Corrupción: el rayo que no cesa

Corrupción: el rayo que no cesa

Por Nònimo Lustre. LQSomos.

A mediados de los años 1960’s, en pleno tardo franquismo, y durante el primer día lectivo en la entonces llamada Facultad de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales, algunos profesores coincidían en citar un aforismo que -quién sabe si por prudencia ante aquella omnipotente censura que se burlaba de la libertad de cátedra-, atribuían a Lord Acton (1834-1902), un católico conservador y aristócrata inglés que pontificaba: “El Poder tiende a corromper y el Poder absoluto corrompe absolutamente” (Power tends to corrupt, and absolute power corrupts absolutely) -creo recordar que mis profesores eludían eso de ‘tender a’-. En cualquier caso, la licenciatura resumía toda su ciencia en ese dictamen que los estudiantes conocíamos denantes de entrar en la universidad por experiencia personal y colectiva. Todo lo que servidor pueda decir de la corrupción, emana de lo oído en aquel primer día de clase. Aun así, me explayaré un poco más:

La Corrupción es universal y eterna, características propias de lo natural. Pero, esa mil veces mentada siempre como lacra, ¿es realmente natural? Yendo un paso adelante, ¿la Naturaleza es corrupta? No parece el caso pues esa noción no ha entrado en la lengua normal… Todavía pero, visto el vertiginoso avance de la artificiosa humanización de toda la Vida, podríamos aventurar que ‘está al caer’. Cuando eso suceda, nos habremos olvidado de la lucha de clases, elemento fundamental del abismo que separa a los enriquecidos de los empobrecidos. Entonces, habrá que recordar que la corrupción es asimétrica, pues siempre la ejercen los beneficiados -grandes o pequeños- contra los perjudicados. Continuemos por partes:

Primera fase, la analítica; olvidándonos de la absurda provocación que ha salpicado a la Naturaleza, debemos evaluar los grados. En materia de corruptelas, es necesario distinguir entre la Mega-corrupción, la Macro y la Micro. Su distribución mediática es no menos asimétrica: de la Mega nunca se nos informa; de la Macro, algunas veces y, de la Micro, siempre -caiga quien caiga.

Segunda fase, la sociológico-política; unos cuantos pensadores, políticos, técnicos y hasta científicos (todos ellos, absolutamente desquiciados) trabajan sin-querer-queriendo para promulgar leyes que controlen toda actividad humana. Merced a sus desvelos, las normas se han hipertrofiado ad infinitum -léase, ad absurdum. Todo acto que imaginemos, está legislado, reglado, grabado en gabelas, impuesto y etcétera. Dicho en breve, normalizado según normas oficiales de ignota infinitud. Ahora bien, por el puro principio dinámico de acción-reacción, toda norma ejecutada públicamente (acción) es igualada por otra de igual fuerza y signo contrario (reacción) que, por mor de la ley normativa, se ejecuta en la oscuridad (volveremos sobre ello en infra, #Coda)

Definición

In illo tempore, para saber cómo se definían las palabras, en primera instancia íbamos al diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) Pero hoy, con una RAE trufada por arribistas sin vocabulario ni gramática y manipulada por neofranquistas pedestres, preferimos ir a Wikipedia quien nos dice que corrupción es “el mal uso por parte de un funcionario de su autoridad… también se llama soborno de funcionarios, el cual es típico de los estados de la mafia”. No nos parece una buena enunciación aceptable con reparos, especialmente por su absurdo énfasis en los individuos administrativos -a pesar de que, párrafos adelante, la voz analiza varias clases de corrupción que minimizan lo estatal-mafioso y apenas subrayan lo funcionarial.

“La corrupción es una plaga insidiosa que tiene un amplio espectro de consecuencias corrosivas para la sociedad. Socava la democracia y el estado de derecho, da pie a violaciones de los derechos humanos, distorsiona los mercados, menoscaba la calidad de vida y permite el florecimiento de la delincuencia organizada, el terrorismo y otras amenazas a la seguridad humana…afecta infinitamente más a los pobres porque desvía los fondos destinados al desarrollo, socava la capacidad de los gobiernos de ofrecer servicios básicos, alimenta la desigualdad y la injusticia y desalienta la inversión y las ayudas extranjeras. La corrupción es un factor clave del bajo rendimiento y un obstáculo muy importante para el alivio de la pobreza y el desarrollo” (Prefacio a la Convención de las NNUU contra la corrupción; Kofi A. Annan, Secretario General, ONU, NYC 2004) Al año siguiente de haber firmado esa página, Annan fue salpicado por corrupción y nepotismo en el affaire Cotecna, en el programa de la ONU ‘Petróleo-por-comida para Irak’ e incluso en un turbio asunto pakistaní que involucraba a Benazir Bhutto.

