Collage. El progresivo destape de las Venus
Por Nònimo Lustre.
PROEMIO
When I use a word… it means just what I choose it to mean, neither more nor less. -The question is,’ said Alice, whether you can make words mean so many different things. -The question is…which is to be master, that’s all. (Lewis Carroll, Through the Looking Glass, 1872)
Viene a decir el popular diácono anglicano que el significado de las palabras depende de la voluntad del Amo. Por ejemplo, ¿qué significa Mujer? Para unos, representa ‘la mitad del cielo’ pero, para otros, es ‘la mitad del infierno’. Dependerá del Jefe que, en esa tesitura, subyugue la interpretación. Pues bien, una somera lectura de la Historia europea/mediterránea, desde la Antigüedad hasta la Contemporaneidad, nos enseña que la Mujer ha sido conspicua, sistémica y encarnizadamente preterida… Seguir leyendo, clic aquí
EL PROGRESIVO DESTAPE DE LAS VENUS
Centro: Ishtar barbuda, diosa mesopotámica del sexo… y de la guerra. Museo Británico, Londres. Derech; diosa de Pafos (Afrodita), Golgoi (Chipre), Museo Metropolitan, NYC. Izqd.; Venus desnuda, Museo Británico, Londres.
La progresiva desnudez de las Venus, ¿estuvo alguna vez considerada como sediciosa, pecadora o, simplemente, moda? El tema no es baladí porque, en la arcádica-saturnal de aquella Antigüedad Clásica, la pena de muerte castigaba la traición, el asesinato premeditado, la sedición y las formas más extravagantes de la impiedad. En efeto, el delito de impiedad (aprox., asebeia) constaba de numerosísimas manifestaciones. Se definía como una ofensa contra los dioses y los daimones o también contra los muertos, los padres y la Patria. Sin embargo, no existía una ley que indicara específicamente qué comportamientos constituían la asebeia.
Ahora bien, la asebeia permitía la prostitución sagrada, más notoria en los puertos que en las ciudades. Esos prostíbulos sacros, de mujeres y de varones, jugaban con las palabras -ejemplo, se representaban con una escalera, klymax en griego, que también significaba orgasmo y, asimismo, ‘el final de Afrodita’. En esos santuarios, no se permitían sacrificios sangrientos. Sólo se quemaba el carísimo incienso árabe y se abocaban a unas libaciones con aceite de oliva, miel y vino aderezadas copiosamente con láudano (opio), flores y perfumes que las ‘sacerdotisas’ -y sus clientes-, bebían con unas pajitas.
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