Cosppedaleando
¿Acaso puede un banquero de éxito ser un imbécil integral? Puede. Depende de dónde ponga la sociedad el modelo a seguir y los listones que lo miden. Si dedicarse a traficar, carecer de escrúpulos, ser un obseso de la avaricia y del poder es el mejor muestrario del ser humano disponible, los banqueros y sus adyacentes son los más listos que hay. a base de tesón y trucos, los antiguos usureros han conseguido poner al Estado a sus pies.
Estamos en una sociedad donde impera la ley del colmillo. No es ningún secreto, se pueden ver las dentelladas a la luz del día y de la noche. Hasta cuando se ríe alguien es para enseñar los dientes y dominar. En la dinámica desencadenada por el capitalismo avanzado, los políticos en general ya no pintan nada. Sólo sirven de correveidiles a los designios del crédito; una vez constatada su inutilidad para decidir, a base de rutinaria veteranía, se dedican al magro consuelo de distraer la calderilla.
Estamos envueltos en tupidas y estúpidas cortinas de humo que acaparan toda la actualidad. No hay espacio para otra cosa. Los titulares nos tatúan la piel de la existencia con un monotema. La Economía como alma mater.
La saturación de lo cotidiano impide la perspectiva para cambiar las reglas del juego. Todo se resume en que unos van a Suiza y otros juegan al balonmano en el mismísimo parterre de la Zarzuela. Entre medias, un tetris de personajes subalternos saltan por aquí y por allá intoxicando la realidad de cada día.
Ahora mismo, con sus ex-tesoreros puestos en la picota y la sombra de la financiación ilegal del PP, era de suponer un camuflaje de tinta de calamar. Sabíamos que, a medida que se concretaran los casos de corrupción del partido del gobierno, sus voceros rascarían a fondo la cazuela hasta encontrar una tangente filoterrorista. Consiste, como siempre en que, todo aquel que está mínimamente organizado y protesta con firmeza, es un furibundo antisistema a fumigar con métodos policiales.
Acabemos. El gobierno está emparedado entre dos presiones. Por un lado, las víctimas de los desahucios, con el respaldo de la legalidad europea. Por el otro, una banca que no está dispuesta a soltar el padre de todos sus chollos.
Cuando no saben ni qué decir, sueltan al dúo dinámico Cifuentes y Cospedal.