Observamos que Annan define la corrupción en unos términos poético-lastimeros impropios de un diccionario. Peor aún, esa (poco) famosa Convención tampoco la precisa en su largo articulado. Pero las noticias que genera insisten en que casi 200 países la han ratificado. Es decir, casi todo el Globo, menos: Andorra, Barbados, Corea del Norte, Eritrea, Mónaco, San Cristóbal y Nieves, San Marino, San Vicente y las Granadinas, Siria, Somalia y Surinam. Antes de conocer este dato burocrático, sabíamos de sobra que Mónaco, Andorra, San Marino y Surinam eran paraísos fiscales -parónimo de gran corrupción internacional. Pero, ¿qué sabemos de Siria, Somalia o Eritrea?: nada porque lo último que haríamos sería creer lo que sobre ellos nos narran los putrefactos media mainstream.

Volviendo a la ONU, cuando Annan murió, Peter Eigen le dedicó un apologético obituario (A tribute to Kofi Annan, TI, 27.IX.2018) Pero, ¿quién es este tal Eigen? Pues el fundador de Transparency International (TI), una ONG millonaria cuya principal -y más escondida- fuente de financiación son, paradójicamente, las agencias gubernamentales. TI fue fundada en 1993 por Eigen (ex director regional del Banco Mundial), Michael J. Hershman (exmiembro de los servicios de Inteligencia del US Army), Frank Vogl (Banco Mundial) y George Moody Stuart, un magnate de la sacarocracia.

La pregunta surge de inmediato: ¿confiaríamos en que una seudo-ong fundada y dirigida por esos príncipes del espionaje militar gringo, la banca y la industria del azúcar (esclavista per se) “promueva medidas contra crímenes corporativos y corrupción política en el ámbito internacional”? Otrosí, de poder acercarnos, ¿confiaríamos más en TI que en ese puñado de países que reniegan públicamente de las normas dictadas desde Nueva York y Ginebra? Puesto que TI elabora anualmente un prestigioso Índice de Percepción de Corrupción que, al minuto siguiente de su publicación, es pregonado por los media, podríamos preguntarnos: ¿cómo sabe TI si, por ejemplo, cualquier país o incluso Corea del Norte -que no suele figurar en su Índice-, es íntegra o corrupta cuando todo el planeta domesticado sostiene que existen Estados inaccesibles?, ¿ninguno de los potentados que dirigen ese Índice, reside en ningún paraíso fiscal? Bah!, pregunta retórica de la que jamás obtendremos respuesta.

Terminamos este parágrafo obligados a definir la corrupción. Allá vamos: es una modalidad informal de redistribución de la riqueza. Aunque interclasista, es tan antigua como la Humanidad pero es radicalmente asimétrica porque la posibilidad de corromperse recae mayormente en las clases opresoras y mínimamente en las clases oprimidas.

Historia

Al empezar esta nota nos preguntábamos retóricamente (“¿la Naturaleza es corrupta?”) para enseguida olvidar tan insidiosa pregunta. Pero la pía lectura del Libro Sagrado nos sugiere que semejante cuestión no es insidiosa ni absurda sino, directamente, canalla. Vemos entonces que la corrupción y su correlato, la excesiva violencia, no se limitan a la pecadora Humanidad sino que se extienden hasta la Naturaleza. Ejemplo, en el Antiguo Testamento (Gen 6,11-12) aparece tres veces la palabra “corrupción” relacionada con un inminente cataclismo (Gen 6,17) que aplastará todo el Planeta y a “toda carne” (i.e., ser vivo). Como nos explica un misionero católico, “No es solo el corazón del hombre el dañado, sino que también la Creación entera se ha pervertido” (M. Yépez B.) Sorprendido nos ha el dilecto fray; ¿se ha vuelto animista o panteísta?, ¿está quizá cocinando una misión para evangelizar a los bichos, las plantas e incluso hasta las piedras?

Si adelantamos unos cuantos milenios, personalmente nos encantaría saber si los arqueólogos que estudian la proto-Hispania remota -remontarse a los homínidos no es posible- han encontrado algún vestigio della. El diagnóstico de un eminente profesional es pesimista: “Los males de la arqueología académica española son los mismos que aquejan al resto de las humanidades y que tienen que ver con la sociología de la ciencia, más que con la epistemología. En última instancia son reducibles a un sólo problema: la corrupción generalizada del establishment académico” (El futuro de la Arqueología en España, 2011, Alfredo González-Ruibal)

Por ende, hemos de recurrir a un estudio generalista -pero circunscrito a Europa con unas contribuciones sobre la Mesopotamia de los siglos IX-XI y sobre el tardío Imperio otomano- publicado en Oxford: lamentablemente, es muy tardío pues comienza con el Harpalos affaire del año 323 ane. Este sujeto fue el tesorero de Alejandro el Grande que huyó de la corte persa-macedonia llevándose el tesoro de los expedicionarios. Volvió a Atenas con un capital estimado en 700 talentos (la mitad de los ingresos anuales de la ciudad) Demóstenes le denunció pero, meses después, la comisión investigadora (la apophasis) descubrió que el famoso Pico de Oro y su pandilla habían sido sobornados por Harpalos con jugosas mordidas (dorodokia) y así lo corroboró un aerópago compuesto por 1.500 ciudadanos atenienses. A la postre, no sabemos si Demóstenes y su pandilla fueron castigados, ennoblecidos o simplemente, olvidados (cf. Ronald Kroeze, André Vitória y G. GELTNER, eds. 2018. Anticorruption in History From Antiquity to the Modern Era. Oxford, ISBN 978–0–19–880997–5 (disponible en annas-archive.org y en la pestaña Pinata, de http://library.lol/main/08e67839d83331ac9ca2f710e2bd42e4 ) Visto este affaire desde la actualidad, podemos repetir que ‘nada nuevo bajo el sol’. Milenios después, aquel escurridizo tesorero creó escuela y ahora tiene muchos alumnos aventajados.

