Chile, nueva edición de “Una mujer en Villa Grimaldi” de Nubia Becker
Se publica en Chile la cuarta edición de “Una mujer en Villa Grimaldi”, un relato desgarrador y de supervivencia en primera persona de Nubia Becker Eguiluz. Reproducimos la reciente entrevista realizada a la autora, publicada por el semanario Diario Talca, de la red de diarios del Maule, Chile.
En el estado español hay una edición propia y se puede conseguir en El Garaje Ediciones.
“Villa Grimaldi fue posible porque los poderosos como las Fuerzas Armadas, los Tribunales de ‘Justicia’, una mayoría del Congreso y los partidos antidemocráticos, junto al interés de Estados Unidos de mantenernos bajo su tutela y, apoyados por una importante fracción de chilenos, estaba por destruir un proyecto político y social que favorecía a las mayorías que buscaban mejores condiciones de vida para ellos y sus hijos. Villa Grimaldi y otros más de mil centros de tortura acreditados por los Informes Rettig y Valech son expresión que el terror desatado no fue obra de un grupo de desquiciados, si no una decisión institucional”
Por Mario Rodríguez Órdenes*.
Entrevista: “El encuentro entre torturados y torturadores es absurdo”
“Nadie que abra este libro podrá salir indemne. En él leemos el testimonio de una travesía por uno de los infiernos más cueles de la historia del siglo pasado que, sin más, formó parte de los grandes aportes con que la dictadura chilena contribuyó a ensanchar el horror del mundo: Villa Grimaldi. La novela es el estremecedor registro de una militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, hace de un centro de tortura y muerte donde se dieron cita buena parte de los personajes más oscuros, criminales y abyectos que se encargaron de llevar a la práctica la política de exterminio de Pinochet. En la poesía, desde La Ilíada en adelante, los vencedores les devuelven a sus deudos los cadáveres de los vencidos, mostrando una piedad básica, ancestral, que las dictaduras latinoamericanas y la chilena es una muestra proverbial de ella, jamás tuvieron. Ferozmente es en la realidad, no en el arte, donde existen los seres infinitamente crueles”, precisa con justeza el poeta Raúl Zurita, Premio Nacional de Literatura 2000, al referirse a “Una mujer en Villa Grimaldi” (Pehuén Editores 2011) de Nubia Becker Eguiluz.
La autora estuvo detenida en Villa Grimaldi, alrededor de un mes entre fines de enero y febrero de 1975. Y en los campos de prisioneros de 3 y 4 Álamos hasta fines de septiembre de 1975. Nubia es una sobreviviente. Escribió esta novela basada en hechos reales, luego de su regreso clandestino a Chile, en el verano de 1982.
“Lo escribí a salto de mata, en una situación de urgencia, para no olvidar ese período de la historia de Chile, vivido en medio de la pesadilla de una política de terror de Estado, que abolió toda norma democrática para la mayoría de la población y desató, con plena impunidad, la persecución, prisión, tortura, muerte y desaparición de sus oponentes, tragedia de la que somos testigos sobrevivientes quienes compartimos esa cruel experiencia”, precisa durante la conversación que sostuvo con Diario Talca.
“En este libro está el relato de un periodo brutal y dramático de la historia de Chile. Es el tiempo del exterminio, entre los años 1974 y 1977, cuando la dictadura, sin trabas de ninguna especie, con la anuencia o el silencio de partidos de derecha, de altos miembros del poder judicial y con el entusiasmo de las asociaciones empresariales, desató la más violenta represión de que se tenga memoria sobre el pueblo, sobre la izquierda y en especial contra el MIR”, precisa Nubia Becker.
Nubia Becker Eguiluz, Licenciada en literatura, ha publicado “Recuerdos de una mirista” (1986); y “Sistematización de la experiencia de la defensa de los derechos humanos en Chile” (1992). Ha participado con el relato “La guerra de exterminio” en la antología “¡Basta! Antología 100 mujeres contra la violencia de género” (2011). En 1994 ganó el tercer premio en el Concurso de Cuentos de El Mercurio.
Nubia, “Una mujer en Villa Grimaldi” ha tenido tres ediciones anteriores en que usted aparece con el seudónimo de Carmen Rojas. ¿Qué la decidió a publicarla con su verdadero nombre y cambiarle el título?
“Para esta nueva edición revisada de la novela, decidí cambiar su título (anteriormente llevó el título de ‘Recuerdos de una mirista’) porque me parece que la circunstancia de haber estado en Villa Grimaldi, es definitivamente lo que enmarca los acontecimientos y comportamientos de los seres de una generación que, más allá del color de su militancia política, vivieron esa experiencia. También quise salir del anonimato, y lo hago, en primer lugar, porque la situación del país así lo permite. Pero hay otro motivo de fondo para hacerlo”.
