Charles III visita Kenia ¿Para castrarla?
Por Nònimo Lustre.
En estos días, Charles III, flamante monarca del Reino Unido, visita su antigua colonia de Kenia. Sus equipos de propaganda-cooptación-y-soborno propalan que pedirá perdón a los keniatas por los abusos que Londres-Buckingham perpetraron contra aquellos sus negros súbditos irredentos. Pues, justamente, es ese “pedir perdón” que se permiten las máximas autoridades del planeta lo que más me irrita
Centrándonos en Charlie el Tercero -más conocido en mi barrio como El Orejas y el Tampax Empotrador-, en efeto ha pedido perdón por la cosecha colonial pero… se le ha olvidado mencionar siquiera que los abusos continúan en la actualidad. Concretamente, los que habitualmente comete la British Army Training Unit Kenya (Batuk), cuyos soldados han sido acusados de asesinatos, abusos sexuales, sembrar bombas sin estallar en tierras públicas y envenenar con tósigos químicos las tierras circundantes a su cuartel general (en Nanyuki, 125 millas al norte de Nairobi) El caso más conocido es el del asesinato, en 2012, de la apuñalada Agnes Wanjiru (20 años) cuyo cuerpo fue rescatado, dos meses más tarde, en la fosa séptica de un hotel muy cerca de Batuk. En 2019, una averiguación judicial concluyó que los soldados británicos eran responsables de su asesinato y ordenó reabrir las investigaciones pero, hasta la fecha, nadie ha sido encausado. Cuatro años después, en este otoño 2023, Esther Njoki, sobrina de la mártir Agnes, ha exigido a Charles III que visite en señal de expiación a los deudos de la torturada. Hasta la fecha, ni lo ha hecho ni creemos que lo hará.
En definitiva, estoy más que jartito de que los peores criminales se vayan de rositas simplemente pronunciando 3 o 4 palabras. Piden perdón desde el Papa hasta el susodicho Orejas pero el Vaticano no se hace responsable de los 440.000 niños/as españoles que sufrieron abusos sexuales y Charles III tampoco soltará ni una esterlina ni abrirá ningún archivo secreto para compensar a los miles (repito, miles) de keniatas que, so pretexto de combatir a los terroristas del Mau Mau, sus fuerzas armadas asesinaron, castraron y torturaron en la década de 1950-1960.
[Más aún, por nuestra humilde parte, también alertaríamos -especialmente a las jóvenes keniatas- sobre la hipotética presencia en Kenia del Duque de York: el Príncipe Andrés (n.1960), tercer hijo de la finada reina Isabel II., quien ocupa el octavo puesto en la línea de sucesión al trono británico pero al nacer ocupaba el segundo. Su retroceso se debió a sus peligrosas pero íntimas orgías sexuales contra menores que le facilitaban el millonario Jeffrey Epstein (1953-suicidado [¿] en 2017 en una prisión de Manhattan) y Ghislaine Maxwell (1961; ahora cumple una condena de 20 años por varios delitos de prostitución infantil y etc), hija del también multimillonario Ian Robert Maxwell (1923-1991), “uno de los mejores espías del Mossad israelí”.
Sobre la pericia sexual de este Andrés, ¿espía por herencia morganática de Robert M.?, disponemos del testimonio de una de las niñas prostituidas: cuando tenía 17 años, Virginia Giuffre fue ”llevada” a Londres desde Estados Unidos por Jeffrey y Ghislaine quienes la obligaron a ‘intimar’ con el duque de York: “Ya en el auto, Ghislaine me dijo que tenía que hacer con Andrés lo mismo que había hecho con Jeffrey, y eso me puso enferma”. El choque sexual tuvo lugar en la casa de Maxwell en el opulento barrio de Belgravia y “no duró mucho… [fue] “desagradable”. Definió al rijoso York como “el bailarín más espantoso” que había visto en su vida. “Era horrible, y no paraba de sudar encima de mí. Su sudor se esparcía por todos lados como si fuera lluvia. Me daba asco, pero sabía que tenía que hacerle estar contento, porque era lo que Jeffrey y Ghislaine esperaban de mí”.
