Colombia: en 1984 firmamos la paz y siguió la guerra

Colombia: en 1984 firmamos la paz y siguió la guerra

Por Fabiola Calvo*.

Parece una fecha muy lejana el 23 de agosto de 1984 y mucho más para la juventud que hasta hace muy poco no recibió en los colegios clases de historia, afán de una élite por olvidar conscientemente aquello que no le interesa que persista en el recuerdo colectivo

Ese 23 de agosto el Partido Comunista de Colombia Marxista Leninista (PC de C. M-L) y el Ejército Popular de Liberación (EPL) firmaron en el entonces Museo Zea de Medellín (hoy Museo de Antioquia), los Acuerdos de Cese al fuego y Diálogo Nacional, mientras que en Corinto y El Hobo el M19 también firmaba con el gobierno del presidente Belisario Betancur.

Freud habló de los horrores y de los actos sublimes en la guerra. No creo que estas firmas hayan sido lo uno o lo otro, fue un paso con profunda desconfianza de ambas partes, pero un paso. ¿Cuál es entonces su importancia? Vamos para allá.

En marzo del mismo año, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) había firmado otro acuerdo y el ADO, un grupo muy pequeño, también se sumó al proceso que entusiasmó al país. Ahora sí veamos porque fue un antecedente de mucha importancia.

Las organizaciones firmantes fueron producto de razones internacionales, de la conocida ausencia de una reforma agraria en Colombia, aun país de terrateniente, de carencia de derechos civiles y políticos patentada en el Acuerdo Frente Nacional, pacto de la exclusión.

Los Acuerdos firmados con el gobierno dieron como resultado:

1. FARC: La creación del partido Unión Patriótica (UP). Posible camino para dejar las armas.

2. M19: La propuesta de un gran Diálogo Nacional con todos los sectores del país.

3. El PC de C (M-L) y el EPL: Una propuesta de país, Asamblea Nacional Constituyente (ANC) elegida por el constituyente primario para entregar la democracia al pueblo y hacer un cambio de constitución.

Los acuerdos fracasaron. Fueron asesinados los firmantes por el Partido y el EPL, Oscar William Calvo y Jairo Calvo, Carlos Pizarro y Antonio Navarro sufrieron atentados, Álvaro Fayad fue igualmente asesinado. Luis Fernando Lalinde fue desaparecido.

La UP sufrió durante varios años y de manera sistemática el asesinato de más de seis mil militantes y dos candidatos a la presidencia. Hablamos de un proceso que inició, pero no lo dejaron crecer. ¿Quiénes no quieren la paz?

Sobrevivió la propuesta de una ANC con el entusiasmo del movimiento estudiantil y la bandera de la paz fue retomada por el M19, el EPL y la apuesta del gobierno del Partido Liberal, nació una nueva carta magna (1991) con la participación de la derecha, la izquierda, el movimiento social, fueron consignados nuevos derechos políticos, eso sí, el resultado fue un híbrido, pero no podía ser diferente dadas las circunstancias.

En el nuevo proceso de paz caen asesinados Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro. ¿Quiénes no quieren la paz?

La élite de este país (léase oligarquía y no burguesía) enraizada en un pasado feudal, en la tenencia de la tierra, en el extractivismo, relacionada con el narcotráfico y el paramilitarismo, anclada en lo más retrógrado de la iglesia católica, estancó su mirada política con el uso de las armas, la ley del Talión, el método punitivo para resolver los conflictos que ella misma desató. Y en aquel momento de 1984 el ejército aún inmerso en la Escuela de Las Américas y el enemigo interno no atendió la decisión del ejecutivo.

Para la élite no existe el concepto de modernización del Estado ni permite hacerlo, motivo por el cual presentan a quienes ostentan una postura progresista como los diablos de la izquierda y los y las erigen como los enemigos para mantener una sociedad sumida en el enfrentamiento constante.

¿Quiénes no quieren la paz?

A la élite colombiana le falta grandeza, pretende mantener un Estado arcaico, lejos de las grandes revoluciones y cambios de la humanidad que han permitido dignidad y bienestar a la población y utiliza la apropiación de las instituciones dentro de un juego con la legalidad para frenar avances en derechos que según ella y sin decirlo, afecta sus intereses.

Es tal su indiferencia que si leyeran este artículo no se sentirían reflejados, no se miran al espejo ni conocen el sentimiento de la compasión. Y ¿se llaman cristianos? Vaya complejidades del ser humano.

Con estas complejidades hubo un inicio o quizá una intención en 1984 para resolver el conflicto armado con una salida política, no obstante, ese momento marcó también la desconfianza y siguió la guerra marcada ya no solo por objetivos políticos y altruistas de querer cambiar el mundo por otro mejor. “Y lo sueños, sueños son”, si no por el narcotráfico y el paramilitarismo. Crecieron, se instalaron, permearon cada rincón de Colombia… Los demás ya lo conocemos.

¿Quiénes no quieren la paz?

* Doctora en Ciencias Políticas y Sociología, periodista, poeta, escritora de la Red Colombiana Periodistas Visión de Género.
Más artículos de la autora @fabicalvoocampo

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