¿Cuál sería ese?
“Es el hecho que este relato ha recorrido un largo camino por centros de estudios y universidades extranjeras interesadas en acopiar datos y testimonios para la investigación acerca de la irrupción, los fundamentos y los efectos provocados, tanto a nivel socio político como cultural, de los regímenes dictatoriales que se instauraron entre los años sesenta y ochenta en varios países del continente. Eso dio pie a que algunos investigadores solicitaran entrevistas personales para extender y detallar el relato. Ante eso, puesto que la doble identidad obstaculizaba el diálogo, opté por devolver al libro mi nombre, agradeciendo a Carmen Rojas todo ese tiempo tan difícil en que le dio cobertura”.
¿Es posible recuperarse después de una experiencia como la vivida en Villa Grimaldi?
“Es difícil porque involucra una experiencia de suma brutalidad que involucra y devasta la vida social, de estudio y trabajo y proyecto político. Es una pérdida colectiva. La recuperación tiene esa dimensión, la de la justicia, la de la verdad y responsabilidad de las instituciones del Estado en haber perpetrado ese daño, o por acción u omisión”.
Se cumplen próximamente 50 años del golpe militar. Situaciones como esta, ¿cómo fracturaron a la sociedad chilena?
“La fractura se mantiene y la herida sigue abierta, porque falta una respuesta para aquello que aún está pendiente. Para decir por qué hoy somos el país más desigual y que más ha retrocedido en el bienestar de las y los chilenos: salud, educación, seguridad, jubilación, sueldos”.
¿Sigue siendo una herida abierta?
“El golpe sigue siendo una herida abierta pues no hay un reconocimiento de los responsables civiles y militares de haber destruido la democracia, su sede de gobierno, haber llevado a la muerte a un presidente electo. Y ahora, de forma más reciente, intentaron con éxito derrotar la esperanza de una nueva convivencia al vilipendiar el proyecto constitucional de la Convención, que permitía un país con más igualdad y dignidad”.
¿Qué pasos se deben dar para iniciar un proceso de sanación?
“Un paso importante es una nueva constitución que represente a todos los chilenos, sin exclusiones y sin discriminaciones. Que todas las instituciones del Estado se funden en el respeto irrestricto a los derechos humanos. Una profunda reforma tributaria que permita redistribuir la riqueza con los que trabajan y los marginados y con empleos precarios. Con normas rigurosas para proteger el medio ambiente en que se desenvuelven las y los chilenos, pensando en las generaciones futuras y no en el egoísmo y lucro de unos pocos. Esos son algunos pasos importantes”.
¿Cuál cree que es el principal escollo para lograrlo?
“Los escollos son muchos. Para un entendimiento se requiere verdad, justicia, arrepentimiento, reforma de facultades y doctrinas que pueden volver de nuevo las armas contra el pueblo. Este gobierno es una esperanza, pero no tiene las condiciones en el parlamento para hacer lo que hay que hacer. Creo, sin embargo, que tiene un buen norte y lo defiendo, pero aún está por verse cuánto de ese proyecto se puede realizar. Por mi parte no estoy optimista con este proceso constituyente, por cómo se conformó su representación”.
Nubia, en lo personal, ¿cómo logró reconstruir su vida?
“Resistiendo para que la dictadura fuera derrotada y luego no sintiéndome solo una víctima de ella, uniéndome a todos los que estaban por un Chile mejor para beneficio de todos”.
¿Es posible el reencuentro entre torturados y torturadores?
“El encuentro entre torturados y torturadores es absurdo. Y es, pienso, innecesario pues lo que requiere la vida en común es reconocernos como iguales en dignidad y derechos. Los torturadores no ven en otro ser humano más que un, como decía el dictador Merino, un humanoide. Y eso facilitaba la labor de aniquilación de todo quien se oponía a sus ideas”.
Lo que pasó en Villa Grimaldi y otros centros de tortura y desaparición remite a las peores barbaries de la Alemania Nazi. ¿Cómo ello fue posible?
“Villa Grimaldi fue posible porque los poderosos como las Fuerzas Armadas, los Tribunales de ‘Justicia’, una mayoría del Congreso y los partidos antidemocráticos, junto al interés de Estados Unidos de mantenernos bajo su tutela y, apoyados por una importante fracción de chilenos, estaba por destruir un proyecto político y social que favorecía a las mayorías que buscaban mejores condiciones de vida para ellos y sus hijos. Villa Grimaldi y otros más de mil centros de tortura acreditados por los Informes Rettig y Valech son expresión que el terror desatado no fue obra de un grupo de desquiciados, si no una decisión institucional”.
* Entrevista original.
Notas relacionadas:
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