Los Mau Mau, ¿terroristas?
Dejemos las caspicies royal-mosaicas y volvamos a Kenia: en la Europa de los 1950’s, los niños vivían aterrorizados por los Mau Mau. Ahora nos parecerá un poco absurdo que tuvieran pesadillas con unas remotísimas bandas que, suponía aquella tierna infancia, bastante tenían con escapar de los leones. Ignoraban dónde estaba África y, encima, en aquellos años no había negros en España pero el cine -aún no había televisión- era una poderosa herramienta para sembrar racismo. Como vemos a continuación, los carteles de las películas de serie B que inundaban los cines ‘de sesión continua’, eran a cual más truculentos:
Simba (=león), ¿estaba confabulado con los sangrientos Mau Mau?
El desbordante delirio anti-Mau Mau alcanza su clímax cuando peligra ¡una cavernícola!: una rubia algo ligera de ropa que huye de los killers negros acarreando a su bebé -sobra decir, rubísimo, como corresponde a la Raza Superior.
En primera línea, mujeres mau mau nada cavernícolas
No podemos negar que esta hiper-racista viñeta tiene algo de verdad.
Cf. infra, Jomo Kenyatta.
Pese a tanto tremendismo cinematográfico, la ignorancia sobre los keniatas en general y sobre los mau mau en particular comenzaba con ese mismo nombre puesto que esas caricaturizadas “bandas terroristas”, en realidad se llamaban Muingi (= El Movimiento), Muigwithania (El entendedor), Muma wa Uiguano (El juramento de unidad) o, simplemente, El KCA (por Asociación Central Kikuyu; Kikuyu Central Association porque la etnia kikuyu, un 23% de la población actual, constituía el grueso del Muingi. Pese a tantas etiquetas, los guerrilleros veteranos preferían el título de Ejército de la tierra y la libertad.
Las manipulaciones abundaban hasta el punto de corregir toscamente la etnohistoria. Ejemplo, encontramos enciclopedias y folletos divulgativos que todavía rezan disparates como “A mediados del siglo XIX, la población en Kenia sumaba 2.5 millones de habitantes, de los cuales una muy pequeña porción eran africanos, el resto eran colonos ingleses”. Ya… entendido, y China era portuguesa y la España decimonónica, visigoda.
Disparates aparte, subrayamos que, durante los 8 o 10 años que duró la insurgencia mau mau -Kikuyu incluidos-, sólo murieron 32 colonos blancos -otras fuentes hablan de 100 blanquitos asesinados pero no aportan pruebas. Más numerosos fueron los policías keniatas que sufrieron unas 200 víctimas. Y todavía más fueron perjudicados los casi 200.000 keniatas que fueron arrestados y torturados -desde que, a partir del año 1952, so pretexto de implantar un Estado de Emergencia, Buckingham desató una ola de represión generalizada en la que fueron asesinados no menos de 11 o 12.000 dizque “mau mau” -el historiador Anderson aumenta la cantidad hasta los 20.000 o más y, recientemente, los estudiosos hablan de 60.000 dizque mau mau asesinados o heridos hasta la incapacidad absoluta.
A pesar de tan terrible cifra, en 1963, Jomo Kenyatta -el Padre de la Nación-, excluyó del funcionariado y de la ley dizque ‘indepediente’ a los freedom fighters. Hasta 2003, no volverán a ser ‘guerreros de la libertd’, honrosísima condición que recibirán justamente con motivo de la inauguración de un monumento a su carismático líder Dedan Kimathi, capturado por las fuerzas invasoras, torturado y ahorcado en 1957 en la cárcel de máxima seguridad de Kamit.
Ah!, por nuestra mala cabeza, nos olvidábamos que, en 2013, el Reino Unido indemnizó a 5.200 sobrevivientes mau mau con 23 millones de euros.