Intentando sobreponernos al diagnóstico antes citado, nos hubiera gustado leer en este manual algunos hipotéticos datos sobre la elusiva corrupción prehistórica pero lo más aproximado a la antigüedad hispánica que hemos encontrado en Kroeze et al comienza en el ‘moderno’ siglo XVI. Cf. el artículo de Francisco Andújar Castillo, Antonio Feros y Pilar Ponce Leiva, “A Sick Body: Corruption and Anticorruption in Early Modern Spain” (pp. 139-151, + notas a pie de página) Aquí se argumenta que aquella monarquía de origen austríaco, “al menos creó algo de miedo entre los altos funcionarios de Palacio. La mera existencia de las visitas, residencias y pesquisas, contribuyeron a lograr cierto grado de honestidad entre la jerarquía cortesana. Aunque no consiguieron sus objetivos” (nuestra traducción) Además de que reduce el problema a la Mega-corrupción, no somos tan benévolos: la Corte hispano-teutona, estaba corrompida en los siglos XVI y siguientes, lo estuvo en las dinastías anteriores y hoy lo sigue estando bajo los Borbones -frente al olvido de la mayoría de los muchos neofranquistas historiadores españoles contemporáneos, así lo reconocen Andújar et al citando al historiador catalán Vicens Vives cuando, en 1960, se atrevió a publicar en Francia que ‘el vero fundamento del sistema [franquista] fue “la fraude erigée en système.”

Serie Litis Abusus (El abuso de la ley) de la Escuela Flamenca. Cupido, con un cesto en la cabeza, es seguido por “Testamenta”, “Lis” (Ley, con cabeza de lobo, manos esposadas y piernas de tornillo), “Opinio”, “Meum” y “Tuum”. Hendrik Goltzius, 1597-1580. British Museum

Otro ejemplo de la Escuela Flamenca y de la misma serie.
Los peligros de la corrupción. Galle, ca. 1600.

William Blake ubicó a los corruptos en un Círculo del Infierno.

Coda

La Historia nos demuestra con multitud de evidencias que la corrupción atraviesa los milenios “sin romperlos ni mancharlo”. En cuanto a la España actual, es obvio que coexisten las corrupciones Mega, Macro y Micro. Aunque incidan en el mismo personajillo, no es ni parecido birlar miles de millones de euros del Tesoro común que unas corruptelas sobre unos trajes. Tampoco son lo mismo míseros olvidos del IVA y erigir improvisadas obras públicas multi-millonarias cuya finalidad principal estriba en las comisiones -pero, sistémicamente, los corruptísimos medios de des-información no reparan en estas diferencias. En el fondo, la obsesión de los media es negar una obviedad: que ni en España ni en Beluchistán (creo) existe ninguna Compañía que no se constituya y prospere gracias a la subvención y/o la exención fiscal. Dicho de otro modo, no hay capitalismo ni socialismo de Estado sin colusión entre lo privado y lo público -dicho en plata, el mercado no existe.

Volviendo al principio de acción-reacción que mencionábamos atrás (cf. supra, #Primer parágrafo), nos gustaría saber cómo van los porcentajes de actos legales e ilegales actualmente en boga. Tarea imposible que ejemplificaríamos mediante esos icebergs de los que sabemos positivamente que sólo aflora a la superficie marina la octava parte del témpano sumergido. La actual corrupción hispana ignorada por los consumidores de los media, ¿es ocho veces mayor que la expuesta a la opinión pública? Algunos especularán que es mayor todavía. Es decir, que los negocios debajo de la mesa multiplican por 20 o por 200 a los oficiales. Otros considerarán este cálculo como exagerado e incluso, un puñado de locos biempensantes creerán que no hay corrupción. Servidor no sabe y por ello no contesta. Sólo señala que la Justicia (¿) es el asidero al que recurren los Altos Corruptos. Un dibujo lo cuenta suficientemente:

Imagen de portada: Año 1571, indígenas Nahuas pleitean en México contra el canónigo Alonso Jiménez, ladronzuelo que retenía los pagos de maíz y mantas de lana que debían ser repartidas entre la comunidad, además de apropiarse indebidamente de telas”. Fue condenado a pagar una multa que nunca satisfizo. Un ejemplo de la absoluta corrupción en la clerigalla. Cf. en el Códice de san Salvador Huejotzingo recientemente ‘descubierto y publicado por la Library of Congress’, 96 págs.

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