la tragedia en la convivencia que está causando la política antisocial del gobierno. Tal y como les conocemos, si eso mismo lo hiciera un gobierno de izquierda ya estarían ladrando diatribas desde el púlpito y agitando a la feligresía en su contra. Días atrás Rouco Varela ha declarado en contra de la ciencia medicina, concretamente contra las pruebas previas durante el embarazo porque “hacen difícil el nacimiento de discapacitados, y estos tienen derecho a vivir y trabajar”.
Pero no tienen derecho al transporte sanitario. Eso es, según el católico Rajoy, demasiado caro.