Dedan Kimathi
(nombre real en kikuyu, Kimathi wa Waciuri; 1920-1957)
Hasta la fecha (02. XI. 2023), las últimas noticias que nos llegan desde Nairobi, nos informan: a) efectivamente, Charles III declaró el primer día que experimentaba un “greatest sorrow and deepest regret” por los “abhorrent and unjustifiable acts of violence” cometidos por Londres pero, según Gideon Mugai, un veterano resistente, Charles ‘marea la perdiz, da vueltas y vueltas a sus palabras huecas pero se queda muy corto en sus apologies’. b) más práctico fue que Charles visitara Mombasa para ensalzar la cooperación UK-Kenia en Defensa y, de paso, venderles algunos juguetes letales a los marines de ese puerto; c) la devolución a cuatro guerreros de la libertad de las sendas medallas que habían obtenido combatiendo con los británicos en la I Guerra Mundial pero que les habían sido decomisadas por su (supuesta) pertenencia a los rebeldes.
¿Y Charles aludió a las castraciones? -No sé de qué me habla Usted. -¿No?, pues se lo cuento en el siguiente parágrafo.
Galería de Mártires Olvidados
[Todas estas fotos y semblanzas, provienen de un reportaje y unas fotos de Phil Moore/Al Jazeera]
Ndiku Mutwiwa Mutua: “Después de que me castraran, tuve que quedarme en casa, cuidado por mi hermano; el gobierno de Kenia no ha hecho nada, absolutamente nada, por los Guerreros por la Libertad (freedom fighters)“
Kimweli Mbithuka Kilatya (n. 1923, en Kasau) En 1952, fue detenido, torturado y castrado. Sólo era un discreto funcionario en el Dept. de Obras Públicas.
Ndiku Mutwiwa Mutua (n. 1927 o 1928) Juramentado mau mau, les pasaba comida desde la granja en la que trabajaba. Torturado y castrado. Fue rescatado por los rebeldes quienes le llevaron a un lugar seguro: la selva.
Paulo Muoka Mzili (n. 1927), uno de los poquísimo ex mau mau que consiguió ver aceptada su querella contra el gobierno británico. En 1955, fue torturado y castrado en uno de los numerosos campos de concentración -a veces, de exterminio- que salpicaban Kenia.
Paulo Nzili (86 años en 2023), recuerda cada uno de los horrores que vivió, como la castración con pinzas calientes que sufrió durante el año que estuvo preso. Fue llevado al campo de concentración regido por Luvai, un funcionario colonial. Y protestó: “Fui desnudado delante de todos los presos. Kwatanehi me sujetó al suelo -era un hombre muy fuerte-, atándome brazos y piernas. Entonces, Luvai se me acercó con unas pinzas largas de medio metro. Y me castró… No quiero resolver un pecado con otro pecado pero me gustaría recibir alguna clase de excusas, ahora que mi vida y mi reproducción están destrozadas.”
Jane Muthoni Mara (n. 1937 o 1939, en Kianjiru, distrito de Nyeri) Cuando tenía 15 años aprox., fue detenida, castrada, torturada y violada con una botella
Naomi Nziula Kimweli (n. 1927) Junto con su esposo Kimweli Mbithuka y sus tres hijos, estaban viajando cuando fueron detenidos por una patrulla de carreteras. Naomi estaba embarazada de cinco meses. Inmediatamente, fueron aislados entre ellos. Fue la última vez que vio a sus hijos. Asimismo, fue castrada y también violada con una botella. Al cabo de los años, adoptó a varios niños y niñas por lo que, ahora, tiene nietos/as adoptivos –surrogates dicen.
– Imagen de cabecera: Monumento a las mujeres mau-mau que trabajaban en la retaguardia. En 2015, el Reino Unido se dignó costearlo con 124 000 euros. Obsérvese que las dos figuras -la cómplice y el guerrillero- evitan mirarse a la cara. Por un motivo fácil de encontrar en otros monumentos a las Resistencias planetarias: para que, si caen presos, no puedan denunciarse.
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